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Argentina
Milei pisa el acelerador en Argentina con la represión feroz de una protesta frente al Congreso

Pablo Grillo es un fotógrafo argentino que en estos momentos está luchando por su vida. Recibió en la cabeza el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno y perdió masa encefálica durante una represión de la habitual protesta de jubilados que se convoca cada miércoles frente al Congreso y que en la víspera tuvo además el apoyo de aficionados de clubes de fútbol, movimientos sociales, sindicatos y partidos de izquierda. Su pronóstico es reservado.
Una mujer de 87 años, Beatriz Bianco, también tuvo que ser hospitalizada tras golpearse la cabeza con el asfalto al caer con el empujón de un agente de la Policía Federal, que se escondió enseguida entre sus compañeros. El operativo indiscriminado de las Fuerzas federales de Seguridad incluyó balas de goma, gases pimienta y camiones hidrantes.
Argentina
La calle contra Milei Pensionistas argentinos salen a las calles para hacer frente al ajuste y la represión de Milei
“Era una manifestación de corte pacífico y la movilización transcurría con normalidad cuando Prefectura y la Policía Federal se organizaron en una gran fila impidiendo que nos acercáramos más al Congreso”, contó a El Salto un delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Emiliano Rodríguez. “Nunca llegó a verse la dimensión de la marcha porque antes de la hora de la convocatoria la represión ya había comenzado”, añade.
ATE, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina y otros organismos de la sociedad civil exigen la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al mando de la represión
La protesta de los jubilados, que se movilizan cada semana en rechazo a la actual gestión que licuó sus pensiones, iba a comenzar a las 17h (21h hora española). Pero la arremetida de los uniformados contra los manifestantes, que incluyó también a Prefectura Naval y a Gendarmería, comenzó una hora antes para sofocar cualquier intento de mantener la marcha en un cauce sereno.
ATE, la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra) y otros organismos de la sociedad civil exigen la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al mando de la represión que concluyó con más de un centenar de detenidos y cuya liberación ordenó durante la madrugada una jueza de la ciudad, Karina Andrade. Ninguno era un ultra futbolero.
Foto de Pablo Grillo por Pepe Mateos. Sí, el mismo fotógrafo que retrató el asesinato de Kosteki y Santillán. pic.twitter.com/2iAO8Vwf8v
— Flor Alcaraz (@florencialcaraz) March 13, 2025
“Zurdos, vengan”, gritaba por altavoz la Policía del Gobierno de la ciudad desde un camión hidrante en su avance contra los manifestantes por la emblemática Avenida de Mayo, que comunica el Congreso con la Plaza de Mayo donde se levanta la Casa Rosada, sede del Ejecutivo.
El encarnizamiento de la represión fue tal, que por primera vez desde que Milei es presidente, se produjeron cacerolazos en numerosos barrios de la capital argentina, en la provincia de Buenos Aires y en otras ciudades de país. Una movilización espontánea se dirigió hacia la sede del Gobierno, ya pasada la medianoche, con ecos que parecían venir de 2001: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Imágenes difundidas en redes sociales revelaron situaciones que hacen sospechar de infiltrados durante la marcha: una pistola en el suelo plantada por la Policía Federal cuando ya había comenzado la represión frente al Congreso o un patrullero abandonado con la puerta abierta que después terminó incendiado son apenas dos ejemplos.
“Nos redujeron en el piso y recibí cuatro perdigones de balas de goma: en la espalda, en el glúteo, en el muslo y la pantorrilla”, dice Alexa López Bermejo
“Nos reprimieron brutalmente, tiraban a mansalva, fueron directamente a violentarnos”, aseguró a este medio otra integrante de ATE de 34 años herida durante la represión, Alexa López Bermejo. “Nos redujeron en el piso y recibí cuatro perdigones de balas de goma: en la espalda, en el glúteo, en el muslo y la pantorrilla. Otros compañeros también resultaron lastimados”.
Esta alumna de la Universidad Madres de Plaza de Mayo, que durante un tiempo fue retenida por la policía junto con el secretario general del sindicato en Buenos Aires, Daniel Catalano, se mostró consternada por la violencia desatada en las inmediaciones del Congreso.
“Es terrible que tengamos que salir a defender los derechos y libertades que teníamos ganados”, afirmó. “Me duele mi país, me duelen mis compañeros, me duelen los jubilados. La deshumanización política que estamos viviendo está acrecentada, y la verdad es que esto, lejos de amedrentarnos, nos va a encontrar con más lucha y organización en la calle hasta que este Gobierno se vaya”.
La narrativa oficial insiste en que hubo “casi un golpe de Estado”, en palabras del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y que los manifestantes fueron al Congreso “preparados para matar”, según la ministra de Seguridad.
Bullrich, que ocupó el mismo cargo durante el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), desdeñó al fotógrafo Pablo Grillo como un “militante kirchnerista”, e intentó hacer pasar por “barras bravas” (ultras) a los aficionados de fútbol que acudieron a la protesta en su acusación sin pruebas de que intentaban desestabilizar al Gobierno.
Congreso en espejo
Mientras arreciaba la represión a las afueras del Parlamento, el oficialismo logró que se levantara la sesión que se celebraba en la Cámara de Diputados justo cuando estaba por tratarse la derogación de las facultades extraordinarias concedidas a Javier Milei a través de una ley sancionada en 2024.
No hubo más que armar una trifulca. “Se buscaba que yo me levantara de la banca para dejar sin quórum (la sesión)”, afirmó uno de los diputados oficialistas que se alejó de la actual gestión, Óscar Zago, tras ser filmado tratando de agredir a uno de sus compañeros. La oportunidad la vio el presidente de la cámara baja, Martín Menem, que aprovechó el revuelo que también habían armado otras compañeras de partido para dar por finalizado el plenario.
La narrativa oficial insiste en que hubo “casi un golpe de Estado”, en palabras del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y que los manifestantes fueron al Congreso “preparados para matar”, según la ministra de Seguridad.
No pasa buenos momentos el presidente argentino, acorralado por la estafa asociada a la criptomoneda $Libra, que causó pérdidas millonarias a miles de inversores, ante el curso de las denuncias de los perjudicados que trasciende las fronteras del país. La Cámara de Diputados también impulsó en la víspera la creación de una comisión investigadora sobre el activo digital promocionado por el jefe de Estado.
Peligra la designación por decreto presidencial del abogado Manuel García-Masilla como miembro de la Corte Suprema, al estar a un paso de que el Senado la revoque. Junto con ella, podría caer también la postulación del juez Ariel Lijo para ocupar la última vacante disponible del máximo tribunal del país.
Entre tanto, Milei sigue apostando fuerte y envió al Congreso un decreto de necesidad y urgencia (DNU), que tiene fuerza de ley, para reclamar el aval legislativo a un nuevo endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI), del que no se conocen detalles. Esta maniobra, considerada por varios especialistas como anticonstitucional, además atenta contra una norma sancionada en 2021 que exige una ley del Parlamento para cualquier operación de este tipo.
El próximo miércoles, Buenos Aires será testigo de una manifestación que promete ser más multitudinaria que la de esta semana.