Tenis
Virginia Staatsmann, la encordadora que teje las cuerdas de Carlos Alcaraz

Ha sido la primera encordadora española en Wimbledon y lleva varios torneos tejiendo las cuerdas de raquetas ganadoras como las de Alcaraz y Savalenka
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Virginia Staatsmann trabajando en la sala de encordaje de Wimbledon 2023. Foto cedida por Virginia.

Poco se conoce del oficio del encordado de las raquetas de tenis, una profesión esencial en este juego de la que apenas tenemos noticia. Casi nadie sabe que en una sala cerrada, alejados del bullicio y las pistas, el servicio oficial de encordado de los campeonatos de tenis teje las cuerdas que mueven este deporte. Virginia Staatsmann, encordadora valenciana, nos resume algunos aspectos de este oficio “súper especializado” que constituye el 50% de la raqueta: “Si en dos raquetas pones dos cordajes de diferentes marcas y diferentes grosores, cada raqueta se comportará de forma totalmente distinta con una cuerda o con otra; al fin y al cabo lo que está en contacto directo con la pelota es el cordaje”.

“La raqueta se comporta de forma totalmente distinta con una cuerda o con otra, el cordaje determina el juego en este deporte”, Virginia Staatsmann, encordadora profesional.

El cordaje tiene una importancia vital y cada jugador y jugadora necesita que sea adecuado a su juego. “Hay un cordaje que se utiliza para crear más efecto, para que la bola coja más parábola; hay algunos para quien juega de forma tradicional y golpea más plano; los hay que despiden más la pelota y consiguen que tengas más potencia, es todo un arte”, apunta Virginia. Hay más de 150 modelos de cordajes y marcas diferentes en todo el mundo, los encordadores deben acertar con la galga o grosor de las cuerdas y con la tensión para que su clientela reciba la raqueta que le permita aprovechar su esfuerzo y demostrar su habilidad. 

Virginia se ha criado entre raquetas, en el negocio familiar, Deportes Fernando, una tienda especializada en tenis, frontenis, squash y pádel en el centro de Valencia, ya desaparecida pero que logró mantener su actividad durante 50 años. Su padre fue uno de los encordadores pioneros en la ciudad después de estudiar el oficio en Alemania. Como no tuvo varones, enseñó el arte de las cuerdas al resto de su familia, sin saber que una de sus hijas, que aprendió a encordar a los 12 años, iba a  convertirse en el futuro en una de las pocas encordadoras en España, e incluso en el mundo, y que llegaría a trabajar en citas del Grand Slam como Wimbledon o Roland Garros. En 2003, Virginia comienza a encordar en torneos profesionales después de haber trenzado muchas cuerdas en la tienda de sus padres, y su carrera no ha dejado de darle alegrías. Ha trabajado en Fed Cup, el Open 500 de Valencia, el Mutua Madrid Open, el Open Internacional BBVA, campeonatos españoles por equipos, etc. 

Virginia encordadora Alcaraz Portada
Virginia Staatsmann en el equipo de encordadores del Torneo Mutua Madrid 2022, primer año que encuerda a Alcaraz. Foto de Babolat.


Reconoce que ha llegado a encordar 45 raquetas en un día. “Puede sonar poco para quien no ha encordado raquetas en su vida pero es una barbaridad, lo normal y para que puedas trabajar a gusto sería tejer 25 raquetas en una jornada”, explica. Virginia asegura que se puede ir muy rápido: “si tienes habilidad y eres un encordador experimentado puedes llegar a lo que exige el servicio de encordado de los torneos profesionales que son tres raquetas en una hora”. Las raquetas, nos cuenta, tienen que estar perfectas, idénticas. “Si yo encuerdo tres raquetas para Alcaraz no puede ser que una me haya quedado más blanda y la otra más dura, tienen que ser iguales”. 

Confiesa que el nivel de exigencia de los jugadores varía. “A veces me piden cosas que pueden parecer tonterías, a nivel profesional respeto mucho las manías porque yo soy muy perfeccionista y sufro por esto. Los jugadores profesionales tienen mucha sensibilidad con el cordaje y pueden notar la diferencia en el peso en una cuerda, que no esté bien sujeta, etc. Tenemos la suerte de tener jugadores como Alcaraz y Nadal que no son nada maniáticos. Te traen sus raquetas, que no son muchas, te dan sus características y les da igual si se las entregas por la tarde o por la mañana. A los encordadores nos gusta trabajar para jugadores así. Los dos son unos fueras de serie y a la hora de trabajar con nosotros te lo hacen muy fácil, muy sencillo”, relata. 

“Encordar es un trabajo duro, estás todo el día de pie, trabajas una raqueta detrás de otra, te duelen los dedos, se te hacen callos en las manos, te duelen las piernas, pero todos lo amamos”, Virginia Staatsmann, encordadora profesional.

Describe su trabajo como un trabajo duro en el que “te levantas muy pronto y te sueles acostar tarde. Estás todo el día de pie, trabajas una raqueta detrás de otra, te duelen los dedos, se te hacen callos en las manos, te duelen las piernas, pero todos los que estamos allí somos igual de frikis y lo amamos”.

El talismán de Carlos Alcaraz

Cuando empieza una competición profesional, nos describe Virginia, el jugador o jugadora llega con sus raquetas, “pueden llegar a tener de 4 a 12” y se dirige directamente al servicio oficial de encordado del torneo, “y aunque las cuerdas estén bien, se le teje un nuevo cordaje para cada competición”. A nivel profesional cada jugador y jugadora de tenis ya sabe qué tipo de cordaje quiere y cómo lo quiere, qué tensión necesita. “Han jugado con varios tipos de cordaje y saben cuál les va bien. Normalmente, son fieles al mismo: misma marca y modelo. Carlos Alcaraz juega con un cordaje de la marca Babolat —la misma que la raqueta, una RPM Blast — fabricado en copoliéster negro con una tensión de 25 kilos en las verticales y 23 en las horizontales, y con un calibre galga 1,30”, especifica. 

Esto, comenta, puede variar de torneo en torneo. “Cuando le encordé las raquetas a Carlos Alcaraz en el Torneo Mutua Madrid de 2022, él venía de jugar y ganar el Conde de Godó, se dirigió al servicio de encordado y le corté todos los cordajes y se los puse nuevos a la tensión que pidió”. Este año, en 2023, las altas temperaturas registradas en Madrid, una ciudad muy por encima del nivel del mar, han influido sobre el cordaje del tenista porque el calor en un lugar alto provoca que baje la tensión en las cuerdas, “así que antes de un partido, Carlos pidió un kilo más en el cordaje para poder compensar la rapidez de la bola”.

En 2022, Babolat le asignó tejer las cuerdas de Carlos Alcaraz en el Torneo Mutua Madrid. “Fue de los primeros en los que mi jugador llegaba a la final. En un torneo conforme se van eliminando jugadores, se van marchando los encordadores; ambos corren la misma suerte, es como el juego del Cluedo. Llegó un momento que en la sala de encordado sólo estábamos mi máquina con mi nombre, las máquinas van personalizadas, y yo, porque sólo quedaban Alcaraz y Zverev, y éste tenía un encordador personal. Estaba sola con mi máquina y mi jugador, Carlos Alcaraz, y fue un momento mágico; que tu jugador gane el torneo con las raquetas que le has encordado reporta una satisfacción tremenda”, afirma. 

En el Torneo Mutua Madrid de 2022 llegó un momento en el que estaba sola con mi máquina y mi jugador, Carlos Alcaraz, y fue un momento mágico

En 2023 no sólo se le vuelve a asignar a Alcaraz, también a Aryna Sabalenka, que contra todo pronóstico, gana a la número uno del tenis femenino, Iga Swiatek. “Hice doblete, y luego me llaman para Wimbledon, y aunque no encordé a Carlos hasta la final, lo ganó”, explica. A partir de ahí nace la leyenda entre los encordadores de que Virginia es el talismán de Alcaraz y le transmite su positividad. Ella dice que tiene claro que no es así pero que le gustaría que así fuera: “No tengo nada que ver con los triunfos de Alcaraz, él gana porque lo hace muy bien; pero realmente, si tu trabajo lo haces muy mal, puedes llegar a estropear el partido al jugador. Los encordadores no podemos hacer que un jugador gane la final de un torneo pero sí que la pierda”.

Un oficio ultra especializado donde hay muy pocas mujeres

La cantidad de encordadores en un torneo varía dependiendo de la importancia y el número de jugadores que compiten. En el torneo de Madrid fueron 13 y en Wimbledon han llegado a ser 17. “Siempre pienso que somos pocos porque tenemos mucho trabajo. Normalmente son todo hombres, no conozco apenas mujeres encordadoras. A lo largo de mi carrera profesional habré conocido a dos amigas en Valencia, otra francesa en el torneo de este año y una más mayor que trabajaba en Wimbledon, ya jubilada. Es un oficio ultra especializado donde hay muy pocas mujeres”.

“Es un oficio ultra especializado donde hay muy pocas mujeres. Este año he sido la primera española que ha trabajado como encordadora en Wimbledon”, Virginia Staatsmann, encordadora profesional.

Recuerda que al principio sufrió discriminación por el hecho de ser mujer cuando comenzó a encordar en la tienda de su padre. “Cuando llegaban los hombres con las raquetas y encontraban a una mujer joven, daban por sentado que no lo iba a hacer bien, que eso lo tenía que hacer un hombre. Pensaban que la fuerza de la tensión la aplica la persona y no tiene nada que ver porque lo hace una máquina, así que me preguntaban, “¿la vas a encordar tú o tu padre?” y a mí se me llevaban los demonios, yo les decía “mi padre”, y mi padre me decía, “hazla tú”. Cuando el cliente iba a recogerla, la tocaba, la comprobaba y decía, cómo se nota que la ha encordado tu padre. Esto me dio fuerza para ir creyendo en mí misma”.

Cuando trabajó en el 2003 en su primer torneo profesional nos cuenta que les llamó tanto la atención que llegara una chica que le decían medio de broma, “vamos a poner un biombo donde esconderla porque si la ven, nadie va a querer encordar con ella”. Afortunadamente comenta que esto fue al principio y que, después de mucho trabajo y esfuerzo, ahora cualquier tipo de discriminación ha quedado atrás. “Me siento muy valorada y querida en mi trabajo, muy apoyada por mis compañeros. También puedo afirmar que siempre he cobrado lo mismo que los demás, nunca he sufrido desigualdad salarial”, asegura. 

¿Cuántas personas pueden decir que Marketa Vondrousova es la ganadora de Wimbledon de este año? Sin embargo, todo el mundo sabe que Carlos Alcaraz ha sido el ganador

Ser mujer, algo que al principio se mostró como un hándicap, pasó a ser una ventaja y comenta que ahora llama más la atención y su trabajo está muy solicitado. “Es difícil acordarte de un encordador hombre, porque ves muchos, pero sí que se acuerdan de una chica porque somos muy pocas, además yo tengo buen rollo con entrenadores y jugadores”, añade. Hasta el punto han cambiado las tornas que cuando llegó a Wimbledon este año se encontró con una gran sorpresa: “Llego como pardilla, novata en Wimbledon, y me encuentro una foto mía enorme en el servicio de encordado, se me saltaron las lágrimas, me emocioné muchísimo”.

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Virginia Staatsman en Wimbledon 2023. Foto cedida por Virginia.

Respecto a la diferencia entre el tenis profesional masculino y el femenino, su experiencia profesional los sitúa “del cielo a la tierra, y me duele decirlo porque soy mujer, pero no tiene nada que ver el interés y la repercusión que genera el tenis masculino comparado con el femenino. El lleno absoluto no pasa en la competición femenina. He trabajado en un WTA 125.000, circuito de chicas, y las gradas están prácticamente vacías salvo en semis y en la final; está claro que las jugadoras no son súper renombradas, pero juegan maravillosamente bien”. Reconoce que incluso entre los encordadores les son más familiares los nombres de los jugadores masculinos que los de las jugadoras, y esto es mucho peor entre el público en general. “¿Cuántas personas pueden decir que Marketa Vondrousova es la ganadora de Wimbledon de este año? Sin embargo, todo el mundo sabe que Carlos Alcaraz ha sido el ganador”, concluye. 

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