We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Crianza
Cuidar, criar, hacer comunidad: una experiencia de crianza compartida
¿Qué tal si deliramos por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible…
Es muy probable que el grupo de personas que escriben este libro recogieran en algún momento esta provocación de Eduardo Galeano. Ese delirio por otras maneras de entender el mundo que da fuerzas a unos brazos arremangados para construir, para pasar de la ensoñación a la acción.
Me acerqué a sus páginas con el recelo que me provocaba encontrar otro proyecto que nace para satisfacer a familias que buscan una educación alternativa y termino de leerlo emocionada ante una experiencia que se vivencia y se cuenta en primera persona del plural. Y es que este es un proyecto que surge de la necesidad de cuidados en los primeros años de vida y que se construye poco a poco, a partir de los saberes y los recorridos previos de las personas que lo inician y mantienen. Estas personas, que han venido creciendo en colectivo, llegan a este tiempo de la vida en el que criar en una ciudad como Madrid se convierte en un acto individual, solitario y difícil y consiguen saltar del ámbito comúnmente privado de la crianza al espacio colectivo; consiguen poner en marcha una experiencia de crianza compartida.
Este espacio se llama El Arenero y es narrado en el libro desde sus inicios, desde los primeros pasos entre el sueño y la realidad, con el anhelo de quienes quieren para sus criaturas ese otro mundo posible por el que llevan tiempo luchando en otros ámbitos y ahora, ante la necesidad del cuidado de la infancia, ponen el mismo entusiasmo y deciden desde los mismos criterios que en otros proyectos comunes.
Diálogo, merienda y círculo parece la rutina más habitual de este espacio educativo, una combinación impecable y adecuada para todas las edades, así de sencillo hacen que parezca, así son sus aportaciones y cuestionamientos, especialmente para quienes intentamos construir comunidades educativas transformadoras. La revolución de los pequeños pasos, el acto de resistencia al salir de nuestras casas y llamar a otras puertas para pedir algo más que una cebolla.
El planteamiento pedagógico de este proyecto se hace desde un lugar nada frecuente en estos tiempos y aquí radica otro de los intereses de este libro. Cuando lo habitual en experiencias educativas alternativas a la escuela tradicional viene siendo la referencia a determinados enfoques metodológicos o autoras que se nombran incesantemente, en estos párrafos no encontramos dogmas sino términos que nos llevan a la reflexión: corresponsabilidad, confianza, austeridad, heterogeneidad, necesidad de pertenencia, colaboración, redes de barrio. Freire como cabecera y Arnaiz para el epílogo son los dos únicos referentes nombrados, cada uno en su dimensión, citados directamente para abrir y cerrar el libro, no son cualquier cosa, dos citas que ya dicen mucho.
Es muy de agradecer que las autoras, adelantándose a nuestras posibles aportaciones, compartan abiertamente y con sinceridad su debate interno con respecto a la contradicción entre lo público y lo privado y el necesario carácter universal de la escuela, es muy interesante cómo aparece junto a la autogestión y la reapropiación de lo público.
El Arenero, un oasis real en medio de la ciudad de Madrid, redes de cercanía puestas en conexión como acto de resistencia social, conexión de proximidad en un mundo virtualmente híper conectado: unas familias sabiendo solucionar colectivamente la necesidad de cuidado en la primera infancia y unas criaturas que aprender a vivir, a conocer y a ser perteneciendo a un colectivo.
Ojalá sepamos ahora recoger el reto que se nos lanza en el libro para que en otros espacios educativos retomemos estos debates tan necesarios.
Si se pidieran más cebollas, la ciudad lloraría menos