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Análisis
Andalucía y el punto de inflexión en la batalla entre el PP y Vox
Las elecciones de Andalucía del pasado 19-J representan un punto de inflexión en la historia política de la región. La victoria del Partido Popular de Juanma Moreno supone la segunda vez que el PP gana las elecciones después del resultado de Javier Arenas en 2012. Sin embargo, después de décadas de hegemonía socialista en Andalucía, esta vez ha logrado una mayoría absoluta que le permitirá gobernar en solitario y dejar a Vox sin influencia en el parlamento andaluz. Por esta razón, es pertinente analizar los resultados de PP y Vox en Andalucía, especialmente si tenemos en cuenta que el partido de ultraderecha se encontraba en un periodo de crecimiento electoral desde hacía meses y, además, presentaba como candidata a Macarena Olona, una de sus principales líderes nacionales.
Los resultados de las derechas en Castilla y León mostraban la consolidación de un bloque formado por dos grandes partidos, PP y Vox, y uno en claro estado de descomposición, Ciudadanos. La subida de la ultraderecha de más de 12 puntos, de un 5,5% (2019) a un 17,64% (2022), sumado a un estancamiento de un PP que buscaba maximizar el adelanto electoral, abrían un nuevo capítulo en la competición entre ambos partidos. La estrategia de Vox pasaba de dejar de ser socio parlamentario de gobiernos conservadores y a formar coaliciones con la derecha tradicional. Por ello, Vox decidió estirar más las contradicciones del PP buscando mantener el momentum y situando a Olona como candidata a la Junta de Andalucía en un anticipo electoral que se preveía desde meses atrás.
El PP es primera fuerza en todas las provincias andaluzas y gana en todas las capitales de provincia. En dichas ciudades le saca de media un 22,6% al PSOE, segunda fuerza en todas. En Sevilla es donde más cerca han quedado ambas fuerzas, con una diferencia de 17%, mientras que es en Córdoba donde más distancia hay entre una y otra, un 28,4%. Que dirigentes del PSOE afirmasen durante los días posteriores a la convocatoria electoral que Andalucía es un “terreno favorable para el PP” después de haber sido la fuerza hegemónica durante casi 40 años da muestra del cambio de paradigma electoral en la región.
El Partido Popular de Juanma Moreno ha logrado aglutinar votos más allá de los límites del bloque de la derecha
Se dice que el voto que ha ido del PSOE al PP de Juanma Moreno en Andalucía es voto prestado, pero es necesario partir de la idea de que todo voto es prestado, sobre todo en tiempos de alta volatilidad electoral. Cada vez más la gente cambia de opción de voto entre una elección y otra. Ya no hay tanta “tradición de voto”, los ciudadanos se identifican menos con los partidos y más con líderes políticos. Precisamente Juanma Moreno es el mejor candidato que el PP podría tener en Andalucía, ya que no representa algo muy alejado de lo que significaba el PSOE andaluz en los 90, tanto en políticas como en discurso.
El trasvase de voto del PSOE hacia el PP fue uno de los determinantes clave de la mayoría absoluta del PP. El Partido Popular de Juanma Moreno ha logrado aglutinar votos más allá de los límites del bloque de la derecha, ya que, como vemos en los datos de la encuesta post-electoral del CIS de esta semana, un 15,6% de los votantes del PSOE de 2018 se pasaron al PP en 2022. Además, recoge un 64.7% de los votantes de Ciudadanos de 2018 y hasta un 31,4% de los de Vox, lo que demuestra que Olona no fue rival para el PP en estas elecciones. Además, un 22,1% de los ciudadanos que en 2018 no votaron lo hicieron esta vez por el PP, igual que un 25,4% de los nuevos votantes. En otras palabras, el Partido Popular salió reforzado de estas elecciones, habiendo captado votantes de todas las formaciones políticas, que no fueron rival suficiente para su candidato. Para entenderlo, hay que atender a las razones que llevaron a los andaluces a votar al PP. En primer lugar, el 24,4% de votantes, según el CIS, votó a este partido por la capacidad de gestión y experiencia. En segundo lugar, la confianza por el partido y la honestidad del candidato, valorado en un 6,5, frente a la candidata de Vox, que no alcanzaba el aprobado, y una oposición que tampoco obtuvo buenos resultados. Por último, el hecho de que se tratara del presidente de la Junta de Andalucía en aquel momento jugó a favor del partido, mientras el resto de los partidos presentaron candidatos nuevos que eran menos conocidos.
En el caso de Vox, a pesar de las expectativas, la candidatura de Macarena Olona apenas logró mejorar el resultado de 2018, momento en el que Vox irrumpe con un 10,97% de voto y 12 escaños. Vox incrementa sus votos (13,46% y 14 escaños) en comparación con las pasadas elecciones en provincias donde ya obtuvieron un buen resultado como Almería, Granada y las costas de Huelva y Málaga, pero, sin embargo, mantiene datos muy pobres en Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén. Parece haber una clara división geográfica en el voto a Vox en Andalucía: mayor apoyo en la zona oriental y menor en la occidental. El balance de resultados en relación con el PP no deja una buena imagen para la ultraderecha: Vox no supera al PP en ningún municipio de toda Andalucía. No obstante, un dato destacable es que en las provincias donde Vox obtiene sus mejores resultados su suma con el PP es mayor. Al menos en Andalucía parece haber una relación positiva entre el % de voto de VOX y el % de voto del bloque de la derecha (PP+Vox).
Tal y como se dio en las elecciones de Castilla y León, se ha votado a Vox tanto en barrios ricos como pobres, al contrario de lo que sucedió en las elecciones andaluzas 2018
En lo que respecta a la distancia entre ambos partidos, en la amplia mayoría de municipios el PP aumenta su diferencia de % de voto con Vox en relación a 2018. Vox solo recorta votos con el PP en 36 municipios, mientras que el PP se distancia de Vox en 749. Es llamativo que de esos 36 municipios donde Vox se acerca al PP en resultado con respecto a 2018, un total de 29 se encuentren en Granada (12), Almería (10) y Jaén (7). Nuevamente emerge aquí la dimensión geográfica del voto: Vox es más fuerte en el este de Andalucía.
El resultado de estas elecciones les sitúa cuatro años en la oposición, sin visibilidad y con Olona sin margen de maniobra. A pesar de todo, la influencia de Vox en la derecha y en el resto de arco ideológico sigue estando muy presente. En el caso del PP es evidente, ya que, desde la aparición de Vox en 2018, la derecha tradicional ha logrado gobiernos gracias al apoyo de la ultraderecha, aceptando muchas de sus medidas e incluso tomando algunas como propias. La realidad es que Vox ayuda a modificar nuestra percepción de los espacios ideológicos hasta tal punto de que en plena noche electoral parte de la izquierda pronunció discursos triunfalistas porque el PP había logrado la mayoría absoluta y Vox se quedaba aislado y sin capacidad de influir en el próximo gobierno de Juanma Moreno. Y esa es, con toda seguridad, la gran victoria de Vox. Su mera existencia sitúa al PP en la moderación y a la vez que consigue desplazar el eje ideológico hacia la derecha. En palabras de Santiago Abascal: “ya hemos logrado un cambio cultural en España y que a la izquierda ahora el PP le parezca centrado. Ahora se tienen debates que antes se vetaban”.
No es ningún secreto que Vox ha movilizado a sus votantes en torno al sentimiento de agravio con respecto a los partidos tradicionales, el sentimiento nacionalista y el discurso anti-inmigración, siendo tan eficaz este mensaje que parece que sus votantes son los más movilizados a la hora de ir a votar. El porcentaje de voto a Vox, sobre el total de votos de un municipio, es mayor cuanta menos participación hay. Por ello, se intuye que son los demás partidos los que crecen cuando hay más gente que acude a las urnas.
¿Cómo les afecta esto? Una alta participación tiene dos claras consecuencias para este partido. En primer lugar reduce su porcentaje de voto y en segundo aumenta el porcentaje de voto del PP, lo que se traduce en el aumento de la distancia entre ambos partidos, dejando a Vox en segundo plano. Si la participación en un municipio es baja, entonces Vox tiende a sacar unos resultados más próximos a los del PP
No obstante, si hay algo en lo que claramente ha ganado en estas elecciones es en transversalidad. Tal y como se dio en las elecciones de Castilla y León, se ha votado a Vox tanto en barrios ricos como pobres, al contrario de lo que sucedió en las elecciones andaluzas 2018, en las que la renta del municipio sí tenía influencia sobre el voto a este partido.
Por otro lado, el voto al PP sigue dependiendo de la renta, tendiendo a la alza cuanto mayor es el decil del que hablemos. Sin embargo, lo más reseñable se observa en los municipios con menor renta, que votan significativamente menos a este partido que en el resto de bloques. En estos se mantiene estable aunque se pueda observar la tendencia que ya se ha mencionado.
Sin embargo, aunque Vox se haya vuelto más transversal en cuanto a la renta de los municipios, no lo ha hecho en otras cuestiones como la inmigración. Así, este tema continúa en el centro de su apuesta política y ha tenido gran importancia en estas últimas elecciones para la formación de ultraderecha. Cuando hablamos de las consecuencias de la inmigración en el voto a la ultraderecha no se puede dar una respuesta universal. Observamos que en otros contextos, como es el caso de Madrid, la presencia de población migrante se establece como influencia negativa hacia el voto a Vox. Podría decirse, quizás, que los prejuicios en aquellas zonas donde viven estas personas son menores en relación a otras donde su presencia es escasa o, incluso, inexistente. En Andalucía observamos la relación contraria: el prejuicio es mayor y un mayor número de población extranjera potencia el apoyo electoral de Vox.
El voto a Vox, en este caso, se consolida en aquellos municipios con mayor número de población migrante. Es el caso de Almería, siendo la provincia que más inmigración concentra, obtiene también el porcentaje más alto de voto. De hecho, la distribución geográfica de la inmigración nos transporta al paisaje de distribución de voto que dejaba Vox. Observamos que es en el este de la comunidad, la Andalucía oriental, en la que hay mayores porcentajes de población migrante, llegando a doblar a la población censada en algunos puntos.
Viendo la relación entre las dos cuestiones, no podemos hablar de esa influencia negativa que sabemos que existe en otros lugares. En este caso, la mera presencia de personas migrantes —no necesariamente en el mismo pueblo, si no en los que colindan— se percibe como una amenaza para el mercado laboral o la seguridad. Además, Vox se encargaría de incrementar estas sensaciones con su discurso anti-inmigración.
Las elecciones andaluzas del 19-J pueden ser un punto de inflexión en la disputa entre el Partido Popular y Vox. La mayoría absoluta de Juanma Moreno puede generar un efecto “bola de nieve” que sitúe de nuevo al PP como el gran partido de la derecha, efecto que, desde la llegada de Feijóo a la presidencia del partido, parece comenzar a darse. La estrategia de Feijóo (y Moreno) parece ser tomar “distancia” una vez se ha comprobado que no hace falta mimetizarse con Vox para recuperar el voto. Sin embargo, el PP seguirá sumergido en la contradicción entre una moderación poco creíble y la necesidad de pactar e incluso gobernar con la ultraderecha.