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Feminismos
El fascismo digital antifeminista y las estrategias para erradicarlo
No cabe duda de que Internet es un lugar o un espacio en el que millones de personas transitan, realizan actividades de ocio y disfrute, comparten opiniones y se involucran en debates públicos alrededor de comunidades en diversas redes sociales. Sin embargo, algo está sucediendo cuando son las mujeres, en toda su diversidad, muy especialmente las que se identifican como feministas, las que están viendo peligrar su libertad de expresión, tránsito y disfrute en estos espacios.
Un creciente bestiario patriarcal de trolls, cuñados, incels, doxxers, y defensores de los “derechos de los hombres” ha declarado la guerra al feminismo. Sus objetivos; que las feministas tengan miedo a twittear, a participar y generar debates en la red o que restrinjan su visibilidad en Internet por “la que les puede caer.” La estrategia de la oleada antifeminista sigue los patrones clásicos del fascismo: silenciar, insultar, violentar tratando de anular las propuestas emancipadoras del feminismo.
En los últimos años, las feministas de la cuarta oleada se han posicionado públicamente con fuerza realizando un ejercicio propositivo para transformar la sociedad de forma radical y, con ello, han tocado pilares fundamentales del sistema y del ordenamiento social. No es de extrañar que, ante tales desafíos, surja una contraofensiva neo-machista que busque expulsarlas de cualquier lugar. En el espacio digital, lo hacen a fuerza de ‘hate’.
Cuando iniciamos nuestra investigación (que podeis leer en Teknocultura), partimos de algunas preguntas: ¿cuáles son las principales estrategias de fascismo digital utilizadas por estos grupos?, ¿cómo afectan estas acciones a la participación y deliberación feminista en línea? Y, sobre todo, ¿qué medidas se pueden tomar para combatir el fascismo digital y promover un ambiente más seguro y respetuoso en línea para las mujeres y otros colectivos?
¿Por qué crece el odio en Internet?
Partimos de la base de que Internet no es un espacio autónomo que opera separado de la ‘vida real’, el uso de las tecnologías de comunicación y de la red está imbricado en nuestra cotidianidad y en él se reproducen muchos de los comportamientos del mundo ‘offline’. Sin embargo, en esta última década, venimos asistiendo a un aumento vertiginoso de un fenómeno que está teniendo en la arena digital un especial impacto: la proliferación de discursos del odio o intimidatorios de corte reaccionario, xenófobo, populista y de extrema derecha que, pese a su gravedad, parecen encontrar eco en medios de comunicación y ampararse en los idearios de algunos partidos políticos, movimientos ‘reactivos’, autoritarios, ultranacionalistas, xenófobos, machistas y/u homófobos. Se trata de prácticas autoritarias que bajo la lógica del pensamiento único –al puro estilo fascista– tratan de generar una confrontación explícita entre dicotomías tales como machismo y feminismo o entre ellos y nosotras. Como si su bienestar fuera inversamente proporcional a nuestro malestar.
¿Qué es la manosfera?
Los grupos que hemos mencionado han encontrado en Internet un espacio donde articularse. La manosfera es un término utilizado para referirse a esta red de sitios web y comunidades en línea que promueven un determinado modelo de masculinidad, aglutinando a una esfera de hombres amenazados por el feminismo que han visto cuestionados sus privilegios y promueven, por ello, discursos misóginos y antifeministas. Se esconden, en muchas ocasiones, bajo el anonimato o bajo retóricas humorísticas o sarcásticas.
Las principales estrategias de este fascismo digital incluyen acciones de desinformación, como la manipulación de datos o la propagación de bulos sobre cuestiones de género y personajes públicos femeninos; acciones que generan un clima hostil y de confrontación, como el troleo en los debates de forma intencional, la introducción de discursos polarizados o el cultivo de discursos de odio; acciones de acoso cibernético o acoso de género online, como insultos y amenazas dirigidos contra las mujeres o ataques contra webs, perfiles o servidores que producen contenido feminista, entre otras.
¿Quiénes son objeto de estas violencias?
Lo somos todas, pero, especialmente, las mujeres que ocupan posiciones de poder u ostentan cargos públicos, las que se denominan como feministas u obtienen visibilidad en espacios considerados masculinos: videojuegos, fútbol… o las que utilizan las redes y el espacio digital como herramientas de lucha política y emancipatoria. En la práctica, lo son todas las mujeres y personas LGBTIQ+, racializadas, migrantes y aquellas que no solo no esconden su diversidad, sino que la reivindican y visibilizan ofreciendo referentes para que el mundo sea más amable: bolleras, bi, de movilidad reducida, neurodivergentes, trans, no binarias…
¿Qué podemos hacer para erradicar estas violencias?
Frenar el crecimiento del fascismo digital debería ser una prioridad tanto para las instituciones como para la sociedad, sin embargo, se está dejando todo el esfuerzo por combatir este fenómeno en manos de los movimientos sociales, principalmente, feministas.
Algunas de las medidas que se están llevando a cabo o se han identificado como necesarias son:
1. Promover la educación digital crítica: Es importante fomentar la educación digital crítica desde edades tempranas para que las personas puedan identificar las noticias falsas y los discursos polarizados.
2. Establecer políticas claras contra el acoso cibernético: Las plataformas en línea deben establecer políticas claras contra el acoso cibernético y tomar medidas concretas para hacer cumplir estas políticas.
3. Fomentar un ambiente seguro y respetuoso en línea: Se debe trabajar para la creación de comunidades virtuales seguras tanto desde la alfabetización como desde una moderación activa por parte de las plataformas comerciales.
4. Combatir la desinformación: Es necesario combatir la desinformación en línea mediante la promoción de medios de comunicación confiables y el fomento del pensamiento crítico.
5. Apoyar a las víctimas de violencia online: Es importante acompañar a las víctimas de violencia online y facilitar el acceso a recursos legales, psicológicos y sociales.
Detrás de esta labor están colectivos como Electronic Frontier Fundation, SafeHub Collective, Tactical Tech o la red de colectivos Take Back the Tech. En el Estado español destaca, fundamentalmente, el trabajo de Donestech o la Red Autodefensa Online. En muchos casos, son las propias afectadas quienes se encargan de autogestionar una respuesta a las violencias que reciben. Las plataformas comerciales, que cuentan con mecanismos de moderación y actuación, en la práctica no consiguen dar una respuesta a tiempo o, si lo hacen, reflejan más una declaración de intenciones que otra cosa. Y aunque las instituciones públicas parecen haberse puesto con ello tanto en Europa como en el Estado español, como es habitual llegan tarde.
Las propuestas para abordar el problema están sobre la mesa, como demuestra el trabajo de estos colectivos feministas para la defensa de la seguridad, la pluralidad y la democracia digital, sin embargo, la implicación de todos los actores sociales e institucionales es vital para conseguir una Internet libre y segura. Y, por supuesto, feminista.