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Control de fronteras
Tecnologías de frontera y rescates marítimos

El viento golpeaba las olas, que rompían con fuerza contra el casco. No se veía tierra por ningún lado, solo agua y cielo. A juzgar por el maltratado GPS principal y el de soporte, conectado a una placa programable y alimentada por batería solar, estarían cerca de los límites fronterizos entre dos países. Se hacía difícil imaginar una gigante línea inamovible, delimitando, bajo kilómetros de agua, arena, roca y vida.
La ocupante echó un vistazo casi intuitivamente a las cajas llenas de alimento, agua y botiquines, listas para asistir a un grupo de personas, que cabalgaban las mismas olas que ella y su equipo, pero unos kilómetros más arriba o más abajo de esa línea imaginaria bajo el mar. En ocasiones como aquella, le parecía un constructo de lo más ridículo. Por fin llegó un aviso por radio y todo el equipo se puso en marcha con sincronización y gravedad. Los minutos pesaban y ahogaban, pero no debían paralizarles, tenían que llegar antes.
Había repetido los mismos movimientos y actuado bajo la misma prisa varias veces, y sus músculos habían aprendido el gesto y funcionaban por su cuenta, pero siempre pesaban.
El mismo viento azota otra embarcación. Incluso una pequeña ola rompiendo en su estructura parecía, a esas alturas, una amenaza. No había tierra alrededor, solo agua. Y cielo. Quizás si habría tierra, y solo se escondía detrás de la deshidratación y el miedo. Era imposible imaginar donde habría una línea trazada bajo el mar entre las rocas, que informase de que estaba en otro mundo. La imagen de un cuerpo partido por una línea imaginaria mientras cruzaba esa frontera le daba vértigo. Hogar e incertidumbre, miedo y esperanza, a la vez peligro y cansancio, fuerza. Tantas emociones no cabían y sin embargo allí estaban. No se veía tierra, solo agua. Agua y mar, cielo. Nubes, olas, agua, un barco. Espera, ¿un barco?
Mensajes que van y vienen, rebotan de una radio a otra. El sonido está envuelto entre el ruido del mar, que ya era ruido blanco. Al fondo, al horizonte, se ve tierra. El agua entra en el cuerpo, fría. No hay tregua, más que unos breves minutos en los que la realidad está aún por caer. Mar, cielo, agua, sal y, ahora, tierra.
En este episodio hablamos con Juan, trabajador de SeaWatch, una ONG que se dedica a rescatar embarcaciones de migrantes en el Mediterráneo. Como administrador de sistemas, nos habla sobre la vida en el mar y la parte de infraestructuras tecnológicas en estas misiones.
También contamos con la presencia de Carlos Lancho, miembro de AlgoRace que nos presenta el informe Tecnología digital para el control migratorio en la frontera sur de España, donde ahondamos en la materialización de las inversiones en control de fronteras en nuestro país.
En este programa han sonado:
Sarah Haras- The consecuences of my own actions
María Peláe - La niña
JPN kasai - hayanae uta
Papaphilia - no path is forged over the abyss