Opinión
Calladita estás más guapa
No opines sobre feminismo, sobre política, no digas ni mú. Calla que bastante tienes con poder votar, chitón a las risas desmesuradas con tus amigas en una cena irreverente. Histéricas.

Anda que no me han repetido esta frase veces desde el colegio. Anda que no me la habré dicho a mí misma. Pero no solo es cosa mía, de natural habladora. Es una frase muy para soltar como un látigo sobre las carnes prietas de cualquier mujer al borde de un ataque de nervios por lo raro que es vivir. Te chistan desde fuera, calla rica, te chistas desde dentro, no aprenderé.
Seguro que a Phoebe Waller-Bridge se lo recalcaron hasta la saciedad. Pero ella se ha puesto el mundo por montera y escribe, dirige y protagoniza la mejor serie sobre ser una bocazas de tamaño sideral, Fleabag. Además de llevarse mil premios en los Emmy y en los Globos de Oro por su maravilloso sentido del humor (negro), manifiesta esa irreverente costumbre de no cerrar el pico y decir lo que piensa de los demás. Y como nobleza obliga, ella misma se hace el autorretrato más descarnado: “Tengo una sensación horrible. Soy codiciosa, pervertida, egoísta, cínica, depravada, una mujer moralmente en la bancarrota que no puede llamarse a sí misma feminista”. Shut up, nena. Eres maravilla.
No seas inapropiada. No hables todo el tiempo de tus sentimientos. No le digas a ese tío que deseas algo más que una noche no sea que no te vuelva a mandar un WhatsApp en lo que le queda de vida. No opines sobre feminismo, sobre política, no digas ni mú. Calla que bastante tienes con poder votar, chitón a las risas desmesuradas con tus amigas en una cena irreverente. Histéricas.
Esta misma mañana, para arrancar con mi vida rutinaria y dejar de hablarme en modo drama y censora de mí misma, me he puesto un audio de meditación. Por lo visto, el hombre (el santo varón de la locución) ha debido de desesperarse con la velocidad de mi monólogo interior en el que me culpaba por ser codiciosa, pervertida, egoísta, cínica, depravada, una mujer moralmente en la bancarrota, como Fleabag.
Y entonces su voz ha retumbado en mi habitación: “¿De verdad estás concentrada en tu meditación o ya te has ido a otras cosas?”. Qué susto más grande. Y luego me he reído. No puedo evitar hablarme. Lo siento, gurú.
Y, además, a veces me digo y digo cosas que merecen la pena, como todas las mujeres del mundo, en cuya boca abierta no entran moscas sino verdades como puños. No hagáis nunca caso al “calladitas estáis más guapas”, hablad, benditas, recordad que se lo debemos a Eva, la primera mujer que, por hablar y tener curiosidad, fue expulsada del Paraíso y castigada a parir con dolor. Hablad, preguntad, investigad, y luego nos lo contáis a todos. Construyamos el mundo tejiendo fantásticos telares verbales, porque hablar, amigas mías, es de guapas.
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