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Alemania
Leipzig, o el camino hacia la caída del Muro de Berlín hace 35 años
Quien estuviera paseando durante la mañana del pasado 18 de octubre por el centro de Leipzig, al Este de Alemania, pudo encontrarse con una manifestación de trabajadores organizada por el sindicato Verdi. Después de congregarse al lado de la estación de metro en la Wilhelm-Leuschner-Platz, al sur del centro histórico, la comitiva transcurrió por algunas de las calles más céntricas de Leipzig. Los trabajadores, miembros del sector del transporte de dinero en efectivo y objetos valiosos, habían empezado una huelga el día anterior.
35 años después de la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, a lo que seguiría la reunificación de Alemania en octubre de 1990, la demanda en la pancarta que encabezaba la manifestación en Leipzig es una llamada a prestar atención a las diferencias que siguen dividiendo Alemania. En la pancarta se podía leer “Unsere Forderung Steht Fest: Angleichung von Ost an West”, es decir, “Nuestra demanda es clara: Equiparación del Este al Oeste”.
Los manifestantes en Leipzig formaban parte de una huelga que tuvo lugar en el conjunto de Alemania, pero la reivindicación al frente de la manifestación era más específica: igualdad de salarios en el Este y Oeste del país. En el Este de Alemania, los trabajadores cobran de media un 20% menos que en el Oeste del país. La diferencia se ha reducido poco desde los años 90, y ha vuelto a incrementarse en los últimos años. En el sector del transporte, el que concierne a los manifestantes en Leipzig, el salario medio bruto es de 38.600 euros anuales en el Este del país, 5.000 euros menos que en el Oeste.
La caída del Muro de Berlín difícilmente puede entenderse sin prestar atención a los acontecimientos que tuvieron lugar precisamente en Leipzig a partir de septiembre de 1989
Unos de los motivos detrás de la diferencia, argumentan algunos economistas, es la menor productividad de las empresas en el Este del país. Aunque esto pueda jugar un papel, es también un hecho que los salarios son desiguales incluso entre quienes hacen el mismo trabajo. Para explicar esto, es importante considerar la situación de precariedad económica en el Este de Alemania que siguió a la reunificación del país.
En el Este de Alemania, el porcentaje de paro se encontraba cerca del 20% a finales de los 90 y por encima de este número a principios de los años 2000. En este contexto, las grandes empresas estaban en una situación privilegiada frente a los trabajadores en los años que siguieron al colapso de la República Democrática Alemana (RDA). Los convenios colectivos para los trabajadores, que normalmente garantizan la igualdad salarial entre regiones en Alemania, cubren al 44% de los asalariados en el Este del país, en comparación con un 51% en el Oeste.
Este fin de semana, Alemania conmemora el trigésimo quinto aniversario de la caída del Muro de Berlín, un momento que simboliza como ningún otro el principio del camino hacia la reunificación de Alemania y el fin de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La caída del Muro de Berlín difícilmente puede entenderse sin prestar atención a los acontecimientos que tuvieron lugar precisamente en Leipzig a partir de septiembre de 1989. La ciudad, 150 kilómetros al sur de Berlín, era el segundo mayor centro de población de la RDA, y se convertiría en motor del cambio político que puso fin al régimen comunista.
Historia
Otra RDA fue posible
Se cumplen 30 años de la implosión de la Alemania comunista. Hasta su definitiva disolución y anexión por la RFA, una disidencia marxista y ecopacifista animó la oposición al régimen de partido único, pero con el objetivo puesto en una RDA independiente, fuera de la OTAN, y que apostase por la construcción de un nuevo socialismo realmente democrático, verde y pluralista.
Durante años, grupos de opositores a la RDA se habían reunido en la Nikolaikirche, una iglesia en el centro de Leipzig. Aprovechando que la celebración de la Feria del Libro de Leipzig en septiembre de 1989 había llevado a periodistas de Alemania Occidental a la ciudad, un grupo de opositores desplegó una pancarta a favor de “un país abierto con personas libres” ante los periodistas.
Agentes de la Stasi, la policía política de la RDA, destrozaron las pancartas. Las imágenes de estos momentos, sin embargo, se emitieron en la televisión pública de Alemania Occidental, a la que muchos alemanes del Este también tenían acceso. Este fue el desencadenante de las “Montagsdemos”, o manifestaciones del lunes, pidiendo un cambio político en la RDA. Las manifestaciones, al principio pequeñas y únicamente en Leipzig, se extendieron a muchas otras ciudades de la RDA en octubre del 1989.
Especialmente importante fue la manifestación del 9 de octubre en Leipzig. Mary Fulbrook, una historiadora británica que ha publicado distintos libros sobre historia alemana, define esta manifestación como “un punto de inflexión.” Antes de empezar la manifestación, que congregó a más de 70.000 personas, se extendieron rumores (alimentados por la fuerte presencia en las calles de la Stasi y otras fuerzas de seguridad) que los líderes de la RDA planeaban reprimir las protestas con una masacre, tal como había hecho el Partido Comunista Chino en la plaza de Tiananmén unos meses antes. La manifestación, sin embargo, transcurrió con tranquilidad gracias a la decisión de las autoridades locales, luego confirmada en Berlín Oriental, de no intervenir.
Empezando, por ejemplo, en la Wilhelm-Leuschner-Platz (donde está previsto que se inaugure un monumento a la libertad y la unidad el próximo octubre), pueden recorrerse actualmente los pasos de aquella manifestación histórica mediante indicaciones en las calles. Una de estas calles lleva al Fórum de Historia Contemporánea de Leipzig, un museo con una exposición permanente sobre la historia de la RDA. En el museo, el 9 de octubre de 1989 es definido, en la línea de Fulbrook, como “el día decisivo.” Al cabo de una semana de aquella manifestación, Erich Honecker, líder de la RDA desde 1971, anunciaba su dimisión. Al cabo de dos semanas, el número de manifestantes en Leipzig era de cerca de 250,000 personas. A esto le seguiría la apertura de la frontera con Checoslovaquia y una manifestación de medio millón de personas en la berlinesa Alexanderplatz. Con la dimisión al completo del gobierno de la RDA y el Politburó a principios de octubre, el camino quedaba libre para la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, exactamente un mes después de la histórica manifestación en Leipzig.
El proceso que llevó al fin de la RDA se conoce como la “Friedliche Revolution”, o Revolución Pacífica. Su legado ha estado en permanente disputa, y muchos de estos choques se han vivido en la misma ciudad de Leipzig. Ante la llegada de más de un millón de refugiados a Alemania en 2015, se fundó en la ciudad el movimiento Legida, un acrónimo de Europeos de Leipzig contra la Islamización de Occidente. El grupo se formó como una réplica del más conocido y numeroso Pegida, que surgió también en el estado de Sajonia, pero en la ciudad de Dresde, la capital de la región.
Estas movilizaciones fueron un catalizador del cambio de Alternativa por Alemania (AfD), inicialmente creado como un partido euroescéptico el 2013, hacia una fuerza política más claramente xenófoba y de extrema derecha. Los manifestantes de Legida hacían uso del eslogan “Wir sind das Volk”, es decir, “Nosotros somos el pueblo”, que tanto habían repetido quienes protestaron durante la Revolución Pacífica. Las manifestaciones, siguiendo la tradición de las “Montagsdemos”, tenían lugar los lunes. También se apropiaron del lema de la Revolución Pacífica los participantes en protestas contra las medidas del gobierno alemán para detener la Covid-19, algunos de los cuales aseguraban estar enfrentándose a una dictadura que comparaban al sistema de la RDA.
Alemania
Elecciones La ‘coalición semáforo’ se apaga en Alemania
En su discurso en Leipzig el pasado 9 de octubre, el canciller alemán Olaf Scholz se refirió a quienes utilizan el eslogan “Nosotros somos el pueblo” en estos contextos. Scholz dijo que “es insoportable como populistas y extremistas abusan de estas palabras hoy en día. Dicen “nosotros” y quieren decir “no vosotros”. Dicen “pueblo” y quieren decir “raza”. Ellos combaten la democracia.”
Leipzig también ha acogido recientemente manifestaciones multitudinarias de muy diferente símbolo. A principios de 2024, después que se dieran a conocer planes secretos de la AfD para la deportación de millones de refugiados, inmigrantes y descendientes de inmigrantes si llegaban al poder, 60.000 personas se manifestaron en Leipzig contra la extrema derecha. Uno de los asistentes comentaba al diario local que el ambiente se parecía al del 9 de octubre de 1989.
En las elecciones regionales al parlamento de Sajonia del pasado 1 de septiembre, la AfD consiguió 30,6% de los votos y estuvo a punto de superar a la Unión Cristianodemócrata, el partido de centro derecha del presidente regional Michael Kretschmer. Si no lo consiguió fue gracias a sitios como Leipzig, que dio el 19% de los votos a la extrema derecha, el porcentaje más bajo en toda Sajonia, significativamente menor que en otras grandes ciudades como Dresde y Chemnitz.
Leipzig también garantizó la supervivencia en el parlamento regional de Die Linke. Dos candidatos del partido de izquierdas ganaron sus distritos electorales en la ciudad, lo que aseguró a Die Linke la presencia en el parlamento aun siendo incapaz de superar el 5% de los votos. Este es el umbral para entrar en el parlamento de Sajonia si un partido no gana como mínimo dos mandatos directos.
Los cinco estados federales que pertenecieron a la RDA sigan siendo los más pobres de Alemania
En retrospectiva, los alemanes del Este disfrutan ahora de libertades políticas impensables antes de 1989. Sin embargo, es evidente que los “paisajes florecientes” que el canciller alemán Helmut Kohl prometió a sus compatriotas orientales en 1990 no se han materializado. Esto es observable no solo en los salarios, sino también en el hecho de que los cinco estados federales que pertenecieron a la RDA sigan siendo los más pobres de Alemania, o en que los ciudadanos del Este reciban, de media, herencias nueve veces inferiores a la de los alemanes occidentales.
En una entrevista del 2009, Christian Führer, quien fuera párroco de la Nikolaikirche en Leipzig en 1989, describía las protestas que llevaron a la caída del Muro de Berlín como una “autoliberación de la dictadura”. A la vez, Führer remarcaba que no se habían atendido suficientemente las preocupaciones de los ciudadanos de la RDA en el momento de la reunificación ni en los años siguientes.
La revolución del 1989 debería ir acompañada de una segunda revolución que aún no había tenido lugar, argumentaba Führer. El párroco, que murió en 2014, opinaba que “en nuestro país, la forma de democracia política está ligada a la economía de mercado capitalista. Pero la economía de mercado realmente no tiene nada de democrática, es una meritocracia despiadada”. Aunque muchos otros alemanes del Este puedan no compartir el diagnóstico concreto de Führer, hay motivos para pensar que la satisfacción con la reunificación del país no está para nada reñida con el descontento respecto a la forma en que tuvo lugar.
En una encuesta del 2023, el 66% de los alemanes del Este consideraban que la reunificación había tenido más consecuencias positivas que negativas para ellos, y únicamente un 14% pensaba lo contrario. Sin embargo, alrededor de dos tercios de los alemanes del Este se sienten tratados como ciudadanos de segunda categoría. Este es un sentimiento que la AfD, a pesar de tener un comité ejecutivo dominado por alemanes occidentales y a veces presentar candidatos nacidos en el Oeste del país como cabezas de lista en el Este, ha sabido explotar como nadie en los últimos años, erigiéndose en una supuesta “voz del Este.” Esto explica parcialmente por qué la extrema derecha obtuvo un 29% de los votos en el conjunto de los estados federales del Este de Alemania y Berlín Oriental (comparado con un 16% en el conjunto de Alemania) en las elecciones al Parlamento Europeo del pasado junio.
Repasando distintos artículos de opinión y discursos políticos en ocasión de las diferentes conmemoraciones de la caída del Muro de Berlín y la reunificación de Alemania, es habitual encontrar un relato de éxito combinado con una llamada a cerrar la brecha económica, y muchas veces también emocional, entre el Este y el Oeste del país. Pero la brecha sigue ahí, y no parece que vaya a cerrarse pronto.