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Laboral
Salario, precio y ganancias: del clásico al moderno Pacto Social de Rentas trianual
“En el continente reina ahora una verdadera epidemia de huelgas y se alza un clamor general pidiendo aumento de salarios…”[1]
El modelo de política de rentas se condensa en los Acuerdos Sociales sobre Negociación Colectiva y Empleo, que ha habido en los últimos decenios, entre los agentes sociales (empresarios y sindicatos mayoritarios), pues los mismos son limitadores del crecimiento de los salarios y este crecimiento ligado a la productividad[2], y además en este acuerdo, parte de los incrementos salariales se destinarán a Planes de Empleo de Empresa con gestión privada del Fondo de Empleo, por las partes firmantes.
Las políticas de Concertación Social[3] entre Sindicatos “mayoritarios” y las Patronales, desde los Pactos de la Moncloa 1977, hasta el “V Acuerdo de Empleo y Negociación Colectiva (AENC) para el 2023-2025, tienen en su base como núcleo central el fijar topes salariales de referencia que sirvan de modelo disciplinador para toda la Negociación Colectiva (empresa, sectorial, provincial, autonómica), lo que comporta una contracción de las rentas salariales a la vez que un trasvase hacia el excedente bruto de explotación.
Según los datos de Contabilidad Nacional del INE, la desigualdad en la evolución de las Rentas Salariales y las empresariales reflejado en el Excedente Bruto de Explotación (EBE) que incluye beneficios empresariales, así como las rentas de autónomos (rentas mixtas), los salarios apenas crecieron un 4,8% (26.307 millones de euros) en el periodo 2008/2013, es decir 12 años, mientras que los EBE se incrementaron en un 14,6% (69.802 millones de euros).
Es decir, las rentas empresariales crecieron 2,6 veces más que las rentas salariales y el trasvase de riqueza (robo) se agudiza desde el 2020 hasta ahora.
El trasvase de recursos de las personas asalariadas al conjunto de las empresas, o, dicho de otra forma, la expropiación de las rentas salariales por el empresariado, se ve reflejado en la participación de su renta en el conjunto de la renta nacional, es decir, en la distribución de la riqueza que producimos.[4]
“Y si, durante la fase de prosperidad, en que el capitalista obtiene ganancias extraordinarias, el obrero no batallase por conseguir que se le suba el salario, no percibiría siquiera, sacando la media de todo el ciclo industrial, su salario medio, o sea, el valor de su trabajo”. [5]
Los sindicatos institucionales conocen y son sabedores de este hecho de expropiación y apropiación de la riqueza que producen las clases asalariadas y consideran que las subidas pactadas, son suficientes para esas clases asalariadas, a la vez que garantizan la rentabilidad empresarial y dinamizan la economía.
La brecha entre empresarios (consejeros, directivos) y personas asalariadas se vuelve a ampliar y si el diferencial entre “jefes” y personas empleadas en el 2021 fue de 76 veces, en el 2022 fue de 81,5 veces más. Es decir, si las personas empleadas percibían 58.095 € anuales, los “jefes-consejeros” percibieron 4,73 millones de euros:
…“Si en sus conflictos diarios con el capital los obreros cediesen cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura…”
El modelo de Relaciones Laborales dejó de ser “democrático” con las reformas laborales de los años 80, los 90, el 2000 y la década del 2010 al 2021, para convertirse en una auténtica práctica de hecho y de derecho de “dictadura empresarial” en los comienzos del siglo XXI, con la legitimación institucional de los agentes sociales: gobiernos, empresariado y sindicatos mayoritarios.
Cambiar de modelo, es decir, terminar con el capitalismo como modo de producir y el qué producir y el cómo producir y cómo distribuimos mercancías y las reglas del comercio mundial se modifican y, se cuestiona ese comercio mundial como parte consustancial del problema, o seguiremos no sólo siendo unos “ingenuos consentidos” y/o personas asustadas y mucho, sin vislumbrar futuro alguno, y atrapados en un presentismo que nos impide transcender[6].
Y en este presentimo es donde parece que se encuentran las clases asalariadas, pues aun percibiendo el robo y la expropiación de sus rentas (pérdidas de poder adquisitivo muy significativas) y sus derechos (a una vivienda digna y asequible; sanidad, educación, cuidados…), no utiliza el conflicto con la otra clase para transcender ese presentismo y, por el contrario, se acepta la “paz social” que no hace sino impedir las batallas tan necesarias ante la emergencia multicrisis en que se encuentra la Vida.
[1] Del libro “Salario, Precio y ganancia” de Karl Marx.
[2] “Una política de rentas que recupere los salarios en el medio y largo plazo implica actuaciones destinadas a fomentar el crecimiento de la productividad…” (Una editorial de El País).
[3] “La concertación social aporta un factor de profundización democrática, no siempre reconocido, en momentos de intensa deslegitimación del sistema democrático…” (Joan Coscubiela, Director Escuela del Trabajo de CC.OO.).
[4] Fijémonos en el contraste de la distribución de la riqueza producida, según las épocas históricas y la participación de la clase obrera en el conflicto social —siglo XX década del 67 al 77—: …“Desde finales de los años sesenta y sobre todo desde los primeros setenta, el incremento salarial se redobló impulsado por las luchas de fábrica, que tenían en la negociación de los convenios su momento de fuerza. Los salarios empezaron así a crecer por encima de los incrementos de productividad. La evolución de la renta nacional muestra el crecimiento continuo de la masa salarial en la renta nacional en relación con el excedente bruto de explotación. En una década, entre 1967 y 1977, los salarios pasaron de sumar el 60 % de la renta nacional a cerca del 70 %...” (“El efecto clase media” de Emmanuel Rodríguez Editorial Traficantes de Sueños).
[5] Del libro citado.
[6] "Pero, en general, son deficientes por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación definitiva de la clase obrera; es decir, para la abolición definitiva del sistema de trabajo asalariado…” (Libro citado).