El Salto de Verano
Festival

Rock’n’roll del futuro en este relato del autor de ‘Como si todo hubiera pasado’.

8 sep 2019 06:23

Recuérdamelo: ¿por qué venimos todos los años a este festival?
—Yo, porque me encanta. Tú, porque te obligo. Por tu bien.
­—Eso ya lo sé. Lo que no entiendo es la razón por la me convences siempre.
—Porque tienes que airearte. No puedes pasarte todo el año en ese agujero.
—Sigo sin entender por qué te hago caso. Esto se parece cada vez más a un circo.
—Sí, ¿verdad? ¿A que está guay?
—Cámara antigravitatoria. Tragaláseres. Lucha interdimensional texano-mexicana en la carpa Trashville. Churros al Jägermeister...
—Ya sé por dónde vas. Lo importante sigue siendo la música. El rock’n’roll. Pero todo eso también está muy bien.
—No es serio. Es como un parque de atracciones para adultos.
—A mí me sigue gustando.
—Pues vente con tus hijos, macho. Ya tienen edad, ¿no es así?
—No te creas que no lo he pensado. Pero pasan de mí, como es normal. Nosotros también pasábamos de nuestros viejos a su edad. Además, prefiero venir contigo. Somos colegas de toda la vida, ¿no?

Sí, somos colegas de toda la vida, Raúl. Pero siempre me siento extraño viniendo aquí, al menos estos últimos años. Raúl tiene su familia, su curro, sus viajecitos a la estación lunar: me pone al día nada más nos juntamos en la estación del Hyperloop. Yo no tengo nada de eso; de hecho, es él quien me paga la entrada y todos los gastos.
Es la tradición, ya sé. El primer festi de la temporada, el que inaugura el verano.

—Al menos desde que abolieron el Primavera Sound —solía añadir Raúl—. No había quien lo distinguiera ya de la programación habitual de la ciudad, de manera que ¿para qué seguir con la ficción de que se celebraba cada año en tal fecha? La ciudad y el festival eran lo mismo ya.

Como si no lo supiera: enseguida me explicaría que, aunque algunos seguían llamándola Barcelona, cada vez más se referían a ella como Primavera City.

Vitoria-Gasteiz sigue siendo Vitoria-Gasteiz, una ciudad pequeña y acogedora bajo su domo antirradiación solar, y el Azkena, el Azkena. Supongo que nos gustaba venir también por eso, porque no había agobios, porque el ambiente era distendido y la peña simpática. Porque tocaban grupos míticos que nunca hubiéramos podido ver en directo de otra manera. Y porque descubrías algunos geniales que no conocías.

Hostia.

A este tipo de cosas me refiero con lo de que me siento extraño cuando vengo: por ejemplo, me sorprendo pensando como si algo en el cerebro me estuviera recitando una cuña publicitaria del festival.
—Es que nos hemos quedado parados demasiado tiempo al lado de esa macrounidad de IA —me explica Raúl—. El haz causa interferencias, a veces. Venga, vamos a aquella barra, te invito a algo.

Mientras nos acercamos al bar, Raúl saluda un momento a un tipo vestido con una camiseta de Motörhead que viene con seis o siete amigos más. Yo me quedo un poco apartado, pero no mucho, porque no tengo ganas de quedarme solo y no quiero que se repita un episodio que me ha ocurrido estos últimos años: siempre, en un momento en que Raúl desaparece porque, yo qué sé, se ha ido a mear, a rellenar el cachi o a recargar la servobatería interna, me encuentro con un tipo de pelo rizado, siempre el mismo, que se queda un rato largo mirándome fijamente. Las primeras veces le hice un gesto con la cabeza, pero el tipo seguía a lo suyo, mirándome, y los últimos años, cuando me lo he vuelto encontrar, el que ha dejado de encararlo soy yo; para cuando vuelve Raúl, nunca está, y éste enseguida le quita hierro al asunto cuando se lo cuento. Estoy temiendo que llegue ese momento y por eso no quiero quedarme muy lejos de Raúl, porque estoy seguro de que entre los dos podremos hacerle frente al tipo, si nos lo encontramos, y preguntarle qué coño le pasa conmigo. Raúl siempre ha sido el más echado para adelante de los dos, en las peleas y esas cosas.

Por fortuna, Raúl regresa pronto. Nos acodamos en la barra del bar, pide dos calimochos, cosa que me enternece —¡a nuestra edad!—, consulta en su disco duro el programa del festival y me dice que, después de terminárnoslos, podríamos ir a echarles una ojeada a Berri Txarrak, que se reúnen por primera de vez después de su segunda disolución de 2032.

—Mejor que ver otra vez el holograma de Ozzy ya será… —añade, guiñándome el ojo biónico.
Iba a responderle que prefería ir a uno de los escenarios pequeños, cuando, de repente, veo al tipo de pelo rizado mirándome tan fíjamente como las veces anteriores, y tiro de la camisa a Raúl mientras se lo señalo.
—¿Ves? Es el de todos los años.
—Bah, pasa de él —me aconseja Raúl—. Seguro que es un colgado.
—No, tienes que ayudarme, Raúl. Vamos a por él.
—Ni hablar —me dice, volviéndose de cara a la barra.

Estoy al borde de la desesperación, pero es el tío del pelo rizado el que se acerca a nosotros.

—Así que era cosa tuya… —le espeta a Raúl, que no tiene más remedio que volverse.
—A ti qué más te da —le contesta mi amigo.
—Ahora estoy seguro de que es él. No me lo podía creer. Yo fui el primero en llegar a vuestro lado cuando os cayó el foco encima. Tú ya estabas muerto —me dice, volviéndose hacia mí. No entiendo nada—. Bueno, muerto. Es un decir. Pero sí, muerto.
—No le hagas ni caso, Mario.
—¿No es permanente, verdad? —me toca el brazo izquierdo, lo levanta un momento, como si lo sopesara—. Un modelo desechable, ya me lo parecía. ¿Para lo que dura el festival?
—¡No tengo dinero para más! —estalla Raúl.
—¿Y lo resucitas cada año para venir aquí? Joder, me parece una crueldad. ¿Qué es? ¿sentimiento de culpabilidad?

Ah, seguro que fuiste tú el de la idea de colarse por la zona que estaba acordonada por seguridad, a causa del viento.

Raúl ya no dice nada, simplemente aprieta los puños y se lanza contra el hombre. Yo me quedo quieto en la barra. Enseguida los separan; se llevan al tipo lejos de nosotros.

Raúl se vuelve hacia mí; le sangra un poco la nariz. Yo le miro preguntándole con los ojos. Entonces alarga su brazo derecho por encima de mi hombro, me agarra por el cogote y me mira directamente a los ojos.

—Mira, Mario… —y entonces toca algo ahí, bajo mi pelo, algo que hace clic.
—Mejor nos vamos a ver a Berri Txarrak, ¿te parece?

Me parece.

Mientras vamos hacia el escenario principal, le pregunto:

—Recuérdamelo, Raúl: ¿por qué venimos todos los años a este puto festival?

Arquivado en: El Salto de Verano
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Ecofeminismo
Y este verano, ¿qué plan?
Mucha gente no puede pensar en veranear. Pero queremos daros algunas ideas para que vaya lo mejor posible. Quien sabe, igual acabáis con el planazo del verano.
Literatura
Purpurina sobre la almohada

En las noches de verano, cuando el insomnio lleva al límite, hay un instante fugaz de reencuentros con lo sublime.

El Salto de Verano
Rutas B.B.B: buenas, bonitas, baratas

Nos hemos propuesto que cada uno de los siete territorios en los que hay un nodo del proyecto proponga una ruta o un destino para estas vacaciones. Los requisitos: que no salgan por un ojo de la cara, que no exploten zonas ya turistificadas y que no impliquen demasiado uso del coche.

LGTBIAQ+
LGTBIAQ+ Monstros na academia: esta é a nova onda de estudos cuir en Galiza
Un monográfico de ‘Galicia 21’ fai realidade os primeiros estudos académicos que poñen no centro a disidencia e o pensamento cuir en Galiza, abrindo un debate que remove a universidade e o activismo.
Brecha salarial
Desigualdad La brecha salarial de género crece y se sitúa en el 19,6% después de años de contracción
La parcialidad sigue siendo la gran culpable de la desigualdad retributiva entre hombres y mujeres, que aumenta respecto a 2022 por el incremento salarial que se ha dado en sectores con más presencia masculina

Últimas

Cómic
Cómic Moebius, un género en sí mismo
La publicación de ‘Obra hermética’ es el mejor momento para recordar la relevancia de Moebius como catalizador cultural del surrealismo ‘sci-fi’ en una serie de cómics imprescindibles para entender la evolución de esta disciplina.
València
València El líder de Desokupa, Daniel Esteve, denunciado por incitación al odio
La asociación Acción Contra el Odio presenta ante la Fiscalía de València una denuncia por los bulos racistas, noticias falsas y amenazas contra las personas migrantes difundidas por Esteve.
Economía
Guerra comercial China mueve ficha en una guerra comercial (y tecnológica) que reconfigurará la economía global
Más allá de la disputa comercial, la carrera tecnológica es el verdadero eje de la rivalidad entre ambas potencias. Estados Unidos sigue liderando la tecnología mundial, pero China avanza rápidamente.
Más noticias
Palestina
Limpieza étnica Protestas en todo el mundo contra los planes de limpieza étnica para Gaza
Los países árabes rechazan la idea de desplazamiento lanzada por el presidente de Estados Unidos. Dos tercios de las infraestructuras de Gaza están dañadas o destruidas y comienza a hacerse realidad la especulación en el negocio de la reconstrucción.
Tribuna
Tribuna Militarismo y neofascismo
El militarismo rampante pone en grave peligro la convivencia, la cooperación, la seguridad y la paz mundial.

Recomendadas

Laboral
Laboral Investigada unha rede empresarial que explotaba a 82 migrantes nunha granxa de Lugo
Polo de agora, tres persoas responsables da granxa de Begonte centran as investigacións da Garda Civil. As 82 persoas explotadas vivían nun hotel de Ordes (A Coruña) que non tiña sequera licencia de hostalaría.
Trabajo sexual
Anneke Necro “Es imposible hablar de porno sin analizar cómo hemos llegado hasta aquí en materia de placer”
Hablar de cómo se ha construido el deseo en nuestra cultura occidental es una de las motivaciones que Anneke Necro persigue en su primer texto, ‘Deseo disidente: las políticas del placer’.
Colombia
Colombia Guerra a muerte en el Catatumbo entre el ELN y las disidencias de las FARC
Los enfrentamientos entre las guerrillas en el estado de Catatumbo, fronterizo con Venezuela, ha provocado el desplazamiento de 50.000 campesinos y la declaración del Estado de Conmoción Interno por parte del presidente Gustavo Petro.