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Perfiles con tiempo
María Jesús Jiménez Donaire, astrofísica: “Me apasiona aprender técnicas nuevas”
Cuando en 1790, bajo el influjo de las ideas ilustradas, nació el Real Observatorio de Madrid, su posición en una colina en el límite sur de la ciudad era idónea para la observación de los astros. Hoy, el crecimiento de la ciudad y la contaminación lumínica han desdibujado esa condición de observatorio natural, pero el lugar conserva un aire de quietud, de isla apartada de los flujos de la inmediatez, de espacio para el conocimiento. El Real Observatorio de Madrid, situado en una colina adyacente al parque del Retiro, es actualmente la sede del Observatorio Astronómico Nacional y del Observatorio Geofísico Central. El primer viernes de septiembre nos encontramos en sus instalaciones con la astrofísica María Jesús Jiménez Donaire (Badajoz, 1990), que forma parte desde 2019 del equipo del Observatorio Astronómico Nacional.
Caminamos por los alrededores del edificio Villanueva —cuya cúpula forma parte del paisaje más reconocible de Madrid— y, en su interior, nos detenemos en la biblioteca para conversar. “Hubo una vez que estaba de visita en Madrid y pude hacer las observaciones desde aquí. Entonces me pareció un sitio espectacular donde sabía que se hacía una ciencia estupenda. Conocía a algunos de los colaboradores que estaban aquí. Y, cuando surgió la oportunidad de volver, no me lo pensé”, recuerda. La oportunidad surgió en 2020 a través de una convocatoria pública y, desde entonces, Jiménez Donaire trabaja en el Observatorio en diversos proyectos de investigación. “Uno de los programas en los que hace tiempo que estamos trabajando se llama VERTICO y una de las cosas que hemos hecho ha sido cartografiar unas 50 galaxias del cúmulo de Virgo en bastante detalle […] para ver cómo la interacción entre galaxias que se encuentran dentro de un mismo cúmulo puede afectar a las diferentes fases del medio interestelar: la fase atómica, la fase molecular y la fase más densa”.
Otra de sus funciones consiste en prestar soporte para el Observatorio de Yebes (Guadalajara), que cuenta con un radiotelescopio de 40 metros de diámetro. “Me dedico a la realización de programas de observación para otros científicos que han propuesto desarrollar proyectos de observación con esta antena. Nos encargamos de realizar los scripts de observación que van a ir a la antena. El sistema informático de la antena interpreta todos los comandos que escribimos para poder llevar a cabo estas observaciones y, al mismo tiempo, también las monitorizamos. Otra de mis labores es mantener al día la base de datos de publicaciones que se van a realizar utilizando datos del de 40 metros. Eso es importante para luego conocer cuál es el alcance científico que tiene esta instalación”.
La biblioteca del Real Observatorio alberga alrededor de 10.000 volúmenes en una estructura de doble planta con estanterías de madera. Entre las últimas incorporaciones a sus fondos figura el Anuario del Real Observatorio Astronómico de Madrid 2023. La biblioteca resume la sensación de continuidad, de carrera de investigación colectiva que se va construyendo década tras década. En ese silencio siempre subrayado que ofrecen las bibliotecas, abordamos el origen de una vocación, el primer indicio de una trayectoria académica y profesional. “La verdad es que siempre tenía interés en saber si en algún momento se puede predecir dónde va a caer la pelota, por qué va en una dirección o en otra. Ese tipo de movimientos siempre me habían interesado bastante ya desde muy pequeñita. Yo no sabía que eso era física. Después tuve unos profesores muy buenos en secundaria: uno de ellos era astrofísico, aunque me daba clase de matemáticas. Y yo creo que fue él quien realmente me despertó un poco el interés en la astrofísica. Hablaba con él en los recreos. Le preguntaba cosas sobre agujeros negros, estrellas supermasivas. Ese tipo de cosas”.
Jiménez Donaire estudió la Licenciatura de Física en la Universidad de Extremadura y cursó una maestría de Física Teórica y Cosmología en la Autónoma de Madrid. Pero el gran cambio en su carrera se produjo en la Universidad de Heidelberg, donde trabajó en su tesis entre 2014 y 2017. “De repente te ves inmerso en un ambiente completamente académico, donde todo el mundo que te rodea es especialista en algo. Había personas que se dedicaban solamente a estudiar una línea de un espectro de emisión de un tipo de galaxia en concreto. Y, para mí, meterme de lleno en eso fue increíble, porque de repente podía aprender muchísimas cosas que ni siquiera sabía que existían. Me gustó mucho, me gustó muchísimo. Yo creo que sí que despertó en mí las ganas de seguir después”.
Su tesis, defendida en 2017, aborda la relación entre el gas denso y el medio interestelar en galaxias cercanas. Para su investigación, la categoría “galaxias cercanas” engloba a aquellas que estén más cercanas de 20 megapársecs. Un megapársec equivale a un millón de pársecs. Y un pársec equivale a 3,26 años luz. Pues bien, en esas galaxias situadas más cerca de los 65 millones de años luz, Jiménez Donaire estudió “en qué tipo de estructuras este gas se forma y cómo se correlaciona con otros mapas que existían en el momento de trazadores de formación estelar”. Las conclusiones de su trabajo permitieron mejorar el conocimiento sobre la formación de las estrellas. “Hay algo en el ambiente de la galaxia, puede ser presión, puede ser densidad, puede ser incluso la interacción entre diferentes brazos espirales, que por condiciones dinámicas está cambiando esa tasa de formación estelar con respecto a la cantidad de gas denso de la que disponemos como reservorio para formar esas estrellas. Y eso era la primera que lo veíamos en otras galaxias de forma detallada. Lo que nosotros llamamos de forma resuelta, porque somos capaces de ver con detalle diferentes ambientes dentro de la galaxia”.
En su explicación sobrevuela una idea: no tenemos una visión global de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, porque estamos dentro de ella. “Por eso tenemos que salir a otro medio, a otras galaxias, para ver su morfología, cómo han evolucionado […], para ver cómo se forma, se destruye o se correlaciona con las estrellas este gas denso”. Salir a otro medio para tratar de entender el propio. Observar otras galaxias para comprender la nuestra.
Después de su período en Heidelberg, durante los años 2018 y 2019 trabajó con en el centro de astrofísica Harvard-Smithsonian, en Estados Unidos. Allí pudo ampliar el estudio del gas denso a otro tipo de galaxias y realizar operaciones con el telescopio Submillimeter Array, un interferómetro situado en Hawái. Disfrutó de una Submillimeter Array Postdoctoral Fellowship. “Son como una especie de etapa posdoctoral que tiene cierto prestigio, porque son becas competitivas y ofrecen condiciones bastante buenas para que tú hagas investigación de manera independiente, pero también explotes al máximo este instrumento, el interferómetro”, señala.
Han transcurrido casi siete años desde que Jiménez Donaire defendió su tesis y casi cinco desde que trabaja en el Observatorio Astronómico Nacional. La dureza y los sinsabores de la carrera investigadora están presentes cuando echa la vista atrás. También la permanencia de una brecha de género: “A la hora de formarme, no he visto tanta diferencia entre hombre y mujeres. Sin embargo, a la hora de acceder a puestos de mayor categoría, ahí hay una brecha clarísima, tanto en España como fuera”, apunta. ¿Y la motivación? “Creo que para una persona que tiene motivación para hacer ciencia es muy difícil o tienen que pasar cosas muy graves para que la pierda. Yo sigo teniéndola, sigo manteniéndola, creo. Me apasiona aprender técnicas nuevas o cualquier tipo de observación nueva que yo pueda hacer, que me pueda complementar, que nos permita responder a algo. Me parece ya un logro. Para mí eso sí que me motiva día a día”.