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Partido Popular
Pablo Casado y el proyecto para el “nuevo siglo español”
Pablo Casado, delfín de José María Aznar y Esperanza Aguirre, aspira a retomar el legado del neoconservadurismo español desde la presidencia del Partido Popular.
Las sociedades occidentales no se encuentran ante un ‘desajuste’, alguna clase de ‘desorden’ provocado por la situación política, ni sufre una especie de ‘malestar’, como suelen coincidir aquellos que desde hace cuarenta años han abrazado sin miramientos cada una de las fases del proceso neoliberal. Estamos, precisamente, ante sus últimas consecuencias, derivadas de las transformaciones en la estructura económica.
Ante este maremágnum histórico emerge una certeza política que las fuerzas de izquierda deben comprender: los herederos de José María Aznar, quien sepultó en España aquella “revolución conservadora”, han vuelto a la palestra para trata de tomar los mandos en esta época marcada por fuertes convulsiones. Pablo Casado expresa la nueva jerarquía social que deberá emerger con más pureza que cualquier otra candidata del Partido Popular. También la ideología que se encuentra detrás: culminar el desmantelamiento del Estado del bienestar —si es que alguna vez Felipe González permitió que algo similar fuera siquiera planteado.
En un ecosistema de conocimiento privatizado gracias al nuevo fenómeno mediático de masas, los politólogos, una afirmación de quienes verdaderamente han estudiado historia económica nos servirá para comenzar esta lectura materialista. “Si el funcionamiento del libre mercado amenazara con socavar la posición central estadounidense, los neoconservadores están dispuestos a transformar la guerra de baja intensidad desarrollada en todo el globo bajo el mantra neoliberal en una confrontación espectacular, capaz de eliminar la amenaza de una vez para siempre. La invasión de Iraq pretendía ser una confrontación de este tipo: una primera operación táctica en una estrategia a largo plazo destinada a utilizar el poderío militar para establecer el control estadounidense sobre el grifo global de petróleo y, por lo tanto, sobre la economía global durante otros cincuenta años o más”, señalaba Giovanni Arrighi en una de sus últimas obras. Ahora ese grifo se abre con las llaves de Silicon Valley. Pero vayamos por partes.
Aquel gran fracaso de George Bush fue el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, ideado tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 por figuras como Francis Fukuyama (alumno aventajado de Samuel P. Huntington, cuyo “choque de civilizaciones” recuperó precisamente Andrea Levy en 2016 para referirse al atentado de Berlín). Y coincidió con el de José María Aznar, quien tres años después perdería su influencia en la línea oficial del partido.
El 14 de marzo de 2004 se celebraban en España las novenas elecciones generales desde el fin del franquismo. Durante la campaña electoral, el Partido Popular de Mariano Rajoy partía como favorito, pero los correspondientes atentados del 11 de marzo provocaron un vuelco electoral. Los conservadores perdían 35 escaños y el PSOE ganaba 39, culminando con la investidura de José Luís Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno.
Desde la perspectiva de Aznar, el mandarinato de Rajoy al frente del PP supuso el fin de su legado, esto es, la desunión de un revolucionario proyecto económico y político que sentaba las bases para la desigualdad
Se abría una nueva etapa de reflexión para un Partido Popular que necesitaba reconsiderar su estrategia para aplacar las movilizaciones (siendo el ‘No a la guerra’ la punta de lanza) a las que se había enfrentado Aznar durante su mandato. Y aún habría que esperar hasta el 18 de junio de 2015 para que Rajoy nombraba a Pablo Casado vicesecretario general de comunicación del PP. A día de hoy, el encargado de renovar el aznarismo.
Si bien, el sistema mundo del que bebió Aznar ha cambiado considerablemente. Señaló el periodista Enric Juliana dos años atrás, cuando Aznar volvía a escena, que su verdadero objetivo era la sucesión de Mariano Rajoy. También, que “en la era Trump” este neoconservador guarda los mejores contactos con el Partido Republicano y tiene “llaves para abrir las puertas en Washington”.
En aquel entonces, y esto es relevante, Aznar afirmaba: “Europa tiene que hacer más esfuerzos y pagar más por la Defensa.” Fue durante un coloquio junto con el exsecretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Anders Fogh Rasmussen, en la Segunda Semana Atlántica que abordaba el vínculo transatlántico, organizada por el Instituto Atlántico, que preside el expresidente del Gobierno, fundado en 1961 con el objetivo de profundizar las relaciones transatlánticas entre miembros de la OTAN.
Hasta qué punto demostrara con sus palabras que los vientos actuales soplan en su dirección ideológica podrá verse en que unos meses después, el cuarenta y cinco presidente de los Estados Unidos afirmaría prácticamente lo mismo, aunque con mucho mayor espectáculo mediático detrás, durante la cumbre mas reciente sobre seguridad en Bruselas. Este es el mundo conservador en el que vivimos y a continuación mostraremos cómo lo refleja la nueva corriente política encabezada por Pablo Casado.
En un país donde las clases más bajas han pagado la factura austericida de la crisis, tras la dimisión de Mariano Rajoy al frente del Partido Popular, no fue otro que José María Aznar el primero en reaparecer en escena el 5 de junio para asegurar que era “indispensable y necesaria la reconstrucción de un centro-derecha nacional que recupere sus señas de identidad”. A juicio de este viejo neoconservador, el mandarinato de Rajoy al frente del PP supuso el fin de su legado, esto es, la desunión de un revolucionario proyecto económico y político que sentaba las bases para la desigualdad, el empobrecimiento de las mayorías sociales y la privatización de cualquier posible resquicio público (salvo RTVE, pues “no le dio tiempo a más”, aunque ya se aseguraría de desmantelarla Planeta).
El discípulo de Bush denuncia una pérdida de identidad ideológica del partido, el fin de su herencia y de la hegemonía que había querido crear, un error como quedara demostrado con el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano. En este contexto emerge Pablo Casado como la figura mesiánica del neconservadurismo español para “recuperar” a aquellos votantes que habían migrado hacia Ciudadanos o al partido ultraderechista Vox, quienes ahora acaparan gran parte de los apoyos neoconservadores.
El nuevo viejo aparato mediático neocon
Efectivamente, el diputado por Palencia siempre ha defendido el legado del expresidente Aznar, asegurando que es su “referente político e ideológico”, y es el único de los candidatos y personalidades fuertes del PP con quien guarda relación en la actualidad. Por eso nos interesa fijarnos ahora en ese momento en que el sector más reaccionario del PP percibió la victoria de Zapatero como un “golpe de Estado” y puso en pie un “emergente conglomerado de medios de comunicación, movimientos sociales e instituciones privadas que acabaría por constituirse en lo que llamamos nueva derecha española, aquella que “nunca virará al centro”, como señalaron Pablo Carmona, Beatriz García y Almudena Sánchez en el libro Spanish Neocon. La revuelta neoconservadora de la derecha española.La intención de Aznar en aquellos años era crear “mecanismos de pensamiento que arruinasen las bases del modelo social y político del centro-izquierda y así apostar por una hegemonía a largo plazo”. Para ello, el expresidente se rodeó de universidades privadas como la Francisco de Vitoria o el CEU San Pablo.
Además de FAES, se valió de otros think tanks como la Fundación Burke, el Instituto Elcano, el Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), medios de comunicación como Intereconomía (donde Pablo Casado debutó como personalidad televisiva), TeleMadrid o la cadena COPE… No faltaron asociaciones como HazteOír, Peones Negros, la Fundación para la Defensa de la Nación Española, la Federación Española de Enseñantes Religiosos… A todo ello había que sumarle la Conferencia Episcopal y el Arzobispado de Madrid. Esperanza Aguirre iba a ser una de sus grandes valedoras, y la Comunidad de Madrid, su laboratorio de pruebas.
Casado se convirtió desde el principio en ‘el candidato de Aznar’, pero también de Esperanza Aguirre. Por eso, la intención de ambos aún perviven y las similitudes entre ambos momentos son obvias, pues en la actualidad esos mecanismos ya están consolidados y han comenzado a trabajar en favor de Pablo Casado.
El lobby ultracatólico HazteOír elaboró una “Guía de voto” sobre las primarias del PP que fue publicada en el diario ABC el 5 de julio donde Pablo Casado y José R. García Hernández eran los únicos candidatos que cumplían con los valores de la organización: vida, familia y unidad de España.
José María Marco, “uno de los máximos cerebros del conservadurismo al american way” y “de las plumas de referencia a la hora de marcar la línea divisoria que separa a la derecha liberal de la derecha liberal conservadora” según señalan en Spanish Neocon, también se ha mostrado favorable al diputado palentino. En su blog, asegura que Casado conseguirá “que una parte esencial del PP vuelva a sentirse representada: personas mayores, que saben lo que el Partido Popular fue y quiso ser, y jóvenes” y aprovecha para calificar el mandato de Rajoy de “cierre elitista del partido”.
Probablemente, una pieza más importante aún dentro de este entramado propagandístico que pervive fuera Libertad Digital. Federico Jiménez Losantos se convertiría en el más importante vocero del movimiento neocon en España. En la actualidad es, sin duda, el satélite más poderoso.
Desde Libertad Digital dio voz a las falsas teorías que culpaban a ETA del ataque del 11 de marzo, criticó con dureza las negociaciones del PSOE con la banda terrorista y el Estatut, fomentó el miedo a los inmigrantes, especialmente a los de origen árabe, atizó a los sectores menos carcas del PP… Unas falsas teorías que, por cierto, se encargó de de difundir el actual director de El Español, Pedro J. Ramírez que también ha mostrado sus simpatías por Pablo Casado.
Recordemos que el terrorismo etarra fue uno de los principales ataques que Aznar lanzó contra Zapatero a partir de 2004. Casado pretende volver a encender ese fuego que al PP le ha funcionado muy bien electoralmente. La incorporación de María San Gil y de Ángeles Pedraza, expresidencia de la AVT, a su candidatura son señales inequívocas de ello.
Volviendo a Libertad Digital, estos eran los motivos por los que al PP le interesaba salvar al conglomerado de un hundimiento más que asegurado cuando les salpicó la trama Gürtel. La propia sentencia conocida el pasado 24 de mayo aclaraba que “Luís Bárcenas, de acuerdo con su propia esposa, entregó a esta, extraídos de dicha caja, los 149.600 euros, de los que dispuso el 29/10/2004 para adquirir 1.360 acciones de esa sociedad”. Así fue como el Partido Popular rellenó los bolsillos de esa “empresa de ideología afín”, es decir, el medio del vocero Losantos, quien siempre ha caminado de la mano de Aznar y a contracorriente de Rajoy.
El exvicesecretario de Comunicación ha basado su argumentario en la crítica de movimientos y consensos ya ampliamente aceptados por la mayor parte de la sociedad, incluso por la derecha
Aquel “rescate mediático” tiene buena parte de la culpa de que Libertad Digital haya apoyado sin cortapisas a Pablo Casado. Lo ha hecho Javier Fernández-Lasquetty en un artículo titulado “Por qué voy a votar a Pablo Casado” en el que pone en valor que Casado haya trabajado con Aznar y Aguirre y aspira a que el líder palentino ponga fin a “15 años de fracaso ideológicamente borroso”.
Jiménez Losantos también ha mostrado su apoyo al actual vicepresidente de Comunicación, de forma indirecta, criticando tanto a Soraya Sáenz de Santamaría como a María Dolores de Cospedal: “El PP tiene alguna esperanza de vida con Casado, ninguna con las ‘asisinas’ [Cospedal y Santamaría]” o “la última oportunidad del PP no pasa por elegir a Soraya […], sino a Casado”. Y los comunicadores de Libertad Digital no han sido los únicos que han salido a apoyar de una forma más o menos clara el proyecto de Pablo Casado, lo que nos va llevando hasta el presente.
Jorge Bustos, desde hace poco jefe de Opinión del diario El Mundo, calificaba de “valiente” la decisión del vicesecretario de presentarse como candidato a las primarias y le ha alabado en varias ocasiones, asegurando que estaba haciendo “el mejor discurso para liderar el PP”. En abril, Bustos salió al paso en la cadena COPE para defender a Casado: “no es culpable de que la Rey Juan Carlos le convalide asignaturas”. Es el “mercado de la educación, amigo” parafraseando A Rodrigo Rato, cuyo rechazo a presidir el PP aprovechó Rajoy.
De muchos de estos artificios mediáticos nos dice mucho que Casado es el mejor discípulo de Jeane Kirkpatrick, quien definió el neoconservadurismo como respuesta a la contracultura. Como ya hiciera la diplomática estadounidense, el exvicesecretario de Comunicación ha basado su argumentario en la crítica de movimientos y consensos ya ampliamente aceptados por la mayor parte de la sociedad, incluso por la derecha.
Así lo hizo cuando se burló de la memoria histórica y humilló a las víctimas del franquismo con aquello de “la guerra del abuelo y las fosas de de no sé quién”. De igual forma, en 2008, mientras era presidente de Nuevas Generaciones, afirmó que “los jóvenes del PP no idolatran a asesinos como el Che” o que Mayo del 68 provocó el advenimiento de una sociedad sin valores, sin autoridad y sin moral.
Esta respuesta a la contracultura está trufada de enormes ejemplos del Pablo Casado más populista, prometiendo “menos burocracia e impuestos” y liderar “la España de los balcones”, entre otros ejemplos. Una de las notas de la campaña se ha producido cuando ha parafraseado a Aznar en un acto en A Coruña: “Gustaríame falar galego, lo hago en la intimidad”.
Con este tipo de comentarios no hace sino atraer a esa masa de votantes que reclaman un reestablecimiento de valores morales que, achacan, el PP ha perdido. Los valores del “padre estricto”, señalaba Rodrigo Amirola con la mente puesta en George Lakoff. Casado lo combina a la perfección con una imagen limpia y joven, con un perfil de yerno perfecto. Esta es, sin duda, una mala noticia para Ciudadanos. El exvicesecretario de Comunicación compite a Albert Rivera en su misma cancha de juego, la imagen de perfecto candidato neoliberal salido de una fábrica de producción en serie, junto a otros como Emmanuel Macron, hará de la exacerbación del nacionalismo una de sus grandes bazas.
Señalaba Thomas Frank en ¿Qué pasa con Kansas: cómo los ultraconservadores conquistaron el corazón de Estados Unidos: “puede que los líderes del Contragolpe hablen de Dios, pero comulgan con la empresa”. Y hoy nos encontramos en un momento histórico, el que expresa Pablo Casado, distinto al que heredó Aznar con Bush.
La versión estadounidense de este primero, Donald Trump, ha escogido la vía rápida para emplear su poder político en el mercado mundial y resistir a lo que Arrighi llamaba el “síndrome de China”, esto es, “una alternativa al liderazgo estadounidense en Asia oriental y más allá”.
En relación al país que trata de derechizar aún más Casado, ello hará necesarios personajes políticos que, por las buenas (como representa la marca progresista de Pedro Sánchez y sus nuevos aliados de izquierda) o por las malas (aquí entran las posibles alianzas entre las derechas reaccionarias), sirvan a las exigencias de rentabilidad del capital global, que los retrocesos en derechos y libertades acaecidos durante los últimos años parezcan un cuento y llevar a cabo una adaptación a la economía mundo en donde cada vez más este país es una zona marginal. ¿Qué implica realmente para nuestras condiciones materiales esta nueva renovación política?
Una transformación economica en curso
Comencemos con el acuerdo que Facebook firmará con Atlantic Council para “prevenir” que su plataforma fuera utilizada con fines de manipulación electoral tras el escándalo de Cambridge Analytica. El Atlantic Council un lobby financiado por compañías armamentísticas de la órbita de la OTAN y que cuenta en su consejo asesor con el expresidente José María Aznar, como señalaba José Antonio Bautista, “tendrá acceso a información que hasta ahora Facebook había negado a académicos y expertos independientes”.Hablamos del Atlantic Council, ese instituto que llevó a cabo los estudios sobre la propaganda de bot rusos que El País lanzó a través del antiguo director adjunto del periódico, David Alandete, para hacer coincidir el éxito del Procés en redes sociales con una conspiración nacida en el Kremlin. Recientemente, este centro de estudios estadounidense lanzó una guía online para monitorear las campañas de desinformación del gobierno ruso entre cuyos expertos colaboradores se encuentra, efectivamente, Alandete.
Estos procesos económicos también son los responsables de que un periódico que nunca ha sido de izquierdas ni ha pretendido serlo, como señalara su actual directora, titule con esta frase: “Facebook apuesta por el periodismo de calidad”, como hizo cuando anunció su asociación con la mayor red social del mundo en un programa de alertas informativas.
Y nos explica por qué hubiéramos de colocar este conjunto de nuevas creencias e ideas en el contexto de las explicaciones ofrecidas por uno de los mejores analistas de las transformaciones sistémicas que están teniendo lugar, Evgeny Morozov: “Ideológicamente, Silicon Valley está ocupando rápidamente el espacio tradicionalmente reservado para los populistas radicales de la derecha”.
Teniendo en cuenta las recientes elecciones españolas, este intelectual apuntaba que una vez el capitalismo se hubiera impuesto de manera definitiva la lucha en el resultante escenario histórico se daría entre dos populismos complacientes con la alta tecnología, aquel presente en los nuevos partidos políticos de izquierda, esos “estúpidos útiles” contemporáneos, y los de la derecha, pregonado en foros económicos por una enorme camada de empresarios new age. Esto último es posible verlo de manera cristalina en España, donde los intereses de la renovada clase dominante cada vez son defendidos con más ímpetu por los neoconservadores, lo cual nos habla del estado actual de lo que algunos llamaron “oligarquías.”
Por ejemplo, José María Aznar se encuentra entre los directores de Afiniti, una compañía de inteligencia artificial cuyo responsable para España y México es su hijo Alonso Aznar, a la cual accedió en el mismo instante en que lo hizo el capital de Freelands Ventures, dirigida por la hija de Rupert Murdoch, de cuya empresa, News Corp, Aznar padre es asesor.
Afiniti utiliza algoritmos para hacer más eficientes los call-centers cruzando los datos de redes sociales como Facebook, es decir, mercantilizando la información en propiedad de Mark Zuckerberg. Una mirada en detalle a dicha empresa nos permite vislumbrar aún mejor cómo se encuentra presente en ella el capital global, pues en dicho consejo de dirección también se encuentra Ivan Seidenberg, expresidente y CEO de Verizon Communications y director en el consejo de BlackRock. Y algunas consideraciones menores: entre sus clientes aparece también la privatizada Telefónica (O2) y Vodafone.
Por otro lado, la consultora McKinsey (con quien ha tejido una alianza “para combinar su “experiencia de la industria y del cliente con la tecnología transformacional de Afiniti”) inyectó 80 millones de manera directa en abril. También Cisco, que ofrece servicios en el mercado de la nube de “Simplicidad y Libertad” y patrocinó del último evento de la patronal del sector tecnológico en España, ofrece su infraestructura a Afiniti.
Pablo Casado conoce bien cuál será el siguiente paso a dar en la desintegración social inminente. También el papel que tendrá la tecnología para llevar a nuevos límites la dominación capitalista
Podríamos imaginar lo que supondría la filosofía de Cisco, “las comunicaciones seguras son fundamentales para la defensa nacional”, con la visión neoconservadora defendida por Aznar sobre el mercado libre o la seguridad y la defensa en cooperación con norteamérica a la hora de que corporaciones estadounidense ofrezcan servicios de este tipo en España. Basta citar a Alonso Aznar para entenderlo: “La inteligencia artificial va a cambiar todas las industrias”. También la de defensa.
La cuestión es que son escasas compañías las que controlan los datos y los sistemas de inteligencia artificial que son capaces de interpretarlos para defendernos de ciberataques. En resumen, esta ideología neoliberal es la que se esconde detrás de ello, así como de las últimas iniciativas jurídicas del Partido Popular para acabar con el anonimato en internet, en muchas ocasiones defendidas por la influencia de bots rusos, los cuales el Instituto al que pertenece Aznar va a monitorizar con la ayuda de Facebook.
Estas tendencias en la estructura económica son fácilmente visibles en otras figuras tan cercanas a Pablo Casado como su jefe de campaña, Teodoro García Egea, doctor e ingeniero en telecomunicaciones, quien diseñara una legislación para ofrecer incentivos fiscales a las empresas que usen blockchain en industrias que incluyen finanzas, educación y salud, aquellos servicios antaño provistos de manera pública que Aznar se encargo de liberalizar y privatizar no hace tantos años.
Actualmente, dichas ventajas fiscales que tratan de continuar profundizando en esas lógicas neoliberales de forma que sea posible incluso la creación de un Estado de bienestar paralelo, sostenido por las corporaciones tecnológicas, van en la línea de extender los privilegios corporativos a la impresión en 3D o el Big Data, como propuso este diputado.
García Egea entonces señaló que recurrió a expertos en la materia y analizó iniciativas promovidas en otros países, como en Suiza, donde se ha creado una suerte de ‘Crypto Valley’, que busca imitar el modelo de Silicon Valley, solo que aplicándose a empresas especializadas en el mundo del ‘blockchain’. ¿A todo esto se refiere Casado cuando habla de que es la hora de llevar a cabo una “revolución fiscal” mientras señala sobre el 15M en EsRadio (era la segunda entrevista que Losantos le hacía) que fue una “revolución capitalista” y contra la “ideología de género”?. Tengan cuidado esa “ideología” no libere su energía de manera antisistémica, como reflexionan Susan Watkins, entre otras autoras españolas, en la New Left Review.
En efecto, Pablo Casado conoce bien cuál será el siguiente paso a dar en la desintegración social inminente. También el papel que tendrá la tecnología para llevar a nuevos límites la dominación capitalista, como refleja que en 2017 participó en una iniciativa europea que tuvo lugar en Davos y que señalaba estas conclusiones: “Aspiramos a construir una Europa que permita a los ciudadanos estar en el centro de la Cuarta Revolución Industrial, maximizando la impacto de las nuevas tecnologías en el bienestar, el crecimiento y la innovación y la creación de empleo a través de la inversión y una nueva contrato social”.
De hecho, para implementar estas cuestiones Pablo Casado fichó a Daniel Lacalle y elaboró junto a él un discurso con propuestas novedosas en materia fiscal, de impulso al crecimiento o de emprendimiento. Sin duda, quien cree que hay que acabar con cualquier cosa similar a un Estado de bienestar será una garantía para asegurar aquel “contrato social” del que hablaban en Davos los exegetas neoliberales de Rousseau.
Al mismo tiempo, Lacalle declaraba a Expansión: “proponemos que España sea un gran centro mundial de inversión tecnológica. Y eso se consigue atrayendo a las grandes empresas del sector con mayores beneficios fiscales para ellos, no poniéndoles impuestos ad hoc, como ahora”. También añadía que “el reto digital no se soluciona cerrando los ojos y mirando hacia el año 2077. Los robots no nos van a quitar el trabajo. Hay que aplicar una fiscalidad atractiva y defender la propiedad intelectual y jurídica a toda costa”.
Como antes comparáramos al candidato a las primarias del PP con Macron, hubiera que preguntarse si los deseos de estos hijos terribles de Ayn Rand, ante su fracaso por desmantelar la Comunidad gracias al Brexit, es convertir a Madrid en mano de obra barata de París bajo la nueva economía del conocimiento, pues esta ciudad es el verdadero centro europeo para la investigación de inteligencia artificial, donde Google, Facebook e IBM se han comprometido a acelerar su llegada.
En este sentido, hay poca diferencia con las propuestas que llegan del PSOE, quien con más ingenuidad que Macron ha prometido culminar la utopía privada de “Hacer de España una nación emprendedora”. De momento, esta nueva marca progresista de la clase dominante sólo ha conseguido luz verde para que Barcelona organice un ‘Davos digital’.
En definitiva, a estas corrientes políticas les importa poco que esas “Startup Nation” suelen ser realmente zonas purgatorio de la economía mundo, dependientes de un gueto llamado Silicon Valley, cuya capacidad para absorberlas nos habla más de una suerte de nueva colonización. Al fin y al cabo, la generación política que heredó la privatizada Telefónica ya ha visto como Amazon Web Service Google Cloud y Microsoft Azure le proveen a la empresa de telecomunicación servicios en el mercado de la nube, el cual han monopolizado.
La izquierda debe afrontar su lucha, y debe hacerlo antes de que fuerzas reaccionarias, como la encabezada por Pablo Casado, cumpla con las predicciones de Morozov: “Incapaces de desviarse de la línea neoliberal estándar de más reformas del mercado laboral y más privatizaciones, no pueden ofrecer un contraprograma al de Silicon Valley, lo cual simplemente empuja la lógica de la privatización y la flexibilidad laboral a sus conclusiones finales”.
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El artículo tiene información de interés pero tiene mucho que mejorar en su firma (estilo verborragici, frases subordinadas que no llevan a ninguna parte, salvo a mostrar que los, autores tienen datos que no saben dónde meter,, etc.) y de fondo (falta de estructura clara, mucho blablablá y pocas tesis fundadas, un texto largo sin títulos que organicen el discurso, etc.). Me ha costado bastante leerlo completo.
Qué interesante el artículo y cuantísimas erratas y faltas de ortografía. Por favor, revisad antes de publicar. Gracias.
La parte más ultra, fascista, descerebrada y corrupta del PP está a favor de Casado, y éste se orgulloso de ello porque ese es su “perfil” correcto.
Te equivocas, no hay ultras o fascistas en el PP, en el PP hay mucho que vive del cuento, como en el PSOE, los ultras y fascistas están en VOX o en la Falange, esto es como si yo digo que en Izquierda Unida son ESTALINISTAS que están a favor de Pol Pot o del Gulag