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América Latina
Amor de rey
Primera punta: Amor
Hoy es un día diferente. Hace sol y caminas con la música de ritmos urbanos a todo volumen. Sientes cierto alivio por salir de casa, tienes una situación complicada y la calle actúa como paracetamol para ese dolor de cabeza. Hay gente que cuchichea: «Mira ese», «qué pintas trae», «qué horror la juventud de hoy en día»; sin embargo, lo ignoras. Llegas al instituto y el infierno vuelve a azotarte. Un examen suspendido y unos profesores que no entienden cuál es tu situación. «Son solo seis horas», piensas. Luego, la libertad.
Ni siquiera te despides de la gente una vez que las clases terminan. Caminas, una vez más, solitario; esta vez, sin música. Pero la escuchas. Esa misma melodía de un artista que tanto te gusta. Atraído como la manzana sedujo a Eva, localizas de dónde proviene y observas. Son dos chicos —estás seguro que los demás también han dicho algo de su forma de vestir—. Parecen felices. No puedes evitar acercarte. De todos modos, no tienes prisa por llegar a casa. No te conocen, pero no importa. Te sonríen y se presentan. Y entonces, después de una cálida bienvenida, te incluyen en la conversación como si la relación que acaba de empezar fuera de siempre.
No sabes cuánto tiempo pasa hasta que decides marcharte. Ellos te acompañan, lo que significa que les has caído bien. Te gustan sus gorras, sus collares llamativos e incluso sus tatuajes cuyo significado no alcanzas a comprender. «Ojalá fuera como ellos», piensas. Es uno de esos sentimientos que salen desde el fondo del corazón. De repente, vuestros caminos se separan y te dicen: «Nos vemos, hermanito». Y aunque desaparezcan, sabes que el próximo día allí te esperarán. Has encontrado una nueva familia. Tu lugar.
Podría pensarse que la situación anterior trata de una obra de ficción. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Hoy día, se dice la típica frase de «la familia es la que elegimos», y es totalmente cierto. Hay personas huérfanas que tienen a sus amistades como núcleo familiar. Hay quien pasa más tiempo con sus amigos que con su familia porque así lo elige. Y, sobre todo, no es necesario estar en casa para sentir esa conexión. La calle, con sus muros grafiteados desde hace años, también es hogar.
Segunda punta: Honor
«No salgas sola de noche», suelen decir. Pero la gente desconoce que las vías, incluso de noche, son ahora más seguras. Están repletas de grupos de jóvenes cuyo fin principal es su unión y apoyo. La gente las conoce como pandillas o, más coloquialmente, bandas. Queirolo, en su artículo Pandillas en el Atlántico Latico: identidad, transnacionalismo y generaciones, publicado en 2014, definió el término como «grupo de jóvenes que se puede identificar por ser percibido como una agregación 3 distinta de los demás en el barrio, reconocerse como un grupo definido y estar involucrado en varios episodios delincuenciales». Sin embargo, ellos no se definen así. Son organizaciones de la calle.
Carles Feixa, experto en la cuestión de las agrupaciones juveniles, escribió el artículo De las bandas a las culturas juveniles, donde señaló el origen histórico de estos grupos. Su surgimiento fue en Chicago (EEUU) a principios del siglo XX. Al ofrecerse mano de obra barata, centenares de personas se marcharon a Estados Unidos. Allí, sufrieron discriminación por su procedencia, lo que desembocó en varios conflictos. Las street gangs comenzaron a actuar y se expandieron hasta América Latina.
Caballero Casas expuso en su artículo Los Grupos Urbanos Violentos y los delitos de odio, publicado en 2017, las razones de su llegada a España en torno al año 2000. La razón principal fue la situación tanto política como socioeconómica en Latinoamérica, así como la demanda de mano de obra en España. En aquel entonces, también aumentó considerablemente el número de ciudadanos de procedencia latinoamericana con permiso de residencia en España y la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, que remarcaba que los migrantes debían ser integrados en la sociedad. Nacieron, ante todo, para combatir el racismo y la opresión policial, además de para defender la cultura latina.
Estas agrupaciones están formadas por más de cinco personas, en su mayoría jóvenes, y están estructuradas jerárquicamente. La única autoridad es el líder, cuya elección depende de sus habilidades de conocimiento o liderazgo, o bien por herencia. También sobresale la figura de los jefes, quienes se encargan de la organización de los miembros, la gestión de actos o la lucha callejera. Lo más destacable es el sentimiento de pertenencia al grupo y su naturaleza urbana. Suelen presentarse en barrios marginales.
No todas las organizaciones están cortadas por el mismo patrón. Así lo explican Klein y Maxson en su publicación Street gang patterns and policies. El primer patrón es el tradicional, aquella banda «formada por numerosos integrantes y con más de 20 años de existencia, con miembros de diversas edades». El segundo patrón es el neotradicional, cuyo recorrido no excede los 10 años y está integrado por más de 50 miembros. Asimismo, están la banda comprimida —con un número de integrantes más limitado—, la colectiva —roza los cien miembros— y la especializada —tiene pocos miembros y sus edades suelen ser similares—.
Estas organizaciones se rigen por su propio lenguaje. Hay gestos que pueden generar confrontaciones entre agrupaciones rivales al ser un insulto para algunas de ellas, mientras que otros generan «buenrollismo» en la propia. Asimismo, cuentan con un lema característico que todos tienen interiorizado, así como colores y banderas.
España acoge a un gran número de organizaciones, pero los primeros en establecerse en este país fueron los Latin Kings, una agrupación también denominada 4 Todopoderosa Nación de Reyes y Reinas Latinas. Esta organización nació en los años 50 en Estados Unidos, pero pronto se extendió por otros países. A finales de los 90, buena parte de los Latin Kings residentes en Ecuador se trasladaron a España. Aquí se asentaron como agrupación y han servido de modelo para la creación y desarrollo de posteriores organizaciones. Si bien es cierto que a la organización se le conoce por acoger a miembros de Latinoamérica, personas de cualquier procedencia se sienten atraídas por la acción y sentimiento de la banda, sumándose a ella. De hecho, muchos de sus miembros son de origen español. Cabe señalar que Madrid y Barcelona es donde más Latin Kings hay, aunque Zaragoza también es hogar para algunos.
Tercera punta: Obediencia
Entre tantas calles céntricas, parques donde los niños juegan y comercios que echan la verja más pronto que tarde, hay dos jóvenes ecuatorianos que residen en la capital aragonesa. Se mueven por la urbe con un estilo llamativo —como diría más de uno—: tatuajes, gorras y prendas anchas. Saben que las miradas están puestas sobre ellos, ya sea caminando por la calle Alfonso o bajando de la línea de tranvía en dirección a Valdespartera. Trabajan para ganarse un sueldo y, en sus ratos libres, se encuentran con sus compañeros, cálidamente apodados «hermanitos».
Joe tiene 42 años y es natural de Ecuador. Es latin king desde los 14, y lo será hasta el día en que se muera. «Los grupos empezaron a juntarse y uno tenía la obligación de juntarse a una pandilla para defenderse. Hice cosas de las que me arrepiento», afirma. Llegó a España con 20 años. Aquí conoció a Eric Bellasterí, líder de los Latin Kings.
Hasta hace bien poco, su rutina diaria era trabajar en Mercazaragoza, pero ahora está en paro y trata de encontrar un nuevo empleo. Bajo los tatuajes que decoran su brazo y la gorra que sombrea su rostro, se esconde una persona transparente. Joe se muestra orgulloso de ver el progreso que ha llevado a cabo la agrupación, al dejar atrás las acciones ilícitas para pasar a realizar actividades productivas. Mientras Joe habla, la mirada fija y seria de su amigo Borboy le acompaña. Este último explica que la organización ya no actúa igual que antes. Además, parece muy interesado en recalcar y mostrar la realidad de sus funciones: efectuar una labor social.
Por su parte, Borboy, también es de origen ecuatoriano y tiene 23 años. Viste con prendas del color de la pureza y, al igual que Joe, se protege del sol con una gorra negra de Chicago Bulls. Lleva trabajando en una subcontratación de Inditex desde hace dos años. Su vinculación con la agrupación empezó a los 10 años, y le tocó vivir en su propia piel pérdidas muy cercanas: «Al pasar los años, he visto amigos que estaban conmigo y, de la noche a la mañana, ya no estaban; estaban con el Todopoderoso arriba por escoger mal camino». Se dirige al Todopoderoso como «padre, rey de reyes». Borboy insiste en que muchos jóvenes se han tropezado en el camino; por eso, la 5 organización intenta guiarlos y ofrecerles oportunidades para que sean alguien en la vida sin que se vean obligados a delinquir. Borboy confiesa que pertenecer a una agrupación de la calle puede alejarte de tus seres queridos si no lo aceptan. Sin embargo, él asegura que siempre va a defender y pertenecer a los Latin Kings: «hasta la muerte». Además, su vida ha cambiado desde que ha emprendido el camino de la paternidad. Su reino ahora es su hija.
Cuando se toma un mal camino, la vida puede ser arriesgada, tal y como apunta Joe: «Hay tres salidas. La primera es el hospital; la segunda, la cárcel. La tercera es la muerte». Asimismo, Joe no tiene reparo en admitir que estuvo preso en la cárcel de Zuera (Zaragoza). Allí conoció a los jefes de los Dominican Don’t Play (DDP) —otra agrupación de origen dominicano—, a quienes considera «muy buenas personas».
Ambos resaltan que están siempre en el punto de mira de todas las personas, y ya empiezan a estar fatigados. «Pasamos por la zona universitaria y hay estudiantes en los bares fumando marihuana. ¿Por qué no les dicen nada? —se preguntan—. A nosotros nos ven fumando en un bar y ya llaman a la policía». Lo mismo ocurre cuando hacen deporte al aire libre; al verlos sin camiseta y con gorra, la policía «ya directamente va a saco». De este modo, ponen sobre la mesa lo rápido que los demás —personas ajenas al mundo de las agrupaciones de la calle— juzgan al resto por su forma de vida.
Otro ejemplo de juicio es el de su amigo «el William». Es un «hermanito» que fue acusado de violación en el caso del Parque Palomar en Zaragoza. Joe y Borboy se muestran impotentes y defienden a capa y espada su inocencia. Ellos creen que se hará pública pronto, ya que «la verdad siempre sale». Comentan que «hacíamos guardia en el parque para encontrar al violador, y no sabíamos que habían acusado a nuestro amigo». Según cuentan, la víctima, de 22 años, era la novia de William, aunque él estaba casado con otra mujer. Fuentes de la investigación apuntan que la víctima tenía un alto grado de discapacidad y tuvo que ser operada de urgencia a causa de la violación.
«Nosotros trabajamos y estudiamos», explica Joe. Lo último que quieren es buscar problemas. «Yo quisiera que fuéramos reconocidos», dice. Pese a que hayan hecho cosas malas en el pasado —así lo expresa el latin king—, expone que tienen derecho a arrepentirse. No obstante, la sociedad sigue obcecada en su peligrosidad y vandalismo. Los medios de comunicación, al fin y al cabo, son los que más alarman a la opinión pública.
Cuarta punta: Sacrificio
«La Guardia Civil prevé un aumento de violencia y enfrentamientos entre bandas juveniles en Madrid», escribe Vanesa Lozano, periodista de El periódico de Aragón. En ella, cuenta que los Dominican Don’t Play y los Trinitarios se enfrentarán en los próximos días en Madrid. Por su parte, en La Razón publican lo siguiente a raíz del asesinato de dos jóvenes a la salida de una discoteca: «Así actúan y se reparten los territorios las bandas latinas más peligrosas en Madrid». Otra periodista de El periódico de Aragón exhibe en la web: «Las bandas latinas captan a los menores en parques y colegios de Zaragoza».
El tema de las pandillas no es algo nuevo en los medios de comunicación. Su primera aparición fue en 2003, cuando Ronny Tapias —confundido como miembro de los Latin Kings— fue asesinado por los Ñetas. Desde aquel momento, los medios pusieron su foco en estas agrupaciones, pero siempre atendiendo a la criminalidad. En los últimos años, se han publicado informaciones de asesinatos, como el caso de Sami Hamidi o las reyertas que se cobraron la vida de varios jóvenes.
También se exhiben figuras que han formado parte de la agrupación. Una de ellas es el latin king César Andrade, conocido popularmente como King Manaba —recibe su nombre de Manabí, su provincia de procedencia—. Echando una mirada detallada a su despacho a través de la cámara del portátil, un par de fotografías y pósteres de grupos de música decoran las paredes. King Manaba, nacido en Ecuador, entró en la agrupación con 15 años. A día de hoy, sigue siendo un latin king, pero explica que la organización en España no tiene nada que ver con lo que era en sus inicios en Ecuador.
King Manaba cuenta que aquello que más le llamó la atención de los Latin Kings fueron «las ganas de buscar el respeto que teníamos que conseguir en las calles, pelearnos con otras agrupaciones y hacer respetar a nuestros hermanitos y hermanitas». Aun así, expresa que la acción era «un poco egoísta», ya que querían que sus colores fueran los primeros. «Era un joven que quería ganarme mi propia identidad 7 dentro de la agrupación. Yo soy esto y puedo hacer esto en el nombre del grupo. No me importaba nada», relata.
César Andrade siempre va a pertenecer a la agrupación, a pesar de las duras vivencias que le tocó vivir: «He visto morir hermanitos míos en mis brazos, por disparos o apuñalamientos. Muy fuerte, pero nosotros en ese tiempo también hicimos cosas ilícitas». Sin embargo, su llegada a España le hizo replantearse las cosas: «Cuando me di cuenta de que la vida aquí en España vale muchísimo más que en Ecuador. Allí entonces te daban 50 dólares por la vida de una persona. Además aquí había muchísimas oportunidades, entonces decidimos cambiar totalmente, 360 grados, y abolir toda esa parte ilícita». César se siente satisfecho por el cambio que dio la organización y, aunque algunos tropiezos en el camino le hicieron pasar un tiempo en prisión, reconoce que le han ayudado a aprender y a ser más inteligente y responsable con sus actos. Una evolución que han sufrido la mayor parte de los miembros de los Latin Kings en España.
Esta transformación le llevó a publicar en 2020 El Rey. Diario de un Latin King junto al antropólogo Carles Feixa, donde relata cómo fueron sus primeros años en la banda y con el que trata de acabar con los prejuicios hacia la agrupación social. Ambos trabajan en el proyecto TRANSGANG de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, cuyo objetivo es desarrollar un nuevo enfoque transnacional, intergeneracional y transmedia para analizar las agrupaciones juveniles del presente. También persiguen la elaboración de un libro blanco sobre buenas prácticas para las políticas públicas.
King Manaba ha aparecido en más de una ocasión en algún medio con el fin de dar a conocer su libro y normalizar la presencia de las agrupaciones juveniles. Radio Nacional de España, TV3 o Cadena SER son algunos en los que ha participado. Para César, «la prensa muchas veces no da la noticia como la tiene que dar». De hecho, explica que esto suele ser bastante frecuente: «Cuando iniciamos un proceso de constitución en Cataluña como asociación juvenil y legal, hablamos con todas las autoridades. Entonces lo único que le interesó a la prensa era saber si teníamos conflictos en las calles con otras agrupaciones». Subraya que a ningún medio le llamó la atención conocer cuáles eran las actividades útiles que realizaban como grupo juvenil.
Los programas matinales, tales como Espejo público y El programa de Ana Rosa, son aquellos que peores praxis realizan siempre que algún suceso relacionado con las organizaciones juveniles irrumpe en una ciudad. Se debate sobre la peligrosidad de estas, e incluso se da información que mucha gente podría considerar veraz, pero que no está respaldada por fuentes oficiales conocedoras del mundo de las agrupaciones urbanas.
Por ese motivo, confiesa que muchas veces rechaza la participación en los medios, dado que «a ellos les interesa otra cosa». César denuncia que los medios de comunicación juegan con su imagen, ya que siempre se dice una cosa pero se muestra 8 otra completamente opuesta. «La sociedad es lo que los medios de comunicación les muestran», expone el latin king. Por ello, culpa a los medios por ser los encargados de infundir ese miedo ya normalizado de la sociedad hacia las organizaciones de la calle. Por ejemplo, al no mostrar las palabras de una entrevista y quedarse «con imágenes de peleas y machetazos a gente con toda la cara tatuada». Es necesario conversar con la persona para darse cuenta de que, más allá de una apariencia impregnada de prejuicios, también hay sentimientos y valores, no tan distintos a los tuyos. Al fin y al cabo, algo que se olvida y que estas agrupaciones tratan de difundir es que todos somos hermanos.
Quinta punta: Rectitud
El lema del grupo es Amor de rey. Un amor puro y transparente hacia los «hermanitos» que conforman la agrupación. Una vez a la semana, se celebra una reunión en la que se habla sobre cómo avanza el día a día de cada uno y se ofrecen consejos para que la rutina sea más positiva. El apoyo mutuo entre los Latin Kings es obligado. Una vez más, esta agrupación se convierte en hogar.
A pesar de que sea un hogar más bien masculino, las mujeres también tienen cabida. Está normalizada la idea de que las mujeres han de acostarse con un hombre para formar parte de la banda, pero Mariah Oliver lo desmiente. Aun así, afirma que «hay muchos hombres que se aprovechan de eso».
Mariah vive en Madrid y ya no se considera latin queen. Sí lo fue durante 10 años. Cuenta que entró porque «estaba mucho tiempo sola», y disfrutaba de la música y estética del grupo, aunque la parte comunitaria es lo que más le atrajo. Cuando se encontraba en la cima de la organización, cayó y le tocó sentarse en el banquillo de los acusados. Pasó unos cuantos meses en prisión. A su salida en 2006 se mantuvo vinculada al grupo varios años más tratando de alcanzar un proceso de mediación y legalización similar al presente en Barcelona. Ahora, se dedica a la investigación en TRANSGANG y a acercar el mundo de las organizaciones de la calle al público interesado.
Es evidente que es difícil ser mujer en un mundo dominado por hombres, como es el de las organizaciones latinas. Por ello, es necesario hacerse un nombre. Mariah cuenta que hay una línea muy diferenciada entre las mujeres que entran como acompañantes de los hombres, que ocupan un rol secundario dentro del grupo, y las mujeres que se ganan su sitio con su esfuerzo. Si bien es cierto que les costó, César reconoce que rápidamente aprendieron que era necesario que ambos géneros tuvieran los mismos derechos: «Las mujeres latinas son fuertes y ocupan puestos realmente importantes dentro de la organización, que se merecen». Expresa que muchas veces ellas cuentan con mayor capacidad para dirigir la organización por su actitud dominante.
El amor e interés por las agrupaciones urbanas va más allá del lucro de la propia organización. De hecho, cada día es más frecuente ver cómo la gente se interesa por ellas para aprender y dejar atrás los estigmas que los medios de comunicación tratan de difundir. Se lanzan iniciativas con las que la gente pueda formarse y ver la realidad poco escuchada de estas organizaciones.
Por ejemplo, Zaragoza acogió el pasado abril unas jornadas sobre bandas juveniles. En ellas, se abordaron temáticas como la perspectiva histórica y actual de los grupos juveniles de la calle y se presentó el proyecto TRANSGANG de la mano de Mariah Oliver. A pesar de haber preguntado sobre datos de participación y objetivos principales por los que se efectuaron las jornadas, todavía no se ha recibido respuesta por parte de organizaciones oficiales.
La corona urbana
«Hay muchos estigmas. Por uno pagamos todos», reconoce el joven Borboy. Solemos achacar las acciones violentas con los grupos latinos, incluso cuando no tienen nada que ver con ellas. Miembros de la agrupación inciden en ello también, y recalcan que es necesaria una evolución en el pensamiento de la sociedad para dejar de catalogarlos como «personas peligrosas». A pesar de que se potencien proyectos como el TRANSGANG, todavía hay quien se siente inseguro al caminar de noche por miedo al ataque de una banda. La gente siempre infunde el miedo: «Ten cuidado, que en ese parque quedan latinos peligrosos», «los he visto con machetes», «ha salido en la tele una pelea de jóvenes, seguro que eran bandas de latinos». Muchos comentarios que 10 seguro te resultan familiares o incluso lo has dicho tú mismo, pero he aquí una pregunta: ¿te has parado a pensar en lo que pretenden realmente estas agrupaciones?
Ya se escuchaba en sus voces, se veía en el brillar de su mirada, en sus gestos tan sinceros… Estas asociaciones no quieren expandir el terror por el mayor número de barrios posible. No se trata de eso, sino de lo contrario. Su objetivo es acabar con los prejuicios y ayudar a los jóvenes a encontrar un lugar digno en el mundo. Y se puede conseguir porque el amor de rey todo lo puede. Solo queda creer en ello.
«Amor de Rey. Yo vengo hacia ti con mi puño derecho sobre mi corazón, con toda mi sinceridad, hasta 360º, fuerte, rey, sabio, con honor, obediencia, sacrificio y rectitud».
Lema de los Latin Kings.