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Me llega por grupos internos del sindicato links al artículo de Mike, publicado en El Salto, en relación a una supuesta ofensiva de la CGT para alcanzar una unidad orgánica con la CNT. Los comentarios de diversas compañeras indicaban una cierta sorpresa en relación a la tesis principal, así como en el desarrollo posterior del artículo.
Decía el compañero que, especialmente desde Catalunya, se estaba produciendo una especie de presiones o ‘cantos de sirena’ hacia la CNT para forzar la atracción del sindicato, en el contexto de la existencia de una tendencia aperturista y otra conservadora en el seno de la CGT. Se asumía que CNT estaba siendo cortejada con el único fin de ponerse del lado de una u otra. A partir de ese punto, el artículo recorre las diferencias existentes entre ambas organizaciones para considerarlas demasiado grandes, esencialmente en lo relativo a participar o no en elecciones sindicales, por lo que entiendo que el resto de diferencias no son tan relevantes en las posiciones cotidianas que como sindicatos anarcosindicalistas compartimos.
Elecciones sí o no es un debate que nació hace décadas y que, creo, da demasiadas vueltas en círculo. Me parece más interesante abrir nuevas huellas en la nieve del sindicalismo
Asimismo, se hace un repaso a varias décadas desde la triste separación de la CNT a mediados de los años ochenta del siglo pasado, pero valorado únicamente en lo que hace referencia al conjunto de delegados sindicales obtenidos por CGT, cerca de 6.000, cuarto sindicato del estado pero muy lejos de los mayoritarios. Podría entenderse de lo escrito ‘para este viaje no hacía falta tantas alforjas’. El texto recomienda que la CGT explore primero la unificación con otros sindicatos como Solidaridad Obrera, el sindicato marxista Cobas o diferentes intersindicales antes que con la CNT. Finalmente se relativiza la unidad orgánica poniendo en valor la solidaridad, el incremento de conciencia de clase y un dique común ante el embate antiobrero actual.
No es mi intención desarrollar el porqué desde la CGT, en su momento CNT, se tomó la decisión estratégica de participar en elecciones sindicales. Como es sabido, es un camino que buscaba evitar el evidente orillado del anarcosindicalismo en los centros de trabajo que pretendía el sistema bisindical, desarrollado por el estado. Considero que ambas posturas, participar o no, tienen su parte de razón y ninguna la tiene por completo. Es un hecho, como apunta el compañero, que en la propia CGT hay secciones sindicales que deciden no presentarse a elecciones por convicción y por ser ya la hegemonía sindical en la propia plantilla. Elecciones sí o no es un debate que nació hace décadas y que, creo, da demasiadas vueltas en círculo. Me parece más interesante abrir nuevas huellas en la nieve del sindicalismo que debatir cuarenta años más sobre lo mismo alrededor de una hoguera.
Esa simpatía y misma matriz ideológica no puede confundirse con un intento real de unificación. Y añadiría, por desgracia. Puede haber personas que verbalicen un deseo que muchos tenemos, pero no es un movimiento
Entrando al fondo del artículo, quisiera poner un poco de objetividad ante los supuestos intentos que se explican que hay desde CGT hacia la unificación orgánica con la CNT. No existen. En CGT hay una comprensión generalizada de aquello que lo dificulta y, efectivamente, es demasiado a priori como para encontrarnos con ese escenario a medio plazo, al menos actualmente. No debería confundirse que, también de forma mayoritaria, desde la CGT se considera como no puede ser de otra forma, a la CNT como un sindicato hermano. Nos alegramos honestamente de su crecimiento y expansión actual, de su apuesta por el sindicalismo real y no nostálgico, de sus huelgas, nos volcamos en la solidaridad hacia sus represaliadas, de forma especial con el caso La Suiza. Pero esa simpatía y misma matriz ideológica no puede confundirse con un intento real de unificación. Y añadiría, por desgracia. Puede haber personas que verbalicen un deseo que muchos tenemos, pero no es un movimiento que vaya más allá de simplemente eso.
En el repaso que hace el artículo sobre cómo se ha desarrollado la bifurcación estratégica que tomó la CGT (exCNT) en los años ochenta se percibe un aroma a sugerir cierto fracaso y necesidad del reconocimiento del error. Bueno, creo que debería tenerse en cuenta otros factores entre ellos que la CGT es actualmente la mayor organización anarcosindicalista de Europa, con más de 100.000 afiliadas y, ya que se pone un cierto foco en Catalunya podemos detenernos un poco más. Desde el año 2015, nunca antes pasó esto, la CGT es el sindicato que más huelgas convoca en la comunidad. Y desde 2018 también es el sindicato que más seguimientos motivados por sus huelgas realiza, según los datos de la Conselleria de Treball. Ponderando la diferencia que hay con los sindicatos mayoritarios en Catalunya, ojo, avanzando año tras año en todos los baremos, liderar el conflicto sindical creo que es algo a tener en cuenta cuando cogemos una balanza para analizar trayectorias. Respecto del crecimiento casi exponencial de la afiliación hay sobradas referencias.
Es totalmente correcto y positivo que convivan diferentes formas de entender y, sobretodo, poner en práctica el anarcosindicalismo, unos de una manera, otros de otra, con nuestros errores y aciertos
El anarcosindicalismo como lo entendemos muchas personas es movimiento, es adaptarse a cambios manteniendo el mismo tronco referencial. Lo hicieron quienes nos precedieron sectorializando el sindicato hace un siglo, quienes sobrevivieron a varios episodios de clandestinidad y quienes encararon los cambios productivos y legales que iba generando el capitalismo. Nuestras organizaciones tienen una resiliencia y adaptabilidad espectacular, si no fuera así ya habríamos quedado en la estantería de la historia hace mucho tiempo. En ese sentido es totalmente correcto y positivo que convivan diferentes formas de entender y, sobretodo, poner en práctica el anarcosindicalismo, unos de una manera, otros de otra, con nuestros errores y aciertos, probando y buscando el punto de tensión del sistema donde nuestra clase pueda golpear con mayor fuerza.
En abril del 2023 la CNT, Solidaridad Obrera y la CGT acordaron dar un paso hacia la unidad de acción. Se ha criticado, por lo que sí pasaremos a la historia es por una autocrítica a veces descomunal, que dicho pacto no tenía elementos concretos más allá de declaración de intenciones. ¡Pero es que para caminar primero hay que dar un primer paso! Tenemos que alegrarnos que entre las principales organizaciones del anarcosindicalismo en el estado se construyan puentes y diálogos, canales directos, con respeto entre todas las partes y ya veremos hasta donde llegamos y lo que podremos fortalecernos conjuntamente como movimiento. Estas declaraciones tienen sus efectos, también en los centros de trabajo. El año pasado en mi empresa hicimos 7 días de huelga a nivel estatal. La coordinación entre las secciones sindicales de la CGT con la CNT de Asturies fue excelente o incluso más. De ese trabajo conjunto es donde se fraguó la mayor movilización del sector tecnológico que ha habido en el estado. Ese es el camino, como indica el compañero en sus conclusiones finales.
Cualquiera con ojos en la cara se da cuenta de la decadencia de CCOO y UGT en 2025. No es ni en número de afiliación ni en delegadas en comité. Su decadencia se debe a una suma de pérdida de casi todo su músculo sindical, capacidad de movilización o el relato agotado y deprimente que transmiten a los centros de trabajo. Esa es la ventana de oportunidad que tiene el movimiento anarcosindicalista para su ambiciosa expansión. Si activamos nuestra tradicional capacidad militante y de adaptación a los cambios podemos ser la respuesta útil y potente que necesitamos como clase trabajadora. Centrémonos en ello.
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Mucho ha tardado el sindicato interpelado a la crítica mordad publicada en estas mismas pàginas por un afiliado de la CNT. No deja de ser curioso que sea una discusión de simples afiliados de dos ciudades, Terrassa i Manresa separadas por apenas una decenas de kilómetros. En todo caso, la reacción del afiliado de CGT se hacía necesaria dado que el de Manresa, por debajo de un aparente buenrollismo difunde una opinión hiriente que lejos de una diálogo fructífero parece destinado a abatir a un competidor.
Desde luego el argumentario del de Manresa es impecable e irreprochable y apunta al flanco más débil de la CGT, que no es otro que su pecado original, es decir, la ruptura entre teoría y práctica, una perogrullada que duele especialmente si se pronuncia en nombre de los que se tienen por depositarios de la justa interpretación de una tradición de lucha concreta. La CGT poco puede hacer en estos casos y el de Terrassa se defiende con buenos argumentos apelando a su mayor incidencia en las luchas y victorias reales, pero por decirlo suave si el de Manresa tiene todas las de ganar ¿hace falta que sea tan poco elegante en su crítica? El de Manresa habla con el adanismo propio del que parece estar de vuelta de todo y conoce el futuro y se permite aconsejar a los que, asediados por la incoherencia se desangran en luchas internas. Dejando de lado que sea poco gratificante airear los enfrentamientos cainitas de una organización ajena, sería mucho más productivo que tuviera en cuenta las contradicciones que se producen cuando una organización crece, cuando se ve obligada a convertirse en patrón para contratar a trabajadores bajo la condición salarial -como ya hace CNT- y el tiempo que tardará en aparecer el faccionalismo, situaciones todas ellas que están esperando a la CNT a la vuelta de la esquina. Todas estas cuestiones son pertinentes y nos demuestran que el sueño del comunismo libertario es solo eso, un sueño.
Mucho ha tardado el sindicato interpelado a la crítica mordad publicada en estas mismas pàginas por un afiliado de la CNT. No deja de ser curioso que sea una discusión de simples afiliados de dos ciudades, Terrassa i Manresa separadas por apenas una decenas de kilómetros. En todo caso, la reacción del afiliado de CGT se hacía necesaria dado que el de Manresa, por debajo de un aparente buenrollismo difunde una opinión hiriente que lejos de una diálogo fructífero parece destinado a abatir a un competidor.
Desde luego el argumentario del de Manresa es impecable e irreprochable y apunta al flanco más débil de la CGT, que no es otro que su pecado original, es decir, la ruptura entre teoría y práctica, una perogrullada que duele especialmente si se pronuncia en nombre de los que se tienen por depositarios de la justa interpretación de una tradición de lucha concreta. La CGT poco puede hacer en estos casos y el de Terrassa se defiende con buenos argumentos apelando a su mayor incidencia en las luchas y victorias reales, pero por decirlo suave si el de Manresa tiene todas las de ganar ¿hace falta que sea tan poco elegante en su crítica? El de Manresa habla con el adanismo propio del que parece estar de vuelta de todo y conoce el futuro y se permite aconsejar a los que, asediados por la incoherencia se desangran en luchas internas. Dejando de lado que sea poco gratificante airear los enfrentamientos cainitas de una organización ajena, sería mucho más productivo que tuviera en cuenta las contradicciones que se producen cuando una organización crece, cuando se ve obligada a convertirse en patrón para contratar a trabajadores bajo la condición salarial -como ya hace CNT- y el tiempo que tardará en aparecer el faccionalismo, situaciones todas ellas que están esperando a la CNT a la vuelta de la esquina. Todas estas cuestiones son pertinentes y nos demuestran que el sueño del comunismo libertario es solo eso, un sueño.
¿Unidad del anarcosindicalismo?
Unidad de las escisiones que han traicionado los principios básicos y fundamentales del anarcosindicalismo, que se han profesionalizado y han emprendido el camino de la asimilación al modelo de sindicato de servicios de la UGT y CCOO.
La primera escisión, la CGT, que participa de forma entusiasta en lel circo de las elecciones sindicales, la segunda escisión, la CNT-CIT que intenta acabar con la AIT y con la CNT-AIT, con comportamientos mafiosos, e incluso recurriendo a la justicia burguesa para machacar y hundir al único sindicato anarquista que sigue siendo fiel a los principios básicos y fundamentales de el anarcosindicalismo, la CNT-AIT.
Es normal que simpaticen y confluyan ambos, tienen la misma esencia reformista y entreguista, han perdido por completo la dignidad y los valores del anarcosindicalismo.
En sus bases hay muchas compañeras válidas y honradas, pero sus cúpulas, verticalizadas y profesionalizadas, han perdido el norte y ensucian el legado de las luchas militantes anarcosindicalistas. Cada vez hay más militantes que están dándose cuenta de la deriva a la que los están llevando las cúpulas autoungidas, y perciben el olor a podredumbre.
Viva la Asociacion Internacional de lxs Trabajadorxs, viva la CNT-AIT.
Eterna vergüenza para la CNT-CIT y sus recursos a la justicia burguesa (denuncias en la Audiencia Nacional contra sindicatos de la CNT-AIT) y sus líderes encastilladxs y corruptxs.
"Esa es la ventana de oportunidad que tiene el movimiento anarcosindicalista para su ambiciosa expansión" Que el movimiento sindical este en horas bajas no beneficia al anarcosindicalismo, al contrario, pone en jaque cualquier tipo de "expansión". La desmoralización entre la base sindical y el cinismo e individualismo entre la clase obrera hace más probable la extensión de los relatos de la derecha populista. Cuanto peor, peor.
Que el sindicalismo amarillo socialdemócrata esté en un momento de debilidad sí que es una gran ventana de oportunidad para el movimiento anarcosindicalista, pues deja más espacio a discursos realmente combativos y efectivos, que poco tienen que ver con UGT/CCOO. Sin embargo, todo vacío puede ser ocupado por la derecha (como tu comentas) y es ahí donde el anarcosindicalismo debe jugar bien sus cartas. Según explican nuestros compañeros desde sus artículos, esto está a ocurrir, y debemos alegrarnos de sus crecientes afiliaciones. Unos sindicatos fuertes, efectivos y crecientemente populares serán los que planten cara desde la base laboral al discurso individualista derechista.
Ojalá Samu, pero la experiencia es terca. Además, clase obrera está en uno de sus peores momentos históricos, UGT y CC.OO son un reflejo de ello. Creo que todos convendríamos que para el sindicalismo de clase sería mejor una UGT como la de principios del S.XX o unas Comisiones Obreras como las del antifranquismo. La clase también es diversa y tiene diferentes ideologías, lo importante es que se comporte como clase unitaria y no como individuos o colectivos de individuos. Si la CNT histórica no pudo sola, menos aun hoy en día.