Facebook
Mark Zuckerberg, ingeniero y actor

El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, no parece llevar muy bien las escenificaciones. Se le ve nervioso y tímido cuando testifica ante el Congreso de Estados Unidos. O quizás sea precisamente ése su papel en la obra.

Mark Zuckerberg
Mark Zuckerberg, propietario de Facebook, comparece ante el Congreso de Estados Unidos por la venta de datos de usuarios para la campaña de las últimas elecciones de este país.
11 may 2018 06:31

La verdad está sobrevalorada. En toda trama, el personaje del sabio siempre tiene algo de tristeza, frustración o cabreo. Nuestro cerebro funciona mucho mejor basándose en prejuicios, intuiciones o estigmas que analizando todo el rato la realidad. Los esquemas mentales son lo que nos permiten movernos por el mundo ágilmente.

El interaccionismo simbólico explicaría que lo que consideramos como real, es real en sus consecuencias. Que no importa si algo es verdadero o no. Si lo damos por cierto, actuaremos en función de estas creencias. La vida se convierte en un teatro en el que desarrollamos diferentes papeles para los demás. El espectáculo y la escenificación tienen más calado en nuestras percepciones que miles de textos como éste.

El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, no parece llevar muy bien las escenificaciones. Se le ve nervioso y tímido cuando testifica ante el Congreso de Estados Unidos. O quizás sea precisamente ése su papel en la obra. Un hombre que consigue millones de dólares haciendo presentaciones en vaqueros y camiseta, en esta ocasión viste traje y corbata para demostrar su respeto por las instituciones.

Que Facebook utiliza nuestros datos para segmentar la publicidad, es algo que sabíamos. Pero lo de pedir datos para una investigación y utilizarlos para una campaña electoral ya es un señor delito

El escándalo de Cambridge Analytica fue la gota que colmó el vaso. Que Facebook utiliza nuestros datos para segmentar la publicidad, es algo que sabíamos. Como imaginábamos también que, cuando cubrimos un test que nos dirá qué personaje de Disney somos, estamos abriendo nuestra privacidad a unos completos desconocidos. Pero lo de pedir datos para una investigación y utilizarlos para una campaña electoral ya es un señor delito. Si además la estrategia consiste en difundir fake news… Pues ya es pasarse.

Tecnología
El imperio de los datos

Escándalos como la venta por parte de Facebook de datos que sirvieron a la victoria de Donald Trump o la de Grindr sobre sus usuarios, incluidos los datos sobre si sufrían el virus VIH.  ¿Qué papel juega la minería de datos en todo esto?


Las redes sociales han sido el salto más importante de la comunicación en los últimos años. Además, generaron un nuevo modelo de negocio. Los usuarios creamos contenido y los propietarios de las redes ganan dinero gracias a todo el tráfico y actividad que nosotros mismos generamos.

Pero con el paso del tiempo vemos que lo importante ya no es tanto el contenido, como nuestra privacidad. Los famosos datos. El nuevo marketing va por ahí, por segmentar la publicidad de forma que sea mucho más efectiva. Y ojo, esto no tiene porqué ser tan dramático. Convertir la publicidad en información más útil o que pequeñas empresas puedan llegar a sus públicos a bajo coste puede ser positivo.

La clave es que ahora lo valioso ya no es solo que una plataforma tenga usuarios, sino que consiga datos de esas personas. Información financiera, ubicaciones, ideología, gustos, etc. En este panorama, ¡oh sorpresa! Facebook —con Instagram y Whatsapp en cartera— es la empresa que más cantidad de datos tiene del planeta.

La escenificación ante el Congreso consistía precisamente en trasladar la imagen de que Mark Zuckerberg no tiene tanto poder. Que las instituciones están por encima de él. En este juego entran el senador que le pregunta en qué hotel se aloja y él, cuando responde ruborizado. Pobriño.

Desde entonces se ha abierto un interesante y fundamental debate sobre los datos y sobre las redes ¿Cómo se mantiene la privacidad cuando los nuevos modelos de negocio viven de los datos? ¿Deberíamos crear redes sociales públicas? ¿Pagar para no recibir publicidad? ¿Qué nuevas desigualdades generarán los datos?

Cuando las redes llegaron a nuestras vidas, quizás pecamos de optimistas. Pero también advertimos de que tenía mucho peligro ceder todos nuestros contenidos y datos a una sola empresa. Internet es, por definición, descentralización, y las redes rompieron con esta premisa a cambio de mayor facilidad. Era rematadamente más sencillo abrirse una cuenta de Facebook que comprarse un dominio, un servidor propio, crear una base de datos e instalar un blog en WordPress. Antes de Facebook solo publicaban en la red Sheldon y sus colegas.

La discusión que cale será la más sencilla: si Facebook mola o ya no mola. Algunos cerrarán su cuenta en una red que ya está en decadencia, pero no se cerrará el problema.

Con la comparecencia de Facebook en el Congreso americano nos convertimos en espectadores. Asistiremos a un proceso de regulación en el que somos meros opinólogos. La verdad, seguramente, se nos escapará y la discusión que cale sea la más sencilla. La de si Facebook mola o ya no mola. Algunos cerrarán su cuenta en una red que ya está en decadencia, pero no se cerrará el problema.

Con su papel de friki infantil y torpe, Mark Zuckerberg esconde que posee la quinta empresa más valorada del mundo, que ahora es uno de los principales interesados en mantener el statu quo y que jugará, como mínimo, de tú a tú con las instituciones. Me temo que la negociación real, la de verdad, la que decida qué se hace con nuestros contenidos y nuestros datos, no la seguiremos en streaming.

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