We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
Mélenchon busca la victoria en unas elecciones clave para la izquierda francesa
Investigador doctoral y docente en sociología política en la Universidad de Lausana
@aldo_rubert
Hoy es un día importante para la izquierda francesa y europea. Las elecciones presidenciales de abril fueron un hito para la candidatura de La France Insoumise (LFI), dado que su candidato, Jean Luc Mélenchon, se quedó solo a 422.000 votos de pasar a la segunda vuelta. A pesar de que entonces no se lograra la ansiada unión con el Parti Socialiste (PS), Europe Ecologie Les Verts y el Parti Communiste de France (PCF), una negociación de urgencia permitió alcanzar un acuerdo para las elecciones legislativas que parecía imposible tras las tensiones de las elecciones presidenciales.
La Nouvelle Union Populaire Écologique et Sociale (NUPES) ha despertado la esperanza de lograr una mayoría en la Asamblea Nacional y llegar al gobierno, lo que impondría una cohabitación que debilitaría la hegemonía neoliberal del Presidente Emmanuel Macron. Este domingo, 12 de junio, se da la primera vuelta de un proceso electoral que terminará dentro de una semana, el día 19.
La tercera vuelta planteada por Mélenchon
Mélenchon lanzó en abril su desafío para las legislativas, planteándolas como una tercera vuelta de la elección presidencial. El objetivo de las elecciones legislativas es designar a los 577 diputados que formarán la Asamblea Nacional durante cinco años. En las elecciones legislativas de Francia se utiliza un sistema uninominal de dos vueltas con mayoría de votos. Esto significa que hoy solo se vota a una persona en cada circunscripción, y si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera vuelta (con al menos el 25% de participación), se organiza una segunda el próximo domingo.
A diferencia de las elecciones presidenciales, puede haber más de dos finalistas. Todos los candidatos que hayan obtenido al menos el 12,5% de los votos del censo —lo que incluye tanto a quienes votan como a quienes se abstienen— pueden pasar a la segunda vuelta. Esto puede llevar a finales entre tres o incluso cuatro candidatos, lo que es difícil que ocurra con una participación débil.
Desde la instauración del quinquenio en 2002, estos comicios parlamentarios se convirtieron en un trámite para el partido vencedor en las presidenciales. Reina la idea de que hay que dar la mayoría al presidente y facilitar la gobernabilidad. El rebufo de la victoria en las presidenciales suele llevar al partido ganador a lograr mayoría en las legislativas, pero este año se presentan especialmente inciertas ya que los otros dos espacios políticos han ganado fuerza: el bloque rupturista de izquierdas de Mélenchon y el bloque de ultraderecha de Le Pen.
La clave de las elecciones de hoy y del próximo domingo está en la abstención diferencial según sectores de la población. La clase trabajadora y la población joven se abstienen todavía más en las legislativas
Pero tampoco existe actualmente un verdadero estado de gracia tras la victoria de las presidenciales: la mayoría presidencial aparece como una fuerza saliente y desgastada que no se beneficiará (tanto) de ese efecto rebufo. Y es que otra regla que se comprueba desde 1978 es que el campo en el poder pierde sistemáticamente las elecciones legislativas y no revalida su victoria. De ahí esa paradoja y tensión entre las dos reglas: Macron acaba de ganar las presidenciales y debería ser fácil obtener una mayoría en las legislativas, pero al mismo tiempo representa la mayoría saliente.
La clave de las elecciones de hoy y del próximo domingo está en la abstención diferencial según sectores de la población. La clase trabajadora y la población joven se abstienen todavía más en las legislativas. Y los mayores y con más títulos escolares siguen votando, algo que beneficia a La République en Marche (LREM) del presidente Macron, ya que este es su electorado principal. Esto se suele explicar porque a mayor edad e integración profesional, uno se familiariza más con la política y se siente más legitimado a tomar partido. Las sorpresas se pueden dar sólo en un escenario de fuerte participación porque la movilización diferencial favorece a la mayoría presidencial. De momento se espera una fuerte abstención, por encima del 50%.
El sistema de votación a dos vueltas aplasta demasiado a las oposiciones. Esto no es saludable, porque se termina con un partido ultradominante durante cinco años, sin contrapoderes en el legislativo y en el ejecutivo que puedan plantear debates, negociaciones y cambios en la agenda del Presidente. Es por eso que la NUPES propone la instauración del sufragio proporcional.
La NUPES aspira a llegar al gobierno
Si la unión ha sido posible es por la correlación de fuerzas tremendamente favorable de LFI con respecto al resto de fuerzas de izquierda, pero también por la minoración del populismo de LFI, como menciona el politólogo Arthur Borriello. En la última contienda electoral, los insumisos ha puesto más en valor su identidad ecologista y social que un discurso “dégagiste” (el “que se vayan todos”), lo que ha permitido que el resto de los partidos de izquierdas no se sientan en el punto de mira. La izquierda vuelve a concurrir unida por primera vez desde 1997 con la experiencia de la “izquierda plural” que hizo a Lionel Jospin primer ministro. La gran diferencia con respecto a 1997, pero también con respecto al Frente Popular de 1936, es que se trata de la primera vez que la fuerza más a la izquierda estructura y pilota la alianza.
LFI impone su correlación de fuerzas salida de las elecciones presidenciales pero en esta coalición aprovecha también la implantación territorial del PS, Los Verdes y del PCF. Así, el aparato de los insumisos, calificado por Abel Mestre como “una cabeza grande sobre un cuerpo pequeño”, puede apoyarse en partidos con mayor estructuración local y mejor rendimiento en las elecciones intermedias.
El reto se presenta complicado, aunque no imposible, ya que el sistema legislativo a dos vueltas tiende a favorecer a las candidaturas más moderadas y a la del presidente. Esto puede ser contrarrestado con la contundencia de un Mélenchon aspirando a gobernar con credibilidad y radicalidad pragmática. Junto al resto de partidos de la NUPES, La Francia Insumisa ha configurado un programa de urgencia para hacer frente a los principales retos del país. Han conformado un parlamento entre todas las fuerzas, repleto de personalidades de todos los ámbitos de la sociedad, donde cabe destacar la solvencia del grupo de economistas y su propuesta realista frente los desafíos con los que tiene que lidiar Francia en la coyuntura actual.
En cualquier caso, parece que la unión de la izquierda les permitiría cualificarse en más de cuatro de cada cinco circunscripciones, como evaluaba el politólogo Vincent Tiberj en France Info. La coalición otorga esta ventaja frente al campo identitario (RN y Reconquete), que por separado tendrán muchas más dificultades y dejará a los de Le Pen con muy pocos diputados, tal y como ella misma ha reconocido. Además la NUPES ha logrado imponerse como protagonista de la campaña y del debate.
Los dos otros partidos mayoritarios (LREM y RN) están obligados a posicionarse al respecto y tratan a la NUPES como espantapájaros. En las últimas semanas, el campo macronista se ha dado claramente cuenta de que estas elecciones no serán el trámite que esperaban y es por eso que la NUPES y Mélenchon se han convertido en el objetivo principal de Macron y LREM.
Veremos también si la nacionalización y personalización de la campaña centrada en el eslogan “Mélenchon primer ministro” es útil o no, ya que hay que recordar que Mélenchon moviliza pero también despierta mucha aversión en gran parte del electorado. Parece también que la abstención, que se mantendrá por encima del 50%, más alta que en 2017, no beneficiará en nada a la NUPES, cuyo electorado se abstiene más, al ser más joven y popular que el de Macron.
Si bien una victoria de la NUPES parece descartable, Macron podría perder la mayoría parlamentaria, situada en 289 diputados, lo que sería inédito desde que las legislativas se convirtieron en una confirmación de las presidenciales. Esto dejaría la mayoría macronista en manos de la derecha tradicional de Les Republicains, a quienes todos los sondeos dan unos malos resultados, pero que logrará conservar algunos feudos gracias a los cuales pueden ser decisivos en la conformación de la nueva mayoría.
Pronto sabremos si los resultados confirman las buenas expectativas para la izquierda, que en cualquier caso será el segundo grupo de la Asamblea Nacional y situará su programa y su voluntad transformadora en el centro del debate político francés. ¿Qué pasará con el 30% de votantes del PSF (en torno al 8% del electorado) que no está de acuerdo con la coalición, cuando uno de los candidatos de la NUPES va a estar presente en casi todas las circunscripciones? ¿Y con una mayoría de segundas vueltas entre la NUPES y LREM qué hará el electorado de Le Pen? Mayoritariamente parece que se abstendrá pero cuando vota lo hace antes por la NUPES, en base a una voluntad de cambio que hoy está más al alcance de la mano que nunca antes en las últimas tres décadas.
Hoy saldremos de dudas, dejando atrás unos sondeos que, con un elevado número de circunscripciones indecisas, tienen muchas dificultades para aterrizar sus resultados. La segunda vuelta va con toda seguridad a dejar a dos grandes bloques en liza, consolidando el fin del sistema de partidos tradicional de la V República y abriendo un nuevo terreno de juego para la política y la disputa programática, lo que intensificará los debates nacionales y europeos de los próximos años.