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Música
Espectáculo musical chillón burlesco de un pobre triunfador
En palabras del músico detrás del proyecto, Mundo Chillón es “caricatura, parodia, esperpento, deformación... una forma de ver las cosas o simplemente una realidad alternativa”.
Pedro Chillón es un narrador, según sus propias palabras, que ha pasado por varias tradiciones musicales: desde el conservatorio hasta la tuna, la rondalla o los carnavales. Estudió economía y trabajó como gerente de empresas hasta 2009. A partir de entonces dejó su trabajo como economista y fundó Mundo Chillón, un proyecto artístico con tintes de bohemia contemporánea.
Los vanguardistas de comienzo del siglo XX intentaron acercar el arte a la vida, es decir, disfrutar de los espectáculos y las artes como se disfruta de los placeres cotidianos. La estética chillona invoca el mismo espíritu dionisíaco del disfrute y la festividad. Una demostración de su reencarnación como posible Erik Satie del siglo XXI fue el espectáculo Pequeño gran bingo musical Chillón, un vodevil con colaboraciones de todo tipo, cena, bingo y baile con maestro de ceremonias. Para él, Mundo Chillón es “caricatura, parodia, esperpento, deformación... una forma de ver las cosas o simplemente una realidad alternativa”.
Natural de Guadix (Granada) y desde hace años asentado en Madrid, presentará próximamente su tercer álbum, Pobre triunfador, junto con el documental De la tuna al karaoke. Como ya hizo con sus dos trabajos anteriores, ¡Qué bonito es ser un loser! (2014) y De Madrid al suelo (2016), ha elegido la financiación a través de una campaña de micromecenazgo para hacer realidad el disco. Para él, “las discográficas no hacen su trabajo y se dedican solo a vender. Para eso te conviene antes firmar con Carrefour o el Corte Inglés, que vas a vender más discos”.
“El primer lp tenía una temática de perdedores que en el fondo quizás no lo son tanto. Y este es al revés, aquí habrá ganadores que igual no lo son”, aclara Chillón mientras conversamos sobre un leitmotiv que reaparece en gran parte de sus canciones: la moral del esclavo. “Hay muchas lecturas [sobre qué significa ser triunfador o perdedor] y yo intento llevar las cosas al absurdo para demostrar que no tiene sentido esa clasificación. La mayor parte de la gente es triunfadora o perdedora a los ojos de los demás, no de sí mismo. Y el triunfo, de todas formas, es una esclavitud. El que se considera un triunfador está realmente esclavizado porque está sometido a un montón de obligaciones que tiene que hacer porque si no se baja del pedestal”.
Antes de adherirse al discurso del éxito prefiere ser irónico y mordaz con él y cuestionarse qué implicaría realmente dejarse llevar por el canon: “¿Y si no te gusta lo que haces pero lo haces para ser un triunfador, realmente estás triunfando cuando haces algo que no te gusta?”.
El documental que acompañará al álbum está basado en “la idea de contar la realidad del mundo de la música”, reconoce Chillón, ya que “hay mucha mitología alrededor de ella y a mí me gustaría que la gente fuese un poco más adulta y pudiera separar un espectáculo de esa persona que después es independiente del espectáculo”.
En otras palabras, el documental versará sobre el 90% de los músicos, los que siguen trabajando a deshora componiendo, ensayando, programando, escribiendo, produciendo, gestionando o desmontando sus instrumentos en el escenario después de que los focos se apaguen.
En el universo Chillón sobrevuelan con aspereza, elegancia y humor, en igual proporción, una mordaz crítica a los excesos de la industrialización y la sociedad de consumo. Sin dejar títere con cabeza arremete contra la publicidad, las pantallas luminosas, los centros comerciales, los macrofestivales, las redes sociales, los escaparates y demás estrategias de mercado como la supuesta libertad que otorga el poder elegir entre comer en McDonald’s o Burger King.
En relación a la deriva mainstream y sus fórmulas, a Chillón le “sorprende que no haya más búsqueda en general. Entiendo que los canales generalistas lo que buscan es esa lógica. Y para ello tienes que industrializar y tienes que hacer producción en masa. Si quieres alimentar a 20.000 personas no puedes hacer un pan artesano, sino uno del que puedas hacer 20.000 barras al día. Ahora bien, no hay que olvidar que existe el pan artesano, aún más cuando realmente el pan ha sido siempre artesano”.
Detrás del sarcasmo y de las boutades chillonescas se esconde un tipo particular de nihilismo activo, una vitalidad que intenta esquivar las lógicas acomodaticias de la realidad humana. “Vamos a soñar, pero que no sea un sueño narcótico. Con la magia y el pensamiento mágico estamos otra vez en las religiones, el pensamiento responsable y la huida. Esta tierra es lo que hay y se puede disfrutar si tomamos la responsabilidad de vivir”.