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Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
No es fácil entender el ambiente de calle que vive Venezuela a escasos días de las elecciones. Las elecciones presidenciales, que se vivieron siempre con entusiasmo general, lucen frías en plena campaña. La acentuación desproporcionada de la hiperinflación, por lógica, debería ser la primera razón de peso para la práctica del voto. Pero la confusión opositora para cuadrar una alternativa viable al Gobierno de Nicolás Maduro parece tan distante como la solución de la crisis. Además, un pastor evangélico puede ser decisivo. ¿Sorpresas? En Venezuela siempre las hay.
1º factor: el triunfalismo oficial
Ante el desconcierto opositor (del que hablaremos), el Gobierno se ha presentado ‒en medio del vendaval económico‒ con certezas contundentes, propias de quien se siente favorito, enviando un mensaje firme que puede convencer a propios y extraños de que no hay más opciones en el panorama. Eso pesa enormemente en la decisión de las mayorías sobre la efectividad del voto y sobre su participación en la contienda. Para unos, el Gobierno ya ganó porque “va a hacer trampa”, para otros ya ganó porque “luce victorioso”, y, mientras tanto, la gente demuestra apatía respecto a la campaña.El chavismo no ha salido de sus zonas de confort, ha perdido la presencia de calle que tuvo en eventos anterioresEl triunfalismo oficial activa puntos débiles. El chavismo no ha salido de sus zonas de confort, ha perdido la presencia de calle que tuvo en eventos anteriores. Chávez acostumbró al país a penetrar los más recónditos lugares de la geografía social nacional. Visitaba, caminaba y tenía contacto directo con los sectores más empobrecidos, presentaba propuestas abiertas que entusiasmaban a las mayorías. En la actual campaña, el oficialismo se ha concentrado en eventos políticos acotados, sin recorrido de calle, lo que significa una transformación importante en el mensaje político.
No es posible saber si se trata de una debilidad interna del Gobierno venezolano, consecuencia de que en meses pasados las salidas del presidente Maduro a espacios no controlados terminaron en aparentes protestas populares de dudosa naturaleza: en Margarita (isla del noreste) y San Félix (ciudad del sur); o si es parte del triunfalismo que experimenta después de que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición opositora, decidiera no participar en la contienda.
Venezuela
La oposición venezolana pasa de elecciones
Si bien es cierto que un sector de la oposición inscribió la candidatura de Henry Falcón, también lo es que esta postulación muestra debilidades internas que asoman la ausencia de apoyo del voto duro opositor.
El Gobierno considera “suficiente” el voto de su maquinaria, pero ese voto funciona únicamente en escenarios de alta abstención. Una elevada participación electoral barrería con sus votos duros, como ocurrió en las legislativas de 2015, donde la oposición logró 7.726.000 votos contra el chavismo, que sacó 5.622.000. Pero ante el fortfait del “voto duro”, la opción de la victoria electoral opositora parece francamente cerrada. Aunque quedan vetas abiertas que podrían cambiar el escenario.
El triunfalismo oficial está relacionado, muy razonablemente, con los resultados de las últimas tres elecciones realizadas en 2017, en las que el abstencionismo opositor ‒influenciado por redes sociales y campañas internas, primero, y luego declarado desde los partidos de la MUD‒ permitió al partido de Gobierno arrasar con poco más de ocho millones de votos en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), y seguidamente con 18 de las 23 gobernaciones y con 306 de las 335 alcaldías. Entre los derrotados de estos comicios destacó ‒de manera sorpresiva‒ Henri Falcón, actual candidato a la presidencia, quien perdió la contienda por la gobernación en el Estado Lara, después de haber triunfado en dos oportunidades como gobernador (2008 y 2012) y dos como alcalde de la capital de la entidad (2000 y 2004).
Quedó la sensación colectiva de que las “guarimbas” se trataron más de dispositivos violentos de las élites para instaurar una “dictadura de derecha”, que una salida “racional” al Gobierno de MaduroPara matizar el “triunfalismo” es preciso evaluar que estos eventos tuvieron lugar a la sombra de las “guarimbas”, violencia opositora de calle que llevó al país suramericano al filo de una guerra civil y que logró impacto negativo de alto calado en la población, por ser producidas ‒casi de manera exclusiva‒ por sectores altos y medios, sin participación popular. Quedó la sensación colectiva de que se trató más de dispositivos violentos de las élites para instaurar una “dictadura de derecha”, que una salida “racional” al gobierno de Maduro.
Estos sectores radicales de la oposición, con sus líderes inhabilitados o fuera del país, son los que llaman al boicot de manera descarnada, boicot que ‒hasta ahora‒ se manifestaría en forma de abstención. El chavismo encauzó la respuesta a aquellos episodios violentos en el llamado a la ANC y consiguió el resultado electoral numéricamente más elevado de la historia del país. Se podría decir que las mayorías prefirieron respaldar un Gobierno que no encuentra salida al “precipicio” económico, pero que garantiza la paz nacional. Lo que pone en tela de juicio la certeza de la reelección chavista es que hoy no solo las guarimbas y sus líderes están distantes de la escena política, sino que las derrotas económicas del Gobierno y el malestar contra el presidente Maduro podrían tener más peso en los próximos comicios, mucho más que sus victorias en el control de la violencia de los sectores radicales de la derecha venezolana y regional. Además, el candidato opositor proviene del chavismo, y tendería a robarle buena parte de votos en medio de la desazón que cunde en sus filas. ¿Henry Falcón será capaz de capitalizar tal malestar? ¿La oposición podrá volver al escenario favorable de 2015?
2º factor: la oposición electoral
A comienzos de mayo, el líder opositor más importante de los últimos años, Henrique Capriles Radonski ‒inhabilitado para cargos de elección‒, planteó la necesidad de realizar un “debate urgente” sobre el 20 de mayo, deslizándose, aunque tímidamente, desde la posición abstencionista hacia un llamado a la participación. Vale recordar que Henri Falcón fue jefe del comando de campaña de Capriles Radonski en las elecciones presidenciales de 2013. Este deslizamiento de Henrique Capriles estuvo acompañado por otros líderes, como el diputado Enrique Márquez de UNT (Un Nuevo Tiempo). Para el candidato opositor es vital el apoyo de diversos sectores de oposición, puesto que su principal enemiga es la abstención.Henri Falcón posee fortalezas que podrían llevarlo a sorprender al oficialismo. La principal es venir del seno del chavismo y conocerlo bien, saber hablarle, manejar sus códigos. Por ello, Capriles lo consideró pivote durante su campaña. El exgobernador supo apartarse del chavismo oficial y seguir ganando en su feudo, el Estado Lara, con apoyo de las bases chavistas.
La oposición tiene un candidato que puede dividir el chavismo (algo clave para ganar cualquier elección en Venezuela), pero que se muestra impotente para unir la propia oposición
Es decir, la oposición tiene un candidato que puede dividir el chavismo (algo clave para ganar cualquier elección en Venezuela), pero que se muestra impotente para unir la propia oposición. Ese “don” ‒tener “afectividad” con el chavismo‒ es justamente la “falla de origen” de Henri Falcón, un “ascendido social” que para ganar requiere apoyo del voto duro de la oposición, compuesto por capas altas y medias de la población, clases que no ven con “buenos ojos” la procedencia social y política del candidato, al punto de preferir no apoyarlo y dejar la cancha libre a Maduro. Hace poco, un ideólogo de peso del “autoexilio” venezolano, Ibsen Martínez, consideró a Falcón un “remedo imperfecto de Hugo Chávez”, y relacionó desde su traje hasta sus tics nerviosos con el carismático líder fallecido. Pero lo que piensa el secretario general de la OEA es incluso más ofensivo, tratándose de un candidato presidencial que no es Maduro.
El tiempo transcurre rápido en Venezuela, ya comenzó la recta final y, salvo que los líderes opositores venzan su modorra electoral, la abstención podría dar un triunfo definitivo a Nicolás Maduro. Tienen poco tiempo para decidir su futuro y, en cierta forma, del país mismo, porque una holgada victoria oficial puede devenir en un largo afianzamiento político del Gobierno.
3º factor: los evangélicos
Por primera vez, en los últimos 20 años, hay un tercer elemento electoral que podría incidir de manera importante, si bien no para ganar, sí para sustraer votos decisivos, aunque aún no es evidente a quién los restaría. Se trata del evangélico Javier Bertucci, cuyo partido no se ha visto fortalecido en los últimos eventos comiciales.Como candidato presidencial, Bertucci está desplegando una magnífica campaña de calle, televisión y redes que le coloca en las conversaciones y debates cotidianos de la gente comúnSin embargo, en esta oportunidad, como candidato presidencial, Bertucci está desplegando una magnífica campaña de calle, televisión y redes que le coloca en las conversaciones y debates cotidianos de la gente común. Lo lógico es que sustraiga votos a Henri Falcón, puesto que ambos se presentan como contrarios a Maduro. Pero su discurso hace énfasis en la profundización de las políticas sociales y cuenta con amplio trabajo político en los sectores más empobrecidos donde el chavismo tiene, históricamente, una mayoría sólida, y que actualmente sufre un intenso malestar.
A diferencia de otros candidatos evangélicos del continente, no utiliza discursos ideológicos de derecha. A principios de mes, parte de la estructura del partido Copei (demócrata cristiano), quien en el pasado ganó dos elecciones presidenciales, quitó su apoyo a Henri Falcón y se lo dio a Bertucci, lo que, al menos simbólicamente, disminuye fuerzas a la oposición electoral.
4º factor: la oposición abstencionista
El grueso de los partidos opositores ‒muy especialmente su “voto duro”‒ está anclado en el discurso del boicot electoral, que hasta ahora solo se manifiesta en el llamado a la abstención. Al parecer, en algunas ciudades del mundo la oposición ha convocado marchas. Pero en Venezuela aún no sucede nada similar. El silencio de sus principales líderes, la mayoría de los cuales se encuentra en el exterior, no permite vislumbrar respuesta política por parte de estos sectores, quienes estarían dejando el campo abierto a Maduro gracias a una decisión “política” difícil de comprender.Es obvio que la oposición radical todavía espera algo que no se sabe a ciencia cierta qué pudiera ser. En meses pasados, la gira de Rex Tillerson, ahora exsecretario de Estado estadounidense, evidenció un intento de sublevar cuadros militares. Ante su aseveración de que en Venezuela y América Latina “casi siempre son los militares quienes se hacen cargo”, comenzaron a escucharse “ruidos de sable” que llevaron a la detención de varios militares en Venezuela, pero especialmente dos de alto rango: el comandante activo del Batallón Ayala (cuerpo militar encargado de resguardar los poderes públicos) y el exministro de Interior de Maduro, Miguel Rodríguez Torres. Durante esos días, efectivos del Digecim (inteligencia militar) se posicionaron en lugares estratégicos de la ciudad capital, hubo tensión y nerviosismo en torno a comunicados de militares retirados y detenciones de varios activos. Nuevamente, el golpe militar no prosperó.
Luego de esas escaramuzas no hay señal militar, de calle o política que permita augurar que las próximas elecciones se convertirán en un acto de deslegitimación, tal como pregona la oposición radical. Incluso con una abstención alta, el Gobierno contaría con suficientes recursos políticos para aprovechar la coyuntura, a menos que las urnas no le favorecieran. Las declaraciones de presidentes y primeros ministros de América Latina y Europa que proclaman el desconocimiento de las elecciones en Venezuela no parecen preocupar mucho al Gobierno, acostumbrado a este tipo de declaraciones que, contrario a lo que se espera, no tienen buen impacto en parte de una oposición que no confía en la abstención como único camino.
Las últimas declaraciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, en la OEA, este 5 de mayo, muestra más debilidades que fortalezas, puesto que todos los puntos que propone para encarar el tema Venezuela no son sino “armas melladas” que se han sucedido una y otra vez sin perturbar la estabilidad política del gobierno de Nicolás Maduro. Estados Unidos, ¿qué hará ante las elecciones del 20M?, ¿lanzará un embargo petrolero?, ¿planea una intervención militar?
El discurso del boicot tiene otro punto débil. El Grupo de Lima (15 países que se unieron por no lograr mayoría en la OEA, pero que de manera enérgica pedían algún tipo de intervención de Washington sobre Venezuela, y principales impulsores del abstencionismo), es hoy un grupo prácticamente inexistente. Con el fracaso de la Cumbre de las Américas en Lima, a la que Trump no asistió por atender el problema con Siria, más la renuncia del presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, principal promotor de las medidas contra el Gobierno venezolano, el grupo sufre un estado de inactividad distante del espíritu previo a dicha cumbre.
Con este mapa político de la región, la oposición tiene dos opciones: espera ‒como ha hecho durante los últimos 18 años‒ un sorpresivo golpe de Estado o intervención militar estadounidense, o se moviliza para ganar las elecciones presidenciales con un margen de votos a favor que recuerde su contundente triunfo de 2015.
¿Es posible? En Venezuela siempre hay sorpresas.
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Sobre la democracia en Venezuela
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http://insurgente.org/marcelo-colussi-estados-unidos-su-injerencia-en-venezuela-y-en-latinoamerica/
Enhorabuena a elsalto por publicar un artículo sobre Venezuela que no dice chorradas. Gracias
VENEZUELA: EL SACUDON POR VENIR REINALDO ITURRIZA
https://www.lahaine.org/mundo.php/venezuela-el-sacudon-por-venir
El principal problema de Venezuela es no ahondar en el socialismo, como reclama el PCV