Opinión
Nova Kakhovka, Montero, NextGenerationEU, Díaz, Gentiloni (I)

Análisis de la coyuntura política y de las posibilidades de acción antisistémica.
Sumar Campaña Orcasitas Yolanda Díaz
Yolanda Díaz en un acto de Sumar en Orcasitas.

Es editor de la New Left Review en español.

4 jul 2023 09:23

0. ¿Qué ha ocurrido en el campo político de la izquierda desde la salida del gobierno de Pablo Iglesias en marzo de 2021, la irrupción de Yolanda Díaz como posible elemento aglutinador de este campo tras esa fecha y la inscripción de la coalición electoral el pasado 9 de junio bajo la presión inexorable de la convocatoria de elecciones generales el próximo 23J? ¿Y por qué el campo político de la izquierda ha asumido la forma, ha incorporado las dinámicas y ha dado los resultados que hemos constatado durante los últimos veintisiete meses y de facto desde 2014?

La microhistoria del proceso de organización del campo de la izquierda y de sus sujetos políticos en una coyuntura histórica dada es el condensado complejo objeto de elaboración por estos de las condiciones macroestructurales que imponen el ciclo sistémico de acumulación de capital y las clases y elites dominantes en una formación social concreta y a fortiori en un entorno por definición global e inmediatamente macrorregional de equilibrio geopolítico y geoeconómico para legitimar mediante un sistema político dado los niveles de violencia estructural exigidos por el modelo de reproducción social más apto en opinión de aquellas para conservar sus posiciones de poder al hilo de la crisis permanente de los modelos sociales y del modo de producción realmente existente tendencialmente (des)estabilizados en el tiempo, esto es, objeto de la recreación, corrección y experimentación constante de las relaciones de dominación y explotación de clase realmente existentes, que en la presente coyuntura apuntan, como tendencia general, a la producción negativa de valor y a la desdemocratización integral y exhaustiva de las condiciones de reproducción social para incrementar exponencialmente el automatismo de las formas estructurales de su poder de clase supuestamente funcionales para mejorar el comportamiento del régimen de acumulación y por ende la potencia geopolítica del ciclo sistémico de acumulación de capital activo del cual estas clases dominantes entienden torpemente que dependen existencialmente, dependencia y funcionalidad que construyen al margen de toda consideración integral de los efectos sistémicos de su propia supervivencia particular sobre todas y cada una de las variables de la reproducción social, política y ecosistémica y al margen de toda consideración del contenido democrático, igualitario y justo, que la imposición de tal modelo de reproducción social acarrea sobre las condiciones de vida, ecosistémicas y políticas de las fuerzas de trabajo insertas en las formaciones sociales correspondientes del sistema-mundo capitalista.

La microhistoria de los procesos de organización se explica y se evalúa, pues, a partir de la capacidad de los sujetos sociales y productivos de introyectar los parámetros macroestructurales de dominación y explotación en la fibra misma de los procesos organizativos que estos desencadenan para convertirlos paulatinamente en objeto de crítica, antagonismo y elaboración política, cuando el impacto de estas relaciones de dominación y explotación activa una serie lo suficientemente elevada de microprocesos cognitivos, ideológicos, culturales, intelectuales, antagonistas y movilizadores, así como un rango lo suficientemente amplio de dispositivos materiales de percepción social masiva y de protoorganización, que logran un perfil de deslegitimación tendencial de la legitimación producida por el sistema político concreto, que por definición legitima como racional y justa la dominación de clase y que en esta coyuntura histórica, dado el debilitamiento temporal del campo político de la izquierda durante las últimas décadas, afirma la bondad del deterioro experimentado por los derechos constitucionales fundamentales al hilo de la fragmentación de su sustancia constitucional democrática mediante la permanente enunciación e implementación de un ineluctable juego de suma cero implementado por el campo político del extremo centro dirigido al conjunto de los sujetos productivos congelados bajo los constructos epistémicos de la ciudadanía, el pueblo o el electorado, cuya posición de clase se pulveriza e individualiza caleidoscópicamente para reconvertirla y procesarla como una supuesta inversión política particular, siempre diversa en su fenomenología, pero estructuralmente monótona en sus efectos, fruto del acumen político inversor individual en los nuevos en objetos políticos puestos en el mercado de la legitimación vigilada actual por los sujetos políticos del extremo centro.

Este micromercado de los derechos constitucionales fundamentales objeto de destrucción e introducidos como un nuevo pacto aconstitucional por la violencia neoliberal se impone como contenido puro de la forma política actual. Su implementación en un sistema político concreto –la formación social española y europea en nuestro caso– pretende operar de modo totalmente desconectado y situado más allá en todo caso de la tendencia incremental de la violencia estructural concomitante a toda privación de derechos fundamentales –o a toda conquista de los mismos, si contemplamos el proceso en su fase ascendente–, que por definición traen aparejadas las grandes mutaciones de clase verificadas en el seno del capitalismo histórico, que es el objeto por definición de la política en la modernidad y cuyo comportamiento material en términos de relaciones de poder de clase y de microestructuración y macroestructuración de sus dispositivos en una formación social concreta producto de la lógica de un determinado ciclo sistémico de acumulación de capital –el estadounidense en nuestro caso–, también por definición sobredeterminado por relaciones de fuerza y violencia, constituye el núcleo mismo de lo político en las sociedades modernas y el punto de condensación y de partida de todo proceso organizativo del campo político de la izquierda y de sus sujetos políticos.

La crisis del constitucionalismo democrático y el despliegue de niveles inusitados de violencia bélica y violencia sistémica a todas las escalas de la reproducción social, geoeconómica, geopolítica y ecosistémica por las clases y elites dominantes hegemónicas globales euroatlánticas dirigidas por la potencia hegemónica estadounidense constituyen hoy (1) el correlato mismo de la realidad de la existencia de una determinada formación social (la española/europea en nuestro caso), (2) la materia prima y las sustancia de lo político y de la práctica política realmente existente y potencialmente concebible y materializable en el momento presente como proyecto contrahegemónico concebido y organizado por las clases dominadas, y (3) la restricción epistémica y práctica mínima para pensar los procesos de constitución política para una determinada composición de clase –o de la sociedad civil en el cargado vocabulario ideológico dominante–, así como para teoriza e implementar los procesos y modelos organizativos para influir en el campo político en el que tal juego de violencia, fuerza, legitimación y destrucción del sujeto político no prosistémico se verifica realmente, lo cual podríamos efectuar al hilo del análisis preliminar de la parábola que media entre el 15M, la emergencia de Podemos y la propuesta de Sumar, por nombrar solo a los sujetos más relevantes y novedosos en la formación social española durante la última década larga y de hacerlo por ahora sin ánimo de exhaustividad.

1. El corolario de esta hipótesis es que una organización –Podemos, Sumar, toda organización nominalmente autodenominada de izquierda– situada o en proceso de situarse en el campo de la izquierda y por ende en el campo político tout court solo puede generar modelos organizativos eficaces no autodisolutivos en el corto plazo o paralizados en su senda de crecimiento exponencial, si logra dotarse de una metodología de producción de organización, cuyo criterio primordial consista en la construcción de la misma a partir de la elaboración del funcionamiento de la estructura de poder sobre la que pretende incidir, transformar y eventualmente destruir y transcender, lo cual debe traducirse en la propia materialidad de sus protocolos de funcionamiento, de sus procesos de conexión social y de sus dispositivos materiales de (1) producción de verdad, conocimiento y articulación de su descripción de la coyuntura; de (2) respuesta antagonista práctica a las relaciones de poder por definición violentas y asimétricas en las que se verifica la producción de su proyecto de acción política en este momento histórico y de (3) interrelación, interconexión y transformación de estas prácticas antagonistas desplegadas en los circuitos de reproducción social respecto al funcionamiento de la forma Estado y del sistema político, que garantizan el funcionamiento del ciclo sistémico de acumulación de capital, que hoy se enfrenta a los límites sistémicos insuperables impuestos por la crisis sistémica del capitalismo histórico, que ha entrado en una fase irreversible de producción negativa de valor que procede exponencialmente en la eficacia de sus procesos destructivos de las condiciones de reproducción, lo cual ha destruido por definición el conjunto de epistemes producidas durante la modernidad para conceptualizar y comprender el desenvolvimiento de la actividad y el crecimiento económico, lo cual tiene enormes efectos sobre el funcionamiento del campo político actual y específicamente sobre los procesos de constitución de los sujetos políticos de la izquierda. Si no se produce esa osmosis productiva entre

(1) las condiciones que impone la estructura de poder en toda la panoplia de sus efectos básicamente condensados hoy en (a) la desdemocratización autoritaria de los derechos constitucionales fundamentales, en (b) el uso de la violencia sistémica con absoluta independencia de su sanción jurídica y de su legitimación constitucional y en (c) el uso de la guerra como dispositivo complejo para resolver los problemas insolubles de producción de valor y acumulación de capital dada la actual estructura de propiedad y por ende el mantenimiento de la actual de estructura de poder de clase, que es simultáneamente geopolítica y microestructural en cada formación social, y

(2) la forma organización que debe dar respuesta eficaz a los efectos de estas tendencias sobre la formación social en la que interviene y actúa este sujeto político, que es por definición la construcción y expresión de una composición de clase dada, en nuestro caso altamente cognitiva, precaria, posnacional y antisistémica, y en la cual pretende hacer política,

el campo político de la izquierda no puede constituirse políticamente como el punto de condensación de los procesos de enunciación, de antagonismo, de lucha y de producción de conocimiento dotados de una calidad tal como para operar en todos los registros y procesos de la constitución social, procesos que van de (1) la producción de conocimiento y de ideología sobre estas tendencias sistémicas derivadas de la crisis irreversible del capitalismo como sistema histórico a partir de la fenomenología exhaustiva de sus efectos empíricos institucional y territorialmente declinados en esta coyuntura histórica a (2) la generación estratificada y escalable de sus realidades organizativas situadas espacialmente tras haberse constituido como modelos de traducción cognitiva de la materialidad del comportamiento real de los efectos de ciclo sistémico de acumulación de capital y de sus concretas modalidades actuales de devastación social, ecosistémica y constitucional a hilo de las formas de violencia que se imponen socialmente por las clases y elites dominantes con pretensiones espurias de legitimidad mediante el sistema político realmente existente en una formación social.

Estas formas de violencia son objeto de legitimación por los sistemas políticos nacionales actuales sobre los cuales interviene por definición el campo político de la izquierda para deslegitimar sus impactos ademocráticos, autoritarios e insostenibles en el corto, medio y largo plazo, si es capaz de dotarse de la mínima autonomía de clase políticamente necesaria respecto de las actuales condiciones de dominación y explotación y por ende es eficaz como polo de enunciación y conocimiento de la realidad social y como polo de antagonismo y de luchas microestructurales y, en consecuencia, es capaz de desplazar las molaridades de las relaciones de dominación, explotación y poder recreadas ideológicamente por el campo político del extremo centro (PSOE, PNV, PDeCat, JxC, etcétera) y de la (extrema)derecha (PP, Vox, etcétera) y sus correlatos europeos, los cuales son simplemente primordiales para comprender la arquitectura de poder respecto a la que los sujetos políticos de la izquierda piensan y organizan su autonomía política estratégica en esta coyuntura histórica peligrosísima en la que nos encontramos.

En el campo político de la izquierda la organización se construye, pues, si y solo si los sujetos políticos activos en el mismo logran traducir la violencia sistémica producida por la actual estructura de poder, que opera en torno a las tendencias someramente indicadas (a, b, c), como el horizonte epistémico que genera otros tantos puntos de referencia para construir la percepción de cómo los sujetos sociales que son objetivamente golpeados por aquellas se relacionan con el funcionamiento de la forma Estado y del sistema político que las hacen posibles de modo que la producción de la percepción de estas sea el punto de fuga de la crítica de expresiones colectivas antagonistas capaces de (1) bloquear su reproducción en el continuum, que va de las relaciones laborales al conjunto de la reproducción social tal y como se conforman en el ámbito municipal, autonómico/regional, nacional y supraestatal en una arquitectura tan cristalina analíticamente como empañada mediática e ideológicamente para (2) producir un conjunto de dispositivos cognitivos y situaciones de conflicto y antagonismo, que operen conjuntamente con criterios de saturación y sobredeterminación del campo político de la izquierda y simultáneamente del campo político tout court, así como de las relaciones sociales, porque este campo de la izquierda inventa primordialmente procesos de enunciación y por ende de antagonismo que dicen y materializan que la legitimación de la desdemocratización y de la destrucción de los derechos constitucionales fundamentales es el producto primordial de los actuales sistemas políticos del extremo centro y de la (extrema)derecha, porque la violencia de estos procesos en su comportamiento microestructural constituye el envés del comportamiento macroestructural de las clases dominantes hegemónica globales organizado hoy por el incremento exponencial de la violencia a todas las escalas del comportamiento de las estructuras de la reproducción social, como atestigua la gestión de la guerra y la destrucción de los derechos constitucionales, así como el bloqueo político sistemático de toda posible reversión democrática de estos efectos mediante el funcionamiento de los sistemas políticos actuales, que muestran niveles por ahora irreversibles de ineficacia política local, nacional, supranacional e internacional para cartografiar las opciones exit de las actuales bifurcaciones imposibles impuestas a las formaciones sociales del sistema-mundo capitalista por el ciclo sistémico de acumulación de capital liderado por la potencia hegemónica estadounidenses y por el propio agotamiento del capitalismo como sistema histórico, comenzando por la crisis ecosistémica y sus sendas de gestión no democrática incapaces de evitar los ineluctables escenarios de degradación ecosistémica, política y social.

Esta conceptualización es también la que permite pensar la elaboración del proyecto político del nuevo sujeto político de la izquierda (Podemos, Sumar, etcétera), que coincide tendencialmente por definición con los procesos de organización de su forma partido y con la constitución del campo político de la izquierda a partir del cual aquel opera en función de la conceptualización de los procesos estructurales fuertes objeto de lucha y antagonismo, cuyo tratamiento político es la razón de ser tanto de la constitución de ese sujeto como de la complejidad de su campo. La acumulatividad, la interrelación y la convergencia de ambos conjuntos de procesos consistentes en la construcción del sujeto político de la izquierda y simultáneamente mediante una idéntica serie de procesos inmanentes la definición paulatina del campo político de la izquierda que pretende incidir consistentemente en un campo político tout court de un determinado sistema político definido por el comportamiento del bloque histórico nacional dominante es lo que dota de estabilidad, fuerza y potencia a los procesos de constitución política de los sujetos y los partidos no prosistémicos y en la mejor de las hipótesis antisistémicos. Esta es exactamente la situación en la que se encuentra el campo político de la izquierda en la formación social española y europea en sus diversas declinaciones nacionales, arrastrados de modo muy intenso hacia el extremo centro configurado por la (extrema)derecha durante las últimas tres décadas. Y estas son las constricciones que pesan sobre los nuevos sujetos políticos surgidos desde 2014, por no hablar de los ya existentes antes de esa fecha, en el campo político español.

Este conjunto de variables obligaba y obliga a Sumar a medirse con su complejidad y su interrelacionalidad a la hora de construir y presentar su proyecto durante estos dos últimos años

1.1. El conjunto de procesos políticos que el campo político de la izquierda y por ende la formación social española ha experimentado durante aproximadamente los últimos diez años desde el estallido del 15M y sobre todo desde 2014 pueden analizarse en función de la relación viciada o mejor cuasi inexistente establecida por Podemos y Sumar, en tanto que no elaborada como premisa rectora de construcción organizativa, con la hipótesis de intervenir y en el mejor de los casos revertir o destruir la relaciones macroestructurales de poder mediante las que se lidia la reproducción en una formación social inserta en el actual ciclo sistémico de acumulación de capital y en la forma Estado Unión Europea, cuyos efectos polivalentes sobre la española (políticos, económicos, laborales, constitucionales, financieros, macroeconómicos, monetarios, institucionales y territoriales) constituían inicialmente y constituyen hoy el objeto político privilegiado, que propició la emergencia primero de Podemos y ordenó toda la secuencia de sus peripecia (des)organizativa en el curso de los últimos casi diez años, y que ahora se rematan, supuestamente tras este proceso de aprendizaje, en la propuesta por ahora desvaída de Sumar, que en estos momentos se pone a prueba de modo inmediato con el litmus test del 23J. Los procesos políticos verificados en el campo político de la izquierda en la formación social española objeto de análisis consisten, pues, básicamente (1) en la soberbia irrupción de Pablo Iglesias y de Podemos en el campo político español, que rompe toda una serie de equilibrios políticos y abre un horizonte inédito de experimentación política que los sujetos políticos de izquierda previos habían sido incapaces de desencadenar, así como en la constitución, impacto, deterioro, disgregación de su organización en una serie de procesos de fisión difíciles de explicar en términos racionales desde el punto de vista de una política de izquierda y de clase sofisticada, ambiciosa y expansiva, que en estos momentos la coloca en peligro de implosión por sus propios errores y por el ataque desenfrenado, irracional y brutal sufrido desde el bloque de poder español y multinacional y del sistema de partidos español en su conjunto, así como desde el propio PSOE como participante necesario e ineludible del periodo político 2014-2023 y por ende al hilo de la experiencia del gobierno de coalición, que ha supuesto un quantum de innovación inédito en la política española desde 1975; e igualmente consisten (2) en la emergencia desde 2021 de un protosujeto político de la izquierda en principio distinto y alternativo a Podemos y su proyecto político, pero inextricablemente unido y acumulativo a su experiencia en su discontinuidad, de la mano de Yolanda Díaz y de Sumar, cuya existencia podría ser eventualmente todavía más entrópica que el modelo original de acuerdo con la parábola descrita desde 2021 por esta protoformación política, si no logra elaborar, mejorar sustancialmente y relanzar, tras el colosal error estratégico cometido el 28M, a un nivel de complejidad y radicalidad cualitativamente superior el proyecto y el impacto político logrado por el bloque social de la izquierda desde 2014 de la mano de UP. Ambos proyectos y organizaciones políticas pueden explorarse de modo preliminar examinando (1) sus modelos e hipótesis organizativos en términos de crecimiento, innovación y difusión de sus correspondientes protocolos de lucha y antagonismo respecto a las microrrelaciones de poder capilarmente difusas, conceptualizados, elaborados y traducidos prácticamente respecto a la realidad y comprensión del proyecto de dominación impuesto por las clases dominantes hegemónicas globales y en consecuencia de la situación de no resolución de la crisis sistémica multidimensional en la que se encuentran la totalidad de las formaciones sociales del sistema-mundo capitalista y por ende la inmensa mayoría de sus clases trabajadoras y pobres, esto es, la práctica totalidad de la población mundial, e igualmente examinando (2) la difusión vírica o el estancamiento monótono de su modelo organizativo y por ende de su forma de representación política, lo cual indica en el primer caso la percepción social masiva de la calidad de sus procesos de construcción de hegemonía social incluida la electoral, porque el diagnóstico de la fenomenología de la crisis y la irracionalidad de sus causas y efectos efectuados por el sujeto político de la izquierda pasan a constituir el sentido común básico de la autopercepción que una formación social, que de facto forma parte de una red de formaciones sociales definida por la dinámica impuesta por su homogeneidad y heterogeneidad histórico-geográfica desiguales, logra(n) producir del momento presente, como demuestra tangiblemente en forma negativa la no construcción por el campo político de la izquierda como objetos políticos hegemónicos y primordiales, entre otros, el impacto diferencial del cambio climático y el calentamiento global y sus consecuencias sistémicas y de clase, la gestión de la guerra de Ucrania y sus efectos en formaciones sociales muy diversas por los sistemas políticos europeos nacionales o el tratamiento infame de la Unión Europea de los flujos migratorios registrados en la cuenca mediterránea en buena parte como resultado directo de la frivolidad, inconsistencia y brutalidad política de sus elites dirigentes.

1.2. En este breve texto no se trata de efectuar la genealogía de el conjunto de procesos políticos acaecidos en la formación social española desde 2011, lo cual constituye una tarea esencial, sino de (1) explicitar determinadas regularidades de los puntos ciegos de los procesos de construcción del sujeto y del proyecto político de la izquierda surgida tras 2014, así como del modelo genético utilizado para crear organización, y de la relación de estos procesos con las variables estructurales que definen la coyuntura sistémica actual puestos a prueba durante los últimos diez años en el campo político de la izquierda de esta formación social, así como (2) aplicar preliminarmente este marco analítico a la realidad organizativa de Podemos y UP, así como de bosquejar unas primeras hipótesis en idénticos términos de los dos larguísimos años de vida de la propuesta de Sumar y de las respuestas dadas por Yolanda Díaz y su grupo promotor tanto a estas variables como a la relación de estas con lectura de la coyuntura en la que desean y deben emerger. Se trata, pues, de explicar estas sendas de comportamiento totalmente incomparables en estos momentos, porque el impacto de Podemos ha sido realmente decisivo en el sistema político español y el de Sumar está todavía íntegramente por verificar por una organización en proceso de constitución, pero en cierto sentido convergentes por su nula voluntad de crear sujetos políticos y organización a partir de una lectura y de una respuesta práctica rica, compleja y sofisticada a la eficacia de la estructura de poder y de los procesos de estructuración de las relaciones de dominación y explotación constitutivas de la formación social española. Y ello en el primer caso por los procesos de disgregación del proyecto original imposibles de controlar por su organización y en el segundo por la pura lentitud, afasia y carácter amorfo y desarticulado hasta el momento presente del proceso de constitución como sujeto político durante los dos últimos veintisiete meses en tanto que se trata de un proyecto que nace ya con la velocidad de crucero lograda por Podemos/UP, que a priori juega como suelo de posibilidad para Sumar respecto a las estrategias de ataque al bloque social dominante español y europeo en las condiciones de crisis sistémica del ciclo sistémico de acumulación estadounidense y del agotamiento del capitalismo como sistema histórico de reproducción social. Sumar debe constituirse, pues, ineludiblemente respecto al conjunto de puntos de inflexión impuestos por Podemos, (1) que consigue nada menos la formación del primer gobierno de coalición entre partidos de la izquierda (pero el PSOE es un partido del extremo centro) desde los tiempos de la Segunda República, (2) que presenta un importante acervo de aciertos y errores organizativos, de presencia en las instituciones y en el propio gobierno de la nación, así como de incapacidad de reestructurar just in time su organización y sus protocolos de acción política institucional y antagonista para proceder a organizar su trabajo político fuera de las instituciones, (3) que ha experimentado problemas importantes en cuanto a (a) su cohesión interna, a su capacidad expansiva como organización política hegemónica protagonista de un proyecto hegemónico antisistémico a la altura de las crisis sistémicas indicadas hace un instante, a (b) su escalabilidad organizativa respecto a la dialéctica organización-impacto en el ciclo político-capacidad de incidir en las políticas públicas aplicadas desde el gobierno y la específica organización territorial de la forma Estado española, y (4) que ha sido objeto de una estrategia de destrucción implacable fruto de la neta percepción por el bloque histórico dominante español (con sus variantes subnacionales incluidas) de que la organización pretendía incidir en un determinado número del nodos estructurales del poder de clase detentado por el mismo entre los que se encontraba incluida fundamentalmente su crítica de la forma Estado autoritaria característica de la formación social española y su hipotética capacidad de transformar drásticamente el sistema político español y su forma Estado, lo cual podría tener potencialmente un impacto trasnacional no despreciable.

Este conjunto de variables obligaba y obliga a Sumar a medirse con su complejidad y su interrelacionalidad a la hora de construir y presentar su proyecto durante estos dos últimos años en tanto que este debería suponer una mejora cualitativa de estos puntos ciegos y de estas pautas subóptimas de funcionamiento por parte de Podemos y de UP, los cuales por definición el nuevo proyectó político de la izquierda bajo la forma de Sumar –o la que seguirá si está acaba en fiasco– no puede resolver regresivamente o, peor todavía, no abordar como elementos estratégicos constitutivos a partir de los cuales construir su proyecto para evitar la catástrofe de la instalación de esta derecha desnortada, autoritaria, corrupta y reaccionaria del PP y Vox (que es una expresión precisa de la derecha europea) en las palancas del poder del Estado.

Tal planteamiento debería haber vertebrado el proceso colectivo de discusión de todos los actores implicados en la transición Podemos/UP-Sumar, a todas las escalas de las sus organizaciones, aun consideradas en la asimetría de lo existente y lo potencialmente existente, que debería haberse atenuado paulatinamente, una vez excluido el injerto del liderazgo de Díaz en la organización de Podemos. Estos puntos ciegos, esta asimetría y esta evaluación estratégica de las deficiencias organizativas, de los aciertos y errores estratégicos y de las modalidades más eficaces de leer, conceptualizar y reinventar la forma organizativa del sujeto político de la izquierda al hilo del análisis de una coyuntura sistémica cada vez más intratable, tan intratable que un año después de la salida de Pablo Iglesias del gobierno la guerra de la OTAN y de la potencia hegemónica estadounidense estallaba en el corazón de Europa con consecuencias enormes, en la que se produce la emergencia de Yolanda Díaz y de su proyecto, deberían haber constituido el planteamiento mínimo del trabajo de Podemos/Sumar durante los dos últimos años al hilo de procesos virtuosos de elaboración colectiva a dos bandas o a bandas que, en realidad, bajo el liderazgo de ambas direcciones predominantes (y eventualmente del resto) y de Yolanda Díaz como primus inter pares, podría eventualmente haber curado, absorbido y colocado en otro plano de realidad política el comportamiento en primer lugar de Podemos y después de las dos docenas de realidades ahora integradas en el proyecto de Sumar, que de una u otra manera languidecían en sus nichos de especialización narcisista, y cuya potencia se ha demostrado sorpresivamente para los ciegos y los sordos impotente y desastrosa el pasado 28M.

1.3. Este no fue el curso elegido ni por Podemos/UP ni por Sumar –o siendo más benévolos por los complejos de realidades políticas aglutinadas en torno a ambos sujetos, que en realidad constituyen una triada si se delimita el papel jugado por IU/PCE–, que no han sido capaces de crear una situación ideal de habla ni siquiera entre los vértices de las organizaciones respectivas, lo cual es realmente asombroso dada la coyuntura, y mucho menos de crearla para ponerla a disposición del enorme popolo perduto furioso ante su impotencia política y desolado ante la nula capacidad de expresar la miseria del mundo que le impone cada día este sistema inaceptable al hilo de este proceso de ajuste y crisis estructurales infinitos –producto de un ciclo sistémico de acumulación de capital que se constituye en variable absolutamente independiente al hilo de las predilecciones frívolas de las actuales clases dominantes en la ecuación generadora de esta miseria– y que ansia ferozmente dotarse de una organización compleja, sofisticada y ligada a la materialidad de los mundos de vida de la explotación, la dominación y el abuso presente en todos los aspectos de la reproducción social –medidos estos por la intensidad de la pertinencia normativa de los derechos constitucionales fundamentales conculcados–, que zarandean su vida cada día, pero también situación ideal de habla no puesta a disposición de la classe perduta constituida por la necesidad urgente de potencia recuperada, de reatirculación de las enormes sinergias y urgencias políticas que presenta la coyuntura actual, de organización que no se decante por arriba hasta niveles gaseosos en su burbuja burbujeante burbujeada, sino que precipite por abajo en la densidad material, cálida y untuosa de una retroalimentación permanente de las situaciones sociales entre militantes, cuadros, sujetos individuales, realidades comunitarias y colectivas, luchas, movilizaciones antagonistas, representantes políticos y gestores públicos bien asentados en las instituciones constantemente objeto de enunciación, procesamiento, comprensión y ulterior retroalimentación política de las relaciones de dominación y explotación realmente existentes a todos los niveles de la reproducción social, del funcionamiento de la forma Estado y de la práctica legislativa, judicial y administrativa: conjunto de procesos, interrelaciones y procesos de retroalimentación hechos posibles por estas organizaciones del sujeto político de la izquierda, que logra construir (micro)situaciones de poder recuperado, que hace aflorar dispositivos y procesos perceptivos de la propia posición individual y de la relación de esta con una situación colectiva por fin perceptible, por fin inteligible, por fin enunciable, por fin articulable, por fin escalable en situaciones de habla arrolladoramente discursivas, que precipitan narraciones colectivas torrenciales, que permiten decir el poder y a partir de ahí diseñar las luchas y los conflictos sobredeterminados por esos procesos de enunciación, reconocimiento colectivo y circulación de la solidaridad al hilo de prácticas políticas ligadas a organizaciones fuertes que operan como mínimo a escala de la forma Estado –con el objetivo de transnacionalizar este ataque frontal a los derechos constitucionales fundamentales a escala europea– capaces de asegurar (micro)procesos de lucha susceptibles de comunicarse entre sí, de retroalimentarse, de logar la imposición de justicia, de reversión de la inequidad, de rearticulación de la segmentación y de autovalorización de la propia dignidad política en una secuencia de microdesplazamientos, de rearticulaciones parciales, de adiciones diferenciales de la propia potencia hechas posibles por los nuevos sujetos políticos de la izquierda presentes y activos dentro y fuera de las instituciones al hilo de procesos originales de retroalimentación absolutamente necesarios, que se materializan como un proceso en cuyo desarrollo se participa, se alimenta y se expande al mismo tiempo el desplazamiento del enfrentamiento a formas de conflicto molar cada vez coherentes socialmente, electoralmente, políticamente contra la lógica misma de la desastrosa senda actual de reproducción social, que las clases y las elites dominantes y los sistemas y campos políticos del extremo centro realmente existentes llevan de modo absolutamente inexorable hacia la guerra y la crisis ecosistémica, que son la expresión más brutal de la lucha de clases producida por el capitalismo histórico hasta la fecha, factores todos ellos que precipitan en esta coyuntura histórica y que las formas organizativas hasta hora inventadas por el campo político de la izquierda de Podemos a Sumar no contemplan en absoluto como la arquitectura interna de su campo de problematicidad y por ende como vectores teórico-prácticos de sus protocolos de producción y construcción de organización, como demuestran el proceso de constitución y degradación del primero y la bajísima calidad mostrada hasta la fecha del proceso de creación del segundo.

1.4. Este curso constituyente del campo de la izquierda apenas se exploró por Podemos, que no contó ni se preocupó por construir esa metodología genético-constructiva de la forma partido 4.0, como tampoco lo tuvo en cuenta a la hora de gestionar la nueva fase política que se abría indefectiblemente en marzo de 2021, ni tal vacío enorme fue discutido entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz ni obviamente por sus equipos dirigentes ni por el resto de sujetos políticos implicados, ni ha sido cogido al vuelo para ser objeto de elaboración por Sumar desde el pasado sideral de marzo de 2021 con el concurso eventual de la primera organización y del resto de sujetos congelados del campo político de la izquierda agrupados ahora bajo su sigla en esta coyuntura sistémica, que parece no existir para estos sujetos políticos de acuerdo con lo ahora mismo indicado en el epígrafe anterior, y ello en ambos escenarios ante la perentoriedad y la urgencia rabiosa tanto de la situación de las clases trabajadoras y pobres nacionales y migrantes, como de la aceleración suicida impuesta por las clases y elites dominantes a la actual crisis sistémica, que ni comprenden ni quieren comprender, imponiendo la guerra y el colapso sistémico como contenido último de la forma (geo)política del largo siglo XXI, como queda polarmente demostrado por la situación bélica en Ucrania, que bascula a un tipo de conflicto bélico no mediado por las convenciones del derecho de guerra, y a otro nivel de realidad y eficacia estructural por los resultados lamentables para la izquierda cosechados el 28M no solo porque lo que evidencian de desplome de la representación de la izquierda, sino por lo que evidencian de la consistencia de los sujetos políticos activos en el campo político de la misma y sobre sus respectivos grupos dirigentes, que han demostrado contemplar lo político y de analizar la coyuntura desde una episteme umbilical desastrosa para el campo político de la izquierda si no antisistémica al menos discretamente transformadora.

Este cuadro político absolutamente subprime se perfila constatando además la presencia en el gobierno de España de una representación sustancial de dirigentes de la organización primigenia y de la emergente, que han rendido un excelente servicio con las políticas implementadas y con el registro discursivo impuesto en la esfera pública, dada la correlación de fuerzas existentes, dotado este de efectos tonificantes para el achacoso centenario partido de ciento cuarenta años de historia y sus artríticas formas de gestionar la reproducción social y la crisis invisible sobre la que cabalga más o menos sonámbulo, lo cual ha logrado imponer un ritmo de cambio durante este gobierno de coalición que la venerable organización ni en sus sueños más oceánicos había vislumbrado ni por supuesto habría jamás considerado su posibilidad de implementación, todo ello sin olvidar la brisa de cola que ha acompañado a determinadas de estas políticas procedente de la revolución pasiva impuesta por la Unión Europea en materia de precariedad, derechos laborales, vivienda, etcétera, que responde a su vez a la incapacidad de esta para pensar una transición ambiciosa concebida a partir de los dilemas y bifurcaciones de suma absolutamente negativa impuesta por la misma sobre las clases trabajadoras y pobres europeas y dada la inmanencia política de los desastres geopolíticos desencadenados por el denominado Occidente colectivo sobre las clases dominadas migrantes procedentes cuasi milimétricamente de los escenarios más dantescos creados por la potencia hegemónica estadounidense y sus aliados europeos.

En este entorno de crisis de Podemos opera el consabido conjunto de sujetos políticos que giran en torno a UP y Sumar en forma de una desigual constelación de sujetos políticos menores presentes de modo dispar en diferentes gobiernos municipales y autonómicos de MM/MM a IU o de Compromís a Catalunya en Comú (mencionados sin criterio alguno de prelación o exhaustividad) por no hablar de las realidades menores de ámbito geográfico delimitado, pero privados todos ellos de un impacto contrahegemónico perceptible o decisivo en las dinámicas de las relaciones de poder que transitan a través de los órganos de poder autonómicos y locales, lo cual no parece preocupar o haber preocupado en absoluto a ninguna de ellas desde mayo de 2019 ni a fortiori desde noviembre del mismo año a la hora de diagnosticar y diseñar el escenario y la lógica compositiva de la crisis inminente que se cernía sobre el campo político de la izquierda a partir de los resultados y dinámicas de este conjunto de consultas electorales, que incluían la práctica totalidad del poder político con la consabida excepción de las comunidades autónomas desligadas de ritmo electoral digamos general.

El enigma es, pues, ante este estado de cosas, ante estas realidad sistémica de las formas de dominación y ante la catadura, formas y modos de comportamiento del campo político de la (extrema)derecha activa en la formación social española, por qué estos sujetos y protosujetos del campo político de la izquierda de esta no han sido capaces de conceptualizar este escenario en términos estratégicos e implementar a partir de tal descripción y teorización de la realidad una dialéctica compleja y urgente durante estos dos años cruciales transcurridos desde marzo de 2021, complejidad y urgencia, por otra parte, que ya era absolutamente evidente que debía ser abordada con una lógica política, compositiva y organizativa totalmente diversa de las seguida por las organizaciones políticas de izquierda desde 2014 hasta esa fecha, cuya evidencia se hacía cada vez más urgente a medida que se desenvolvía el ciclo político al hilo de la larga marcha hacia al gobierno del país iniciada en junio de 2018, que se hizo estruendosa tras la peripecia de las elecciones generales rematadas de modo realmente instructivo en este sentido entre abril y noviembre de 2019 y que asumió una certidumbre absoluta tras la salida del gobierno de Pablo Iglesias en marzo de 2021.

Esta nueva lógica compositiva y organizativa debía ser capaz de remediar precisamente los problemas políticos sustantivos que Sumar imputa a Podemos y que recaen sobre esta primera organización automáticamente en el proceso mismo de su constitución, dada su no concurrencia a las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023 al no haber sido capaz de desencadenar en estos últimos veintisiete meses un proceso agregador original de tipo nuevo que pusiera en curso de resolución las aporías, los puntos ciegos y los procesos entrópicos que estaban afectando al campo político de la izquierda durante los últimos cuatro años, lo cual constituye, como hemos indicado, un error mayúsculo e invalidante a priori pero no de facto, porque no hay otros actores dotados de la fuerza política mínima necesaria en el campo político de la izquierda para intervenir en el campo político español electoralmente.

Esta ausencia de Sumar y de facto de Podemos y del resto de sujetos políticos atomizados presentes en el campo político de la izquierda, huérfanos de toda estrategia original y recompositiva ante las elecciones del 28M, lo cual suponía que ninguna de ellas había optado por modificar en absoluto su lógica y protocolos de funcionamiento y por colectivizar esa modificación, presenta una correlación asimétrica pero sustancial con la estrategia seguida por Podemos de no presentarse a las elecciones municipales madrileñas de mayo de 2019 –a la que se suma de facto los pobres resultados obtenidos por el sujeto político que ocupó su lugar, Madrid en Pie Municipalista, que no obtuvo representación municipal–, decisión producto de la pésima dirección política por parte del partido morado tanto de la candidatura municipal victoriosa de 2015 como de la nefasta gestión política de Manuela Carmena de la política municipal madrileña durante esa legislatura (a la cual podría añadirse a modo de contrapunto la parábola selfdefeating y absolutamente torpe seguida por MM desde febrero de 2019 hasta el 28M), y de hacerlo en condiciones de extrema debilidad a las autonómicas madrileñas de ese mismo año, errores estratégicos ambos garrafales, que le pasaron una abultada factura a Podemos/UP en las elecciones generales de abril y en la inmediatas de noviembre, dado que expresaban una tendencia de debilitamiento y paulatina desaparición de su representación territorial, la cual se dibujaba con toda nitidez en términos idénticos durante los meses precedentes al 28M y en cuyo desenlace final Sumar debería haber intervenido con un proyecto arrasador capaz de cambiar las reglas de juego en el campo político de la izquierda, si hubiera sido capaz de convertirse durante el inmenso tiempo transcurrido desde marzo de 2021, mediante las diversas fórmulas posibles de interacción con los sujetos políticos presentes en el campo de la izquierda, en un en un maker-and-shaker, en un highflyer, en un game-changer y su modelo organizativo in nuce en un imponente powerhouse capaz de procesar los errores acumulados y los éxitos logrados por Podemos/UP y el campo político de la izquierda en general desde mayo de 2011 susceptible de estar a la altura de la complejidad y la agresividad de la coyuntura doméstica e internacional evidenciada desde marzo de 2021.

Problemas esos mismos, por otro lado, que Podemos a su vez debería haber tenido también absolutamente cartografiados, analizados y conceptualizados al menos desde las elecciones municipales y autonómicas de 2019, todo ello más allá, como hemos señalado, de los enormes logros cosechados en la política parlamentaria por UP durante esta legislatura, de la moción de censura de mayo-junio de 2018 –que Irene Montero defendió con una bravura incontenible y con la precisión política de una neurocirujana pediátrica– y de la construcción de un bloque de gobierno alternativo inasequible en el primer semestre de 2018 para la episteme de PSOE, a la entrada en el gobierno de la nación superando los obstáculos epistemológicos y políticos derivados de esta última, pasando por la propia acción de gobierno acompañada, conviene no olvidarlo, de la puntual aprobación de los correspondientes Presupuestos Generales del Estado de 2020-2023, que se escurrían también entre los dedos del partido centenario.

Ni Podemos ni la totalidad de las fuerzas políticas que concurren con Sumar ni esta fuerza política durante estos dos últimos años han procedido a una discusión articulada del análisis y crítica de la coyuntura sistémica en su relación genética con las nuevas formas compositivas y por ende organizativas necesarias en el momento presente, más allá, por decirlo todo, de las treinta y cinco mesas sectoriales convocadas, cuya metodología, interacción social y retroalimentación del proceso organizativo han sido prácticamente nulas y desde luego en absoluto decisivas o al menos no desencadenantes no vamos a decir de la reconstrucción del sujeto(s) político(s) de la izquierda pero si al menos de la diagramatización de las líneas de fuerza de la mencionada coyuntura y su traducción en las sendas, los parámetros de acción, las pautas de interacción necesarios para dotar al sujeto político de la izquierda de cierta agilidad y consistencia provisionales, que evitaran al menos la lógica puramente aditiva y la réplica de exclusiones, vetos y venganzas cainitas más propios de una comunidad de vecinos más encarada que de organizaciones políticas dotadas de una mínima ambición transformadora y ello por los efectos ineficaces, inútiles, entrópicos y destructivos sobre toda lógica verosímil de crecimiento, expansión y construcción de hegemonía en la formación social española.

Ninguna de estas organizaciones ha impulsado en realidad el estudio, el análisis y la teorización de la actual situación de crisis sistémica ni los han relacionado con sus causas subyacentes sistémicas y estructurales y por ende con las características y lógicas del campo político español, todas las cuales no son solo nacionales o, mejor, no pueden leerse tan solo nacionalmente para pensar un proyecto vertebrador del campo político de la izquierda. Análisis este que es uña y carne con el bosquejo preliminar de una estrategia política del campo político de la izquierda capaz de desbaratar el proyecto que el bloque histórico nacional dominante español pretende imponer a partir de su lectura del proyecto de las clases dominantes hegemónicas globales consistente en estos momentos en el proceso de ajuste interminable que el sujeto(s) político(s) del extremo centro y de la (extrema)derecha presentan como único menú cerrado de opciones de lo político y por ende de su traducción electoral, constatación a partir de la cual debe efectuarse la construcción de la estrategia política susceptible de ser aplicada con éxito por los sujetos políticos de izquierda, que en consecuencia deben abrir un proceso común de revisión y de refundación de los protocolos sustantivos de ese proyecto político a partir de la situación de fragmentación y de la regionalización y renacionalización de facto en la que se encuentra el campo político de la izquierda, situación y dinámicas que la izquierda paga caro en el sistema político español y en sus subsistemas políticos nacionales vasco y catalán, dado que no consigue ni en uno ni en otros y a la postre tampoco en la formación social española, que es la única existente desde del punto de vista de la forma Estado que sustantivamente engloba inexorablemente a todos ellos, por no hablar de su absoluta impotencia para desplegar el más mínimo y nimio efecto sobre la forma Estado Unión Europea, que es la forma Estado primordial de la mencionada formación social española y la matriz de poder político sistémico que se impone y rige su reproducción y por ende la lógica de poder de clase que define su ritmo de constitución social por las clases dominantes regionales actuales.

Asombrosamente ni Sumar ni Podemos/UP ni el resto de las organizaciones implicadas en la primera logran desencadenar desde el (micro)punto de inflexión de marzo de 2021, ni tampoco del ulterior (macro)punto de inflexión de febrero de 2022, que se acumula a los dos precedentes de 2008 y 2020, un proyecto aproximadamente conmensurable en su propuesta teórica y por ende en su traducción discursiva y narrativa y a fortiori organizativa al contenido de clase de estos embates, que deberían haber propiciado la ordenación de estos procesos de constitución política del campo político de la izquierda a partir de la restricción de complejidad introducida por esta secuencia de mutaciones, que son manifestación acumulativa de la misma crisis sistémica desencadenada en 1997/1998 en su nítida interrelación de crisis financieras y bélicas (2003) consustanciales al capitalismo histórico. En este cuadro se insertan las restricciones tácticas de la realidad política española (salida de Pablo Iglesias del gobierno en marzo de 2021, pulverización del campo político de la izquierda desde abril de 2019, surgimiento confuso de Sumar, asalvajamiento constitucional del PP, emergencia fascista de VOX, centrismo extremo del PSOE), así como la condiciones impuestas por la realidad europea en lo referido a la sustancia de la lucha de clases estructuralmente considerada (modelo de gestión de los NextGenerationEU, estallido de la guerra en Ucrania, crisis climática, emergencia social, crisis migratoria, etcétera), y en este mismo cuadro se verifica la precipitación virtuosa de un tiempo político, que abre un kairos potencial para la invención y la intervención políticas por sujetos, situaciones y procesos antisistémicos genuinamente nuevos dotados de una nueva racionalidad, de una nueva radicalidad y de un nuevo horizonte revolucionario, porque la guerra introduce un novum y un nivel de agresión de clase tan intolerable, tan agresivo y tan mortífero, que produce (1) una reordenación radical de las variables en juego en el proyecto de la clases dominantes hegemónicas globales y europeas, (2) una explicitación apabullante del grado de incompetencia y del carácter reaccionario de las clases dirigentes europeas y (3) una clarificación evidente de la sustancia, consecuencias y efectos de la práctica política en todas y cada una de las formaciones sociales europeas (y regionales) y sus respectivos sistemas políticos y de partidos, que quedan perfectamente retratados contra el fondo de esta nueva barbarie supuestamente democráticamente legitimada y que resultan interpelados de modo irrecusable, fundamentalmente los ubicados en el campo político de la izquierda, para reconsiderar y responder de modo contundente a las condiciones sistémicas que producen tal panoplia de comportamientos inadmisibles y a las condiciones estructurales que se imponen a las formaciones sociales particulares como consecuencia de las primeras.

Este cuadro, este desplazamiento y esta recombinación de las pautas de funcionamiento del respectivo campo político europeo respectivamente nacionalizado como menú de opciones nacionales pasan igualmente desapercibidos para las organizaciones decisivas del campo político de la izquierda español y las organizaciones que gravitan en sus órbitas, que en ningún caso elaboran este core conceptual medido contra las características de la estructura de estructuras de poder y con las estrategias que las clases dominantes imponen sobre su reproducción y sus tendencias de comportamiento en los sistemas políticos nacionales y de facto sobre el comportamiento de la forma Estado europea, cuyo contundente carácter autoritario, neoliberal y reaccionario se ha puesto de manifiesto de modo realmente brutal precisamente con la gestión de la guerra de Ucrania y con el modelo vertical, ademocrático y no transformador dado al horizonte de gestión de los flujos y recursos procedentes del NextGenerationEU, que ni siquiera tras el estallido de la crisis sistémica de la pandemia de 2020, la acumulación y los efectos rampantes de la crisis sistémica de 2008 y ahora el estallido de un conflicto bélico en el corazón de Europa logran dotar a los inmensos recursos públicos desplegados de una orientación política realmente transformadora de las tendencias más nocivas de la actual estructura de poder y de sus intrincados nodos de articulación del poder de clase responsable de los puntos muertos en los que se encuentran la inmensa mayoría de las clases trabajadoras y pobres de la Unión Europea por no hablar de su impacto en los equilibrios geopolíticos, geoeconómicos y ecosistémicos producto de la crisis del actual ciclo sistémico de acumulación de capital liderado por la potencia hegemónica estadounidense y de la propia crisis sistémica del capitalismo como sistema histórico, que ahora se entrelazan con el agravamiento de las tensiones geopolíticas y bélicas inherentes a este último.

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virtualclode
12/7/2023 23:26

Un ladrillo, demasiado difícil de entender.

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fpg999
8/7/2023 18:01

Yo creo que, además de las comas, estaría bien un glosario del tamaño del artículo.

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rociolopeznavajas1991
8/7/2023 13:54

Honestamente... creo que sería recomendable poner comas en este texto. Me he mareado con el primer párrafo.

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