La crisis de los 40 de Elon Musk

Lo de escaparnos a Marte cuando nuestro planeta esté agotado parece el último sueño de un capitalismo senil que ya no sabe a qué aferrarse.

Elon Musk presentó el Falcon Heavy
El Falcon Heavy, de Elon Musk (Tesla), surcando la galaxia (recreación).
28 feb 2018 09:50

En 1943 el psicólogo Abraham Maslow desarrolló su jerarquía de las necesidades humanas. Para ilustrarlas utilizó la ya famosa pirámide que lleva su nombre. La idea fundamental era que los seres humanos necesitamos en primer lugar satisfacer nuestras necesidades básicas de cobijo, alimentación y seguridad para, posteriormente, avanzar hacia la autorrealización.

En el documental The Century of the Self se plantea una curiosa relación entre el movimiento hippie en los años 60 y el gran giro del capitalismo hacia el consumismo. El fomento de la autorrealización personal como máxima existencial animó al marketing a construir una serie de simbolismos sobre los productos. De esta forma pasaríamos de un capitalismo tradicional a otro en el que buscaríamos permanentemente la realización a través de las cosas que consumimos.

En la actualidad tenemos tan interiorizada la necesidad de autorrealización que la infelicidad muchas veces proviene de no estar a la altura de nuestras propias expectativas. En Guía Ideológica para Pervertidos, Slavoj Zizek dice que la mayor parte de sus colegas psicoanalistas reciben a pacientes cuyo problema es no ser capaces de gozar lo suficiente.

Las crisis de identidad parecen un derivado de este tipo de sensaciones. Aunque sean muy poco científicas, las crisis de la mediana edad, por ejemplo, están relacionadas con esta necesidad de dar lo mejor de nosotros mismos en esta vida. El cliché nos dice que al llegar a los 40 los hombres cambiamos las corbatas por las sudaderas de capucha, el bar por el gimnasio, deslizamos miradas seductoras a mujeres más jóvenes y sacamos del garaje el monovolumen para meter un descapotable rojo.

Aunque no he llegado a los 40, soy de los que anticipan un poco las crisis y reconozco que cada vez soy más estúpido con el tema de los años. A principios de este mes, seis días antes de mi cumpleaños, al entrar en la oficina una compañera me comenta la noticia del día. Elon Musk ha puesto en órbita un Tesla descapotable rojo. Me quedo perplejo, refunfuño y respondo que me parece una locura lanzar basura espacial sólo por una campaña de marketing. Ella se sorprende porque ése es el primer comentario negativo que recibe sobre la noticia.

Si en la típica crisis de los 40 tu vecino intentará comprarse un descapotable rojo, resulta que hay un tío por ahí que no sólo no lo compra, sino que lo fabrica en su propia empresa de coches y, para dejarnos claro que nunca estaremos a su altura, lo lanza al espacio poniéndolo en órbita entre la Tierra y Marte.

La argumentación para esta loca campaña de marketing es, como no, la innovación. La compañía de transporte aeroespacial de Musk, Space X, está probando los cohetes reutilizables. La idea es que además de ir a Marte con ellos, se pueda volver a la Tierra en el mismo cacharro.

El capitalismo ha cambiado mucho en occidente y cabe plantearse que no todo el mundo puede permitirse una crisis de los 40, cuando la crisis real, la económica, hace que la base de nuestra pirámide se resquebraje. Lo de escaparnos a Marte cuando nuestro planeta esté agotado parece el último sueño de un capitalismo senil que ya no sabe a qué aferrarse.

Pero lo cierto es que Mashlow probablemente estaba equivocado con su pirámide. Con sólo unos minutos cotilleando Instagram, uno se da fácilmente cuenta de que no es necesario tener las necesidades básicas cubiertas para querer autorrealizarse. En realidad todas las sociedades siempre han querido esto, sólo que varían las formas en las que se hace según las culturas y las creencias.

El lanzamiento del Falcon Heavy está ultradocumentado. Elon Musk se convierte en un auténtico Youtuber del que podemos ver hasta sus “reacciones emocionales”. No recibe sólo el aplauso de sus trabajadores, sino también de toda la prensa mundial. Como si fuese un gran logro para la humanidad.

¿En qué están pensando? Es como si nos dijeran que algún día, cuando el planeta Tierra esté en llamas y devastado por las guerras y la contaminación, Elon Musk y unos colegas saldrán en un Falcon Heavy y unos descapotables rojos por el espacio a colonizar otros planetas. Allí formarán una comunidad y reproducirán nuestra especie.

Pero lo peor de esto es que nos lo queremos creer. Todo el mundo sabe que ni es cierto, ni es bueno. Pero es mejor creerse esto que nada. El gran mensaje de Elon Musk es que da igual que no tengas un duro, que te hayan echado del trabajo y no vayas a tener una pensión. Lo importante, lo realmente vital es que tienes derecho a tener una crisis de los 40 y soñar con un descapotable rojo. Dejar tu anodina familia atrás y escaparte a otros planetas.

Además no es tan complicado. Puedes ver decenas de vídeos en los que el propio Musk te explica cuáles son las claves de su éxito. Cómo no debes autolimitarte, ni hacerle caso al “hombrecillo” que llevas dentro. Si trabajas duro, lo puedes conseguir.

Sí, nosotros somos muy listos y estamos por encima de todo esto. Nosotros sabemos que es mentira, que sólo el 0,0001% de las historias son como la de Steve Jobs o la de Amancio Ortega. Pero tenemos que reconocer que no sabemos contar tan bien los cuentos.

Aunque no hayamos cubierto las necesidades de seguridad y cobijo, siempre necesitaremos alimentar nuestros sueños y nuestra identidad. Uno de los problemas de la izquierda es de lifestyle. Todavía no hemos superado lo de los hippies y, al final, somos los que nos dedicamos a refunfuñar.

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