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Sistémico Madrid
Borja Prado, un ganadero en la Castellana
Qué fácil sería liarme a escribir de ganado intensivo. Los ricos odian las macrogranjas. Palabrita que las odian. El ganado, como la caza, tiene que bullir libre. Pastar y recorrer espacios amplios y abiertos…, eso sí, sin salirse del vallado cinegético, que matar tiene un precio. Con el dinero sucede casi lo mismo, libre pero dentro de su propiedad. De Madrid podría decirse que es la macrogranja financiera de España. Y la Castellana, a la que vengo más de lo deseable, es una de las cochiqueras donde mejor engordan los gorrinos.
Estoy de visita en la sede de Parsifal 2007 SL, la empresa de Borja Prado Eulate, para salir de la duda porque —parece hasta una broma— su actividad principal es la “explotación agrícola-ganadera”. Estoy delante del número 115 y miro hacia arriba unos segundos, en busca de la supuesta granja que hay en el sexto piso, y, en ese momento me embiste alguien hecho un basilisco y, con toda la autoridad que da un traje negro en esta avenida, me llama la atención. Fotos no. ¿Por qué no? Porque no. No me toque. Y así, hasta que sale el de la jamonería de al lado, pues deben de ser amigos, para acabar de echarme. “Aliados del placer” se lee en el escaparate. Ganado no, mastines sí.
En Madrid la banca de inversión maneja dos puertas, una para los que vienen de fuera y otra para los que ya están dentro. Como las iglesias, como las discotecas
Parsifal 2007 SL es propiedad de toda la familia, Borja Prado, Pilar Benítez y sus hijos Borja, Javier y Pilar Prado Benítez, y tiene dos mega fincas con 3.680 hectáreas en Hornachuelos y Fuente Obejuna (Córdoba) y Medina Sidonia y Alcalá de los Gazules (Cádiz). En esta última pasta su ganadería de bravo, Torrealta, reputada entre los taurinos, que hoy gobierna su hija.
Carnes al margen, la empresa tiene una rama financiera en su filial Almagro Asesoramiento e Inversiones SA, el hábitat natural de Prado (66 años), donde lleva décadas y se mueve como jabalí en una charca. Porque en Madrid la banca de inversión maneja dos puertas, una para los que vienen de fuera y otra para los que ya están dentro. Como las iglesias, como las discotecas. Y Prado tiene la llave de las dos y una de las agendas de contactos que más puede codiciar alguien con codicia.
Antes de ser presidente de Endesa (2009-2019), Prado trabajó en lo más granado del negocio. Fue el primer ejecutivo en España del poderoso banco milanés Mediobanca, consejero en Rothschild, y vicepresidente en Lazard y en el banco suizo UBS. Tras la entrada de Enel en Endesa, Prado usó una de sus llaves para salir de la eléctrica con una indemnización de 15 millones de euros. Todavía es, desde 2004, consejero de Mediaset, todo un premio a su fidelidad a la burguesía milanesa liderada por Silvio Berlusconi.
Borja Prado es hijo de Manolo Prado y Colón de Carvajal, diplomático pilarista y descendiente de Cristóbal Colón, expresidente de Iberia y conocido ante todo por su papel como administrador privado de Juan Carlos de Borbón durante 20 años. Para el Emérito trabajó sobre todo en sus asuntos con Kuwait y los Emiratos durante sus años de oro. También pisó la cárcel por el caso Wardbase y fue condenado por el caso Grand Tibidabo. No extraña, por tanto, que uno de los contactos más antiguos que se le conocen a Borja Prado sea el viejo traficante de armas Abdul Rahman El Assir —lo publicó El País—, que, igual que el monarca, se refugia de la justicia española en Abu Dabi.
Tras Endesa, donde contrató a José María Aznar y a Elena Salgado, Borja Prado fichó por el banco de inversión Key Capital, que tiene sus oficinas en la vieja sede del Banco Popular (Ortega y Gasset 29), junto a la Banca March. En 2020 pasó de ejecutivo a socio. Compró un 15% a cambio de un poco de dinero y de su agenda dorada, en la que están la infanta Elena y, sobre todo, su amigo Florentino Pérez.
Key había asesorado a Pérez en la operación de ACS sobre Abertis, después buscó el dinero para la ampliación del Santiago Bernabéu y finalmente jugó un papel necesario en la construcción de la Superliga Europea, ese rascacielos acristalado con derecho de admisión solo para unos pocos, con el que algunos grandes clubes de fútbol —Real Madrid a la cabeza— querían blindar su estatus y sus ingresos. En esa lista de contactos no faltan manos levantadas para poner el dinero.
Pero, sin duda, para quien Borja Prado está siendo más eficiente es para sus viejos socios italianos y árabes. En 2015 creó, junto a su socio Javier de la Rica —miembro de una de las sagas más conservadoras de Neguri—, un entramado societario en torno a la luxemburguesa Peninsula Capital SARL, con una decena de empresas en el Gran Ducado. Una de sus filiales, la británica Peninsula Capital Advisors LLP, tiene oficinas en Londres, Madrid y Milán y señala que su último propietario es el banquero turinés Stefano Marsaglia, expresidente de Mediobanca, que tiene su domicilio profesional en los Emiratos Árabes Unidos. Peninsula Capital fue creada por Marsaglia y Qatar Investments Authority, el fondo soberano del emirato —la península que da nombre al fondo—, y maneja unos fondos de 1.600 millones de euros. Con Prado a la cabeza, Peninsula Capital da trabajo a la nueva generación de lobeznos: su hijo Javier, Carlos Cortina —hijo de Alfonso Cortina— y Jean Sarkozy —hijo de Nicolas Sarkozy—, al que no sé si le gustan los toros como a su jefe, pero tendrá que decir que sí si le preguntan.
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Muchas gracias, a pesar de lo indignante de lujo como lo expones!
Ya solo por este párrafo merece la pena leerse el artículo completo: “De Madrid podría decirse que es la macrogranja financiera de España. Y la Castellana, a la que vengo más de lo que deseable, es una de las cochiqueras donde mejor engordan los gorrinos.”
Otra maravilla!
Ya solo por este párrafo merece la pena leerse el artículo completo: “De Madrid podría decirse que es la macrogranja financiera de España. Y la Castellana, a la que vengo más de lo que deseable, es una de las cochiqueras donde mejor engordan los gorrinos.”
Otra maravilla!