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Opinión
Hermanos de Italia gana las elecciones, pero “lo esencial es invisible a los ojos”
Ninguna ruptura, ningún viento que cambie dirección. Hermanos de Italia se ha posicionado cómodamente como primer partido, vaciando la fuente de votos de la Liga y dejando al capitano [Matteo Salvini] y su proyecto nacional patas arriba.
Estas elecciones certifican tres simples cosas:
* Se ha reabierto la crisis de la representación iniciada en 2008, que dio lugar a un primer ciclo neopopulista y a su consiguiente reabsorción en el sistema electoral. Los datos de la participación [64%, diez puntos menos que en 2018 y mínimo histórico absoluto, N. del T.] hablan claro: cada vez menos gente encuentra formas de representación creíbles en el actual sistema electoral. Tanto es así que, a pesar de que el centroderecha haya ganado de forma inapelable y sea capaz de formar un gobierno cómodamente, lo hará con varios millones de votos menos respecto al pasado reciente. Y todo ello pese a la descomposición del cuadro institucional en terceros, cuartos y quintos bloques que no han sido capaces de llevar a las urnas a los electores indecisos.
* La extrema volatilidad del voto. En poco más de una legislatura hemos visto a tres partidos distintos clasificarse como primeros, del Movimiento Cinco Estrellas a la Liga en las europeas, hasta llegar a Hermanos de Italia hoy. No consiguen solidificarse auténticas identidades políticas ni formas generales di fidelización. El voto se expresa en base a intereses contingentes y, a menudo, se trata de un voto en contra. Esto no significa que no exista un progresivo desplazamiento hacia la derecha en algunas capas de la población, pero este fenómeno es aún altamente variable y no está para nada consolidado.
El Partido Democrático es de nuevo el gran derrotado, cayendo más allá del umbral psicológico del 20%, y perdiendo además alguno de sus tradicionales baluartes en Toscana
* La tercera cuestión: ha ganado el único gran partido de oposición al gobierno de Mario Draghi, lo cual sorprende solo a los periodistas acostumbrados a ensalzar al expresidente, pero cualquiera que tenga un mínimo de percepción del país real no lo encuentra para nada extraño. De hecho, los que han tenido resultados decentes en el campo del denominado “centroizquierda” han sido precisamente aquellos como la Alianza de los Verdes e Izquierda Italiana, que en ningún momento han formado parte del gobierno y que por lo menos han conseguido superar el umbral [del 3% necesario para entrar en el parlamento, N. del T.], o como al Movimiento Cinco Estrellas de Giuseppe Conte que ha cogido las distancias de la “agenda Draghi” y ha retomado algunos temas fundacionales del neorreformismo.
El Partido Democrático es de nuevo el gran derrotado, cayendo más allá del umbral psicológico del 20%, y perdiendo además alguno de sus tradicionales baluartes en Toscana y ciudades donde las clases burguesas, si no han girado completamente hacia la derecha, sí han preferido la versión liberal sin medias tintas de Renzi y Calenda [Italia Viva-Azione], que por otro lado no muestra ningún tipo de capacidad transversal. Sobre este punto, distintos tertulianos del mainstream se han limitado a destacar una campaña electoral equivocada, pero la auténtica cuestión es que este partido tiene poco que hacer ante una tendencia polarizadora de los intereses de la sociedad. De hecho, la única franja de edad en la que sigue ganando es la de los jubilados.
Los datos sustanciales desde el punto de vista geográfico son dos, y muestran una vez más un país partido por la mitad:
* En el Norte, la Liga ha sufrido una debacle total en favor de Hermanos de Italia. La base social del Carroccio [sede leguista, N. del T.] ha hecho aguas en el intento salviniano de construir un partido nacional, y ahora los cimientos ya no aguantan, aunque bastaba una foto del campo de Pontida [lugar del encuentro anual de la Liga de Salvini, N. del T.] hecha desde arriba para darse cuenta.
Resulta evidente que la llamada a un antifascismo de fachada que han hecho algunos partidos no ha generado efecto alguno
Así que Hermanos de Italia se convierte en el partido del Centro-Norte, mientras que en el Sur los Cinco Estrellas son el primer partido en todas las regiones. Sin duda, la campaña criptorracista y clasista de otros bloques contra la renta de ciudadanía no ha ayudado, pero no es la única cuestión. La agenda neorreformista de Conte ha tocado claramente algunas pulsiones profundas de una parte de Italia que se encuentra entre una profunda reestructuración capitalista en sentido extractivista y un abandono casi total.
Otro capítulo es el voto juvenil que, por lo que se desprende de los sondeos preelectorales, en los lugares donde ha sido más significativo ha premiado a fuerzas políticas con programas de izquierdas y medioambientales, representando este fenómeno una contracorriente respecto a la tendencia general.
Ahora bien, no hay que quitarle importancia a lo que ha ocurrido hoy. En los próximos meses nos enfrentaremos al gobierno más a la derecha de la historia republicana, y ésa es una realidad innegable. Pero lo que nos dice este resultado electoral, si excavamos más en profundidad, es que el cuadro institucional es de todo menos sólido y que una serie de fallas y contradicciones siguen moviéndose, de forma imprevisible, bajo las cenizas. Resulta evidente que la llamada a un antifascismo de fachada que han hecho algunos partidos no ha generado efecto alguno, del gobierno venidero habrá que enfrentar su agenda político-económica, que perjudicará a las clases populares, y las políticas contra la emancipación de las subjetividades oprimidas que inevitablemente llevará a cabo, y por las que una porción de la burguesía italiana (no sin tapaderas internacionales) lo ha votado.
Estas elecciones podrían transformarse en un ejercicio de claridad dentro de la crisis social que solo ha empezado a dar sus primeros pasos, un momento en el que, sin las trabas del centroizquierda, algo nuevo, al menos en parte, podría nacer, y esto dependerá de todas y todos los y las que pensamos que una transformación del existente estado de las cosas sea necesaria y urgente.