Música
Helado Negro: joven, latino y orgulloso

Private Energy, el nuevo disco de Helado Negro, plantea una reflexión en torno a las emociones generadas por la interacción en redes sociales y también sobre la violencia ejercida en Estados Unidos contra las comunidades afroamericana y latina. Incluye, además, “Young, latin and proud”, un himno a pequeña escala que reivindica las raíces de su autor. Sobran, pues, las razones para acercarse al mundo de Helado Negro.

Helado Negro
Helado Negro, durante la entrevista. Marc Muñoz
18 jun 2017 16:57

En estos tiempos de Trump —abnegados por la cólera, el odio proyectado a terceros, la discriminación racial, la falsa información, la falta de respeto y de ética, los apretones de mano intimidatorios o las conexiones fuera del ojo público con hedor putrefacto—, la música de Helado Negro emerge como una bocanada de oxígeno ante el alquitrán expulsado desde la Casa Blanca.

Algo que consigue tejiendo una capa instrumental acariciante y ralentizada, acompañando esa voz sensual y susurrante —con ecos de Devendra Banhart— que se inscribe en un discurso de autoreivindicación de las raíces latinas que choca con la actual retórica antiinmigración.

Nacido Roberto Carlos Lange hace 37 años, y crecido en Lauderhill (Florida) durante los años 80 en el seno de una familia ecuatoriana, Helado Negro decidió dar salida a su vis musical desde Nueva York, donde reside actualmente (Bushwick, Brooklyn) después de palpar la discriminación racial en Georgia, lugar en el que cursó sus estudios universitarios.

Hasta la fecha ha editado cinco trabajos. El último de ellos, Private Energy —cuya edición extendida ha visto la luz recientemente—, ha sido el trabajo con el que ha articulado y puesto en un sustrato más definido y visible esas raíces latinas que ya asomaban de forma natural en unos primeros discos cantados exclusivamente en castellano. Temas como “Young, latin and proud”, incluido en su última entrega, dan salida a esa expresión y orgullo ancestral.

Ese mismo orgullo con el que luce un vistoso pelo encrespado durante el encuentro con El Salto en la terraza de la Central Brooklyn Public Library, un espacio público que enaltece y reivindica tras el saludo de rigor.

Tu música siempre ha albergado cierta manifestación de tu identidad latinoamericana. ¿De dónde procede esa preocupación o voluntad por hacer hincapié en tus raíces?
Me crié en Florida con bastante gente de Sudamérica. Pero no fue hasta mudarme a la universidad (Savannah, Georgia) cuando descubrí que esa diversidad que yo había percibido como algo normal en realidad no era tal, ahí éramos bien raros. Y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía una experiencia súper especial, y fue cuando empecé a excavar un poquito más en lo que soy.

No soy partidario de lanzar una canción como una reacción, para mí no tiene mucho sentido una respuesta musical como si fuera un tuit
¿Crees que esa reivindicación de tus orígenes se está viendo acrecentada con la irrupción de Trump?
Depende, creo que de algún modo u otro siempre lo he estado haciendo. En todos los discos que he sacado aparece el idioma español en algún momento, cuando precisamente en los Estados Unidos hay nuevas generaciones de latinos que no hablan el idioma. Pero diría que es un rasgo personal en mi música, no creo que haya que amplificarlo solo por el actual presidente.

De hecho, Trump no es tan inspirador, tienes que buscar algo que te inspire para hacer música. No soy partidario de lanzar una canción como una reacción, para mí no tiene mucho sentido una respuesta musical como si fuera un tuit. Creo que la música debe perdurar, con lo que lo mejor es hacer algo para uno mismo, algo de lo que estés satisfecho en unos años.

¿Qué es lo que más te inquieta de todo este clima político revuelto que tenemos encima?
Me preocupa un poco el cómo estamos reaccionando. Cada día todo el mundo se pregunta sobre lo último que ha hecho Trump. Y la atención que le dispensamos es bastante parecida a la de una celebrity. Mi deseo sería que la gente hablara de estas cosas o de otras de una manera más constructiva y más productiva. No sé, percibo que utilizamos nuestro tiempo de la peor forma, haciendo bromas, creando memes que bien nos pueden llevar todo el día, en lugar de invertir todo ese tiempo en un compromiso más eficaz y crítico en contra de sus ideas.

¿Cómo decides si vas a utilizar el inglés o el español para tus canciones?
Para mí ambos idiomas siempre han estado presentes. Me crié rodeado del español debido a mi familia, pero al salir a la calle era el inglés el idioma predominante. Y con los años me he dado cuenta que siempre existe la posibilidad de capturar una emoción con los dos idiomas.
Llegué a la conclusión que tenía que hacer lo más útil para otras personas en lugar de pensar solo para mí, y ahí es cuando empecé a escribir las canciones del álbum con la esperanza de que sirvieran para otra gente
¿Qué te inspiró para dar forma a tu último disco, Private Energy?
Nació un poco como una forma de protegerse de esta realidad diaria de cuando pasas tiempo en las redes sociales y te enfrentas a emociones contrapuestas. Puedes pasar de un estado deprimido a reírte a carcajadas. Es súper raro ver esas emociones en cuestión de segundos y creo que es algo difícil de procesar.

Aunque no solo trataba sobre esas sensaciones, también había una cuestión más profunda sobre lo que ocurre con la violencia en los Estados Unidos. Una violencia que empezó a sentirse de forma más acusada en el 2014, aunque siempre haya estado ahí, con los asesinatos a afroamericanos, pero también contra gente de piel café (latinos) y musulmanes.

Y fue en ese sentir general contra una violencia manifestada constantemente que me quedé un poco atrapado sin saber qué hacer. ¿Debía irme a otro lugar, salir a la calle a manifestarme? Al final llegué a la conclusión que tenía que hacer lo más útil para otras personas en lugar de pensar solo para mí, y ahí es cuando empecé a escribir las canciones del álbum con la esperanza de que sirvieran para otra gente. Fue cuando di forma a “Young, latin and proud” y “It’s my brown skin”.



¿Has sufrido discriminación racial?
Sí, claro. Mientras estaba en Florida casi todo mi entorno era latinoamericano, y casi todo el mundo hablaba español, era una mezcla bien bonita, pero luego, cuando me fui a Georgia, me di cuenta de que o eras blanco o negro, y si no eras ninguno de estos dos, entonces eras mexicano. Y me chocó bastante ver eso y cómo te trataba la gente según esas ideas. Aunque siempre he visto racismo a mi alrededor, no es que en Florida no existiese, pero vivirlo en Georgia fue bastante más acusado.

¿Cómo decides trabajar en un nuevo disco?, ¿empiezas grabando varias canciones o hasta que no das con un concepto no arrancas con la ejecución?
Siempre cambia un poquito, aunque casi siempre empieza cuando tengo una serie de canciones que comparten una paleta con el estilo y las ideas que quiero para un trabajo.

¿Qué música y músicos forman parte del ADN de Helado Negro?
La música latinoamericana de la década de los 70 y los 80, cosas que tenía en el radio familiar: Raphael, Piero y cosas más bailables. Pero también hay referentes más cercanos, gente con la que trabajo que están haciendo cosas realmente bonitas. Mi amiga Xenia Rubinos, Ela Minus, la banda Buscabulla, Maria Usbeck. Creo que hay algo especial pasando ahora con toda esta gente metida en esta onda. Creo que en cinco años van a empezar a escribir sobre todo esto.

¿Cuál es tu primer recuerdo musical?
Yo siempre bailaba con mi mamá, especialmente una canción llamada “Abusadora” de un cantante dominicano que se llama Blas Durán. También canciones de Sam Cooke que a ella le gustaban bastante.



La mayoría de músicos que he entrevistado en España tienen un trabajo paralelo porque solo con la música no les alcanza para vivir. ¿Ocurre algo parecido en Estados Unidos?
Aquí creo que es posible vivir de ello, hay diferentes formas al menos. Hay, por ejemplo, músicos que tocan conmigo en vivo que proceden de la escena del jazz, y esa gente trabaja como locos. Tienen como tres o cuatro shows por noches por los que cobran entre 50 dólares y hasta 100 dólares por directo. Y así ganan de poquito en poquito a la semana, aunque la mayoría lo combina trabajando en una cafetería o trabajos similares.

Y luego está la escena indie, que se ha transformado con la entrada de corporaciones apoyando festivales, y ahí hay gente que se gana la vida solo actuando, saliendo de gira, tocando como locos. Aunque para mí lo ideal sería una situación intermedia, tratando de actuar bastante pero conseguir no estar de gira todo el rato.

Luego hay otro grupo que encuentra unos ingresos trabajando para la televisión o la publicidad. Pero no hay una fórmula única sobre cómo lograr vivir como músico. En mi caso nunca he tenido el apoyo económico de una familia con dinero, pero por fin he llegado a ese punto que puedo financiar mi vida. Han sido 11 años trabajando duro para llegar hasta aquí.

¿Escuchas música de España?
Pues no estoy demasiado al corriente de la música española contemporánea. Conozco a las Hinds, El Guincho, y a un grupo que se llama… Denver, ¿puede ser? Un grupo que me encanta de España son Las Grecas, y hay algo que he estado escuchando bastante últimamente, que lo tengo aquí (móvil) guardado, que es este disco de Gregorio Paniagua y Lucia Bosé llamado Lo Pomodoro.

¿Qué es lo siguiente de Helado Negro?
Estoy trabajando en nueva música. En julio sacaré una nueva canción. También voy a hacer una serie de shows por Europa. Estaré tocando en el OFF Festival de Polonia, en el Visions Festival de Londres, y luego, pasaré por España para dar un concierto en el Noroeste Festival en Coruña. Probablemente haya otra parada española que aún no te puedo confirmar porque no está cerrada.

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