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Palestina
27S: ¿cuarenta mil asesinatos son suficientes?
Una de las formas habituales de medir la fortaleza democrática de una sociedad ha sido la respuesta que tiene frente a las desgracias o catástrofes, contra las injusticias, que, mal que nos pesen, se vienen sucediendo de manera habitual en este mundo al que llamamos civilizado. Muchas veces, ante hechos puntuales de una persona o de un grupo de personas estamos acostumbrados a escuchar la frase hecha de “esta sociedad no tiene remedio” para reflejar, de esta manera, nuestro malestar, cabreo o indignación por un hecho y que pone de manifiesto la inactividad o parálisis de nuestra sociedad, pero también es cierto que esa misma sociedad, o por lo menos gran parte de ella, a veces nos ha sorprendido gratamente con reacciones sobrecogedoras, tal y como ocurrió en las últimas décadas. Solo hay que recordar la respuesta popular ante la guerra de Irak, la catástrofe del Prestige o la más lejana respuesta que tuvo gran parte de la sociedad española ante la traición del PSOE con la entrada del Estado español en la OTAN para reconciliarnos, aunque sea momentáneamente, con nuestros semejantes.
Todas y todos recordamos con orgullo aquellas movilizaciones históricas. Recordamos cómo las principales ciudades del Estado se llenaban con cientos de miles de personas expresando su malestar o su indignación ante la gravedad de aquellos sucesos. En definitiva, recordamos cómo la sociedad, esa sociedad que muchas veces nos duele con alguno de sus comportamientos, respondía de manera solidaria y ejemplar cuando el fin lo requería. Es más, algunas respuestas nos hacen comprobar el nulo egoísmo que esa parte de la sociedad ha demostrado ya que, en la inmensa mayoría de las ocasiones que la sociedad ha respondido de una manera tan contundente, no lo ha hecho para pedir mejoras para ella, sino para mostrar la indignación ante una catástrofe, para requerir el fin de una guerra o para exigir el respeto de los derechos humanos sin pensar cortoplacistamente en posibles consecuencias económicas.
Y entonces, ¿por qué esto no está sucediendo ante el genocidio que se está llevando a cabo por parte del Estado de Israel sobre Palestina?, ¿por qué no hay cientos de miles de personas en las calles de medio mundo pidiendo su fin?, ¿por qué no se está llevando a cabo una condena y boicot de forma global sobre Israel como medida de presión para que pare de inmediato con esta sangría de vidas humanas?
La realidad a la que nos enfrentamos es que el poder y los tentáculos del Estado genocida de Israel son enormes y que su incidencia sobre gobiernos, partidos políticos, empresas, medios de comunicación e incluso algún sindicato (o así dicen llamarse) del Estado español es inconmensurable y que tiene la fuerza suficiente como para silenciarles ante semejante barbarie.
Somos conscientes de que con esta realidad es con la que ya sabíamos que íbamos a enfrentarnos, nos pasa continuamente y no solo con algo tan grave como es el genocidio sobre Palestina. Este silencio absoluto de las organizaciones e instituciones del Estado lo encontramos continuamente ante cualquier recorte o medida regresiva que afecte de manera negativa a la clase trabajadora y a la sociedad en general. La maquinaria silenciadora se activa y tenemos que ser las organizaciones de clase, es decir, las de siempre, los sindicatos anarcosindicalistas, las que tenemos que hacer un trabajo excelso para conseguir transmitir un mensaje critico frente a la maquinaria anuladora puesta al servicio del capital.
A pesar de que, como ya he dicho, sabíamos y contábamos con su silencio cómplice, las excusas no valen. Hace pocas semanas, las cifras oficiales llegaban a 40.000 personas asesinadas en Palestina a manos del ejército israelí, sin contar con las personas desaparecidas, muchas de ellas mujeres y niños. ¿Son suficientes?, ¿a qué cifras hay que llegar para que la respuesta de la sociedad sea mucho más contundente de lo que está siendo hasta ahora? ¿Dónde está la ciudadanía crítica?
Pese a la falta de información sobre el eufemísticamente denominado “conflicto” que estamos presenciado en directo, todos los días vemos en medios alternativos imágenes desgarradoras de niños mutilados, personas asesinadas apiladas en montones y barrios enteros arrasados, hospitales bombardeados y personas corrientes desgarradas de dolor y, a pesar de ello, los medios de comunicación al servicio del poder se dedican a vendernos el “conflicto” como algo que viene sucediendo durante los últimos once meses. Gracias al trabajo de muchas organizaciones que trabajan con honestidad, la sociedad ya es consciente de que el genocidio de Israel sobre Palestina se viene perpetrando desde hace décadas y que el único objetivo del gobierno israelí es borrar a Palestina del mapa, cueste lo que cueste. Por mucho que se empeñen en disfrazarlo no hay excusa posible.
El 27S, nos vemos en las calles. ¡Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá!
La importancia que tiene la jornada de huelga y lucha del próximo 27 de septiembre va más allá de la incidencia sobre el mundo laboral, esto va de derechos humanos, el próximo 27 de septiembre ha de ser un antes y después en la respuesta de la sociedad española contra el genocidio israelí sobre Palestina. Tenemos que dar una respuesta en la forma en que cada uno podamos, en la medida que sintamos el dolor de esta atrocidad, ya sea abandonado nuestro puesto de trabajo, concienciando a compañeras y compañeros de los motivos por lo que estamos parando en esta huelga o/y participando en todas y cada una de las movilizaciones que tengamos más próximas, no consumiendo, haciendo público que empresas y estamentos colaboran y son cómplices del apartheid sobre Palestina… en la medida que cada uno pueda tenemos que colaborar para que el día 27 de septiembre marque un antes y un después y sea el inicio de un importante movimiento social y laboral cuyo fin sea acabar con el genocidio y la ocupación israelí sobre Palestina.
El día 27 de septiembre va mucho más allá de defender los derechos laborales, va mucho más allá de defender los derechos sociales, va mucho más allá de defender lo público, va mucho más allá de defender las pensiones. El día 27 de septiembre va de defender la vida del pueblo palestino y de su futuro, pero también, y sobre todo, de defender un mundo en el que no se asesine impunemente ni se valore más la vida de unos que la de otros en función de lo que tengan. Tenemos una oportunidad histórica de iniciar un proceso que ponga fin a esta barbarie, de prefigurar otro mundo más justo, y quizás sea la última.
El 27S, nos vemos en las calles. ¡Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá!
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No, 40.000 asesinatos no son suficientes. Serán suficientes cuando se haya terminado (por asesinato o por evasión) con todos los palestinos de Gaza, de Cisjordania o de cualquier territorio colindante con el de Israel.
Esta es la sencilla receta de Netanyahu y de su gobierno sionista y no parará hasta conseguirlo. No tardará mucho en conseguirlo, dada la pasividad de la comunidad internacional y el apoyo sistemático de los EEUU o de la UE.