Venezuela
Venezuela: un país, ¿dos presidentes?

Hasta que no se vean los portaaviones en el horizonte caribeño, el acto de Guaidó puede ser considerado meramente simbólico. Y si finalmente no llegan, habrá quedado Maduro por seis años más en el Gobierno con una oposición derrotada y atomizada, que habrá perdido el respaldo de sus seguidores. 

23 de enero Guaido Caracas golpe
El 23 de enero, Juan Guaidó se autoproclamó presidente frente a una multitud de opositores en Caracas. Cris Fortune

Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela

Caracas (Venezuela)
25 ene 2019 17:07

Lo que ocurrió el 23 de enero en las calles de Caracas, en el que un segundo presidente se juramentó ante Dios, puede parecer un acontecimiento sin precedente en cualquier país del mundo. Pero lo cierto es que era un evento tan esperado que terminó llegando un poco tarde, tan tarde que dio tiempo al Tribunal Supremo de Justicia de declarar “nulo” todo acto de la Asamblea Nacional.

Desde 2017, la Asamblea Nacional había decretado el abandono del cargo de Maduro. Pero no lo había sustituido. Cuando debía hacerlo vinieron las elecciones generales adelantadas, lo que fue una jugada de Maduro que puede ser calificada, debido a la infausta situación nacional, de suicida, pero nunca de dictatorial, como lo catalogó la oposición y los Estados Unidos. Ambos asumieron este adelanto como un argumento definitivo para no asistir a las presidenciales del 20 de mayo.

El alineamiento total de la oposición a los Estados Unidos y especialmente a la política de Trump ha atornillado a Maduro en el poder

Y allí, las cosas sí pueden parecer inverosímiles: ¿cómo es que un Gobierno que ha quebrado el país debido a sus innecesarios conflictos internos en la industria petrolera, que llevó el salario mínimo más alto de América latina al más bajo y que convirtió a Venezuela de una referencia cuando Chávez a un régimen impresentable, pueda ganar unas elecciones y mantenerse en el poder por, al menos, seis años más?

La respuesta puede parecer una justificación pero no lo es: el alineamiento total de la oposición a los Estados Unidos y especialmente a la política de Trump ha atornillado a Maduro en el poder. Y es posible que con los últimos pasos terminen de atornillarlo aun más. Veamos.

La política y sus argumentos

El punto en cuestión para la autojuramentación de Juan Guaidó es la legitimidad de Maduro para su segundo mandato debido a que en las presidenciales del 20 de mayo de 2018 no participó el grueso de la oposición y la abstención llegó al 54%. Los argumentos para no asistir al evento se basaron en que las condiciones generales (como el arbitro electoral), no daban confiabilidad.

Ciertamente, las instituciones del Estado implementaron durante 2017 tácticas rudas, que lindaban con la ilegalidad: nombraron magistrados de manera imprevista, inhabilitaron líderes opositores y adelantaron las elecciones. Pero en líneas generales, las condiciones y el arbitro electoral eran los mismos que proclamaron a la oposición como ganadora de la mayoría de la Asamblea Nacional en diciembre de 2015. Los analistas chavistas consideraron que la inasistencia electoral tenía que ver con planes de la oposición en conjunción con los Estados Unidos de forzar una intervención en el país para borrar completamente al “movimiento revolucionario”.

The New York Times confirmó que funcionarios estadounidenses se habían reunido con militares venezolanos que planificaban un golpe de Estado

En las legislativas de 2015, la oposición consiguió 7.726.066 votos. En las presidenciales de mayo de 2018 Maduro llegó a 6.245.862. Esta diferencia de millón y medio de votos pudo haberse incrementado mucho más debido a la situación económica y la incapacidad del Gobierno para enfrentarla durante esos dos años y medio que trascurrieron. Hubiera sido muy difícil para el Gobierno no aceptar unos resultados tan contundentes, y de haber sido así, se habría producido una crisis sin precedente. Sin embargo, la oposición decidió no acudir a los comicios. Podría pensarse que para ella, y sus aliados internacionales, ganar elecciones presidenciales no sirve de mucho si el chavismo conserva el poder de las Fuerzas Armadas, los Tribunales y el Consejo Electoral. Así que habrían preferido hacer tabla rasa. ¿Cómo podrían lograrlo?

Así, llegó la era Trump

Las amenazas de un golpe de Estado con apoyo internacional —aunque la oposición intentó su primer golpe en 2002— empezó de manera pública y notoria con el Gobierno de Trump ya que con Obama habían sido solapadas. Durante una gira por América Latina, el ex secretario de Estado, Rex Tillerson comentó que “casi siempre son los militares quienes se hacen cargo de esto”. Esta fue tal vez la primera referencia a un golpe militar que cambiaría el Gobierno en Venezuela. Pero no fue hasta agosto de ese año cuando The New York Times confirmó, según información filtrada y corroborada por el Gobierno de Estados Unidos, que funcionarios estadounidenses se habían reunido con militares venezolanos que planificaban un golpe de Estado.

Ha sido Trump el primer presidente que ha declarado públicamente, desde agosto de 2017, que la invasión militar a Venezuela es una carta sobre la mesa que puede ser utilizada. Muy similar a las declaraciones que ofreció la noche del 23 de enero, una vez autojuramentado Guaidó.

Este discurso incendiario, típico de Trump, levantó las expectativas de la oposición radical y abiertamente proestadounidense, sobre una inminente intervención y desechó las elecciones de 2018 por ser una vía en la que debe reconocer a sus adversarios y al arbitro, algo que no ha hecho desde que Chávez ganó las elecciones en 1998.

Es allí donde surge Juan Guaidó

¿Quien es Juan Guaidó?

Juan Guaidó es un joven diputado de 35 años, perteneciente al partido Voluntad Popular. La formación, de la derecha más radical de la oposición, fue fundado por Leopoldo López, quien tiene casa por cárcel después de haber convocado las movilizaciones violentas de 2014 denominadas La Salida. Dicho partido es considerado “terrorista” por la nomenclatura oficial. El perfil de este político no es muy conocido y no es un líder popular, pero es el principal cuadro del partido que no está encarcelado o asilado. Le ha tocado la Presidencia de la Asamblea Nacional debido a que a su partido le correspondía ocuparla desde enero de 2019 según el pacto alcanzado entre toda la oposición, después de las legislativas de 2015. Guaidó perdió las internas que hizo la oposición para escoger el candidato a gobernador en Vargas, su Estado natal.
La decisión de Guaidó supone una escalada de enfrentamiento que, sin el resto de poderes ni las Fuerzas Armadas a su favor, puede quedar como un acto simbólico sin posibilidades reales
Guaidó recibió presiones de los sectores más radicales de la oposición, internos y externos, para que asumiera la presidencia de la República. Algo que no hizo, como se esperaba, durante su investidura el 5 de enero o la toma de posesión de Maduro el 10, porque si bien ya había declarado a Nicolás Maduro como usurpador, la decisión de juramentarse supone una escalada de enfrentamiento que, sin el resto de poderes ni las Fuerzas Armadas a su favor, puede quedar como un acto simbólico sin posibilidades reales de implementación y se arriesga a un nuevo fracaso que lo puede conducir a la cárcel.

Otros partidos opositores importantes han sido más cautelosos, incluso el segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, había declarado, días antes, oponerse a dicho nombramiento. Líderes opositores como Capriles habían advertido que la autojuramentación de Guaidó no es más que una nueva aventura de los sectores más radicales de la derecha que puede terminar de fracturar a la oposición. Varias horas después del evento no han tomado postura pública al respecto.

Así las cosas, la oposición tiene un nuevo líder que se ha juramentado presidente, pero no tiene despacho ni ubicación conocida y ha levantado unas expectativas tremendas después del reconocimiento de Estados Unidos y muchos países de América Latina, pero que no parece tener más opción que esperar una ayuda decidida de Trump antes de ver frustrar las esperanzas nuevamente.

Líderes opositores como Capriles habían advertido que la autojuramentación de Guaidó no es más que una nueva aventura de los sectores más radicales de la derecha que puede terminar de fracturar a la oposición

La política de Estados Unidos hacia Venezuela, y especialmente la de Trump, ha sido contradictoria y, a nuestro juicio, ha precipitado errores estratégicos en la oposición venezolana. Uno de ellos, el principal, ha sido considerar la posibilidad de llegar al poder por vías no electorales. Las promesas hechas en público y en privado sobre estas opciones por parte de Trump, han podido ejercer presión para que el grueso de los factores de oposición desistieran de jugar la carta electoral en un momento en que lucían imbatibles en ese escenario. Y es lógico que, ante las posibilidades cotejadas por Trump, según ha develado AP, sobre una invasión, los políticos opositores prefieran ver como “exterminan” al chavismo antes que tener que seguir disputándose con él los espacios institucionales.

Entonces toda la carga parece estar del lado estadounidense, a menos que sean los militares venezolanos los que tomen la iniciativa.

Fuerzas Armadas: ¿cohesión o disgregación?

El calentamiento previo al evento del 23 de enero se inclinó hacia el tema militar. El 21 de enero hubo un alzamiento de unos 27 funcionarios de la Guardia Nacional que culminó con su rendición y captura en un pequeño cuartel del noroeste de la capital.

El primer acto de la Asamblea Nacional, después de la juramentación de su directiva, fue el decreto de una Ley de Amnistía para cualquier funcionario militar que declare ilegítimo al Gobierno, lo que hacía prever la movilización militar de algún reducto.

El levantamiento de la Guardia Nacional fue sofocado rápidamente. Si bien genera dudas sobre la estabilidad militar, no da para prever que el escenario militar se socave.

Los políticos opositores prefieren ver como “exterminan” al chavismo antes que tener que seguir disputándose con él los espacios institucionales 
Así lo consideran también Brian Ellsworth y Mayela Armas, quienes publicaron en Reuters un análisis de la cuestión militar donde concluyen que con las “pocas señales de que el alto mando militar esté preparado para abandonar a Maduro, la nueva primavera del sector opositor —y la emoción que ha generado entre los inversores— puede resultar prematura”, atendiendo a la declaración de una radical opositora, Rocío San Miguel, experta en materia militar y que sobre el levantamiento del lunes dijo: “A un sargento de tropa profesional en un destacamento de la guardia no le doy importancia, importancia es que haya una situación en una unidad mayor o un batallón”, según recogen, la analista les habría dicho: “Los comandantes militares son leales a Maduro”.

Nikolaus Werz, profesor emérito de la Universidad de Rostock, plantea al medio alemán DW que “ dados los privilegios de los que gozan muchos militares en el marco de la Revolución Bolivariana, lo más probable es que los uniformados sigan apoyando a Maduro”. Pero no solo media eso. Las Fuerzas Armadas venezolanas tienen mucha experiencia en asonadas militares y ha sido muy coherente ideológicamente con el chavismo, cuyo uno de los principales pilares es enfrentar cualquier intervención e injerencia extranjera. Se declaran “antimperialistas y profundamente chavistas”.

Un levantamiento militar que apenas arrastre una parte de las Fuerzas Armadas puede conllevar al inicio de una guerra civil.

Escenario internacional

No fueron sorpresivas las reacciones internacionales ante el acto de juramentación de Guaidó. La Casa Blanca fue la primera en reconocerlo a escasos minutos del hecho. Le siguieron los países del grupo de Lima, salvo México y Uruguay, que ya habían marcado distancia de la postura de desconocimiento a Maduro. Por su parte Rusia, China, Turquía, Cuba, Nicaragua y Bolivia han dado respaldo a Maduro.

Pero si algún actor complica la situación para Guaidó es la Unión Europea, que se ha mantenido cautelosa y está esperando tomar una decisión de consenso. Portugal y España han expresado sus recelos a reconocer a Guaidó. Desde la llegada de Sánchez a la presidencia española se ha planteado un cambio en la política de la UE quien en diciembre activó un “grupo de contacto” para buscar un dialogo entre Gobierno y oposición. En ese momento Federica Mogherini, alta representante de la diplomacia europea, afirmó: “Creemos que la ausencia de todo canal político es un enfoque peligroso. Las sanciones deben ir siempre acompañadas de un espacio para el diálogo y el compromiso”. En clara diferencia con sus posturas radicales anteriores.

Ana Soliz, investigadora de la Universidad Helmut Schmidt de las Fuerzas Armadas Alemanas, explica mas detalladamente a DW este posible giro: “Aislar al Gobierno de Maduro es necesario, pero sin cerrar todos los canales de comunicación con el chavismo. Si no se le ofrecen posibilidades de diálogo, el régimen puede terminar endureciendo aún más sus posturas y actuando como quien ya no tiene nada que perder”.

Este giro de la Unión Europea es una bocanada de oxígeno a un hipotético escenario de diálogo que también plantean México y Uruguay. Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos se acaba de sumar a este planteamiento, que puede ser considerado un insulto para los halcones de Estados Unidos que presionan una intervención urgente y han desechado el diálogo como opción.

Los opositores esperan una medida de la cual puedan esperar una afectación mayor a Maduro como un embargo petrolero, un bloqueo económico y sobre todo una invasión militar

La declaración de Trump de la noche del 23 sobre Venezuela, donde deja claro que “todas las opciones están sobre la mesa”, es una repetición de declaraciones anteriores. A estas alturas, para mantener el espíritu de levantamiento, los opositores esperan algo más decisivo, una medida de la cual puedan esperar una afectación mayor a Maduro como un embargo petrolero, un bloqueo económico y, sobre todo, una invasión militar que es la única que, hipotéticamente, garantizaría la rapidez de la acción.

Algunos analistas de peso como David Smilde, investigador de la Washington Office of Latin America (WOLA), le dijo a BBC que “Trump ya tiene bastantes preocupaciones con el cierre del gobierno, con el muro con México y con la investigación de la supuesta colusión con Rusia, por lo que no cree probable que vaya a dar más pasos contra Maduro inmediatamente”, esto implicaría el fracaso de la política abstencionista de los partidos opositores venezolanos que quedarían colgados de la brocha, o como suele decirse en las calles de Caracas: “Sin el chivo y sin el mecate”.

Días antes de que asumiera Bolsonaro, su vicepresidente vaticinó un golpe de Estado en Venezuela y adelantó el papel de Brasil: “Liderar las tropas de paz”


Es evidente que la asunción de Jair Bolsonaro va a echar más leña al fuego. Días antes de llegar a la presidencia, su vicepresidente, el general Hamilton Mourao, quien fue encargado militar de la embajada en Venezuela, vaticinó un golpe de Estado en Venezuela, donde “Naciones Unidas tendrá que intervenir a través de las tropas de paz de la ONU (...) y allí está el papel de Brasil: liderar las tropas de paz”.  

Acostumbrados a que los funcionarios de Estados Unidos agiten desde su país las movilizaciones opositoras, el chavismo no fue sorprendido de que el mismo vicepresidente Mike Pence haya convocado a la manifestación del 23 de enero. Tampoco debería sorprenderse la oposición de que la cruda injerencia del norte cohesione y movilice al chavismo civil y militar a pesar de la trágica situación económica. 

Políticas extremas como un bloqueo económico o embargo petrolero terminarán de atrincherar al Gobierno, quien ha fortalecido alianzas con China, Rusia y Turquía para soportar ambos escenarios. El retiro de embajadores o el cierre de embajadas no van a torcer el brazo a Maduro y más bien van a alimentar los discursos nacionalistas y anti intervencionistas. 

Toda la carne en el asador

Así que Guaidó puso toda la carne en el asador. Decidió escalar el conflicto, subir el coste y empeorar el escenario de la contraparte. Aunque sin saber quién saldrá más debilitado.

Las dificultades para implementar la presidencia interina de Guaidó convierte el acto en un mero hecho simbólico. No posee despacho ni gabinete conocido. Esta por verse como su asunción impacta en la economía y esto aumenta el malestar social. Pero a Guaidó solo pueden llevarlo al poder real los militares que generen un golpe, o si Estados Unidos y sus aliados se animan a hacer una invasión. Lo que sí está demostrado es que por una vía institucional, al estilo impeachment, no es probable que se concrete.

Mientras no se convierta en un rival de peso, lo más factible es que quede libre y siga produciendo decisiones simbólicas, ya que para el Gobierno es más efectivo ver cómo se desinfla, cual globo de ensayo, que recibir presiones internacionales por su liberación, lo que puede terminar de convertirlo en líder. Por los momentos, según el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y hombre fuerte del Gobierno, Diosdado Cabello, Guaidó despacha desde la embajada de EE UU.

Hasta que no se vean los portaaviones en el horizonte caribeño, el acto de Guaidó puede ser considerado meramente simbólico. Y, si finalmente no llegan, habrá quedado Maduro por seis años más en el Gobierno y con una oposición que, derrotada y atomizada, habrá perdido el respaldo de sus seguidores. Es muy posible además, que dentro de seis años, las condiciones electorales e institucionales sean más proclives a Maduro. Así, lo habrán atornillado de manera indefinida en el poder.

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#29792
26/1/2019 22:55

Si algo tiene de cierto el análisis que nos propone Ociel en este articulo, es que este denota que no existe una salida política a la crisis venezolana. Peor aun. La hipótesis de que cualquier intento de cambio por parte de la oposición debe estar respaldada por los militares o por los gringos (también militares), muestra que el chavismo no esta dispuesto a negociar absolutamente nada en su bulimia de hegemonía política. Esto a pesar de que el socialismo del siglo XXI no es mas que una quimera en los sórdida realidad de las calles y campos venezolanos.

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#29753
26/1/2019 0:04

Decididamente, pienso cancelar mi subscripción a este diario. Lamento prfundamente q otras secciones q estimo veraces, serias y comprmetidas se vean perjudicadas por mi decisión a causa del tratamiento y punto d vista d este diario tiene sobre la realidad d América Latina, dando voz a palmeros q repiten el mismo mantra q sale d las agencias y el Gob. d ls EEUU. Harto d leer mentiras sobre Nicaragua, sobre Venezuela, el psicionamient d ésta no es el primero.

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#29768
26/1/2019 9:46

Creo q te has saltado algunos parrafos... Vuelve a leer

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#29748
25/1/2019 21:32

Estupendo análisis. Podría concretar su juicio sobre la tendencia que se abre paso en la UE de forzar a Maduro a hacer elecciones y declinarse Guaidó si aquél se niega

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#29738
25/1/2019 18:53

https://www.lahaine.org/est_espanol.php/socorro-rojo-y-brigadas-internacionales

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