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Sistémico Madrid
Las tres verdades de Alicia Koplowitz
La repetición es una práctica más vieja que Cascorro. Tanto como la tortura, la política o la publicidad. Pero hay algo en lo que los maestros de la técnica no resuelven: ¿cuántas veces hay que reproducir un mensaje para que aflore la verdad o se cree la ilusión de que algo es verdad? En el caso de las tres verdades de Alicia Koplowitz (Madrid, 1954), financiera, filántropa y versada en arte, la respuesta es todas las veces que se mencione su nombre en cualquier soporte y formato.
Se sabe que Eduardo Dato, 18 y Fortuny, 41 son el mismo edificio porque comparten cámaras de vigilancia y sistema de iluminación de fachada. En 1996, Almodóvar rodó entre sus muros Carne Trémula. Al asomarse por la ventana, doña Alicia puede ser saludada por la muchachada de la Mutua Madrileña que lo da todo en el edificio de la Unión y el Fénix, por el palacete de Guillermo de Osma (Eduardo Dato, 29) y por el Defensor del Pueblo (Fortuny). Juntos, rodando, se dejarán caer por el Abc de Serrano y al gastrobar Tatel Madrid, que lo tiene todo.
Su emporio está todo recogido en este edificio con nombre propio (Palacio de Albayda), que compró en 2006 nada menos que a los herederos de Francisco Pizarro, uno de nuestros kingslayer (matarreyes). A Omega Capital SL, la matriz de sus empresas, y a la fundación que lleva su nombre les sobra mucho sitio más allá de la primera planta que pueblan. Una de las oficinas, de 500 metros cuadrados, se alquila por 13.162 euros al mes. Otra aloja otra boutique financiera, la francesa Carmingac.
Alicia Koplowitz siempre tiene frío. Sus comidas favoritas son el lenguado y los salmonetes. Pregunta a los camareros si el pescado está fresco, cuándo se ha pescado y cuándo lo han comprado. A ella le gusta muy fresco. Su fortuna se cifra en 1.700 millones de euros, pero nadie conoce en realidad lo que amasa, pues sus empresas no ofrecen información desde hace un lustro. No se sabe, por ejemplo, si su filial Fonsagrada SL mantiene en su balance obras de arte valoradas en 259,4 millones, como reconocía aquel año. Tampoco qué porcentaje de los fondos de inversión que gestiona su equipo es de su propiedad, aunque puede deducirse de los 250 millones que mueve. Su SICAV Morinvest gestiona 490 millones, es consejera de Endesa y tiene un 3% de Acerinox.
Alicia Koplowitz y su hermana Esther lo heredaron casi todo de su padre, Ernesto Koplowitz Sternberg (1918-1962), un constructor judío-alemán que hizo su fortuna durante la posguerra franquista
La última contribución al falso mito de filántropa la hizo, puede que gratis, Isabel Díaz Ayuso a finales de marzo en Twitter: “Gracias a Alicia Koplowitz y a su hijo Alberto Cortina por las generosas donaciones que han hecho a la Sanidad madrileña. Es admirable la respuesta de las personas solidarias por nuestra Comunidad y por España. Gracias”. Ayuso no ha revelado cuánto de generosas fueron esas donaciones, pero dado el presupuesto anual de la Fundación Alicia Koplowitz, apenas dos millones de euros, se puede suponer que demasiado poco para hacerlo público.
A pesar de que tienen tres hermanos, Alicia Koplowitz y su hermana Esther lo heredaron casi todo de su padre, Ernesto Koplowitz Sternberg (1918-1962), un constructor judío-alemán que hizo su fortuna durante la posguerra franquista con Construcciones y Contratas (Conycon, luego FCC). A su muerte, las dos hermanas fueron criadas por Ramón Areces, dueño de El Corte Inglés y más que amigo de la familia, que hizo aún más grande la constructora.
En los años 80, Conycon estaba gestionada por los maridos de las hermanas, los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer, dos de los tiburones empresariales más ilustres de la época dorada del pelotazo. Sus sonados divorcios fueron carnaza de primera para la prensa rosa, que transmutó a Alicia y Esther en las Koplowitz, arquetipo de las nuevas ricas de viejo cuño. Ambas compartían un 57% de FCC hasta que, en 1998, Alicia rompió con su hermana y le vendió su mitad en la constructora por 871 millones.
Al increíble mito de financiera contribuyó su gestor estrella, Oscar Fanjul, pilarista, hijo de republicanos exiliados en Chile, que presidió el Instituto Nacional de Industria y Repsol en la era González, Boyer y Solchaga. Fanjul entró al servicio de Koplowitz en 2002. De su mano, durante la burbuja inmobiliaria arriesgó y salpicó de éxitos y fracasos su paso por Inmocaral, Colonial, Iberdrola, Acerinox, Scottish Power y Banco de Sabadell. Después abrió un fallido gestor de fondos en Londres y compró, también mal, el 50% del Hotel Ritz.
Ella misma alimenta el postizo mito de avezada coleccionista. Afirma que pujó por la primera obra de su colección en París con 18 años y que inició la carrera de Bellas Artes. La colección Alicia Koplowitz-Grupo Omega Capital suma obras de Goya, Picasso, Modigliani, Juan Gris, Rothko, Canaletto o Barceló tan dignas de exposición como dispares. Quizá alguno esté colgado aquí, en este frío y filantrópico palacete.
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Las grandes fortunas pueden tener muchos tipos de valoraciones y consideraciones o juicios.Y siempre està la exageración y la avaricia.Pero es un hecho que estàn siempre en Madrid Por el trato extraordinariamente favorable que se les da no por nada más.
Simplemente a título personal y cómo algo marginal aunque lo habla el artículo ver cómo alguien con una situación privilegiada que no tiene que justificar nada. Se presenta cómo filántropa, empresaria y coleccionista de arte.¿Porqué?
¿Es infeliz?
Realmente, sorprende pero que proponen.....añadir que ,hay algo pasajero en el reportaje, en cuànto a que Almodóvar rodó en el palacete.....¿tiene probablemente algo de encanto por el lujo el cineasta? ¿o lo exclusivo cuàndo hace cine?¿sólo con el cine? el cineasta tiene una Sicav y cuentas offshore. Igual que todos sus colegas del mundo de la cultura, música, cine etc por no hablar de deportistas de élite.entre otros.La de la señora Koplowitz és mucho más voluminosa y por ranto sistémica para la sociedad.Però ¿no estàn todos los que pueden en lo mismo? No serà la condición humana.¿Cómo se controla ésto? Llevamos décadas,más de un siglo seguramente luchando con ésto y no hemos conseguido más que volver a la casilla de salida! Da que pensar....