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Tecnología
Las multas a los gigantes de Silicon Valley dejan dudas sobre su eficacia sin alternativa clara al oligopolio

El enfrentamiento entre la Comisión Europea y las grandes tecnológicas estadounidenses ha abierto un nuevo capítulo en la guerra comercial que mantienen Bruselas y Washington tras la llegada de Donald Trump a la Casa blanca y su nueva política de aranceles. A través de multas históricas, la semana pasada Bruselas sancionó a Apple con 500 millones de euros y a Meta con 200 millones por vulnerar la Ley de Mercados Digitales (DMA) aprobada por el Parlamento Europeo en 2022.
Estas sanciones añaden tensión a la escalada arancelaria impulsada por Trump, y que en las últimas semanas ya ha afectado de lleno a la industria tecnológica estadounidense, tradicionalmente alineada con Silicon Valley y su enorme influencia en la política y la economía de Estados Unidos. Aunque Washington ha tratado de aliviar la presión sobre el sector con exenciones temporales de aranceles, la incertidumbre persiste y las grandes plataformas digitales han intensificado su presión sobre el Gobierno estadounidense para tratar de frenar el avance regulatorio europeo.
Bruselas no ha dudado en justificar las sanciones apelando a la necesidad de garantizar la competencia y proteger a los consumidores en un mercado digital dominado por un puñado de gigantes tecnológicos
La administración Trump ha tildado las sanciones de “extorsión económica”, “barrera al comercio”, ha acusado al bloque comunitario de favorecer a las compañías chinas y ha amenazado con más represalias comerciales si la UE persiste en su enfoque regulador. Por su parte, Bruselas no ha dudado en justificar las sanciones apelando a la necesidad de garantizar la competencia y proteger a los consumidores en un mercado digital dominado por un puñado de gigantes tecnológicos.
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, ha insistido en que las multas son proporcionales y se aplican por igual a todas las empresas que operan en el mercado europeo, independientemente de su origen. Ribera también dijo que la reacción de Meta le había parecido “pueril”, y subrayó que la regulación únicamente busca garantizar el cumplimiento de las leyes europeas.
Sin embargo, el contexto diplomático y económico ha levantado suspicacias entre quienes creen que la UE está utilizando la regulación digital como una herramienta geopolítica en el pulso comercial que se ha desatado en las últimas semanas con Estados Unidos a raíz de la subida de aranceles a productos comunitarios.
Barreras legales contra el monopolio tecnológico
Durante más de dos décadas, las grandes tecnológicas estadounidenses han ejercido un dominio casi absoluto sobre el mercado digital europeo. Empresas como Alphabet (Google), Apple, Meta, Amazon o Microsoft han capitalizado su posición de liderazgo global para consolidar su influencia en el continente, actuando como intermediarios imprescindibles entre empresas y consumidores.
En respuesta, la UE ha ido implementando con los años un marco regulatorio pionero a nivel mundial. El primer gran paso fue el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), en vigor desde 2018, que estableció un estándar global en la protección de datos personales. Después, la Ley de Servicios Digitales (DSA) amplió el foco, imponiendo nuevas obligaciones a plataformas y redes sociales para combatir la desinformación o los contenidos ilícitos al tiempo que reforzaba la protección de los derechos fundamentales y la rendición de cuentas de los intermediarios digitales.
La ley más reciente es la DMA, que desde su formulación fue concebida para supervisar la concentración de poder de las grandes plataformas digitales y fomentar un entorno más competitivo en el mercado digital europeo. Básicamente, la DMA busca prevenir la creación de monopolios por parte de los llamados gatekeepers, grandes plataformas online que actúan como intermediarios clave entre empresas y consumidores, y que tienen una posición dominante en el mercado.
Europa ha abierto investigaciones formales contra Amazon, Apple, Meta y Alphabet por posibles vulneraciones de la DMA, en aspectos como la autopreferencia en los resultados de búsqueda
La ley también intenta proteger los derechos de los usuarios, facilitando que tengan más opciones y control sobre los servicios digitales que utilizan. En septiembre de 2023, la Comisión designó a seis empresas como gatekeepers bajo la DMA: Alphabet, Amazon, Apple, ByteDance, Meta y Microsoft. Estas compañías ofrecen servicios básicos como motores de búsqueda, redes sociales, tiendas de aplicaciones y servicios de mensajería.
Desde entonces, Bruselas ha abierto investigaciones formales contra Amazon, Apple, Meta y Alphabet por posibles vulneraciones de la DMA, centrándose en aspectos como la autopreferencia en los resultados de búsqueda, las restricciones en las tiendas de aplicaciones, la interoperabilidad y los modelos de consentimiento para el uso de datos personales.
En concreto, a Apple se le ha aplicado la multa por restringir la libertad de los desarrolladores para informar a los usuarios sobre opciones de compra fuera de su App Store. Esta práctica, según la Comisión, restringe la competencia y mantiene a los consumidores dentro del ecosistema cerrado de venta de Apple, impidiéndoles acceder a alternativas más económicas.
Meta ha sido multada por su modelo ‘consentir o pagar’, que obliga a los usuarios de Facebook e Instagram a elegir entre aceptar el rastreo de datos personales o pagar por una experiencia sin anuncios
A pesar de que la compañía permite desde 2024 la instalación de tiendas alternativas en Europa, Bruselas ha detectado que las “restricciones técnicas y comerciales” persistían. Los desarrolladores no podían redirigir libremente a los usuarios hacia ofertas externas ni mencionarlas dentro de sus aplicaciones. Ahora la compañía está obligada a eliminar estas restricciones y evitar repetir esta conducta en el futuro.
Por su parte, Meta ha sido multada por su modelo ‘consentir o pagar’, que obliga a los usuarios de Facebook e Instagram a elegir entre aceptar el rastreo de datos personales para recibir publicidad personalizada o pagar por una experiencia sin anuncios. Europa considera que esta práctica priva a los usuarios del derecho a decidir libremente respecto al uso de sus datos personales. Aunque Meta introdujo un nuevo modelo en noviembre de 2024, que supuestamente reduce el uso de datos, la Comisión ha mantenido la sanción inicial.
Unas multas muy reducidas y con poco impacto
En ese marco también están contempladas las sanciones, que pueden alcanzar hasta el 10% de la facturación global anual y el 20% en casos reincidentes. No obstante, las multas recién aplicadas a Apple (500 millones) y Meta (200 millones) representan solo un 0,1% y un 1,3% de sus respectivas facturaciones anuales, ya que han sido reducidas por la “brevedad del periodo infractor”, tal y como aclara la Comisión.
“Cuantitativamente las multas no afectan a Meta o a Apple”, comenta Alberto R. Aguiar, periodista experto en información tecnológica y autor de la newsletter La conquista del feed. Aunque, “en cualquier caso ya es una buena noticia que las multas hayan tardado apenas unos meses en conocerse teniendo en cuenta que, antes de que naciera el reglamento, el procedimiento se limitaba a invocar el Tratado de Funcionamiento de la UE”, añade.
Con todo, no está claro que las sanciones alcancen su objetivo disuasorio. Aguiar comenta el caso de Google, que en 2018 fue multada con más de 4.000 millones de euros “y no parece que haya cambiado nada estos últimos años”. La novedad en los casos de Apple y Meta “es que la DMA les exige introducir cambios inmediatos, y algo verán las empresas señaladas que nosotros no, porque la reacción de Meta ha sido muy virulenta”.
Meta ha criticado que las exigencias de Europa supondrán un cambio brusco y forzoso en su modelo de negocio, y comparó la sanción con un arancel indirecto
De hecho, después de que la UE hiciese públicas las sanciones, tanto Apple como Meta anunciaron que apelarían la decisión, y argumentaron que las multas eran injustas y perjudiciales para la innovación. Meta, por ejemplo, ha criticado que las exigencias de Europa supondrán un cambio brusco y forzoso en su modelo de negocio, y comparó la sanción con un arancel indirecto.
Para imponer estas sanciones Bruselas ha establecido un mecanismo escalonado: tras pagar la multa inicial, las empresas dispondrán de hasta 60 días para corregir las prácticas que han vulnerado la ley, bajo amenaza de penalizaciones diarias de hasta el 5% de su facturación diaria global si no lo hacen.
Apple deberá eliminar las restricciones técnicas y comerciales que impiden a los desarrolladores informar sobre ofertas externas a su App Store. Meta está obligada a ofrecer una alternativa gratuita y comprometa menos los datos personales de sus usuarios, garantizando un consentimiento real y libre.
Dominadores absolutos del mercado
Dentro del bloque comunitario, la eficacia de las multas también está generando debate interno. No todos los altos funcionarios de la UE consideran que las sanciones serán suficiente estímulo para modificar sustancialmente las prácticas de estas empresas, y hay quien asegura que Apple y Meta podrían simplemente asumirlas como un gasto más en su cuenta de resultados. También se habla de que estas regulaciones podrían influir positivamente en el desarrollo de una industria tecnológica europea más competitiva que la actual, sin tanta dependencia de Estados Unidos.
Lo que sí han hecho las sanciones es sentar un precedente para futuras investigaciones contra otros gatekeepers que operan en Europa, como Alphabet o Amazon, actualmente también bajo investigación por posibles incumplimientos de la DMA. Aun así, todavía existen dudas sobre si la competencia mejorará, dado el aplastante dominio de estas plataformas en el mercado. Además, en el medio plazo, el éxito de estas sanciones dependerá de la capacidad de Bruselas para fiscalizar su cumplimiento y de la respuesta de otras tecnológicas ante el riesgo de multas millonarias.
“Más que las multas en sí mismas, lo que ayudará a mejorar la competencia son los cambios que exige Bruselas”, incide Aguiar. “La UE puede invocar el 'efecto Bruselas' todo lo que quiera, que lamentablemente va a conseguir poco por sí misma. Ahora es un momento clave para ver qué pasa al otro lado del Atlántico, con los procedimientos legales que ponen en un brete, por ejemplo, a Google y a la propia Meta”.
“No hay muchas alternativas a estas empresas, pero si finalmente Meta tiene que desprenderse de alguna de sus plataformas podríamos ver una menor concentración empresarial", explica el periodista Alberto R. Aguiar
Sobre si las sanciones harán que el dominio de los colosos estadounidenses se difumine en favor de más presencia de empresas tecnológicas europeas, el periodista cree que la posición de las compañías americanas es muy poderosa. “No hay muchas alternativas a estas empresas, pero si finalmente Meta tiene que desprenderse de alguna de sus plataformas podríamos ver una menor concentración empresarial, lo que permitiría que la lucha por nuestros derechos digitales pudiera seguir librándose contra emporios más fragmentados, contra gigantes más asumibles”.
Aguiar tampoco cree que el hecho de multar a multinacionales estadounidenses suponga un desarrollo inmediato del sector tecnológico europeo. “Muchas veces da la sensación de que las instituciones hablan de ‘alternativas europeas’ como si una empresa, por el mero hecho de ser comunitaria, automáticamente sea buena. Sin ir más lejos Booking, que es neerlandesa y está en la picota de las últimas regulaciones tecnológicas europeas, tiene a muchos consumidores en pie de guerra. O Spotify, que también tiene origen europeo y la UE ya lleva meses estudiando cómo hacer más justa la retribución que plataformas como esta hacen llegar a los creadores”.
Un escenario de mayor competitividad podría abrir una oportunidad “para que nazcan modelos de consumo e interacción digital alternativos a los que propone el oligopolio de Silicon Valley. En esencia, creo que muchos internautas hemos olvidados que otro Internet es posible. Que, de hecho, otro internet fue posible. Había foros y protocolos de comunicación antes de que las Google, Meta, Apple y Amazon de turno se pusieran a mediarlo todo”.
Aumenta la tensión en plena guerra comercial
El anuncio de las sanciones de la Comisión ha intensificado el pulso entre la Unión Europea y Estados Unidos en pleno contexto de hostilidad comercial entre ambas potencias. El Gobierno de Trump ha impuesto gravámenes de hasta el 10% a productos europeos y amenaza con extenderlos también al sector tecnológico. Por eso existen suspicacias de que este escenario haya convertido las multas a Apple y Meta en una especie de “moneda de cambio geopolítica”. Mientras la UE negocia con Washington una pausa arancelaria de 90 días, Bruselas estudia medidas de represalia que podrían incluir impuestos digitales o restricciones a servicios tecnológicos estadounidenses.
Durante estas semanas, las principales tecnológicas de EEUU han intensificado su actividad logística para frenar la regulación europea. Ejecutivos como Tim Cook (Apple) y Mark Zuckerberg (Meta) mantienen contactos directos con la Casa Blanca, mientras Elon Musk —aliado clave de Trump— ejerce presión mediante su influencia política y mediática. Uno de los asesores del presidente estadounidense, Peter Navarro, ha acusado a la UE de utilizar el lawfare (guerra en los tribunales) contra empresas estadounidenses, aunque Bruselas niega cualquier vinculación entre las sanciones y la guerra comercial.
Simona Levi, miembro de la red de especialistas Xnet y autora de Digitalización Democrática (Rayo Verde, 2024), considera que las multas “conducirá a un chantaje por parte de las grandes tecnológicas, que dirán 'estas son mis reglas, acéptalas o nos retiramos de Europa' y pueden perjudicar gravemente al continente, porque Europa no está trabajando en su soberanía y en crear un ecosistema empresarial y de sociedad civil capaz de responder con un modelo que ponga a los usuarios, y no a las empresas, en el centro”.
La Comisión Europea insiste en que sus decisiones responden “exclusivamente al incumplimiento de la DMA”, y no a estrategias geopolíticas. Sin embargo, el bloque se enfrenta a un dilema estratégico que pivota entre equilibrar su soberanía regulatoria con la dependencia tecnológica de EEUU en un contexto donde Washington prioriza el capitalismo de mando para controlar sectores clave.