We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
Ser y hacer
En el Bloke Gorde ponemos mucho énfasis en el hacer. Hacemos romerías para celebrar la disidencia de los cuerpos con estigma, concentraciones en el día mundial contra la gordofobia, conversatorios sobre dietas, quedadas para ir juntes al polideportivo, asambleas con otros colectivos. Escribimos, debatimos, creamos. Queremos sacar el activismo gordo a la calle, estar en los barrios, politizar la gordura fuera de la burbuja de las redes sociales. Poner el cuerpo y ocupar el espacio con orgullo.
Queremos sacar el activismo gordo a la calle, estar en los barrios, politizar la gordura fuera de la burbuja de las redes sociales
Todas estas ganas de hacer supongo que vienen de toda esa rabia acumulada de toda la violencia que hemos vivido por nuestra corporalidad. Han sido muchos años de acoso infantil, maltrato médico, dietas, violencia familiar… Han sido muchos años de oír que quién te va a querer así. En definitiva, muchos años de vivir la opresión en soledad.
Por eso, ahora nos pasa que cuando salimos juntes a la calle vivimos en una especie de euforia colectiva. En lo colectivo encontramos una fuerza que trasciende los límites de la propia imaginación individual. No estamos soles, somos un bloque. A este sentir empoderador nos gusta llamarlo gordoridad.
La lucha antigordofobia cuestiona radicalmente el mundo tal y como lo conocemos
No se trata de violencia estética, ni de quererse a une misme. Ninguna solución individual puede atajar lo estructural. La lucha antigordofobia cuestiona radicalmente el mundo tal y como lo conocemos: lo que está bien y lo que está mal, el deseo, la belleza, la humanidad y la animalidad. Venimos a ponerlo todo patas arriba. Reivindicar la gordura es hacer emblema de algo que la sociedad odia, teme, ignora e invisibiliza con todas sus fuerzas, pero ya nos han quitado tanto que nos han quitado el miedo. No queda otra que decir adiós a la vergüenza para seguir viviendo y, así, resignificar el estigma. Abrir un espacio en el que caber y celebrar con orgullo y alegría la vida fuera de la dieta, del armario y de la norma.
No estamos gordes. Somos gordes, y tenemos todavía mucho que hacer.