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La ciudad polaca de Katowice acoge la COP24, también conocida como Cumbre del Clima. En ella, los países de las Naciones Unidas negocian cómo llevar adelante la lucha internacional contra el cambio climático. En 2015, el Acuerdo de París supuso un consenso histórico, aunque poco ambicioso, para limitar el calentamiento global a 2°C, idealmente 1,5°C. Tres años después, Katowice debe ser el escenario que de a luz el reglamento por el que el Acuerdo de París se implementará de manera efectiva.
El universo de la diplomacia internacional entorno al cambio climático es enorme y es muy fácil perderse en la multitud de temas tratados y tecnicismos. No obstante, en la humilde opinión del que escribe, tres temas pueden ser destacados como principal escollo de las negociaciones.
En primer lugar, medio grado importa. La ONU comisionó al panel de expertos IPCC un informe que evaluara los escenarios del cambio climático según los esfuerzos mundiales limitaran a 1,5 o 2 grados el aumento global de temperatura. Con mucha más información empírica que en informes previos, el consenso científico fue claro. Las consecuencias de un aumento global de temperaturas en 2 grados son catastróficas. Limitarlo a 1,5 es, aunque severamente dañino, algo que la humanidad podrá afrontar.
Por tanto, el informe concluye que los cambios en nuestras sociedades deberán ser “sin precedentes” y en un tiempo récord. Es por esto que todos los países deben redoblar sus esfuerzos para alcanzar esta meta. Sin embargo, el bloque de países proenergías fósiles, liderados por Estados Unidos y Arabia Saudí, se niegan a admitir esta evidencia científica y modificar los objetivos mundiales.
En segundo lugar, el poderoso caballero. La financiación es un tema clave. Los países del Norte Global tienen la obligación de costear a través del Fondo Verde del Clima 100.000 millones de dólares anuales destinados a medidas de mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo. En paralelo, los flujos financieros privados y públicos globales deben ser desviados de las energías fósiles a inversiones limpias. Por último, la reparación de pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático también debe ser financiada según el Acuerdo de París.
Como era de esperar, los países desarrollados buscan excusas para minimizar su contribución económica. Es una cuestión de responsabilidad ética que los países del Norte Global y las empresas fósiles que se han enriquecido durante todos estos años apoyen económicamente al Sur Global, principal damnificado del cambio climático.
Por último, la transición justa y los derechos humanos. El Acuerdo de París fue el primer tratado de lucha contra el cambio climático que incluyó en su articulado los derechos humanos. Sin embargo, parece que el conjunto de países sufre de amnesia colectiva a la hora de concretar la protección de los derechos humanos en el Reglamento de París.
Para que la transición climática, que requiere un cambio radical en nuestra sociedad, no provoque que pierdan los de siempre como daño colateral, es necesario la inclusión del respeto a los derechos humanos. Hablamos de los derechos de los colectivos indígenas, de la mujer, la protección de la biodiversidad, la seguridad alimentaria, la participación ciudadana, la transparencia, la equidad internacional y, en general, la protección de los grupos más vulnerables.
¿Y la juventud, qué tiene que ver en todo esto?
Durante la segunda semana de la Cumbre, la Red Equo Joven, como parte de la Federación de los Jóvenes Verdes Europeos, asistió a varias reuniones bilaterales con la Presidencia polaca de la Cumbre y con la Unión Europea. “La juventud es muy necesaria”. “Necesitamos que nos ayudéis”. “Sois el futuro”. Como de costumbre, frases manidas y buenas palabras pero poca consideración respecto al duro trabajo que las ONG juveniles llevan a cabo dentro del marco de la Cumbre Climática. Una compañera europea lo denominó youthwashing, y no puedo estar más de acuerdo.
El rol de la juventud no es el de instrumento del político de turno para fingir que escucha nuestras demandas y sacarse un par de fotos. Tampoco lo es darnos un espacio a través de concursos fotográficos o de emprendimiento joven, como hace la ONU en el contexto de la Cumbre del Clima. La juventud debe estar presente no solo para dar su visión de manera constructiva y participativa cuando esta sea posible. También debe ser el guardián que puede reivindicar con toda la legitimidad moral los intereses de las generaciones jóvenes y futuras.
El 10 de diciembre Estados Unidos celebraba un evento para exponer su visión negacionista del cambio climático. La juventud apareció entonces para gritar, alto y claro, ‘Keep it in the ground!’ y ‘Shame on you!’ a los representantes estadounidenses. Personas de colectivos indígenas y del Sur Global directamente afectadas por el cambio climático tomaron la palabra para contar su testimonio, enfrentando la realidad climática al discurso suicida de Trump. La juventud está para luchar por sus derechos, sin las ataduras del interés cortoplacista, y remover los cimientos de esta sociedad. Para enfrentarse a quien sea y como sea para proteger sus derechos. La transición climática será abanderada por la juventud, o difícilmente ocurrirá.
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Muy bien dicho. Los paises del norte global tienen que reconocer las desigualdades y la herencia de problemas medio ambientales (y del bien estar) que las poblaciones indígenas o con pocos recursos económicos ya han sufrido y sufrirán—a las manos del países que, desde la época del colonialismo, han aguantado de los demás y no han reconocido a sus delitos. Este tipo trump representa un paso atrás en la lucha contra el cambio climático y mancha el historial de los derechos humanos. ¡ Pero no podemos quedarnos sin esperanza hasta 2020! La lucha empieza al nivel local, y los cambios más Innovadores también. Seguid luchando, por el medio ambiente y por los derechos de todos los seres humanos!
Los viejos gobernantes son responsables del desastre que van a dejar a las próximas generaciones.