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Huelga feminista
Huelga 8M: voces desde el feminismo anticapitalista
Este 8 de Marzo está convocada una gran huelga de mujeres en el Estado Español y a escala internacional. 5 mujeres, militantes feministas y anticapitalistas nos cuentan sus impresiones sobre este día histórico.
Paqui Camacho es delegada sindical en la limpieza, en Cádiz, y forma parte del sindicato Autonomía Obrera
Como mujer y anticapitalista la convocatoria de la huelga feminista del 8 de marzo en lo laboral, los cuidados, estudiantil y consumo es un gran paso dado por muchas mujeres que vamos a ver como organizándonos y parando seremos capaces de darle al capitalismo y al patriarcado donde mas le duele.. ya no solo es en el bolsillo de las arcas de las cotizaciones, si no en como se han unido estos cuatro ejes invisibles con el feminismo para concienciar a una gran parte de compañeras que solo creían que podíamos parar en los centros de trabajos. Lo vamos a hacer también donde no pensaban que pararíamos, en los cuidados y el consumo: eso dolerá más aun que lo económico. Mujeres y trabajadoras, doblemente explotadas, doblemente poderosas.
La unión de los sindicatos para convocar huelga legal en todos los sectores es un gran paso. Eso sí, he de ser crítica con la convocatoria de los paros parciales de los sindicatos mayoritarios CC.OO, UGT y USO, ya que realmente con dos horas de huelga y en una franja horaria precisa, no se está valorando suficiente lo que realmente significa parar. Para mi es mas una pausa, pausa que no debemos dar a quienes nos hacen y nos imponen sus reglas. Espero que todo este proceso nos sirva para mejorar y construir el sindicalismo que la clase trabajadora necesitamos, participativo, democrático y sobre todo combativo. Mejor ni que habla de aquellos que no apoyan la huelga.
No podemos llamar esquirolas a las compañeras que por diferentes motivos no puedan secundar la huelga: llamamos a la organización e información porque seremos mas fuertes. Queda mucho por hacer juntas. No debemos dejar que sea sólo esa fecha 8 de marzo como algo grande que hicimos. El 8 de marzo tiene que ser una constante durante todo los días del año, en los centros de trabajo, en las escuelas, en el consumo y en nuestras casas. Necesitamos creer en nosotras mismas y dejar de ser invisibles para ser invencibles. Si paramos nosotras, el mundo se para. Si tocan a una, nos tocan a todas.
María Lobo forma parte de la Comisión 8M y milita en el movimiento feminista en Madrid
Esta medianoche, con el ruido de las cacerolas, dará comiendo el “día internacional de la mujer”, este año, el día de la Huelga Feminista. A unas horas de su inicio, desde la comisión 8 de marzo tenemos claro que ya ha sido un éxito, porque para nosotras lo importante es el proceso, no solo el hito.
Desde el feminismo expusimos que la división sexual del trabajo, propia de las sociedades patriarcales, hace que sean mayoritariamente las mujeres quienes se encargan de ese trabajo que sostiene la vida, que es invisible para su economía. Y que las mujeres realizamos todo ese trabajo de cuidados, que es una precondición para que pueda existir el propio sistema capitalista (que necesita de esas vidas, de esa mano de obra que se incorpore al mercado, que consuma...) en condiciones extremadamente precarias, tanto cuando hay remuneración remunerado como cuando trabajamos fuera del mercado. Y que el rol de cuidadoras que se nos ha asignado no es porque estemos biológicamente mejor preparadas para cuidar, porque sabemos que los cuidados son universales y todos los podemos hacer.
Estamos por tanto ante un problema estructural, que hay que abordar poniendo en el centro lo importante, que es el cuidado de la vida, y transformando este sistema que desvincula economía (valor) y vida, por otro que satisfaga las necesidades y que nos permitan tener una vida que merezca la pena ser vivida.
Ante un conflicto de intereses, dada la incompatibilidad descrita capital - vida, y nosotras nos situamos en el lado de la vida. Y no nos da miedo hablar de transformación radical, porque para modificar una situación, hay que ir a sus causas, a la raíz.
Y en este sentido la huelga feminista, al incorporar los ejes de huelga de consumo y de cuidados, que se añaden a los de laboral y estudiantes característicos de las huelgas generales, nos permite visibilizar las raíces que normalmente están enterradas y no se ven. Hay que ser, por tanto, radical, bonita y denostada palabra.
Ángeles Ramírez es profesora de Antropología en la Universidad Autónoma de Madrid
La huelga y el feminismo anticapitalista ¿blanco?
La huelga feminista de 2018 ha sido una ocasión –una vez más- por la que muchas organizaciones han unido fuerzas. La huelga, antes de que se lleve a cabo, ha alcanzado uno de los objetivos fundamentales, que es la visibilización de las opresiones de las mujeres y de la lucha feminista. Gracias a la labor que miles de feministas han llevado a cabo, los medios –incluso los hegemónicos-han terminado difundiendo la convocatoria. Ya hemos triunfado. En lugares como la universidad, donde hace apenas un año existía una penalización institucional sobre aquella que osaba declararse feminista o solicitar que por favor, se hablara también en femenino, ahora se lanzan comunicados oficiales de apoyo a la huelga.
La preparación de la huelga además, ha logrado convocar a muchas mujeres que hasta ahora no habían estado tan presentes en el movimiento (migrantes, trabajadoras del servicio doméstico, amas de casa, mujeres gitanas o mujeres trans). La diversidad ha sido otro de los logros. Pero el éxito de la convocatoria ha visibilizado también otras cuestiones que se debaten en el movimiento feminista. Una de ellas es la sospecha de que el hecho de que la industria y las instituciones abracen ahora el feminismo acabe banalizándolo y entronizando un feminismo cooptado por el sistema neoliberal, que persigue la igualdad por arriba y que necesita y legitima la explotación de mujeres y hombres. Otra es el ataque a la huelga, amplificado por algunos medios, por parte de mujeres autodenominadas racializadas, que argumentan que es una huelga del feminismo blanco.
Lo primero tendremos que aprender a manejarlo, saliendo de nuestro lugar de marginalidad para competir en la arena pública, trabajando para ganar esa batalla cultural no solo por abajo, sino también por arriba.
Lo segundo nos interpela duramente porque la huelga surge del movimiento feminista, mayormente anticapitalista y enfrentado justamente a ese feminismo liberal – al que se le añade el adjetivo de blanco, que no es válido fuera del contexto anglosajón- del que Nancy Fraser decía que se había convertido en la criada del capitalismo. Es cierto que la protesta surge de una ínfima minoría, pero sorprende descubrir la relativa facilidad con la que es culpablemente aceptado en diferentes contextos por las propias feministas ¿qué hacer entonces?
Pensamos que tenemos que luchar desde un feminismo anticapitalista como sinónimo de feminismo, porque sitúa el corazón de nuestra opresión en el capitalismo y no concibe un mundo feminista en un mundo capitalista, convirtiéndose en una herramienta política para luchar contra el capitalismo y por tanto, contra todas las situaciones de desigualdad. La unión de muchas mujeres –diversas- en una acción como la huelga feminista se sitúa en el polo opuesto del esencialismo neoliberal de lo femenino: las mujeres no comparten la misma opresión únicamente por ser mujeres (ni por “ser” negras o indígenas o “racializadas”). Sin embargo, solo unidas y colectivamente podremos luchar contra el capitalismo y contra las segmentaciones –también entre nosotras- que genera. No nos hace iguales tener el mismo enemigo. Pero tiene que hacernos aliadas.
Patricia Grela es educadora social
Esta huelga nos interpela a todas las que compartimos el rasgo común de haber sido discriminadas, oprimidas o ignoradas a lo largo de nuestras vidas. Nos interpela a las que estamos cansadas de que las mujeres sigan subordinado por el machismo.
Como educadora social, trabajando en precario, coincidí con mujeres de distintas procedencias, razas, religiones, edades y situaciones, con ese rasgo compartido, haber sido discriminadas por razones de género. Con muchas de las que están especialmente invisibilizadas pero que son parte indiscutible del “nosotras” que estamos construyendo.
Muchas que se han dedicado a cuidar, cuando ellas mismas necesitaban ser cuidadas, que han sido maltratadas por el sistema en trabajos precarios, que han vivido la pobreza en distintos grados o que normalizaban los abusos sexuales sufridos, muchas veces, en sus casas. Mujeres a las que el patriarcado y el capitalismo llevan mucho tiempo silenciando, pero que hoy se han cansado de callar y visibilizan todas estas discriminaciones.
A todas las mujeres nos afecta el machismo, pero no de la misma manera, y también es necesario visibilizarlo, sobretodo para tener en cuenta a las que tienen peores condiciones socioeconómicas, ya que ellas son las que rara vez se colocaban en el centro, pero esta huelga también consiguió colocarlas en primer plano.
Buscamos un feminismo que rompa con las condiciones estructurales de la desigualdad, que no tenga miedo a enfrentarse al neoliberalismo. Por eso esta huelga es mucho más que un paro laboral, es una ocasión para plantar cara al patriarcado, para visibilizar que no existe esa falsa separación de la esfera reproductiva de la productiva, que sin nosotras el mundo no gira, y por tanto, el capitalismo no gira. Paramos para construir un mundo radicalmente distinto, para que nosotras estemos en el centro.
Marta Blanco es estudiante y participa en el proceso “Abrir Brecha”
En un momento en que el feminismo está en auge incluso de moda y vemos como el capitalismo se aprovecha de ello y sino entrar en cualquier tienda de Inditex, para darse cuenta de ello. También ha sido clave para que muchísimas chavalas jóvenes digamos: ¡BASTA, HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO! Que nos hemos hartado de la precariedad, del acoso constante en el espacio público (las aulas, las calles y las fiestas también son nuestras), de la falta de referentes femeninos, de leyes machistas, de la brecha salarial, de violaciones y feminicidios. Y que además siempre se nos cuestioné a nosotras, nuestra ropa, nuestras amistades, aficiones.
Que hemos entendido que no son piropos, que es acoso, que el amor que nos venden ni es romántico ni es sano, que si no somos nosotras quienes nos cuidamos y autoorganizarnos para defendernos y golpear al patriarcado, no va a ser nadie. Que Abrir Brecha es feminismo contra el patriarcado, es construir movimiento feminista y el espacio para compartir las distintas experiencias: la creación de colectivos no mixtos en las universidades de todo el Estado, de asambleas feministas en los institutos y de protocolos contra las violencias machistas en las fiestas, entre muchas otras cosas.
Por eso, este 8 de marzo es la oportunidad de que jóvenes estudiantes o trabajadoras: lo vamos a parar todo, porque de motivos nos sobran.
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Vaya el primer comentario, parece que esto tiene poca lecturas...mi pregunta es: anticapitalista significa ser comunista? Y si es así (pues sólo hay dos sistemas económicos el del mercado y el dirigido) en las sociedades comunistas los trabajos de la casa, cuidado de niños, etc. los realizan por igual los hombres? Yo Korea del Norte no lo conozco pero Cuba desde 1991 y puedo asegurar que son las mujeres igualmente las que realizan mayoritariamente estas labores. Por cierto que tampoco han llegado al poder. Conclusión no es el capitalismo el que distribuye los roles sino el patriarcado y los usos machistas