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Poco antes de la gran final del Festival de Eurovisión, donde obtuvo para España un histórico tercer lugar, Chanel dio una entrevista en la que afirmó que muchas niñas racializadas, al verla, sabrán que ellas también tienen posibilidades. Y añadía: “Soy una mujer racializada sobre el escenario haciendo lo que quiere, siendo libre”.
Primera lección: si hay algo que nos tiene que quedar claro —de una vez por todas— es que no se puede seguir ignorando la diversidad étnico-racial de España. Continuar con el relato de la España blanca es, a estas alturas, una actitud tan racista como ridícula. Además de los datos históricos y empíricos que lo contradicen, este argumento implica quedarse obsoleto ante una realidad aplastante: las personas racializadas, pertenecientes a los pueblos históricamente oprimidos por Occidente, vamos a tener cada vez mayor presencia dentro del Estado español. Punto. Y no porque las instituciones quieran abrir las puertas, sino porque se verán obligadas a abrirlas.
Ya no se puede detener el ímpetu de nuestra determinación por hacernos ver y oír. Hace tiempo que venimos demandando nuestra presencia en diferentes espacios. Lo comenzamos a exigir en aquellos ámbitos donde se estaba hablando de nosotras sin nosotras, y por eso ahora nos invitan a ser parte de formaciones políticas, ocupar escaños en el Congreso o puestos en el Gobierno. Por lo demás, tienen claro que el discurso del “salvador blanco” ya no se sostiene y que nuestra presencia da coherencia a sus discursos y legitimidad entre sus votantes.
Si hay algo que nos tiene que quedar claro de una vez por todas es que no se puede seguir ignorando la diversidad étnico-racial de España. Continuar con el relato de la España blanca es, a estas alturas, una actitud tan racista como ridícula
El camino es largo y lo estamos construyendo poco a poco. Gracias a la ardua pedagogía y militancia antirracista política que miles de personas realizan en todo el territorio español desde diversos cuerpos, voces y experiencias, se ha logrado instalar el debate del racismo como un sistema mayor de opresión más allá de la clase y el género. Un relato que poco a poco se ha ido extendido a los medios de comunicación, cuestión de vital importancia para continuar con la siguiente fase que consiste en ocupar espacios en todas las esferas de la sociedad, no solo en el espectro de los movimientos sociales, la izquierda y el feminismo.
Por eso el triunfo de Chanel en el Benidorm Fest, junto con su tercer puesto en Eurovisión, son tan importantes. Porque su presencia trasciende los círculos de debate de siempre para convertirse en un tema mainstream, que es justo lo que necesita al antirracismo para dar el salto al debate público masivo.
En este sentido, Chanel vino a ser una bofetada al mito de la España blanca. Pese a la lluvia de críticas racistas y sexistas que recibió —recordemos que la acusaron de promover el machismo, de no tener legitimidad para representar a España por ser “extranjera”, y que incluso Unidas Podemos llevó al Congreso el sistema de elección del Benidorm Fest por falta de transparencia y que CC OO exigió “dejar sin efecto” su designación—, Chanel continúo adelante con orgullo y determinación, al punto de obtener un histórico tercer lugar para un país que hacía 38 años no conseguía estar entre los tres primeros puestos de este certamen.
Ante este resultado, ¿qué hicieron los que ayer la criticaban? Tragarse sus palabras y felicitarla públicamente. ¿Oportunismo? ¿Lección de humildad? Que cada quien saque sus conclusiones.
Sexualización, prostitución y las confusiones del feminismo blanco
La segunda lección que nos deja Chanel es que tenemos que aprender a diferenciar la sexualización que otros hacen del cuerpo de las mujeres, de la libertad que tenemos las mujeres para expresar nuestra sexualidad como nos plazca.
Decir que Chanel refuerza el machismo por cómo se viste y baila se parece peligrosamente al “si no quieres que te violen no vistas de forma provocativa”. Igual que somos capaces de entender que la culpa es del violador y no de la chica que iba con tacones y minifalda, debemos dejar de responsabilizar a las mujeres por el patriarcado y sus males. Primero, porque el patriarcado y su mirada sexualizante y cosificante ha existido desde siempre, y segundo, porque éste no puede depender de nuestra autocensura al momento de vestirnos y expresarnos.
La segunda lección que nos deja Chanel es que tenemos que aprender a diferenciar la sexualización que otros hacen del cuerpo de las mujeres, de la libertad que tenemos las mujeres para expresar nuestra sexualidad como nos plazca
Una mujer que está cómoda con ropa suelta es tan respetable como aquella que prefiere la ropa ceñida. Ni una ni otra deberían ser criticadas por cómo visten, y mucho menos se las debería culpar de nada por este motivo.
Se dice también que Chanel canta una canción escrita por un hombre y que la letra de SloMo promueve la prostitución. Sobre lo primero, es curioso ver cómo se recurre a argumentos que en otros casos no se señalan. ¿Se realiza este análisis tan riguroso con las referentes musicales, del teatro, el cine y la televisión del feminismo blanco? ¿Se vigila si son las autoras de las obras que interpretan? Parece de perogrullo, pero hay que recordar que las artistas también interpretan obras que no son propias.
Respecto al segundo aspecto, aferrarse a una sola palabra (daddy) para sostener que la canción SloMo es un alegato a favor de la prostitución me parece tan absurdo que ni siquiera entraré en ese detalle. Lo que sí diré es que con esta alusión volvemos al debate de siempre. El feminismo blanco —y cuando digo feminismo blanco no me refiero a personas, sino a una ideología que profesan no solo mujeres/feminidades blancas— tiene una obsesión con el uso que le damos a nuestros coños.
Para explicarlo de manera sencilla, da igual si un trabajo pone en riesgo la salud mental y física de una mujer y daña irreparablemente, por ejemplo, su espalda, riñones, piernas y brazos, nunca veremos a una mujer que profesa el feminismo blanco abogar por la abolición de esta actividad. Como mucho, pedirán regularla, legislarla, pero nunca abolirla. El abolicionismo entra en acción única y exclusivamente cuando se trata de nuestros coños. Esto es lo que yo llamo ¡la santificación del coño!
Por eso nunca veremos movimientos abolicionistas de los trabajos de camarera de piso o de recolectora de fruta. No importan el deterioro físico y mental, los dolores crónicos, ni que mujeres de 40 años padezcan enfermedades propias de mujeres de 80. No importa por la simple razón de que ahí no hay coños en juego.
En lugar de criticar el trabajo sexual, confundiéndolo a veces de forma interesada con la trata, el feminismo blanco debería estar ahora volcado en apoyar la campaña del movimiento RegularizaciónYa, que está tratando de reunir 500 mil firmas para lograr la regularización administrativa de 500 mil personas sin papeles, a través de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP).
¿Qué está haciendo el feminismo blanco aliado en esta campaña?, ¿en qué calles están instalando las mesas para pedir las firmas que podrían ayudar a que miles de mujeres migrantes sin papeles obtengan un permiso de trabajo y puedan —si así lo desean— dejar el trabajo sexual? Eso es actuar de aliada. No decirle a una mujer adulta lo que puede hacer o no con su cuerpo.
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Chanel es un personaje de ficción diseñado la industria del entretenimiento “latina” domiciliada fiscalmente en Miami. La persona que lo interpreta en la escena, los platós y los medios realiza muy profesionalmente su cometido. Pienso que sería deseable no olvidar ni lo uno ni lo otro, ni al criticar ni al vindicar a SloMo-Chanel.
Otras lecturas que se pueden hacer sobre Chanel:
Que baila y artistea como las grandes stars del mundo mundial, es innegable.
Que me alegro que le vaya bien y tal.
Que el personaje musical que vende, está ya muy visto y que, efectivamente, se basa mayormente en mostrar pernil y letras de poca enjundia intelectual. Dicho esto, cada quién servimos para lo que servimos...
Que el empoderamiento femenino no sólo debiera ser mostrarse desenvuelta en la cama, digamos. Que está muy bien, claro.
Que en pocas semanas, nadie se acordará ya de esta señora.
Mezclar churras con merinas no es caracteristico del rigor periodístico al que nos tiene acostumbrados El Salto, por mucho que esto sea un artículo de opinión.
Sin embargo es exactamente lo que se hace al meter en el mismo saco, y sugerir implícitamente que son lo mismo, los comentarios racistas y el odio que se vertió contra Chanel tras su victoria en el Benidorm Fest, y las peticiones de investigación del proceso de elección en éste de Podemos y CCOO.
La elección de Chanel fue un tongo como la copa de un pino. Punto. Y eso no es racista.
Una vez elegida, es lo que hay, nos guste o no. Me alegro mucho por su éxito y le deseo una carrera fructífera, que yo no seguiré porque no me gusta ni el estilo, ni la letra ni nada de nada.
Y señalar a los fascistas y xenófobos es un sano ejercicio, que se ve distorsionado y devaluado cuando también apunta hacia donde no es, hacia donde no toca
No es el primer análisis del “fenómeno Chanel” que lo reivindica como un éxito para la lucha contra el racismo y para las mujeres racializadas. Sugerir que los logros de la cantante representan un avance no parece caer en cuenta en el consenso absoluto que comparte con los medios racistas y capitalistas del reino, que desde que Chanel fue impuesta por la puerta de atrás como representante del estado español aplauden a rabiar estos supuestos logros y nos los meten en la fábrica de psique de la caja boba a todas horas.
Desvirtuar la crítica a las letras de la canción de Chanel afirmando que su origen único es el racismo del feminismo blanco liberal es recurrir a un argumento todo modo que niega la posibilidad de analizar críticamente su contenido. "Sugar daddy" (que no "daddy" a secas, como sonsaca de la canción de manera incompleta la autora) es un concepto inequívoco: hombre que financia el servicio sexual sostenido de una mujer más joven.
Que en su discurso Chanel reivindique ser racializada y que defienda la canción como un ejercicio de empoderamiento es parte de un mismo dispositivo que ella no controla en absoluto. Los medios crean sentido. El sentido que busca crear esta canción es inequívoco: no tengo problemas con el "money" porque tengo mi "sugar daddy". Esta es la vía de liberación que propone la canción para las mujeres racializadas que el análisis considera que han sido empoderadas gracias al éxito de la cantante.
Por otra parte, la reivindicación del trabajo sexual como opción laboral no debería estar reñida con la visión crítica de la realidad de la explotación sexual a la que se ven sometidas la mayoría de mujeres (la mayoría racializadas) que se encuentran atrapadas en las redes de prostitución de mujeres que atraviesan la geografía del reino borbónico, como de tantos otros lugares. En un ejemplo sangrante de la experiencia más salvaje del denominado racismo blanco, equivaldría a reivindicar el relativo bienestar que disfrutaban las esclavas de librea que servían en las mansiones de los esclavistas de las Américas, sin mencionar el maltrato de las mayorías que sobrevivían en las plantaciones - luego contribuyendo a invisibilizarlo.
Pues es que no habla de sugar daddies en ningún momento, la letra de la canción (un repasito, una escuchita, una googleadita, verás como no), pero es interesante ver cómo se siguen reproduciendo los argumentos basados en estos sobreentendidos; quizá habría que plantearse si esos sobreentendidos no vienen precisamente del racismo y el machismo interiorizados –dar el dato por válido porque nos cuadra con lo que asumimos del personaje y sus circunstancias es bastante revelador– y cómo se sigue dando por hecho que las mujeres (en este caso Chanel) somos simples juguetes en manos de un sistema en el que no tenemos ningún poder de decisión. Chanel tiene ahora mismo un altavoz enorme (independientemente de que el altavoz se lo proporcionen los medios mainstream) para iniciar una conversación sobre la representación mediática de la diversidad, pero pasemos por encima de ella, qué va a saber, es solo una chica.
Y no, no se trata de reivindicar el trabajo sexual como una vía de liberación, se trata de constatar la realidad de que coexiste con otras muchas formas de exploración a las que, como dices, están sometidas, entre otras, muchas mujeres racializadas. Lo llamativo (y si repasas el último párrafo verás que es exactamente a lo que se refiere) es que el trabajo sexual sea el único que parece molestar a ciertos feminismos y a ciertos sectores de la izquierda.
En cualquier caso, asumir que la canción o la autora proponen la prostitución como una vía de liberación para las mujeres racializadas es una pirueta mental realmente impresionante. Enhorabuena
Se puede decir más alto pero no más claro.
Me recuerda, salvando distancias, la bochornosa idea de Rubiales cuando dijo aquello de que la Federación española de fútbol había llevado la dignidad a miles de mujeres saudíes : " ahora tienen baños en los estadios", vomitó.
De primero de ameba.