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Análisis
El Sur global se estanca bajo una mayor carga de la deuda
Los tipos de interés mucho más elevados, producto de la política monetaria de los bancos centrales occidentales, están asfixiando a las naciones en vías de desarrollo, especialmente a las más pobres, porque dificultan el cumplimiento del servicio de la deuda e incrementan las posibilidades de su reestructuración y además generan una situación de estancamiento económico.
Estancamiento inducido por la Fed estadounidense
Tras la mayor subida de los tipos de interés internacionales liderada por la Fed estadounidense registrada en más de cuatro décadas, en 2022 los países en vías de desarrollo gastaron 443,5 millardos de dólares en el servicio de su deuda pública externa y garantizada por los gobiernos. El último International Debt Report del Banco Mundial mostraba a la mayoría de los países más pobres en situación de impago o reestructuración de su deuda a medida que los costes del endeudamiento empezaban a dispararse.
Los pagos en concepto de intereses por parte de los países más pobres se han cuadruplicado durante la década precedente hasta alcanzar los 23,6 millardos de dólares en 2022
El aumento ha recortado los escasos recursos fiscales, reduciendo el gasto social en sanidad y educación. En 2022 los costes del servicio de la deuda del conjunto de los países en vías de desarrollo aumentaron el 5 por 100 respecto a 2021. La Reserva Federal estadounidense continuó subiendo los tipos de interés durante 2023, agravando las dificultades asociadas a la deuda, mientras que el Banco Central Europeo advierte contra una bajada «prematura» de los tipos de interés.
Los más pobres, los peor parados
Los setenta y cinco países cualificados para endeudarse con la International Development Association (IDA) del Banco Mundial, que sólo presta a los países más pobres del mundo, pagaron 88,9 millardos de dólares por el servicio de la deuda en 2022. En la última década, la deuda acumulada de los países cualificados ante la IDA creció más rápido que sus economías. Su deuda externa alcanzó los 1,1 billones de dólares en 2022, multiplicado por un factor superior a dos la cifra registrada en 2012. Durante 2012-2022, su deuda externa aumentó el 134 por 100, cifra más de dos veces superior que el crecimiento de su renta nacional, que fue del 53 por 100. Los pagos en concepto de intereses por parte de los países más pobres se han cuadruplicado durante la década precedente hasta alcanzar los 23,6 millardos de dólares en 2022. El Banco Mundial prevé que el servicio de la deuda de los veinticuatro países más pobres del mundo se dispare hasta el 39 por 100 en 2023 y 2024.
Tensiones crecientes del endeudamiento
Indermit Gill, economista jefe y de facto vicepresidente sénior del Banco Mundial, ha advertido lo siguiente: «Los niveles récord de deuda y los elevados tipos de interés han colocado a muchos países en la senda de la crisis […]. Cada trimestre que los tipos de interés se mantienen altos, más países en vías de desarrollo se ven abocados a la consabida crisis de endeudamiento [...]». Sin «una acción rápida y coordinada por parte de los gobiernos deudores, de los acreedores privados y públicos y de las instituciones financieras multilaterales [y] sin mejores acuerdos de sostenibilidad de la deuda [...] y una reestructuración más rápida de la misma», ¡parece inevitable que nos enfrentemos a otra “década perdida”!
La subida de los tipos de interés ha agravado las dificultades de la deuda en la mayoría de los países en vías de desarrollo. En los últimos tres años se han producido dieciocho impagos de deuda pública en diez países en vías de desarrollo, ¡más que en las dos décadas anteriores!
Los más pobres son los más afectados
Alrededor del 60 por 100 de los países de renta baja sufren o corren un alto riesgo de sufrir problemas de impago o reestructuración de su deuda. Los pagos del servicio de la deuda consumen una parte cada vez mayor de sus ingresos de exportación. Más de un tercio de su deuda externa tiene tipos de interés variables, que han aumentado considerablemente durante los dos últimos años.
El Banco Mundial reconoce que «muchos de estos países se enfrentan a una carga adicional: el principal acumulado, los intereses y las tasas en que incurrieron por el privilegio de optar a la suspensión del servicio de la deuda en el marco de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G-20». Dados los tipos de interés más elevados decretados por la Fed, el fortalecimiento del dólar estadounidense agrava las dificultades de los países en vías de desarrollo, aumentando los costes del servicio de la deuda. Además de los altos tipos de interés, la caída de los ingresos de exportación debida a la menor demanda empeora las cosas.
¿Adónde se han ido todos los prestamistas?
La nueva financiación para el Sur global se ha agotado por mor de la fuga de capitales hacia el Norte global. La obtención de nuevos préstamos se ha visto dificultada por el aumento de los tipos de interés y de los costes del servicio de la deuda. Las nuevas operaciones de endeudamiento público y garantizadas por el Estado de estos países financiadas desde el exterior cayeron el 23 por 100 hasta alcanzar los 371 millardos de dólares en 2022, la cifra más baja en toda una década. Los acreedores privados han intentado evitar a los países en vías de desarrollo y han obtenido 185 millardos de dólares más en amortizaciones del principal de lo que prestaron en 2022, que fue el primer año desde 2015 en el que recibieron más de lo que prestaron a los países en vías de desarrollo.
Por otro lado, ¡los nuevos bonos emitidos por los países en vías de desarrollo en los mercados internacionales cayeron a más de la mitad en 2022! Las nuevas emisiones de bonos por parte de los países de renta baja cualificados para endeudarse con la IDA y otros países cayeron más del 75 por 100, hasta los 3,1 millardos de dólares. Dada la reducción drástica de la financiación privada, los bancos multilaterales de desarrollo, especialmente el Banco Mundial, prestaron mucho más. En 2022 los acreedores multilaterales proporcionaron 115 millardos de dólares de nueva financiación en condiciones favorables a los países en vías de desarrollo, la mitad de ellos procedentes del Banco Mundial. El Banco proporcionó 16,9 millardos de dólares más de este tipo de financiación de los que recibió en concepto de reembolsos del principal, casi el triple que una década antes. El Banco también desembolsó 6,1 millardos de dólares en subvenciones a estos países, el triple que en 2012.
Medicina equivocada
Dado que la Reserva Federal de Estados Unidos siguió subiendo los tipos de interés durante 2023 y el Banco Central Europeo sigue advirtiendo contra una reversión «prematura» de las subidas de los tipos, las perspectivas de un pronto alivio parecen remotas, lo cual amenaza con provocar una mayor devastación en el Sur global. La excusa para mantener altos los tipos de interés sigue siendo una inflación situada por encima de la arbitraria tasa del 2 por 100, que demasiados banqueros centrales consideran su «santo grial». Pero la mayor parte de la inflación reciente se ha debido a las interrupciones, a menudo deliberadas, de la oferta registradas durante los últimos años, ligadas a la nueva Guerra Fría liderada por Estados Unidos, a las interrupciones provocadas por la pandemia de la covid-19 y a las sanciones económicas impulsadas geopolíticamente, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania. La inflación subyacente ha retrocedido en gran parte del mundo desde mediados de 2022, pero mientras tanto la inflación importada se ha visto exacerbada por la depreciación de los tipos de cambio debida a los reflujos inducidos por los flujos financieros.
Sin solución en el horizonte
Las crisis de la deuda pública de la década de 1980 provocaron la célebre «década perdida» en América Latina y veinticinco años de estancamiento en el África subsahariana. El gobierno de George H. W. Bush tardó casi una década en resolver las crisis de la deuda latinoamericana mediante la implementación del Plan Brady y la emisión de los bonos del mismo nombre. Esta vez la resolución será mucho más difícil debido a la variedad de los acreedores y al volumen mucho mayor de la deuda. El escaso sentido de responsabilidad demostrado por Occidente hace las cosas mucho peor. En lugar de buscar soluciones colectivas, la evolución de la crisis de la deuda se utiliza para culpar y aislar a China en la nueva Guerra Fría geopolítica, que no deja de empeorar a toda velocidad.