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Memoria histórica
Conmemoración del 80º aniversario de la liberación de Auschwitz en Berlín
En Alemania, tanto políticos como importantes figuras públicas y ciudadanos de a pie llevan años insistiendo en que el pueblo palestino no lucha contra la ocupación y el apartheid sino por puro antisemitismo, por lo que son los nuevos nazis y que el antisemitismo en este país ha sido importado por los migrantes que han ido llegado en las últimas décadas. En el día de la conmemoración del Holocausto lo han hecho patente de las peores maneras posibles: en las redes sociales, en los juzgados y en la calle.
El 27 de enero de 2025, coincidiendo con el 80 aniversario de la liberación de Auschwitz por las tropas soviéticas, una persona judía se sentaba de nuevo frente a un tribunal berlinés acusada de incitación al odio por oponerse al genocidio en Palestina.
El cineasta judío israelí Dror Dayan se sentaba en el banquillo por el uso de símbolos de organizaciones inconstitucionales y terroristas (artículo 86a del Código Penal alemán) al denunciar en sus redes sociales la criminalización por parte del Estado alemán del lema «Desde el río hasta el mar» y su intento de equiparar su uso a la penalización de la simbología nazi.
El juicio, que debía haberse celebrado a las 11 de la mañana, se retrasó unos meses ya que una persona experta que debía declarar sobre la historia y el uso del eslogan no se presentó al juicio por problemas de salud. La jueza tenía esta información desde hacía un par de días, pero decidió compartirla solo unos minutos antes del juicio. Sin embargo, la declaración de la experta ya había sido presentada por escrito al tribunal y podría haberse leído, como es habitual en caso de no comparecencia del perito. Por lo tanto, parece que la decisión de la jueza responde a otros factores.
Es posible que la jueza haya decidido posponer el juicio y esperar a ver la resoluciones de otros jueces y juezas en los múltiples juicios pendientes en esta ciudad sobre este eslogan incluido uno de los dos juicios que ya se han perdido en Berlín y ha pasado a segunda instancia y que sentará un mal precedente ya que, en este caso, la persona utilizó el controvertido eslogan junto con fotos de las Brigadas Qassam. Este antecedente pone en bandeja de oro a la acusación popular el argumento de que es un eslogan utilizado por una organización considerada terrorista en este país. Sin duda, el establishment judicial berlinés tiene interés en que este juicio, que claramente irá a su favor, sea el que siente precedente.
Pero creemos que algo debió de pesar en este aplazamiento la movilización convocada frente al juzgado que claramente denunciaba que la razón de Estado alemana, es decir, su apoyo incondicional a Israel, está por encima de la vida de las personas judías antisionistas en Alemania. Una movilización que puso de manifiesto la falta de memoria histórica al celebrar este juicio precisamente el día en que se conmemoran a las víctimas del Holocausto.
Una movilización que puso de manifiesto la falta de memoria histórica al celebrar este juicio precisamente el día en que se conmemoran a las víctimas del Holocausto.
El día anterior, el domingo 26 de enero de 2025, la asociación antisionista de izquierda judía Voces Judías por la Paz en Oriente Medio convocó una concentración en homenaje a todas las víctimas del Holocausto, y pidió expresamente que se hablara de todas las víctimas, también de los genocidios actuales. El lugar elegido para el homenaje tenía un gran simbolismo ya que se trataba de la plaza donde los nazis llevaron a cabo la famosa quema de libros el 10 de mayo de 1933, hoy conocida como Bebelplatz.
En este emotivo homenaje, en el que hablaron familiares de supervivientes del Holocausto, tanto judíos como del pueblo roma y sinti, así como comunistas, anarquistas y socialistas, fue hipercontrolado y vigilado por un enorme dispositivo de policía antidisturbios.
Ese mismo día y en el mismo lugar, ante la convocatoria del homenaje de Voces Judías, grupos sionistas nacionales, alemanes, blancos y no judíos (incluidos grupos que se consideran a sí mismos antifascistas) hicieron una contraconvocatoria. De una manera que se nos antoja premeditada cedieron a estos grupos, que, no lo obviemos, habían solicitado los permisos tras ver la convocatoria de Voces Judías, la primera línea de la plaza, la que da a la gran avenida Unter den Linden. Mientras tanto, a los grupos de judíos, roma, migrantes, comunistas, anarquistas, antifascistas y otros aliados se les relegó y cercó en la parte trasera de la plaza, lo más apartados posible de la vista de posibles turistas y viandantes. El enorme dispositivo policial que les rodeaba no movió un dedo cuando algunos de esos «antifascistas» sionistas irrumpieron en el acto para reventarlo gritando en medio de un discurso «Free Gaza from Hamas» después de haber interrumpido el minuto de silencio por las víctimas de genocidios pasados y actuales con música a todo volumen, paradójicamente con la canción The Sound of Silence.
Estos desagradables incidentes y detalles muestran la ceguera histórica institucionalizada y extendida en la población alemana que, en su huida hacia delante de su pasado genocida nazi, está empezando a querer resarcirse y que el pato lo paguen otros: palestinos, judíos antisionistas o cualquier migrante que no se adapte a la retorcida narrativa de su neo-memoria histórica.
Esto lo ha sabido recoger bien la ultraderecha, harta de este pretendido sentimiento de culpa, que quiere no solo pasar página sino resucitar lo peor de su orgullo patrio. El partido AfD celebró el día anterior a estos incidentes un acto de campaña donde participó Elon Musk que declaró que bastaba ya de culpa histórica y gritó Make Germany Great Again. La pregunta es ¿a qué gran Alemania quieren volver? Por su retórica y iconografía, suponemos que a la de 1930.
Cualquiera que haya leído algo sobre el Holocausto sabe que comenzó décadas antes de la puesta en marcha de la Solución Final. Empezó en las calles azuzando contra la población judía; pasó a los juzgados e instituciones con acusaciones de delitos falsos, impidiendo que ejercieran sus profesiones y despojándoles poco a poco de todas sus pertenencias, ciudadanía y, finalmente, quitándoles la vida (no sin antes haber intentado expulsarlos de Europa, solución que los nazis consideraban más económica que asesinarlos). Muchos de los que lograron huir salvaron su vida llegando a Palestina como muestran, a pesar de la opinión de parte de la sociedad alemana, las Stolperstein.
Y cualquiera que haya leído sabe que las víctimas de los nazis y sus aliados también fueron esos grupos contra los que hoy carga o criminalmente ignora el Gobierno alemán: minorías como los sinti y los roma, los aún considerados extranjeros por muchas generaciones que lleven aquí, los antifascistas, comunistas, anarquistas y en general todo aquel no ponga a Israel y su genocidio por encima de todas las cosas.