Hay un gran atractivo en plantar en exterior, y no solo por el ahorro energético ni por la posibilidad de conseguir cosechas más que considerables. Tiene que ver también con tener a las plantas bajo el sol y no bajo un foco, al aire libre y no en un cuarto, como la naturaleza lo quiso y estableció hace millones de años. No todo tiene que justificarse con la racionalidad ni la mayor producción, además. Uno puede querer tener su cannabis en exterior simplemente porque le mola más. Lo cierto es que, más allá de las motivaciones, no es algo para cualquiera: se requiere de un espacio disponible, y vivir en alguna zona cuyo clima permita realizar el cultivo. Después de todo, no es lo mismo estar en Siberia que en el Mediterráneo. Si eres de los que disfrutan de ver los rayos del sol en las hojas, aquí van algunas cosas a tener en cuenta para llegar a buen puerto.
El clima ideal y su variedad acorde
En un cultivo de interior, la luz, la temperatura y la humedad se pueden regular fácilmente. En exterior, sin embargo, no es tan sencillo. Claro que hay maneras de aislar la zona de cultivo, de refrigerarla o calefaccionarla un poco, pero en general una planta puede crecer bajo ciertas condiciones y no bajo otras. En una zona templada/fría, muchos cultivadores optan por inducir una floración, dado que hacia mediados o finales de octubre ya hace demasiado frío para que esto ocurra naturalmente. En zonas templadas/cálidas, en cambio, los inviernos son más suaves y la variación natural de las horas de luz conduce a la floración en el momento apropiado. La temperatura sigue siendo buena hasta fines de noviembre o incluso comienzos de diciembre. Conocer el clima local y elegir una variedad acorde es, entonces, el primer paso para un buen cultivo.
Maceta o suelo
Una vez que se haya determinado qué variedad cultivar en determinado clima, ya se puede comenzar. Algunos cultivadores incluso prefieren plantar la semilla o la plántula directamente en tierra, mientras que otros prefieren utilizar macetas. Cada cosa tendrá sus pros y contras.
Si optas por las macetas, te será posible transportar las plantas, por lo que podrás ajustarla al sol o a la sombra, o moverla a resguardo de un temporal. Además, te será más fácil regular el crecimiento y el tamaño final de las plantas. Esto es especialmente útil para evitar que el cultivo quede a la vista de ojos indiscretos. También se puede controlar mejor el sustrato, que no se mezcla con la tierra del entorno y al que podemos aportarle los nutrientes nosotros mismos, sin tanto riesgo de excesos o faltas. Por otro lado, las macetas restringen el crecimiento, y por lo tanto el potencial de cosecha.
Si en cambio eliges plantar en el suelo, las plantas tendrán un pase completo a todos los nutrientes y humedad que sus raíces puedan absorber. El sistema radicular se puede desarrollar libremente en busca de aguas subterráneas, y lograrás mayor crecimiento, vigor y producción. En el cultivo directo en suelo será necesario asegurarse de tener un sustrato con buenas condiciones de pH y buen drenaje, y con buenos nutrientes, pero será casi imposible aislarse del todo del terruño circundante.
Suelos fértiles
La planta de cannabis se alimenta de ciertos nutrientes que adquiere de su suelo. Por más que en tierra suele haber nutrientes suficientes como para que se desarrolle, crezca y dé flores, no será lo mismo que si se aplican fertilizantes, con los que te aseguras de que la planta se está alimentando bien. Dado que el mantenimiento de las bacterias y microorganismos en el suelo es importante para que tenga una mayor fertilidad en el largo plazo, lo mejor es utilizar fertilizantes orgánicos en cultivos en suelo, que son los que mejor cuidan a toda esta vida interior del sustrato. Fabricantes como Pro-XL o Grotek han lanzado líneas orgánicas que son más que recomendables para las necesidades de la planta en sus distintas etapas: crecimiento, floración y engorde.
Cuidado con las plagas
Si cultivas en exterior, estarás más expuesto a las plagas. Es necesario entonces realizar controles periódicos para detectar tempranamente a cualquier posible plaga. Los principales enemigos del cultivo en exterior son la araña roja, la mosca blanca, el pulgón, y diversas clases de hongos, entre ellas el temible oídio. Es recomendable realizar tratamientos preventivos con fungicidas naturales como el propóleo, el Neem contra los insectos, o una bacteria llamada Bacillus Thuringiensis, ideal contra los gusanos. También puedes optar por comprar directamente los productos de alguna marca confiable.
Espera al momento oportuno
Un error común en muchos cultivadores principiantes, tanto en interior como en exterior, es cortar las plantas demasiado pronto. Es entendible: después de tanto trabajo, probar la primera cosecha da mucha ilusión. Sin embargo, esto puede llevar a un producto final de menor calidad y de menor peso. La manera a prueba de fallos es viendo los tricomas con una lupa: si están transparentes es muy pronto, si están blancos es el momento, y si el color es un amarillo-ámbar, ya se te está pasando. A simple vista, lo que notarás es que ya no tiene pelitos blancos, y los marrones ya comienzan a escasear. También ten en cuenta que la planta entera actuará acorde a la estación en la que está, con las hojas que se ponen amarillas, se secan y caen.