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Actualidad africana
Carreras electorales y ruptura de lazos: la actualidad política se acelera en el continente
En Senegal falta más de un año para las elecciones, pero las organizaciones sociales están trabajando duro para colocar su discurso. Defienden la democracia y quieren empujar al actual presidente a no ponerla en riesgo. En Nigeria, los comicios están más próximos, pero lo que se juega es tanto que siempre hay cautelas. En Mali, la brecha con sus antiguos socios del Norte es cada vez más profunda y resuenan las voces que llaman al abandono del franco CFA. En São Tomé y Príncipe, un confuso intento de golpe de estado fracasado, desencadena una ola de represión.
Se acelera la carrera electoral en Nigeria
La carrera electoral se ha acelerado en las últimas semanas en dos de los líderes regionales de África Occidental. En el caso de Nigeria, es lógico el aumento de la tensión y del interés y es previsible que continúe incrementándose en los poco más de dos meses y medio que quedan hasta las próximas elecciones presidenciales. En el caso de Senegal, puede parecer más sorprendente porque los comicios están previstos para febrero de 2024, es decir, un año después de los de Nigeria. Sin embargo, lo que ocurre en el referente de la esfera francófona es que se ha desencadenado definitivamente la pugna por la narrativa, ante la posibilidad de que el actual presidente busque generar la situación adecuada para intentar prolongar su mandato en contra de la limitación establecida por la Constitución.
Las elecciones en Nigeria son siempre un acontecimiento del máximo interés. No sólo se trata del líder regional de África del Oeste, sino que es el país más poblado del continente y una de las dos economías más potentes
Las elecciones en Nigeria son siempre un acontecimiento del máximo interés. No sólo se trata del líder regional de África del Oeste, sino que es el país más poblado del continente y, por momentos, la economía más potente, alternando en algunos periodos concretos con Sudáfrica. Los números en el país son siempre superlativos y la disputa electoral por el liderazgo del país, se convierte en una carrera crucial, para el destino de más de doscientos millones de personas (y con una población que continúa aumentando rápidamente), sino también para la estabilidad de la región e, incluso, del continente. En esta ocasión se suma además el aliciente de un obligado cambio en el poder, ya que el actual presidente, Muhammadu no se encuentra entre la lista de los candidatos porque está terminando el segundo de los mandatos consecutivo que le permite la legislación nacional.
De esta manera, la mayor parte de los analistas, colocan a tres candidatos como aspirantes con oportunidades reales. Se trata de Bola Tinubu, la opción del partido en el poder, el All Progressives Congress; de Atiku Abubakar, del principal opositor Peoples Democratic Party, que ya aspiró a desbancar a Buhari en los últimos comicios; y de una propuesta ajena a esta fórmula bipartidista, Peter Obi, del Labour Party, que podría dar una sorpresa. A pesar de lo agitado de la vida política del país, en los últimos años, las elecciones han propiciado alternancias que se han producido de una manera pacífica, por lo que ese cambio de rostros y liderazgos no tendría por qué ser un problema. Sin embargo, en Nigeria nunca faltan escenarios que amenazan la estabilidad y sus profundas consecuencias siempre hacen contener la respiración a la comunidad internacional.
Uno de estos eslabones susceptibles de quebrarse es el complejo equilibrio territorial de un Estado federal, en el que son habituales las parcelas de poder regionales y los puzles de alianzas y complicidades. Una convivencia complicada que, sin embargo, permite avanzar (con o menos tensiones dependiendo de los lugares y los momentos) dentro de la misma estructura de Estado a un crisol de más de doscientos grupos étnicos, con religiones, culturas, lenguas y costumbre particulares. Otro de los focos de atención son las violencias armadas, las de los grupos extremistas en el norte, pero también las de los grupos que operan desde la rica zona del Delta.
El control de los enormes recursos del país, sobre todo de esas reservas de petróleo que han sido descuidada y atrozmente explotadas por empresas del Norte global, puede ser otro foco de conflicto. Las tensiones comunitarias son también una de las piezas de ese edificio que en algunos momentos parece tambalearse. La fricción entre comunidades de pastores peul o fulani, con agricultores de otras etnias, instrumentalizadas por actores que compiten por el poder, que se observan en toda la región se presentan considerablemente enconadas en el caso nigeriano. Y finalmente, a esta perspectiva incompleta podrían sumarse los intereses extranjeros por controlar los espacios de decisión y de gestión de las riquezas que toman posiciones durante la carrera electoral. En otros comicios ya se han detectado y denunciado, intentos por adulterar los procesos de votación y decantar la balanza hacia determinados intereses globales.
De esta manera, las amenazas son numerosas y especialmente poderosas teniendo en cuenta la magnitud de lo que está en juego. Sin embargo, el país cuenta con una sociedad civil con una larga y sólida tradición de contestación y de defensa de los logros de democracia. Se trata de una sociedad civil muy diversa y desplegada en los diferentes ámbitos de la vida social, pero que ya ha demostrado su capacidad para generar alianzas estratégicas en defensa de derechos fundamentales; que ha conseguido considerables éxitos a través de la movilización y la vigilancia; que ha puesto de manifiesto su creatividad tanto en las estructuras de organización como en las formas de reivindicar; y que tiene competencias en el uso de las herramientas que permiten amplificar sus mensajes, generar conexiones y mejorar la eficacia de sus acciones. Así, mientras los candidatos recorren kilómetros por el extenso país y circulan informaciones que pretenden condicionar el voto futuro, esta sociedad civil está reforzando alianzas y diseñando estrategias para propiciar unas elecciones libres y transparentes.
El clima político senegalés, cada vez más crispado
Por su parte, en Senegal las organizaciones sociales se han apresurado a tomar posiciones en una lucha por las narrativas. La apuesta lanzada por una amplia alianza de actores de la vida social senegalesa es transmitir la idea de que es imposible que el actual presidente, Macky Sall, se vuelva a presentar a las elecciones teniendo en cuenta que está concluyendo su segundo mandato consecutivo, y la Constitución prohíbe expresamente optar a un tercero. Estas organizaciones, que se ha agrupado en la coalición Jàmm a Gen 3ème Mandat, han intentado salir al paso, rápidamente, de las declaraciones de la esfera más próxima al actual presidente Macky Sall que parecen estar explorando el terreno para ese tercer mandato. En los últimos años algunos analistas han llegado a acuñar el término “epidemia del tercer mandato” para referirse a esas ganas irrefrenables de perpetuarse en el poder que han dinamitado las democracias de varios países africanos.
En Senegal, una amplia alianza de actores sociales puja para que el actual presidente, Macky Sall, no se se presente por tercera vez a las elecciones, pues la Constitución prohíbe expresamente un tercer mandato
La temperatura de la vida política senegalesa está aumentando a marchas forzadas como demuestra el episodio de la agresión a una diputada de la coalición gobernante en medio de un debate sobre presupuestos. Amy Ndiaye Gniby fue agredida en el momento de la trifulca por Massata Samb y Mamadou Niang, dos parlamentarios opositores. La violencia y la gravedad de la escena llevó al propio presidente de la Cámara a reclamar la intervención de la Fiscalía y tras la apertura de una investigación, los dos diputados fueron puestos en busca y captura, sin que la policía hubiese conseguido localizarlos. Esta escena da una idea de la crispación de la política senegalesa, sobre todo, desde que la coalición de gobierno perdió el control de la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas de julio. Teniendo en cuenta este clima, las organizaciones sociales intentan neutralizar cualquier intento de retorcer los valores republicanos y las normas de la democracia y lo hacen a través de la sensibilización y la información, como muestra la campaña Bu Ko Sax Jéem (“Ni lo intentes”).
Escalada de ruptura de lazos en Mali
La escalada en Mali no ha sido más sutil. En las últimas semanas se han desencadenado igualmente, una serie de episodios que agravan la brecha de entendimiento entre el país saheliano y los que hasta ahora había sido algunos de sus principales socios del Norte global. Casi simultáneamente Alemania anunció que en 2024 retirará sus tropas desplegadas en Mali, bajo mandato de la ONU y el gobierno de Malí, anunciaba la retirada de la autorización para operar en el país a una serie de ONG financiadas por el gobierno francés. Las dos decisiones no tienen aparentemente ninguna conexión pero ratifican una dinámica de alejamiento. El ejecutivo germano anunció que el mandato de sus soldados previsto hasta mayo de 2023 se renovará por última vez durante un año y que después abandonarán la misión de Naciones Unidas y regresarán a casa. Se trata de un contingente de 1.400 soldados, que dentro de este plan podrían abandonar el país, incluso, antes de lo previsto, a finales de 2023.
En lo que se refiere a la presencia de las ONG una contundente, aunque ambigua declaración del gobierno ha desencadenado el temor. Formalmente, Mali anunció la “prohibición, con efecto inmediato de todas las actividades desarrolladas por las ONG que operan en Mali con financiación o con apoyo material o técnico de Francia, incluidas las que trabajan en el ámbito humanitario”. Y las organizaciones que podrían estar afectadas, una cuarentena que trabaja en ámbitos diversos, pero que, entre otras cosas trata de atacar la creciente inseguridad alimentaria, advirtieron de la situación de incertidumbre en la que se zambullían y, sobre todo, el elevado número de personas con las que trabajan a diario. Las ONG denunciaron haber sido instrumentalizadas y convertidas en una moneda de cambio, a pesar de su desacuerdo en ese papel. Se referían a los dimes y diretes desencadenados por el anuncio previo del gobierno francés de la suspensión de la ayuda oficial al desarrollo al país saheliano por su cambio de alianza internacionales prioritarias.
Mali anunció la “prohibición, con efecto inmediato de todas las actividades desarrolladas por las ONG que operan en Mali con financiación o con apoyo material o técnico de Francia, incluidas las que trabajan en el ámbito humanitario”
En paralelo, ha vuelto a revitalizarse el discurso de la salida del país del sistema monetario del franco CFA. Se trata de una exigencia y una amenaza recurrente en los últimos años, que hasta ahora había resultado difícilmente creíble por la influencia y la tutela que la economía francesa ejercía sobre la maliense. Sin embargo, la escalada de ruptura de relaciones, hace a algunos colectivos pensar que ese cambio de moneda sería uno de los movimientos futuros más coherentes con la actual estrategia. Aunque, de momento, no hay nada tangible en ese ámbito tan simbólico y, al mismo tiempo, tan sensible.
Corea resucita el sueño tecnológico keniano
En 2008, el gobierno keniano lanzó el proyecto de Konza City. Se trataba de una tecnociudad pensada para demostrar la pujanza digital y la modernidad del país. Era, en realidad, una operación inmobiliaria faraónica y un gran proyecto de propaganda que pretendía atraer ingentes cantidades de inversión. Lo cierto es que en esa época varios países africanos presentaron proyectos similares, que se movían entre la especulación de construir nuevas ciudades en medio de la nada y el futurismo de materiales de difusión deslumbrantes e irreales. La mayor parte de esos proyectos naufragaron, tal como se habían previsto y o quedaron abandonados o se reinventaron con una considerable dosis de realismo. Konza City que era uno de los primeros y mayores ejemplos de la explosión de esas ciudades tecnológicas ha experimentado la misma trayectoria.
Después de los primeros momentos de euforia tras su presentación, el proyecto ha ido a la deriva: denuncias por las expropiaciones y los desplazamientos de poblaciones locales, abandonos de socios clave, retrasos, o el precario mantenimiento de algunas de las construcciones para intentar mantener vivo el proyecto. Hasta que hace dos semanas, la diplomacia y la cooperación reflotaban por arte de magia este viejo sueño. El gobierno surcoreano comprometió una financiación de mil millones de dólares a través de su agencia de cooperación para revitalizar el proyecto, entre otras acciones, que también incluyen proyector fuera del ámbito digital, pero con un marcado carácter de promoción económica. A pesar de esos retrasos y obstáculos y más allá de los proyectos institucionales Kenia es una de las potencias tecnológicas del continente.
Un golpe de estado excesivamente inocente en São Tomé y Príncipe
El pequeño país insular de São Tomé y Príncipe se ha visto sacudido por las consecuencias de un intento de golpe de Estado, que fue frustrado por las autoridades. Lo más sorprendente de esta operación de asalto al poder fue su aparente candidez, la escasa amenaza que supuso desde el punto de vista militar y las duras consecuencias que ha desencadenado. La madrugada del 25 de noviembre, presuntamente, se produjo un intento de asalto a un cuartel militar, sin embargo, las primeras informaciones sobre el pretendido golpe tenían mucho más que ver con las consecuencias. Poco ruido hicieron los presuntos cuatro asaltantes de las instalaciones del ejército en las que supuestamente pretendían conseguir armas. Pero de manera inmediata fueron detenidos como presuntos instigadores de la intentona Arlécio Costa, un conocido y veterano líder militar (que ya había estado implicado en otras operaciones similares), y Delfim Neves, ex presidente de la Asamblea Nacional y líder opositor.
Costa murió en custodia, en extrañas circunstancias, igual que los cuatro supuestos asaltantes. Las redes sociales pronto empezaron a difundir imágenes en las que se veían los cuerpos de estos últimos fallecidos, con claros indicios de haber sido maltratados y torturados. Estas circunstancias han desencadenado las críticas de la oposición nacional y las dudas de la comunidad internacional. Se han evidenciado lagunas en el relato de los hechos que hacen sospechar de la veracidad y, por ello, diferentes actores han reclamado que se aclaren las circunstancias. En 2018, se produjo un incidente con ciertas características similares. En aquella ocasión, tres mercenarios españoles fueron arrestados.