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coordinadora del área de energía y clima de Ecologistas en Acción @MarinaGrosBreto
investigador en Energía del Observatori del Deute en la Globalizació (ODG) @JosepNuaCor1992
responsable de comunicación del Observatori del Deute en la Globalització (ODG) @martapfargas
El futuro siempre es una incógnita. Y más en estos tiempos de turbocapitalismo en los que la realidad se transforma demasiado rápido y la urgencia de la crisis climática apremia. Las noticias de nuevos proyectos de producción de hidrógeno verde, de las infraestructuras de transporte, de los acuerdos de suministro entre la UE y otros países, se suceden incesantemente. Sin embargo, hablar del hidrógeno verde (en adelante hidrógeno) en profundidad es complejo, tanto desde lo macro y como desde lo micro, porque no hay una respuesta simple.
En esta investigación “El Rastro del Hidrógeno” del Observatori del Deute en la Globalització (ODG), en colaboración de Ecologistas en Acción, hemos querido tomarnos el tiempo para analizar, pensar y debatir, para arrojar un poco de luz en este tema desde una mirada ecofeminista. Y sobre todo, para visibilizar los impactos invisibles de lo que todavía no existe. A día de hoy no se conocen los impactos reales que puede llegar a tener el desarrollo de la “economía del hidrógeno”, ya que la mayoría de los proyectos se encuentran todavía en fase de estudio de viabilidad. Sin embargo, podemos intuir lo que puede significar un desarrollo del hidrógeno que pretenda sustituir en un modelo 1 a 1 los usos de los combustibles fósiles. En este caso, el marco lógico del sistema socioeconómico capitalista, neocolonial, patriarcal y extractivista se mantiene y, por tanto, sus herramientas, tendencias e impactos pueden ser similares a los ocurridos en el pasado y en otros sectores.
Hemos querido encontrar ese “rastro” que va a dejar el hidrógeno, visitando territorios y zonas de sacrificio, entrevistando y recogiendo la voz de colectivos que están teniendo una mirada crítica con el modelo de implantación. En definitiva, aquellos que ya trabajan en el cuidado y defensa del territorio, y están viendo cómo el hidrógeno añade otra capa de complejidad a su realidad local.
Durante noviembre y diciembre de 2022, el ODG realizó un trabajo de campo sobre los impactos relacionados con la minería de litio y el hidrógeno verde en Chile y Argentina. Y a finales de diciembre de 2023, el ODG y Ecologistas en Acción viajamos por Catalunya, Aragón, Euskal Herria y Cantabria siguiendo algunos proyectos situados en el eje uno de la posible Red Troncal del Hidrógeno del Estado español. La conclusión es que se van a producir los mismos impactos, aunque diferenciados, en los distintos territorios y en las personas que los habitan. El modelo está pensado para la exportación, totalmente desvinculado de las necesidades y capacidades reales que tienen los territorios donde se produciría.
Impactos en el territorio
En el contexto actual de crisis climática, las instituciones están impulsando la transición energética para reducir las emisiones de CO₂ y, por lo tanto, cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Esta transición se caracteriza por la descarbonización de la economía, que pasa por la electrificación de los sectores productivos mediante la implementación de energías renovables no convencionales, fotovoltaicas y eólicas, a gran escala.
No todos los sectores son electrificables y es aquí donde entra en juego el hidrógeno verde como elemento necesario y esencial para la transición energética. Y es verdad que puede tener sentido para unos usos muy concretos, pero no puede servir para todo. Y menos aún para perpetuar el status quo de la industria fósil.
Desde nuestro punto de vista, debemos empezar a hablar de priorización y jerarquización de los usos del hidrógeno. A preguntarnos desde lo colectivo en qué cantidad vamos a necesitar industrias y sectores que lo utilicen en un nuevo modelo energético / socioeconómico que esté alineado para afrontar la crisis climática y cubrir las necesidades sociales. ¿Queremos continuar con la producción de plásticos y fertilizantes químicos? ¿Cuándo debemos cerrar las refinerías? ¿Qué hacemos con la producción de acero? ¿Cuánto acero necesitamos para la transición ecológica?
Preguntarnos - estas y otras muchas preguntas - puede hacernos conscientes de que ciertos planes que se están poniendo encima de la mesa por las administraciones están lejos de abordar las necesidades reales para la transición ecosocial. De qué quizá se están sobredimensionando las necesidades del hidrógeno en el futuro. Y producir hidrógeno, desde luego, tendrá unos impactos sobre el territorio.
Las principales afectaciones detectadas por las organizaciones locales que entrevistamos se relacionan con el elevado consumo de agua, la implantación de energía renovable sin planificación y la priorización de las inversiones públicas en megaproyectos industriales respecto a inversiones de carácter más social y comunitario.
En el Estado español más del 46 % de todos los proyectos de hidrógeno planificados se ubicarán en zonas con gran escasez de agua de aquí a 2040. Aunque la producción de hidrógeno representa una fracción pequeña de la demanda de agua de otras industrias u otros usos del agua como la agricultura y la ganadería. Pero es muy importante la dimensión local, ya que añade otra capa de presión, sobre todo en regiones que ya sufren estrés hídrico o en épocas de sequía.
En cuanto a la producción de electricidad renovable, no podemos olvidar que el sistema energético tal y como está diseñado actualmente favorece la acumulación de capital y los beneficios empresariales, frente a la sustentabilidad de la vida de la mayoría de la población. Una transición justa y feminista también significa analizar críticamente cómo usamos la energía y las desigualdades que implica, quién termina usando la mayor parte de la energía y a costa de quiénes.
La falta de planificación y dimensionamiento, unida con el poco fomento de la participación ciudadana y una implantación desigual, ha llevado a una situación de tensión y confrontación en algunos territorios y proyectos de renovables. El desarrollo del hidrógeno, tal y como se plantea, añadiría todavía más tensión, ya que se necesitan parques de renovables “adicionales” para cubrir la demanda eléctrica. Esta situación se debe resolver con escucha. La sociedad civil organizada demanda un diálogo social que aborde el decrecimiento o suficiencia en los territorios. Para desarrollar una planificación basada en las necesidades reales de los territorios. Para construir un futuro no dominado por las lógicas que han llevado a esta situación de emergencia.
Europa, en busca de hidrógeno alrededor del planeta
En 2021 ya alertamos de los riesgos e incertidumbres que plantean las propuestas lanzadas por administraciones y empresas en el informe “Hidrógeno: ¿la nueva panacea?”. Sin embargo, a raíz de la guerra en Ucrania, la presión en la promoción de los proyectos de producción y transporte de hidrógeno se ha intensificado. La Unión Europea quiere convertirse en la región del mundo con el mayor consumo de hidrógeno en 2030. Según la Comisión Europea se estima que Europa necesitará 20 millones de toneladas para satisfacer su necesidad de descarbonización. La mitad de esta suma se pretende importar de terceros países.
Los acuerdos de importación se quieren utilizar para establecer nuevas relaciones o consolidar las existentes con países del Sur Global, reproduciendo las prácticas neocoloniales que también ha llevado a cabo con los combustibles fósiles. Un ejemplo es Chile, con quien la Unión Europa ha modernizado el acuerdo comercial existente, incluyendo elementos necesarios para la transición verde, como el hidrógeno y materias primas críticas.
En Chile, el que será el principal país productor de hidrógeno verde en América Latina, los impactos de los proyectos se los llevan las comunidades indígenas del Pueblo Chango, que ven como la biodiversidad de su costa se ve afectada por las desalinizadoras que pretenden alimentar de agua los proyectos de hidrógeno verde que se instalarán.
Los planes de la Unión Europea pueden fomentar que en los países del Sur Global, en lugar de dedicar sus esfuerzos a descarbonizar su producción eléctrica, la energía renovable sea utilizada para la producción de hidrógeno para la exportación, poniendo en riesgo su propia transición energética. Además, los proyectos de hidrógeno en el Sur Global tienen un alto riesgo de fomentar el acaparamiento de tierras, desalojo de comunidades, acuerdos de deuda injustos, pérdida de biodiversidad y conflictos por el uso de la tierra. Si los planes siguen adelante, representarán la enésima apropiación neocolonial y patriarcal de recursos por parte de Europa.
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