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Tras la toma de poder del HTS (Hayat Tahrir al-Sham) en Siria y la caída de Bashar Al-Assad, la Revolución de Rojava y la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) se encuentran en un momento decisivo para su futuro. Mientras, Turquía hostiga la región y posiciona su ejército en la frontera, bombardea civiles en protestas y presiona en territorios próximos.
Siria está comenzando a dar sus primeros pasos frente al nuevo futuro que les espera tras la caída del régimen, moviéndose en la incertidumbre constante. En conversación con El Salto, tanto la copresidenta del consejo ejecutivo del AANES, Evin Siwed, como su copresidente, Hussein Othman, sostienen que están en conversaciones con el HTS para construir y dar forma al nuevo Estado junto a los demás actores de la región. En este debate abierto, la AANES apuesta por un Estado descentralizado en el que quepan tanto los derechos y la libertad de las mujeres como la de todas las minorías étnicas y religiosas que conviven en la región siria. Según el copresidente, “el pueblo sirio ha dado su vida para conseguir el sueño de acabar con la dictadura” y por esto mismo, argumenta, Siria no puede verse de nuevo bajo un sistema centralizado que ha generado tanto dolor en la sociedad siria. Desde la AANES optan por el modelo de gobierno descentralizado que practican en Rojava y su exportación al resto del país para dar así una “respuesta justa” a las diversas culturas que viven dentro de Siria y conforman su riqueza cultural.
A pesar de que desde el inicio del fin del régimen de Assad, el nuevo Gobierno y la AANES han mantenido conversaciones, ya comienzan a tener ciertas discrepancias en temas clave, como la participación de las mujeres, especialmente en las instituciones militares. El nuevo Gobierno sirio del HTS aparenta estar optando por una imagen moderada y, a finales de diciembre, nombraba a Maysaa Sabreen como nueva gobernadora del Banco Central Sirio, la primera mujer en la historia que encabeza esta institución. Sin embargo, la propuesta de incluir a las Unidades de Protección Femeninas (YPJ) en un posible nuevo ejército nacional sirio dejó entrever la visión real del HTS sobre las mujeres. Una visión, que según la copresidenta de la AANES, lleva a que “las mujeres, por su naturaleza física, hay algunos trabajos que no pueden hacer”. Esta negativa bloquea las negociaciones de un posible nuevo ejército de unidad sirio ya que la columna vertebral de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), el ejército de la AANES, son las YPJ, una unidad no-mixta centrada en la liberación y protección de las mujeres, y las Unidades de Protección Popular (YPG), integradas tanto por hombres como por mujeres.
Con quien de momento no funciona el diálogo es con Turquía y su presidente, Recep Tayyip Erdoğan. A través del Ejército Nacional Sirio (SNA en inglés), aliado del HTS, Turquía ha aprovechado la ofensiva armada contra el régimen de Al-Asad para seguir invadiendo el Norte y Este de Siria, que ya comenzaron a ocupar en 2018 con la conquista de Afrín y Alepo. Desde el 1 de diciembre, decenas de miles de personas desplazadas internamente, que en su mayoría ya huyeron de Afrín a Shehba en 2018, han sido expulsadas de la región de Shehba debido a ataques aéreos y terrestres del ejército turco y del Ejército Nacional Sirio, financiado por Turquía.
La copresidenta del consejo ejecutivo del AANES, Evin Siwed, como su copresidente, Hussein Othman, sostienen que están en conversaciones con el HTS para construir y dar forma al nuevo Estado sirio
Los cientos de miles de personas que actualmente se encuentran desplazadas están llegando a Raqqa y Tabqa, cruzando el río Éufrates, la única barrera que separa ahora mismo a los mercenarios de Turquía y las SDF, las fuerzas militares de la AANES, para así desplazarse a otras zonas de la región, al menos quienes tienen familia en otros lugares.
Actualmente el SNA, apoyado por Erdoğan, ha avanzado hasta ocupar Manbij y el ejército de la AANES ha conseguido frenarlos en el Éufrates y están recuperando terreno a pesar de los constantes bombardeos de Turquía a la presa de Tishreen, que suministra agua potable y electricidad a varias de las ciudades principales del Kurdistán como son Raqqa o Tabqa y de la que dependen cientos de miles de personas, sobre todo tras la actual llegada de refugiados. Los cientos de miles de personas que actualmente se encuentran desplazadas están llegando también a Raqqa y Tabqa.
En estas ciudades, además de los campos ya existentes, se están reacondicionando escuelas y gimnasios para hacerlas funcionar como campos de refugiados para quienes desde 2018 han sido constantemente desplazadas y atacadas por la guerra. También se han acondicionado dos lugares más en Raqqa y Tabqa para recibir a todas las personas desplazadas. En el recorrido hasta la región de la AANES, los desplazados tuvieron que pasar días durmiendo en el camino, con temperaturas bajo cero, reportando varias muertes. En respuesta a las lesiones causadas por el SNA y los casos de frío extremo, la AANES ha ofrecido servicios gratuitos en sus hospitales, a pesar de mantener una falta de medicamentos y recursos.
Las autoridades de Rojava apuestan por un Estado descentralizado en el que quepan tanto los derechos y la libertad de las mujeres como la de todas las minorías étnicas y religiosas que conviven en la región siria
Uno de los responsables del hospital más grande de Rojava, situado en Hasake, cuenta a El Salto que la caída del Bashar Al-Assad se ha traducido en una presión adicional sobre las instalaciones médicas, que acusan falta de medicinas y recursos. En el mismo barrio donde está este hospital, relata este médico, había un hospital de Al-Asad y como consecuencia de la caída del régimen se quedó vacío. “Ahora este edificio es un hospital pediátrico, hemos desplazado desde nuestro hospital incubadoras, camas y equipo médico. Desde el 19 de diciembre al 5 de enero hemos atendido de forma gratuita a más de 2.500 niños”, dice. En este hospital cuenta con una sección especial dedicada a atender a las mujeres que viven en el campo de Al Hol y a los miembros del ISIS ahora prisioneros cuando necesitan atención medica que precise de cuidados concretos que no puedan dar en el campo o en la prisión.
El campo de refugiados de Al Hol está formado por más de 50.000 personas de mujeres y niños, en su mayoría familiares de guerrilleros del ISIS que actualmente se encuentran en centros de detención de las SDF. Este enclave representa un problema tanto humanitario como de seguridad para las personas que viven ahí, como para Rojava. Según la administración del campo hay brotes de cólera y polio, entre otras enfermedades, ya que la AANES no tiene suficientes recursos para poder gestionar las necesidades del campamento y la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, no quiere ayudar en la gestión del campamento. A esto se suma que las ONG como Médicos Sin Fronteras que tenían puestos humanitarios cerraron hace unos meses para preservar la seguridad de sus trabajadores en el campamento.
La propuesta de incluir a las Unidades de Protección Femeninas (YPJ) en un posible nuevo ejército nacional sirio dejó entrever la visión real del nuevo Gobierno sirio sobre las mujeres
La situación actual del campo es muy grave, hay niños que están naciendo en Al Hol y que no han conocido nada más allá de esa vida. A esto se suma que las mujeres del ISIS adoctrinan a los niños desde que nacen y la “policía de la moral”, organismo informal que forman las mujeres del campo, tortura a las demás mujeres que transgreden sus normas cuando hablan a las autoridades del campo o cuando llevan un velo que deje ver más que sus ojos. Según la jefa de la sección de Al Hol en el hospital de Hasake, “la mayoría de casos que nos llegan al hospital son heridas relacionadas con torturas, lo más reciente fue hace unos días que llegó una chica a la que le habían inyectado gasolina en la rodilla”. También cuentan que en la última redada encontraron armas de fuego, material de adoctrinamiento, túneles e incluso una mujer degollada que pretendían ocultar. Si esta situación es ya difícil de por sí, los bombardeos turcos al campamento para ayudar a los adolescentes del ISIS a escapar, tensan una situación que ya está a punto de estallar. Actualmente la AANES, al no ser un Estado reconocido legalmente por la comunidad internacional, no puede juzgar legalmente a las personas que se encuentran allí, pero los países extranjeros tampoco quieren repatriar a la gente de sus países para juzgarlos allí.
Respecto a la sociedad en Rojava, mantienen un dolor por los continuos ataques de Turquía y los grupos armados apoyados por el Estado turco. Sin embargo, la caída de la larga dictadura de Al-Assad en Siria ha dado una esperanza de reconciliación y paz tras más de una década de guerra. En palabras de la copresidenta, Evin Siwed, “como sirios tras dichos eventos nos sentimos de un solo color”. Además, tras las declaraciones para la CNN del actual líder del HTS, Ahmed Al-Sharaa, en donde aseguraba la necesidad de un marco legal que garantice los derechos de todas las etnias, la población kurda, asiria y perteneciente a alguna de las diversas minorías del territorio, Siwed confía en que haya un acuerdo para el futuro de Siria entre la AANES y el HTS.
Organizaciones civiles como Kongreya Star, organización de mujeres dedicada a asegurar los derechos y el bienestar de la mujer en la región, mantienen su actividad pese a encontrarse a escasos kilómetros del frente, incluso en Tel Tamir, limítrofe a la zona invadida por Turquía en la Operación Manantial de la Paz en 2019. También han comenzado a ser instruidas por las YPG para defender las ciudades fronterizas en caso de ser necesario, como está pasando actualmente en Kobane. En otras ciudades como Qamishlo, asambleas populares han anunciado la creación de batallones populares para defender sus hogares de una posible invasión turca.
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Admiro y respeto el asamblearismo, feminismo y plurinacionalidad creadas por los kurdos, teniendo en cuenta la precaria situación de guerra y los constantes ataques turcos. Pero dudo que vayan a encontrar aliados en un gobierno de raíz islamista y con un pasado totalmente yihadista, que no hace nada frente al robo de tierras tanto turco como sionista.