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Medio ambiente
Fútbol y medio ambiente
Florentino gana. Con ese Madrid victorioso y también con las carreteras extremeñas, o la desaladora de Escombreras de Murcia o la hidroeléctrica del río Cahabón en Guatemala. Gana con sus campañas de dominación y neoextractivismo.
Pedro Pazos es mi referencia de la lucha agroambiental. En el discurso y en la acción. Cosmopolita y rural, este cañamerano viajero fundó una de las primeras comunas anarcoagrarias de España en Valdecaballeros... en vida del dictador Franco.
Llevo tiempo con la suerte de destinar horas, proyectos y experiencias reales escuchándole y compartiendo visiones y hechos, contemporáneos o pasados.
Y me habló de un trabajo colectivo pionero insólito, que en 1978 concentró el saber acerca del expolio de los recursos de nuestra comunidad. Se tituló Extremadura saqueada. Recursos naturales y autonomía regional.
El tamaño del grupo era muy importante (49 personas) y la trascendencia de las agresiones socioambientales, aplastante. Extractivismo en la energía, en los capitales... Asimetría en la propiedad de la tierra, despilfarro en el uso agrario del agua, la agricultura como actividad esquilmadora, la energía nuclear como atropello...
Todo parecía tan tremendamente actual que asustaba.
Pasaron 40 años desde que se publicó la obra.
Si bien la actitud bondadosa y risueña de José Manuel le deja a una cargada de optimismo, aunque acabe de recibir un magnífico golpe en cada una de sus partículas elementales
Hace unos días tuve la satisfacción de acudir en Cáceres a la efemérides que celebraba el aniversario de la publicación del trabajo.
Sosteniendo el peso notado de la ausencia de Mario Gaviria, recientísimamente fallecido, el incombustible Juan Serna acompañó la presentación demoledora del tercer coordinador de la obra, el magistral José Manuel Naredo. En la exposición “Dominación y neoextractivismo”, el economista Naredo planteó una situación en la que Extremadura, pero también España y el planeta entero, han empeorado gracias a la eficiencia, diversificación e ingenio de los saqueadores.
La concurrencia siguió el itinerario del mensaje pausado, cargado de referencias, cifras y gráficos, intuyendo un final amargo, como el de esas películas que tratan sobre lo real.
Y así fue. Si bien la actitud bondadosa y risueña de José Manuel le deja a una cargada de optimismo, aunque acabe de recibir un magnífico golpe en cada una de sus partículas elementales. Quien las tenga.
Mensaje claro, audiencia receptiva, concienciada y militante. Una muestra de actores del ecologismo social, economías alternativas y modelos de producción contrahegemónicos.
Un éxito de más de cien concurrentes.
Y llegó el fútbol a poner cada cosa en su sitio
Finalizado el evento, las leyes no escritas de nuestra cultura festiva exigen las rondas y el jaleo del bar. ¿Y qué tocó?
Bar de franquicia con televisión puesta.
Y en la pantalla... fútbol.
Y llegó el fútbol, a poner cada cosa en su sitio.
Un Real Madrid vestido de blanco enfrenta a la Juventus. Ronaldo preparado para lanzar un penalti.
Hemos pasado de la Extremadura saqueada al Madrid vinciturit.
De reojo las conversaciones se aflojan.
Cristiano marca.
Algunos ojos brillan, hay cuellos que se engrosan, alguna cara ríe. Algunos son de aquella audiencia receptiva, concienciada y militante.
Las conversaciones vuelven a entonarse.
Triunfo.
Pero Extremadura sigue saqueada.
Y el mundo.
Florentino gana. Con ese Madrid victorioso y también con las carreteras extremeñas, o la desaladora de Escombreras de Murcia o la hidroeléctrica del río Cahabón en Guatemala. Gana con sus campañas de dominación y neoextractivismo.
El cacique ya no lleva plumas, ni se le ve... ni vive en el pueblo.
Ha sido sustituido por un gigacacique.
Y entre sus detractores se aplaude a Ronaldo.
El eje Franco-Bernabeu-Florentino no deja hueco. El despotismo a cara descubierta.
Ese Madrid debería vestir del color de la perfidia que, si es que existe, seguro no será blanco.
Todos perdemos oportunidades.
Cristiano perdió la suya. Bien pudo haber fallado el penalti y haberse quitado la camiseta después. Como sorpresa, en sus musculitos de tableta de chocolate, podríamos haber leído “esto-va para-el-pue-blo-gua-te-mal-te-co” según corría por el campo. Pero no. Tampoco le pedía imposibles, como enmudecer y no vociferar su rebuzno favorito.
Machirulismo y estulticia.
Florentino puede estar tranquilo. Su gladiador periférico hace bien su mandado. Los palmeros también, con las entendederas usurpadas, mientras descansan de ser los activistas del cambio.
Nos sobran Calígulas, nos faltan Espartacos y sobre todo sobra mucho público.
No hay justificación para la complicidad.
Los indígenas guatemaltecos no se lo merecen, y nuestra inteligencia tampoco.