Opinión
La semilla de la excepción

Hay un confinamiento uniformante y dos sonidos simultáneos. Uno es el sonido de las redes de apoyo. El otro quiere hacer de esa semilla una excepción que confirme la norma como única posibilidad. Aunque la norma es poderosa, no es el único horizonte.

18 may 2020 04:00

En medio de un montón de ruido, la cuestión se me dibuja así: hay un confinamiento uniformante, y dos sonidos simultáneos. Uno es el sonido de las redes de apoyo y de base que se han organizado para atender a aquellas vidas que no caben en la uniformidad. El otro es un sonido que quiere hacer de esa semilla una excepción que confirme la norma. Que confirme la norma como buena. Casi como única posibilidad. 

Ciudadanía normal

Una ciudadana normal parece tener dos características: ser ciudadana, es decir, habitar un territorio que la reconoce como sujeto de derecho y, además, habitarlo de forma normal, con su dinero, su familia delimitada a lo correcto, ni con excesos ni con defectos, su sostenibilidad en sí misma, su súbita autosuficiencia. 

La decisión de encerrarnos a cada cual en su casa parte de la ficción de normalidad en la que todo el mundo tiene casa; de que, si la tiene, esa casa no es un techo sino un hogar; que en ese hogar está su familia y que su familia es su red de afectos; y que ese hogar, además, es un lugar de cuidados bidireccional: nos protege porque estamos dentro, y protege a los demás en tanto que nos quedamos dentro. Nos mantiene a salvo incluso de ser culpables de hacer daño. 

La decisión de encerrarnos a cada cual en su casa parte de la ficción de normalidad en la que todo el mundo tiene casa y que esa casa es un hogar; todas las otras formas de vida han quedado fuera de los planes oficiales de salvación

La uniformidad señala la diferencia como inoportuna, como indeseable. Todas las otras formas de vida han quedado fuera de los planes oficiales de salvación a través del confinamiento devienen culpables de sus propios males, y peligrosas para el entorno: no tener casa, vivir en una casa que no es tu hogar, tener tu hogar lejos de tu casa, también a través de fronteras, que tu hogar no esté relacionado con la convivencia o que sea una convivencia “incorrecta”, vivir sola, vivir con quien no te trata bien o en espacios apenas materialmente habitables, o no poder sostener la vida si no sales a la calle a buscártela. 

Esa burbuja de confinamiento se inscribe dentro de otra burbuja: la del Estado-nación que es quien ha tomado las riendas de los planes de emergencia. Que igual que se han cerrado fronteras podrían haberse abierto para gestionar la crisis como una crisis mundial —que lo es— como podría haberse gestionado desde cada barrio como una crisis vecinal —que también lo es— pero ambas posibilidades son casi idiotas de nombrar porque el Estado-nación es quien gestiona el cuidado institucionalizado, y la familia es quien gestiona el cuidado interpersonal. Todo lo demás queda relegado a excepción. 

El hogar-Estado

Hay paralelismos entre la microorganización colectiva bajo la forma de familia nuclear —normal—, y la macroorganización colectiva bajo la forma de Estado-nación, dos ideas, además, herederas de la Europa del siglo XIX. Ambas estructuras son una fantasía tan bien impuesta que incluso para deshacernos de ellas solo logramos construir otras nuevas bajo los mismos parámetros. No es que tengamos poca imaginación organizativa, es que las condiciones materiales que se imponen nos llevan a ello. Las expulsadas de la familia sanguínea construimos familias elegidas porque sin esa estructura en un contexto que se organiza así, el sustento de la vida se dibuja imposible. De la misma manera, la única forma de hacerle frente a un Estado-nación es montando otro. 

El confinamiento actual dibuja la casa-Estado bajo los mismos supuestos que en la lógica de la casa-hogar. Dando por hecho que todo el mundo es ciudadana del lugar que habita, que está, además, conforme con esa ciudadanía aún en el caso de tenerla, y que le hace bien y que es garantía de algo. Nacemos en pertenencias nacionales como nacemos en pertenencias familiares. Y tanto sus anomalías internas como su defecto, su carencia, nos dejan en los márgenes de la desprotección absoluta, porque toda la protección ha sido delegada a esas estructuras. 

En las pandemias como en las guerras, el Estado-nación se cuelga las medallas de nuestra supervivencia. 

La casa-Estado tiene sus fronteras de pertenencia bien delimitadas y nos adiestra para mirar de reojo al núcleo vecino y a los cuerpos extraños que, como virus malignos, habitan entre nosotras, y acusándolos de todos los males si es necesario, instrumentalizando las muertes para subirnos en un ranking de países buenos o países malos —o de los partidos de gobierno buenos o malos— y con el Estado-nación colgándose las medallas de nuestra supervivencia. En las pandemias como en las guerras. 

Esta crisis, sin embargo, pone en cuestión de manera multidireccional la forma de vida considerada normal, alimentada como ideal, desarrollada, incluso “civilizada”. La vida aglutinada en las ciudades, la vida sin tiempo de los ritmos capitalistas, la destrucción de las pequeñas comunidades como espacios de cuidados comunitarios, la relación abusiva sobre el medio natural, sobre la vida misma y la imposible sostenibilidad de un sistema basado en la desigualdad. No solo generador de desigualdades como consecuencia colateral, sino construido en base a esa desigualdad. 

Ante la crisis de significado de estas estructuras, que se nos venden como salvadoras pero se demuestran incapaces de salvarnos, estas mismas estructuras apelan a la emocionalidad, apelan al enamoramiento, a subirle el volumen a las bondades de nuestra pertenencia, a un amor contra todo pronóstico y a pesar de todo, como un clavo ardiendo al que agarrarnos cuando estamos más necesitadas de certezas y de agarres. 

Culturas
¿Quién genera la cultura gratuita?

La gratuidad de los productos culturales repercute directamente en una exclusión de clase para la creación de esos productos culturales y en el monopolio de las grandes cadenas de producción, cuyos intereses tienen mucho más que ver con el capitalismo que con la cultura.

Y aparece el patriotismo, en ocasiones disimulado, en ocasiones con total descaro, en los discursos que hablan, pretendidamente, de otras cosas, como son el bien común. Común de verdad. Desde Rui Rio, dirigente de la oposición en Portugal, poniéndose a disposición del Gobierno “ante una amenaza muy seria a la seguridad de los portugueses” —subrayo “los portugueses”—, la reina de Inglaterra afirmando que “los que vengan después de nosotros dirán que la gente británica de esta generación fue fuerte” —gente británica—, o el ministro Ábalos pidiéndole a Casado patriotismo de arrimar el hombro. 

Y así se va colando, y así nos va calando, llevándolo todo a su marco, apropiándose de todo, barriéndolo todo, literalmente, para casa.

La semilla de la excepción

La respuesta patriótica nos promete un marco de salvación contra todo pronóstico, un marco de adhesión porque sí y, especialmente, porque “lo otro” no, y reduce la crisis de significado al simplismo, desgraciadamente efectivo, del nosotros contra los demás, un demás escogido casi al azar, un demás cuya principal función es reforzar la ficción de ese nosotros impostado. Es pensar en defender la vida solo si la vida es nuestra, de nosotras o como nosotras. Es pensar a las vecinas como parte del problema y no como parte de la solución. Es pensarnos como víctimas heróicas y no, también, como sujetos activos de la historia. 

De todas las ideas que tratarán de secuestrar la pandemia en su favor, la idea de la normalidad pre-establecida es una de las más potentes. La normalidad uniformante, el nosotras pre-existente. 

Hay otras posibilidades. Una de ellas es entender las anomalías que estamos viviendo y todas las respuestas de base por y a través de ellas como parte de la respuesta. No como excepciones que confirman la regla, sino como caminos que demuestran que la norma es poderosa, y es violenta, pero no es, necesariamente, el único horizonte imaginable. 

Arquivado en: Opinión
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Konponbiderik gabeko desoreka?
Ordizian orekara eramango gaituen interbentzio plan berezi bat behar dugu; urteroko matrikulazio lehia eta arriskutik atera, egonkortasuna eman eta herriko ikasleak modu orekatuan batzeko aukera emango digun plana.
Opinión
Opinión La necesidad de reelaborar la memoria del fascismo italiano
El autor reclama la necesidad de organizar una ofensiva en torno a la elaboración del pasado fascista y la política del recuerdo en Italia.
Opinión
Opinión El debate europeo… contaminado
Hoy más que nunca necesitamos abrir un debate europeo que supere los lugares comunes y el regate corto porque es mucho lo que nos jugamos.
Genocidio
Genocidio La ONU advierte de que un ataque sobre Rafah colapsaría la distribución de ayuda en Gaza
Turquía suspende todo el comercio con Israel. El fiscal del Tribunal Penal Internacional advierte de que no admitirá “amenazas” después de que trascendiera que imputará a Netanyahu y los suyos.
Fútbol
Fútbol Vicente del Bosque como respuesta a las presiones de Fifa y Uefa
El nombramiento del exseleccionador como presidente de la Comisión de Normalización, Representación y Supervisión busca alejar los fantasmas de una intervención política de la RFEF.
Memoria histórica
Memoria histórica Relatores de la ONU piden a España que actúe contra las leyes antimemoria de tres autonomías
Los relatores internacionales denuncian las posibles vulneraciones de derechos de dos normas en proceso y una aprobada por los Gobiernos de coalición de Partido Popular y Vox en tres comunidades autónomas.
Periodismo
Periodismo Desinforma, que algo queda
En la fecha que se conmemora el Día de la Libertad de Prensa, hay que analizar sus dimensiones, la opacidad en el reparto de la publicidad institucional, la necesidad de la alfabetización mediática y qué medidas concretas pueden llevarse a cabo.
Cine
Cine 'Civil War', estética geopolítica en tierra de nadie
La sensación es que Civil War se queda en algunas ocasiones en una peligrosa tierra de nadie, tanto en sus cambios de estilo como en su contenido.
Rap
Rap Viaje a los orígenes del hip hop en España: “Nadie esperaba ganar dinero con el rap”
El historiador Nicolás Buckley y el periodista Jaime Valero, exredactor jefe de HipHop Life, publican Maestro de ceremonias, un libro sobre la historia de la cultura hip hop en España.

Últimas

O Teleclube
O teleclube 'O Teleclube' reflexiona sobre a procura de aquilo que desexamos coa película 'La Chimera'
A arqueoloxía, a reflexión sobre a propiedade, o amor, a morte e a maxia son algunhas das cousas sobre as que xira este filme italiano dirixido por Alice Rohrwacher que bebe da comunidade que rodea á directora.
Poesía
Galiza Morre aos 92 anos a poeta, activista e revolucionaria Luz Fandiño
O falecemento foi anunciado publicamente pola súa amiga e alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín.
Francia
1 de mayo La policía carga violentamente contra la manifestación de CGT en París y detiene a 45 personas
Las cargas policiales extremadamente violentas, de la unidad BRV-M, dejaron decenas de heridos. Según CGT en la manifestación participaron más de 50.000 personas.
Obituario
Obituario | Luz Fandiño Ata sempre, comandanta!
Luz Fandiño era unha punky, inamovible nos seus ideais e no seu discurso. Unha muller que, a pesar de ter vivido as peores miserias, chegou ao final da súa vida coa súa enerxía adolescente e co seu espírito de loita intacto.
El Salto Twitch
Antirracismo Frente a su racismo, respuesta comunitaria antirracista
El tema de “Entre el nopal y el olivo” de hoy nace desde la reflexión (no nuestra y no nueva) de cómo responder desde la colectividad a la violencia racista. Cómo imaginamos un horizonte antirracista. Cómo pensar estrategias juntas.
Más noticias
Sidecar
Sidecar Las reglas del juego
Aunque es poco probable que el reciente intercambio de fuego entre Israel e Irán desemboque en una guerra total, este ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de Israel en un momento político decisivo.
1 de mayo
1 de mayo La transición ecosocial y frenar el genocidio de Palestina, ejes de la clase trabajadora de Bilbao
En una ciudad acostumbrada a buscar consensos y apartar las siglas abrazando un eslogan común y caminar detrás de una sola pancarta, hoy es el día de sacar pulso, ondear bandera propia y tomar la Gran Vía, el Arenal y la plaza Santiago.
Reducción de jornada
Laboral Los convenios colectivos del País Vasco tienen la jornada anual más baja y los de Canarias, la más alta
La jornada anual varía muy lentamente desde que el Ministerio de Trabajo tiene una serie histórica, apenas 22 horas desde 2001. El País Vasco aventaja en 49 horas a esa media estatal en los convenios colectivos firmados.
Opinión
Opinión La necesidad de reelaborar la memoria del fascismo italiano
El autor reclama la necesidad de organizar una ofensiva en torno a la elaboración del pasado fascista y la política del recuerdo en Italia.

Recomendadas

Política
Política Redes clientelares, falta de autogoberno e consensos neoliberais: as claves do novo Goberno galego sen Feijóo
Políticas e analistas debullan a folla de ruta da primeira lexislatura galega da era post-Feijóo: reforzamento dos fíos de poder locais, falta de vocación autonómica, complexo de inferioridade e a axenda marcada polos grandes consensos neoliberais.
En el margen
Francisco Godoy Vega “El ojo del blanco es como el ojo de Dios: es abstracto, es superior y puede verlo todo”
Doctor en Historia del Arte, Francisco Godoy Vega forma parte del colectivo de arte colaborativo Ayllu. Este activista antirracista aborda las consecuencias del supremacismo blanco. En 2023 publicó el libro ‘Usos y costumbres de los blancos’.
Laboral
Laboral Xavier Minguez: “Ni la rabia contra la empresa ni el orgullo de éxito de una huelga son solo tuyos”
Xavier Minguez es profesor de psicología social y análisis de resolución de conflictos en la UPV/EHU y ha realizado para el sindicato ELA la investigación ‘Un acercamiento psicosocial a la huelga’.
Genocidio
Fairouz Qasrawi “En Alemania, si eres pro-palestino, harán todo lo posible por intimidarte”
Aliada incondicional de Israel, Alemania es uno de los países donde más se están persiguiendo las protestas contra el genocidio en Gaza. La palestina Fairouz Qasrawi, aporta una panorámica de cómo se vive la represión y la censura en el país.