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Voces de Extremadura
La virtud del momento y Los hijos de Kyoto
Ana Baliñas (Santiago de Compostela, 1969), es licenciada en Filosofía, y desde 1994 reside en Extremadura. Comenzó escribiendo en gallego, tiene publicadas varias obras de aquella época. Ya en Extremadura obtiene el Premio Extremadura Joven de Poesía 1997. Su vida profesional está vinculada a Libre Producciones.
[Voces de Extremadura es un espacio para dar a conocer a personas que se implican en el día a día de nuestra región, y también a aquellas que crean literatura en este espacio geográfico.
Podéis hacer llegar vuestras colaboraciones y sugerencias a nuestro correo elsaltoextremadura@elsaltodiario.com, al igual que a nuestras redes sociales.]
CREDO
a J.C.M.Algún día
todas las contradicciones volarán por su propio peso
dinamitando el aire
sin duelo, sin espasmos
como un dúo de pájaros.
No habrá torres más altas.
Los alambres de espinos se arañarán el corazón
y el papel moneda arderá solo
en la cripta embrujada de los bancos.
Entonces será el día.
Volveremos a vivir como siempre quisimos.
Entonces temblaremos de pura felicidad
y aprenderemos a temblar de pura felicidad.
DISOCIACIÓN
La dulce, dulce primavera me traiciona una vez más.Vivo preso sin mí, y el ente extraño
que posee mi cuerpo me maneja sin hilos.
No, no, corazón. No hagas tus planes
porque un íncubo terrible aterrizará en todas tus pesadillas
se enseñoreará del día de anteayer sin que sepas cómo lo hizo
y nada de lo que hayas realizado permanecerá para verlo,
para acunarlo entre tus brazos, para atesorarlo aunque sea en
un rincón disimulado...
La autoridad del miedo vigilará por ti
gobernará el termómetro, la brújula, el reloj, el higrómetro, el
velocímetro
desplegará en rectángulos odiosos su automatismo,
talará una por una tus raíces, tus ramas,
alienará deseos, borrará bien tus trazos
y nada quedará, para entenderlo, cuando acabe de soplar los
rastros que dejaste...
Odio, ira, rencor... te juzgarán. Condenarán tu gusto
al sabor sin final de la pólvora cien veces ensalivada
tu cuerpo al martilleo del detonador de la explosión reprimida
tu mente al estallido de la violencia, al estadillo de la violencia
tu lógica, tu pasión
al reiterado borrón sin cuenta nueva...
No, no te levantes... No intentes salir del hoyo, del hondón, del
socavón del mundo
de uno de los infinitos baches del empedrado del mundo.
Éste es tu lugar. Aquí donde todos los navegadores pierden el
rumbo,
y rompen las coordenadas como olas magníficas
que se disipan en nadas y en espumas de lágrimas viciadas,
mientras la sal del no ser se aposenta perfectamente en tus
huesos
se apodera de tus cartílagos y tus venas se embalsan.
Tu carne macera en ella.
CREEMOS SIN EMBARGO
Escucho la lluviacomo una columna gris en el silencio de la tarde.
Ruido blanco
como una mampara de protección contra el exceso
de los días.
Cae como si quisiera limpiar algo
las hojas de los árboles o las columnas de refugiados,
la sucia podredumbre de la muerte comprada
pero esto no es así.
Al calor de la piel y ráfagas de ternura
creemos sin embargo
que mientras llueve hay esperanza de salvación.
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Un aerolito libre, un lobo sin dueño, un artesano de ternura y rebeldía. Hace cincuenta años, en 1969, salió a la luz Amapolas y espigas, su primer disco. Y desde entonces no ha cesado de producir poemas y canciones que van a la médula de los sentimientos y de la conciencia social. “No solo cambiar la Historia, sino la vida”, afirmaba en 1977, en una entrevista de Eduardo Haro Ibars para la mítica revista Triunfo.
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Ejem, gracias. No se merece. Gracias a El Salto por haberme dado esta ocasión.
Como soy muy puntillosa, quería añadir que el libro del que proviene el poema Disociación se titula sólo Hijos de Kioto, quien lo lea seguramente entenderá porqué.
Y como tengo una deuda pendiente, agradecer a La Galbana Pequeña editorial que editara en papel, y de modo precioso, tanto La virtud del momento como Hijos de Kioto, uno en 2011, otro en 2016.
Y como hay ola de calor aquí, en este suroeste, donde la gente sabe o sabemos qué es casi el calor del desierto, que es casi, ahora, el calor tropical, y me estoy tomando una cerveza... recomendarles que , si algo de esto les ha gustado, se pongan en contacto con nosotros a través de La Galbana... (la "galbana" o "galvana" es uno de los muchos nombres, cercano a "sorongo", de siesta y de pereza por las altas temperaturas, cuando en las calles hay "flama" y sólo se duerme o se reposa bien con "la fresca" -cuando en la madrugada refresca-...) . Pueden encontrarnos a través de la red. A veces, vendemos libros. Otras, los regalamos.
Un cordial saludo, y nuevamente gracias a vosotras, o a vosotros, y especialmente a Carmen Ibarlucea, por abrirme esta puerta.
Pondría un emoticono contento, pero no tengo...
(Disculpad o disculpen la extensión de este comentario.)
Gracias por compartir poesía. Un medio de información no esta completo si no es capaz de asomarnos a la parte más profunda de nosotras mismas