Antimilitarismo
La UME como engañabobos

La Unidad Militar de Emergencias, empleando personal escasamente cualificado en relación a las tareas que acomete, está usurpando puestos de trabajo, desplazando a parte de los operarios que tradicionalmente asumían esos trabajos, practicando intrusismo e impidiendo que personal debidamente formado y equipado se haga cargo de dichas tareas, lo cual, obviamente, acarrea una clara mengua de calidad en el servicio.
Soldaditos
Fotografía de Sahand Babali. Unsplash
Grup Antimilitarista Tortuga
16 nov 2021 07:55

Imagine que un día cualquiera acude usted a la consulta de su médico de cabecera. En lugar del galeno, tras el ordenador de la mesa desde donde atiende hay un sargento uniformado de la Unidad Militar de Emergencias. No es médico pero, “no se preocupe”, dice, “he seguido un cursillo de atención médica primaria”. En la puerta del centro de salud le espera una unidad móvil de TVE para poderle entrevistar, para el telediario, cuando acabe de atender a todos sus pacientes.

Ha pedido cita a final de la mañana, cuando va a recoger a sus hijas al cole, para hablar con la maestra. En su lugar le atiende un cabo uniformado de la UME. “Formo parte de un despliegue de la Unidad en apoyo a la instrucción escolar y, en estos momentos, sustituyo a la profesora de sus hijas”, le dice. “No poseo la titulación de magisterio”, añade respondiendo a su pregunta, “pero tengo la ESO y el bachiller, más la preparación militar; suficiente para poder dar clase a unos niños de nueve años”. En la puerta del colegio esperan las cámaras de los medios locales y alguno autonómico para hacerse eco de lo que se considera un meritorio compromiso de la Unidad Militar de Emergencias con la educación de los niños españoles.

Ha pedido cita a final de la mañana para hablar con la maestra. En su lugar le atiende un cabo uniformado de la UME

Hay una inundación provocada por una DANA, o un incendio forestal de grandes proporciones. Trabajan con denuedo los bomberos, los servicios de emergencias, los voluntarios de protección civil. Algunas unidades de la UME, llegadas dos días después del inicio de la emergencia, ayudan a la tarea, sobre todo en cuestiones logísticas, segundas líneas y retaguardia. El impacto mediático es de primer orden. Todas las cámaras tratan de mostrar al gran público la entrega y profesionalidad de quienes luchan contra la catástrofe con riesgo de sus propias vidas. Y por eso, sin excepción, reflejan el trabajo de la UME y entrevistan a algunos de sus miembros.

Un volcán ha erupcionado en una isla canaria. Hay polvo en suspensión, cenizas y destructivas coladas de lava. Usted ve la televisión en su casa con interés en informarse de la situación. Va cambiando de canal y la imagen invariable es una reportera con micrófono, con la imagen del humeante volcán a su espalda, y algún vehículo de la UME en las proximidades. El volcán ha abierto nuevas bocas, la lava amenaza nuevas propiedades, pero todo está bajo control: “La Unidad Militar de Emergencias trabaja tomando muestras del aire”. Para mejor verificarlo e informar suficientemente a las personas televidentes ¿quién necesita un vulcanólogo o un bombero en primera línea? Mucho mejor una entrevista con, por ejemplo, un cabo de la UME: “el volcán está muy activo, las coladas avanzan poco a poco, hay que tener cuidado, pueden caer piroclastos...”.

Puestos estos ejemplos imaginarios, digamos ahora cinco cosas acerca de las verdaderas razones de ser de la Unidad Militar de Emergencias.

Uno.

Los ejércitos están para lo que están. Es decir, para que haya guerras, industrias armamentísticas y negocios vinculados a ambas cosas. Porque si lo que se quiere es apagar fuegos o socorrer víctimas de catástrofes no se invierte en militares sino en cuerpos civiles especializados en dichas cuestiones. Un cuerpo militar dedicado a emergencias civiles no puede ser otra cosa que una cuestión de propaganda, de engaño, de disimulo. De que, por distracción, no se conozca lo que las unidades de las fuerzas armadas más conspicuas están haciendo en unos y otros escenarios de ocupación. Recordemos cómo antes de que el gobierno de Zapatero pariera el engendro de la UME, la propaganda militar televisada española se enfocaba hacia el “humanitarismo” de nuestras tropas, que llevaban pan, cariño, libertad y atención médica a las mujeres y niños, por ejemplo, de Afganistán. Con la UME ese esfuerzo de creatividad lírica se hizo innecesario.

Antes de que Zapatero pariera la UME, la propaganda militar televisada se enfocaba al “humanitarismo”. Con la UME ese esfuerzo de creatividad lírica se hizo innecesario

Dos.

Los militares de la UME son sobre todo militares. Como los albañiles son albañiles, los médicos son médicos, y los bomberos, bomberos. Y se preparan y entrenan, sobre todo, para ser soldados. Puede ser que también aprendan algo sobre apagar fuegos, drenar inundaciones o dirigir el tráfico. Igual que si a un albañil, a un médico o a un bombero se le da un fusil y se le hace practicar un poco: algún disparo atinará. Pero, si queremos ser óptimos, lo lógico y normal es que cada función sea atendida por quién está cualificado y especializado en ella. Por tal razón, y a pesar de lo que trasluce la propaganda televisiva y de su enorme protagonismo mediático, en las situaciones de emergencia la UME suele desempeñar más bien tareas auxiliares y no es el principal organismo público que afronta cada situación.

Tres.

Aunque sea redundar: siendo la UME una instancia mayoritariamente auxiliar a otras fuerzas civiles a la hora de atender las emergencias, que, además, ni siquiera suele estar presente en los primeros compases de cada catástrofe, sino que es enviada, a veces, con días de retraso al lugar en cuestión, recibe una atención mediática desmesurada, así como reconocimientos, condecoraciones, homenajes... llegando a eclipsar a cualquiera de las otras instancias -civiles- presentes y actuantes en el lugar de los hechos. Tal incongruencia, tal absurdo, tal injusticia constituye una clamorosa evidencia de la verdadera razón de ser de esta unidad del ejército español: la pura y dura propaganda. Y, de hecho, no se pierde ocasión de hacer desfilar a la UME en cuantos más informativos mejor. Incluso la pandemia del coronavirus fue oportunamente aprovechada para mostrar a los efectivos de la unidad en la ímproba labor de desinfectar superficies de la vía pública; como si no hubiese cuerpos civiles de limpieza en los municipios que, como cualquier otro servicio, no pudiesen ser reforzados en caso de necesidad.

No se pierde ocasión de hacer desfilar a la UME en cuantos más informativos mejor

Cuatro.

En el esfuerzo de publicitar el trabajo de la Unidad de Emergencias no solo se emplea la exageración, sino también la demagogia. La sociedad española ha llegado a creer la mentira de que cada vez que hay una situación de emergencia es la UME quien saca las castañas del fuego. Sin embargo, como se ha dicho antes, en dichos episodios, el esfuerzo principal corre a cargo de unidades civiles, cuyo esfuerzo queda prácticamente ensombrecido por tan omnipresente propaganda militar. Gran parte del público ha llegado a creer que la UME ha mejorado -y abaratado su coste económico- la respuesta española ante catástrofes, y que éstas camparían a sus anchas de no existir el cuerpo militar. Nada más lejos de la realidad. De hecho, la Unidad Militar de Emergencias, empleando personal escasamente cualificado en relación a las tareas que acomete, está usurpando puestos de trabajo, desplazando a parte de los operarios que tradicionalmente asumían esos trabajos, practicando intrusismo e impidiendo que personal debidamente formado y equipado se haga cargo de dichas tareas, lo cual, obviamente, acarrea una clara mengua de calidad en el servicio.

Los grandes avances del militarismo en el estado español se han dado bajo gobiernos del partido socialista. 

Cinco.

Lo que sí hay que reconocer es el éxito de la estrategia. Soy de quienes opinan que, en las últimas décadas, los grandes avances del militarismo en el estado español se han dado bajo gobiernos del partido socialista. El ejecutivo de Rodríguez Zapatero, el presidente que más hizo por enviar tropas españolas fuera de las fronteras estatales a participar en unas y otras invasiones imperiales, fue el inventor de la UME. Desde entonces, como decimos, con la incesante ayuda de los mass media, el prestigio social de esa unidad y, de su mano, del conjunto de las fuerzas armadas españolas, no ha hecho sino ir a más. Lo cual no dice mucho, en diferentes aspectos, del ciudadano español medio actual. Hoy, el gobierno de Pedro Sánchez y de sus socias de Unidas Podemos (en estos asuntos no hay disensos) insiste en profundizar la vía de la militarización social y, por lo tanto, se apuesta y se seguirá apostando por la Unidad Militar de Emergencias como buque insignia de la propaganda militar. Es más, en un alarde de originalidad, el presidente Sánchez no ha querido ser menos que su antecesor Rodríguez Zapatero, y no ha dudado en proponer a los países socios de la UE -con la habitual parafernalia mediática para la puesta en escena- la creación de una Unidad Militar de Emergencias europea.

Si seguimos así, vamos a tener militares hasta en la sopa.

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