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Sistémico Madrid
Abarca, de aquí, de Madrid
Madrid está tremendamente sucia. La desidia municipal ha deseducado a la ciudadanía y la basura se amontona en cualquier sitio. Madrid es también una sucesión de escombreras. En la calle Arapiles hay una. Los cascotes son propiedad de Grupo Planeta, que construye contrarreloj el campus de UNIE, la universidad a la que Díaz Ayuso concedió una polémica y barata licencia en 2021. Pero, aunque la cosa va en parte de educación, esa no es la historia de hoy.
Estoy en Arapiles, justo enfrente, un edificio enorme de Chamberí, una casa limpia, con portero físico, entrada de servicio y montacargas, consultas y despachos en las primeras plantas, y con vecinos tradicionales, sobre todo los del tercero, donde una empleada del hogar que parece sacada de una casa señorial de una plantación de Alabama despeja del polvo de las obras una balconada donde cuelgan tres banderas de España.
Los Abarca son la familia que más dinero ha hecho en el negocio sanitario madrileño. Desde hace años extiende también sus tentáculos en el sector educativo y los geriátricos
La casa tiene 279 metros cuadrados y es el domicilio social de Cidaba SL y de Alma Terra Mater SL, dos de las sociedades de control de los Abarca Cidón, la familia que componen Carmen Cidón Tamargo (1945), Juan Abarca Campal (1944) y sus hijos Carmen, Juan, Elena y Alejandro Abarca Cidón. Los Abarca son la familia que más dinero ha hecho en el negocio sanitario madrileño. Desde hace años extiende también sus tentáculos en el sector educativo y los geriátricos. Hoy su emporio concertado se reparte entre los hospitales HM, la red de colegios Educare y los centros para personas mayores Valdeluz, su última gran apuesta.
Un rico regional se define como aquel que solo existe en relación simbiótica con un poder fuertemente establecido y duradero en el tiempo. Y aunque los Abarca tienen empresas —que se sepa— en Galicia, Luxemburgo, Londres y Miami, son ricos regionales canónicos de la Comunidad de Madrid, feudo del Partido Popular desde 1995. Gallardón, Aguirre, González, Cifuentes, Garrido y Ayuso.
La finca que aloja las patrimoniales familiares —también es sede de Mater Semper Certa SL, Cidotama SL y Alac 2013 SL— hace esquina con la plaza del Conde del Valle de Suchil, la zona de confort de los Abarca Campal, pues es ahí donde despliegan varios de sus dominios: el Hospital de Madrid, los policlínicos HM Suchil y HM Arapiles y las oficinas centrales de HM, ya pegadas a Alberto Aguilera, justo delante de la estatua dedicada a los últimos de Filipinas.
“Nuestra competencia es la sanidad pública”, dijo hace algunos años Juan Abarca Cidón, que preside la rama hospitalaria y la patronal del ramo (la Fundación Idis) en una entrevista en La Razón. Con siete hospitales y 14 policlínicos en la Comunidad de Madrid, es patente que su principal bolsa de clientes está en la probada capacidad del Gobierno regional para deteriorar la sanidad pública.
Pero, ¿pasa lo mismo en educación? La menguante bolsa de clientes de los colegios concertados (10.000 alumnos) de Educare Inversión en Centros Educativos SL en Madrid tiene poco que rascar en la educación pública y mucho en la privada. Así, cuando en mayo pasado Madrid aprobó la concesión de cheques a las rentas altas de la región para la “total libertad de elección de centro de las familias”, la relación simbiótica Abarca-Ayuso se tambaleó. ¿Dinero para derivar a clientes adinerados a los colegios privados? Alguien tenía que recoger cable urgentemente. Por eso, a primeros de julio, el consejero de Educación y ‘número dos’ de Ayuso, Enrique Ossorio, anunció que para el curso siguiente habría condiciones a las ayudas. “Pondremos una nota mínima para acceder a las ayudas”, dijo, tras las quejas en bloque de los lobbies de la concertada y buena parte de la prensa amiga. Moraleja: no se puede contentar a Vox y sus empresarios a costa del pan de los ricos regionales que llevan décadas vinculados al poder local. Simio no mata simio.
Los Abarca amortizaron su experiencia en el negocio sanitario y se asociaron con el empresario educativo Carlos Madruga Rael (Gecesa), exsocio de otro rico regional, Arturo Fernández. Educare obtuvo cesiones de suelos públicos en municipios madrileños para construir colegios concertados, una práctica que, por cierto, lucró durante años al PP gracias a la trama Púnica. En 2018, compraron a otros ricos regionales —los Gervás, socios de Mahou, y los Saorín—, varios colegios del extrarradio de Madrid obtenidos de la misma manera, hasta sumar los ocho que explota actualmente.
Con Valdeluz, la familia se expande a las residencias geriátricas. Casualmente, Juan Abarca testificó a petición del PP en la comisión que investigó la muerte por covid de 6.000 mayores entre marzo y abril de 2020, para confirmar que la Comunidad de Madrid no derivó a sus hospitales a los enfermos de las residencias que no tenían seguro mientras los centros públicos colapsaban. Pero un rico regional es un rico amigo a pesar de estas cosas.