Opinión
Lo nuestro es puro teatro
Representamos a lo largo de nuestra historia diferentes papeles en la gran función de la vida, que va a pelo, así, sin ensayo general.

Ahora que ya tocamos el fin de año con la punta de los dedos y deshojamos la alcachofa de los días hasta llegar al corazón habrá que prepararse para abrazar de nuevo a nuestros seres queridos con la boca llena de uvas, ponernos hasta arriba de purpurina y redactar mentalmente por enésima vez nuestra lista de nuevos propósitos, porque qué sería de nosotros, los del 2019, sin metas o ideales en este cambio de década tan redondo y nuevo como un regalo sin desenvolver.
Shakespeare escribía que el mundo entero es un teatro y todos los hombres y mujeres simplemente comediantes. Representamos a lo largo de nuestra historia diferentes papeles en la gran función de la vida, que va a pelo, así, sin ensayo general. Somos sopranos viviendo grandes historias de amor, bailarines de musical americano o chiqui pastorcillos asustados en la función del colegio, que no saben muy bien de qué va la vaina pero que al final confían en que su señorita Blanca les dé el pie entre bastidores. A veces nos toca ser los protagonistas, otras los secundarios y en ocasiones tenemos una sola frase que declamar antes de hacer mutis por el foro.
La clave es sobrevivir (se) a uno mismo después de cada temporada teatral. Como Mariah Carey con su “All I want for Christmas”, sintonía mundial de la Navidad, número uno en Spotify y una máquina de hacer millones en derechos de autor desde hace 25 años. Resulta que Mariah compuso la melodía con un Casio casero y pocas ganas, porque cuando era pequeña su familia disfuncional le arruinaba siempre las fiestas y por eso ella (quién lo diría) era un poco Grinch. Pero al final se subió al tacón, le dijo adiós al fantasma de las navidades pasadas, decidió hacer dientes dientes y divertirse. Que no significa que durante más de dos décadas lo haya conseguido siempre, pero ahí está, con su ristra de fracasos y éxitos personales a la espalda, como todos, interpretando un papel que a veces hasta se cree a pies juntillas.
Como me confiesa Carlos, el animador del programa en el que trabajo, hay días en los que te quieres morir, porque siempre es lo mismo, pero no nos falta salud, tenemos un techo y hemos venido aquí a pasárnoslo bien. Entonces, para demostrármelo, sube la música a todo trapo en el descanso de la grabación, pilla por banda a la primera que encuentra en el plató y se pone a bailar salsa para conseguir que el público se venga arriba. Luego pide un aplauso muy fuerte para su partenaire, se ajusta el casco a lo Madonna y me dedica una gran sonrisa de actor principal. Y eso me reconforta.
Yo, como Mariah, lo único que quiero para navidades es veros en 2020, comediantes, con nuevo vestuario y también con remiendos brillantes, nerviosos y expectantes detrás del telón antes de volver a salir a escena, con actitud, dispuestos a bailar salsa o lo que se tercie.
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