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Sucede que, de repente (wtf ¿de verdad alguien piensa que de repente?) gente, en su mayor parte joven, ha tenido algunos escarceos con la policía. Venga, admitidlo, lo de “graves disturbios” queda fetén como titular en la prensa mainstream, pero el tufo amarillista de la prensa burguesa (y la alternativa también, fíjate tú) llega hasta la Sakana. De repente, unos cuantos contenedores ardiendo, y algún que otro gran almacén saqueado, se ha convertido en, según quien lo diga, la avanzadilla del nuevo fascismo, o la revuelta de los menas (odiosa palabra destinada a criminalizar a la población racializada). Curiosamente la mayor parte de la crítica ha provenido de la izquierda intelectual y política.
La misma izquierda que lleva meses pasmada en un marasmo que va desde la complicidad a la idiocia, se sorprende por ver ahora chispazos de protesta.
Claro, debe ser que el gobierno progresista lo ha hecho todo de maravillas. Ahora la gente concilia con facilidad. Las que lo están perdiendo todo reciben el apoyo social e institucional que necesitan. No hay desahucios, las ancianas no mueren solas. Se está reduciendo la pobreza y la brecha digital es ya inexistente. Además la sanidad pública recibe todos los fondos que necesita, el cuerpo profesional está bien financiado y cuidado. Y por si esto fuera poco se ha puesto coto a la sanidad privada, renacionalizando lo privatizado y poniéndolo al servicio del bien común. De hecho tampoco se está criminalizando a la juventud. No se la persigue, se la multa, se la golpea. No se la estigmatiza con frecuencia en los medios, en las instituciones. Se la trata con respecto, se la apoya, se le conceden becas y además se le han brindado alternativas para que su vida no termine de ser una mierda. Finalmente, las gobernantas, que en este escenario no son hombres mayores con mucho dinero, no nos dicen desde fiestas en casinos, qué, lo que tenemos que hacer es ir de casa al trabajo, y del trabajo a la tienda, y después retorno a la celda, digo al piso de mierda en el casi todas vivimos. Que va, nos dicen que van a socializar los medios de producción, y abolir el trabajo, y el género, y las leyes migratorias. Todo guay, todo va a salir bien. Pero no, todo va de mal en peor.
Y la juventud lo sabe. Lo de juventud sin futuro ya no es un lema, o una pegata de la generación financiada en la era Zapatero. Generación sin futuro es la generación Z, que no ha conocido otra cosa que crisis. Que partidos políticos hundidos en sus cloacas. Un mundo en caos, cada vez en más casos regido por fascistas. Una generación sin futuro es aquella a la que le prometen transformación digital mientras le ofrecen un curro en Deliveroo. Generación trap, drogata y pasota, les acusan de expandir el virus, de no creer en nada, de no luchar por nada, de no ser nada. Luego van y le prenden fuego a cuatro contenedores y ya tienes a la progresía parlamentaria llamándoles extrema derecha. Lo siento, pero no.
Tal vez esté pasado de moda, ni idea, pero hace tiempo decíamos que había que organizar la rabia. Ese solía ser uno de los ejes vertebradores de la izquierda antifascista. No se trataba de dirigismo, ni de superioridad intelectual, no le pedíamos a nadie que nos organizase. Era una cuestión común, de cuidado, de apoyo, de solidaridad. Era una cuestión de canalizar nuestra caótica energía, para qué se yo, montar un centro social, o comprender las condiciones objetivas de explotación a las que estábamos sometidas. Organizar la rabia, estudiar. Organizar la rabia, montar un sindicato. Organizar la rabia, prenderle fuego a lo que fuese, y sí de eso se hizo y aún sigue haciendo falta.
La izquierda lleva meses siendo incapaz de articular una narrativa crítica capaz de cuestionar la gestión capitalista de la pandemia. Muchas lo comentábamos en privado, -esto es un caos, esto no va bien, esto no está bien-. Pero no decíamos nada, no queríamos parecer negacionistas, o fachas o tontas. Y a pasado lo que tenía que pasar.
Hemos cedido la narrativa de la legítima crítica a un puñado de descerebrados fascistas que está sabiendo canalizar el legítimo odio ante una gestión capitalista de la pendemia que va de lo mala a lo nefasta.
Estamos a tiempo de sincerarnos y de admitir que las cosas no van bien. Que las cosas no se están haciendo bien, porque ese, es el primer paso para poder cambiarlas. Llámalo toma de consciencia, llámalo tener dos dedos de frente. En cualquier caso es preciso reconocer que la gestión capitalista de la pandemia ha sido un fracaso y, o que se pega un cambio drástico o la cosa se pondrá fachosa. Hay que hacer ver, con políticas y con hechos, que hay una alternativa a lo que estamos viviendo. Que queremos y podemos construir un horizonte, yo lo llamaría comunista, tú como te dé la gana, pero, que al menos, parezca que haya plan. Gente de la izquierda que mandais en algo, si no quereis hacer la revolución al menos disimulad vuestro nihilismo. El título del artículo era un engaño. No va de organizar la rabia. Va de crear un marco progresista y revolucionario para que la gente organice su rabia en colectivo, en comunidad, dirigiéndola contra el poder y contra la opresión. Si no queréis que la extrema derecha ocupe el poder, empezad a ejercer de izquierda de una puta vez.
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Los líderes de la llamada "Izquierda" lo único que buscan es alcanzar un estatus dentro del Estado. Cuando lo alcanzan, se olvidan de sus orígenes o de quiénes les han colocado allí y para qué. A partir de ahí, su único afán será mantener esa posición.
yo creo que es necesario que la izquierda comience a realizar una crítica de las mentiras "científicas" que se fueron colando desde marzo de mano de la OMS, y que son las que allanaron el camino para la escalada represiva y precarizadora que vivimos ahora... Desde la prudencia (hay un virus por ahí que no es coña), pero sin quedarnos calladas. Y esto lo hicimos mucho, por el chantaje del discurso dominante de que quien se oponga al sinsentido de la gestión pandémica es calificada de negacionista, liberal, insolidaria, o facha... Por ejemplo, ahora se dan todas estas medidas con unas cifras de mortalidad covid muy inferiores a las de marzo-abril... probablemente porque ya no hay un abandono masivo en las residencias (un 70% de las muertes -incluso podría ser más-, del que nadie asumió responsabilidades políticas), ni respiradores a cascoporro agravando la enfermedad (lo cual no se supo hasta que alguien en Italia se saltó el límite de la OMS de "no hacer autopsias..."). Tenemos entonces que apencar con las mismas restricciones que en marzo-junio? Tiene sentido imponer las mismas medidas a zonas con grandes diferencias de densidad de población? Por qué la mayoría de las medidas de la gestión de la pandemia no son sanitarias sino sociales?
No todo es la disyuntiva "intereses del mercado vs intereses sanitarios".... hay otros intereses que creo que no se están consiguiendo analizar: que esto está sirviendo al sistema para reestructurarse ante una crisis financiera y energética de gran envergadura. Y qué mejor que empobrecernos y reprimirnos para reestructurar a su antojo. De las pocas excepciones dentro de la izquierda (y aledaños) que se atrevieron a realizar esta crítica:
https://www.lahaine.org/mm_ss_est_esp.php/audio-entrevista-a-nekane-jurado
https://mpr21.info/
https://contratodanocividad.espivblogs.net/
Poco vale hacer llamamientos a una izquierda institucionaliza y anclada en el sostenimiento práctico diario de los planes capitalistas. Para construir algo nuevo, un proceso autoorganizativo práctico y de lucha es necesario romper con esta izquierda y construir un discurso al margen de ella.
Baia, baia, así que el 'Joker' era reaccionario y voxglodita...
Políticas placebo y espectáculo ininterrumpido = Un erial yermo en el que cualquiera puede sembrar pero solo acaba germinando el fascismo.
La idea sería organizar esa rabia de una manera constructiva, no destructiva, o que?