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Televisión pública
La RTVE mutante del control mediático
Un recorrido por los casos de manipulación mediática de la corporación pública y el control que ha ejercido los últimos años sobre ella el PP, con ayuda del PSOE.
La primera frase es de 1956; la segunda, de 2009. La primera es de Gabriel Arias-Salgado, entonces ministro de Información y Turismo franquista. La segunda, de Fran Llorente, director de informativos del ente en ese momento, al recoger el premio otorgado al telediario de La Dos como el mejor informativo del mundo. Pero no hubo un proceso paulatino entre una y otra.
Fue, al calor de la guerra de Iraq y el 11M cuando el ojo público ponía su foco en la manipulación de la televisión pública, lo que desembocó en una ley que, si bien no daba acceso a la ciudadanía al organismo público, sí ofrecía consenso parlamentario para elegir al presidente e independencia a los periodistas. La cadena era líder de audiencia. Hasta que llegó 'el golpe'.
menos consenso
En julio de 2011 Alberto Oliart dimitió como presidente de RTVE, cargo al que había llegado tras un acuerdo alcanzado entre el Partido Popular y el PSOE. En noviembre, Mariano Rajoy conseguía la mayoría absoluta. Pasaron los meses y el Parlamento no era capaz de alcanzar un acuerdo que llegara a los dos tercios necesarios para nombrar al sucesor de Oliart. Así justificó el PP el cambio de ley: los siguientes presidentes de RTVE se elegirían por mayoría absoluta. La cifra de apoyos bajaba de 233 a 176 parlamentarios.
Casi un año después de la dimisión de Oliart, ya había nombre. Leopoldo González-Echenique era el elegido. Lo primero que hizo Echenique fue nombrar a Julio Somoano, que llegaba de Telemadrid, como director de los Servicios Informativos. Comenzaba así un nuevo tratamiento informativo en el ente público estatal.
“El plan plurianual de recursos humanos aprobado por la SEPI para el periodo 2013-2016 contempla para el año 2015 hasta un máximo de 433 contrataciones temporales”. El autor de la frase no es ya Echenique, que había dimitido a mitad de mandato, sino su sustituto, José Antonio Sánchez. Con pasado en la RTVE de la época de Aznar, era por entonces el director general de Telemadrid, el perfil ideal. Habían pasado tres años tras la dimisión de Oliart y, con ellos, numerosos cambios en el organigrama, en primera fila al principio, y después, en segunda.
Fue entonces cuaando Francisco Almoguera, recién nombrado subdirector de información de interactivos, relegó a redactores jefe y a la jefa de nacional, y citó a Mario, trabajador de Internacional y secretario de la sección sindical de la CGT, por “hacer uso de sus horas sindicales la sección quedaba desatendida”. Fue el motivo para trasladarlo a deportes. Para sustituir a Mario y al resto de trabajadores que iban cambiando de puesto, la directiva contrataba a personal externo, en el marco del plan plurianual.
Tras una petición de la CGT a la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) para conocer este plan plurianual –ya que el departamento de recursos humanos de la Corporación RTVE lo mantuvo en secreto–, SEPI respondió que “no recibió de la Corporación RTVE propuestas de autorización de la plantilla correspondiente a dichos años, por lo que mal pudo dictar acuerdo alguno sobre esta materia". El presidente José Antonio Sánchez había mentido en el Parlamento sobre las vacantes. Las contrataciones no se ajustaban a ningún plan. Posteriormente, un juzgado de lo social condenaba, no por primera vez, a RTVE por vulnerar los derechos sindicales. Mario tenía la conversación grabada.
La redacción (no tan) paralela
“Esto no lo voy a olvidar y lo vas a pagar”. Pedro Carreño, director de los Telediarios en Fin de Semana, le gritaba a la trabajadora Susana Torres esa frase. Según numerosos testigos, fue otra de las amenazas que recibió Torres durante ese tiempo. Más tarde, era la propia Torres la acusada por acoso laboral a otra compañera, algo de lo que nunca más se supo en ningún sitio. Y el 11 de junio recibió un burofax: “Deberá cesar en su puesto de trabajo el próximo día 30 de junio de 2017”, después de diez años trabajando en la casa.De los 138 trabajadores que componían la redacción central de informativos en 2012, quedan 50 en sus mismos puestos. De los 47 responsables editoriales, quedan dos. Esto es lo que denunció el Consejo de Informativos, órgano elegido por votación directa por los 6.300 trabajadores que componen la plantilla de CRTVE.
De ese total, mil tienen la categoría de Informador –periodistas–. Sin embargo, la dirección no pudo encontrar entre ellos perfiles con experiencia para nombrar a los jefes de Mario. Almoguera no tenía experiencia previa en información multimedia. Por encima de él, Sergio Martín, director del 24h y Online, tampoco tenía experiencia en televisión cuando llegó al puesto. Según señala a El Salto una periodista de RTVE que prefiere mantenerse en el anonimato, “las contrataciones son por afinidad ideológica, cuando no por amistad”.
RTVE puede realizar contratos temporales a personal externo por cuestiones concretas. Pero esta nueva plantilla habían llegado para quedarse, como alertaron los sindicatos cuando, tras tres años, sus contratos deberían pasar a ser indefinidos no fijos. Es lo que el resto de la plantilla llamó “redacción paralela”, trabajadores afines a la directiva nombrada por el Partido Popular.
Julio Somoano había llegado junto a Echenique y, cuando éste dejó de ser presidente, Somoano se fue con él. El nuevo director de Servicios Informativos sería Álvarez Gundín, exjefe de opinión de La Razón, y con el que llegó una nueva hornada de fichajes. Los trabajadores, armados con lazos naranjas, denunciaron la “manipulación y censura” de la dirección, lo que les llevó a presentar el 16 de febrero ante el Parlamento 2.225 firmas de empleados del ente, un tercio del total, la mayor recogida de firmas recogidas en el organismo.
Pérdida de credibilidad
Una caricatura del presidente decora la puerta del plató del 24 Horas. Hay otras en las puertas principales de los edificios. Carteles de la CGT, el SI, CC OO y UGT. Dentro, en la sala de control, el aire acondicionado es fuerte. Están en sus puestos, preparados. Conversaciones normales. “Empezamos”. En adelante, serán la voz de casi dos millones de personas. “Dentro colas”. Al otro lado, durante la comida, toda familia reunida tiene un aparato que muestra lo que les envían desde la sala de control.El 8 de abril ETA entregaba la armas unilateralmente. Mientras era la primera plana para la mayoría de medios de comunicación, TVE consideró que el desarme definitivo no gozaba de esa importancia. Hubo que esperar hasta el minuto 15 del telediario. “ETA escenifica [palabra más repetida] la entrega de armas”. Ni rastro de las declaraciones de Arnaldo Otegi, como representante de la segunda fuerza política del País Vasco. Sí del resto. Tampoco aparecía el presidente de la Comisión de Verificación.
La continuidad. Como un cuarto pequeño, es el sitio más protegido. Allí están los encargados de cambiar de una emisión a otra, que el show siga su curso y la pantalla nunca se quede en negro. Ese 8 de abril era sábado, y por la noche se emitía Informe Semanal, esta vez con el título "La solución murciana". Para cuando continuidad dio paso al programa, Jenaro Castro, presentador de Informe Semanal, explicaba que Pedro Antonio Sánchez dimitía como presidente de Murcia “para evitar que PSOE, Podemos y Ciudadanos gobernaran la región”. No lo hacía debido a los numerosos casos de corrupción que le señalaban directamente. Estos dos casos, cobertura sobre el desarme de ETA y sobre el presidente de Murcia, se unieron a los otros 75 entre abril, mayo y junio que el Consejo de Informativos ha recopilado como malas prácticas. Pero, aclaran, no son todos.
A partir de 2007 nuevos canales surgían y la audiencia, antes concentrada en las cadenas generalistas, se fragmentaba. Era la época en la que el telediario de La Dos ganaba el premio a mejor telediario del mundo. Tres años más tarde, en 2010, Telecinco, Antena 3 y Cuatro conseguían estabilizarse, y La Sexta ganar audiencia a partir del año siguiente. Por contra, TVE no dejaba de perder espectadores. Hasta 2015, cuando, por primera vez en la historia, estuvo por debajo de la barrera del 10% de share, concretamente en el 9,8%. “Ya lo vimos en Canal Nou o Telemadrid. Primero se pauperizan y más tarde nos quedamos sin medios públicos”, valora otra trabajadora de la Corporación.
Cinco años más tarde, Mariano Rajoy perdía la mayoría absoluta en el Parlamento. Pedro Sánchez ganaba las primarias del PSOE y TVE censuraba un especial que tenía preparado sobre Ferraz, esperando que ganara Susana Díaz.
La primera medida, con el Sánchez más izquierdista de regreso a la política, era volver a elegir al presidente de RTVE por consenso. El PP, que acababa de ser derrotado en otras votaciones, se veía obligado a sumarse al cambio de ley que ellos mismos habían implantado. 345 votos a favor. Los trabajadores de la casa, presentes en la tribuna, lloraban de alegría. Hasta que el PSOE decidió traicionarles.
Cuando el texto estaba en el Senado, el Partido Popular ofreció un acuerdo mejor. El texto original especificaba que, si el presidente no era elegido por dos tercios en primera votación, lo haría en segunda por mayoría absoluta. Eso sí, avalado por más de la mitad de los grupos del Parlamento. Actualmente hay siete, por lo que serían necesarios cuatro, más que suficiente para garantizar un consenso.
Sin embargo, el PP propondría un cambio de redacción en la Cámara Baja, y el PSOE se abstendría. La segunda votación sería, en su lugar, por mayoría de tres quintos. O lo que es lo mismo, 210 diputados. PSOE y PP suman 222. Tras la censura a Sánchez, llega el control PP-PSOE.
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