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Argentina
Cuando el odio político, mediático y judicial se unen: el caso “Qunita” en Argentina
El caso ocurrió en Argentina, a 10 mil kilómetros de estas orillas. Pero no hace falta hilar muy fino para encontrar una analogía con lo que ocurre hoy en España: un gobierno progresista al frente del país, una oposición política desbocada, un poder mediático más desestabilizador que riguroso y una Justicia permeable al peligroso juego de la derecha.
La historia es la siguiente: a mediados de 2015, Santiago Ares, un joven estudiante universitario de 25 años, diseñó junto a un grupo de compañeros de la carrera de Diseño Industrial una cuna —práctica, económica, funcional, segura— para reducir la mortalidad infantil relacionada con el colecho en las familias de bajo recursos económicos.
Su observación fue que muchas niñas y niños argentinos estaban expuestos al colecho no por una decisión familiar, sino porque miles de hogares no tenían las condiciones estructurales para que durmiesen seguros.
Investigando lo que hacían otros países, descubrió que, en Finlandia, con la menor tasa de mortalidad infantil del planeta, el Estado entregaba cunas de cartón, ropa y sábanas a embarazadas. “Acá podemos hacer lo mismo”, le dijo, exultante, a su grupo de trabajo.
A los pocos meses, Santiago y sus amigos crearon una cuna de madera confeccionada íntegramente en la industria nacional, fácil de armar (encajable y sin tornillos) y muy fácil de transportar. Llamaron “Wawa” al invento.
“Qunita” —como se lo rebautizó— se convirtió en el “Programa Nacional de acompañamiento de la madre y el recién nacido”
Acto seguido, Santiago se sentó en su ordenador y le escribió una carta a la por entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Le describió su proyecto y su deseo de que se transformase en una política de Estado. Le contó también que estaba padeciendo una grave enfermedad (cáncer de colon) y que quería dejar ese legado al país que lo formó como profesional.
La mandataria, para su sorpresa, le respondió: “Querido Santiago, cada vez que recibo mensajes como el tuyo de jóvenes militantes que están comprometidos con el país y con este proyecto, me lleno de esperanza porque creo que tenemos futuro. Lo que más valoro de lo que me contas es que han encarado el proyecto no solo como un desafío, sino pensando en el otro, sobre profundos valores solidarios. Esta es la manera de transformar. El proyecto es maravilloso. Por último y en referencia a tu salud, te deseo de corazón que te repongas pronto. Mucha fuerza, porque te necesitamos”.
Santiago fue invitado a la Casa Rosada (el palacio de Gobierno) y, al poco tiempo, “Qunita” —como se lo rebautizó— se convirtió en el “Programa Nacional de acompañamiento de la madre y el recién nacido”. Por un “comienzo de vida equitativo”, fue el lema con el que se lanzó el plan.
Además de la cuna, a las mujeres beneficiarias de la Asignación Universal por Embarazo (una prestación económica desde la semana 12 de gestación hasta el nacimiento) se les entregaba indumentaria para ellas y el bebé, elementos de cuidado e higiene (termómetro digital, toallas, babero y cremas, entre otras cosas), ropa de cama, juguetes, una guía (calendario de vacunación, indicadores de desarrollo, alimentación, etc.) y un juego de viaje.
El programa empezó a funcionar con éxito. Se distribuyeron más de 75.000 kits en pocos meses. Ese año (2015), la tasa de mortalidad infantil bajó un 8% en Argentina. Por primera vez en la historia del país, el índice llegó a estar en un dígito.
Sin embargo, a poco de celebrarse las elecciones generales (25 de octubre), la diputada Graciela Ocaña, de Juntos por el Cambio, la coalición de derechas liderada por Mauricio Macri, se hizo eco de distintos bulos que se replicaban en las redes sociales e interpuso una denuncia contra el plan por un supuesto sobreprecios en el proceso de licitación.
“El plan Qunita es un curro (estafa) grande como una casa", repetía la legisladora en los noticieros y programas políticos de más audiencia. El tema inundó la agenda mediática durante semanas. La presión política surgió efecto: al poco tiempo, el juez federal Claudio Bonadio, proclive a darle curso a todas las denuncias contra el gobierno kirchnerista, llamó a indagatoria al Jefe de Gabinete y al ministro de Salud, entre otros funcionarios.
A principios de 2016, ya con Macri en el poder, Bonadio procesó a una veintena de exfuncionarios y ordenó “incinerar” las cunas argumentando que los “materiales” eran “perjudiciales para la salud de los niños”
Santiago se enteró de la denuncia y de la causa judicial en la cama de un hospital. Su enfermedad avanzó muy rápido. Ninguno de los tratamientos médicos funcionó. Murió el 27 de octubre, dos días después del triunfo de Macri en las elecciones presidenciales. No llegó a ver la destrucción de su obra.
“Falleció poquito después de haber visto su sueño y su tarea en esta vida cumplida. La enfermedad se lo devoró en apenas un año, pero no le impidió en plena quimio recibirse de diseñador Industrial de la UBA con promedio 9, desde la primaria. Y con un 10 como ser humano, que se lo otorgamos todos los que lo conocimos”, escribió su padre en una carta que difundió a través de los medios de comunicación.
A principios de 2016, ya con Macri en el poder, Bonadio procesó a una veintena de exfuncionarios y ordenó “incinerar” las cunas argumentando que los “materiales” eran “perjudiciales para la salud de los niños”. En febrero, el presidente Macri decidió la suspensión del plan “Qunita”.
De nada sirvieron los reiterados pedidos de un grupo de referentes de la salud, pediatras, neonatólogas y organizaciones sociales para que el plan siguiese funcionando. “Es una política de gran ayuda para las familias pobres, que no pueden comprar las cunas. No tener una cuna es mucho más riesgoso”, aseguraba en aquel momento la neonatóloga y jefa de maternidad, Alicia Benítez.
“Con el plan buscábamos salvar dos mil muertes de bebés por año que se producen por colecho. Y lo estábamos logrando. Es inentendible su destrucción”, cuestionaba el exministro de Salud Daniel Gollán, uno de los funcionarios procesados. Las estadísticas oficiales marcan que desde 2016 a la fecha la tasa de mortalidad infantil volvió a subir en Argentina.
El 16 de julio pasado, seis años después de iniciada la causa judicial que frenó esta innovadora política pública, el Tribunal Oral Federal 1 de Argentina dictó el sobreseimiento de todos los procesados al determinar que las compras de las cunas no generaron “ningún perjuicio para el Estado”.
“La nueva prueba colectada en autos en el marco de la instrucción suplementaria y su valoración conjunta con los elementos que se encontraban acumulados al expediente, permiten concluir que, en este caso, ninguna de ambas conductas por las que se promovió la acción penal constituye delito”, redactó la fiscal Gabriela Baigún en su dictamen.
El Tribunal ordenó una pericia real por primera vez en los más de seis años de expediente. El estudio —de 96 páginas— fue firmado por los siete peritos, los oficiales y los designados por los imputados. La conclusión fue unánime: “En general, se observa que los kits cumplen con el objetivo para el que fueron diseñados y que no se pueden determinar sobreprecios”.
Tras conocerse el fallo, el gobierno de Alberto Fernández (electo en diciembre de 2019) empezó a diseñar el relanzamiento del “Qunita”. “Estamos viendo las posibilidades y alternativas de retomar este plan que posibilitó bajar la tasa de mortalidad infantil, mejorar muchísimo el funcionamiento de las maternidades y que todas las familias beneficiarias cumplieran con los estándares de cuidado indispensable”, confirmó días atrás Nicolás Kreplak, viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires.
El diputado nacional Rodolfo Tailhade (Frente de Todos) pidió, en paralelo, investigar cuántos casos de muertes infantiles se registraron en estos años por este “operativo de odio” para terminar con el plan “Qunita”.
“La muerte y el dolor no pueden no tener costo. Me parece muy importante conocer el total de bebés fallecidos que provocó Graciela Ocoña con su infame denuncia contra el Plan Qunita. Por eso presenté un pedido de informes y vamos a buscar su enjuiciamiento por tanto daño”, tuiteó el legislador.
Entre la bronca e indignación de muchos argentinos al hacerse pública la sentencia, la escritora argentina Sandra Russo escribió en el diario Página 12 una de las mejores síntesis de esta perversa operación política, mediática y judicial que, ahora, quedó al descubierto.
“De todos los resortes sádicos que la reacción tenía listos para arrancar al kirchnerismo del mapa político argentino, los que se activaron contra el plan Qunita fue el más perverso. Trajo dolores de cabeza y acusaciones infundadas a varios funcionarios, pero sobre todo y especialmente les quitó la chance a miles de bebés de sentirse arropados, resguardados y queridos no sólo por su madre o su padre, sino por su comunidad”.
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¿Qué ha sido de la diputada Ocaña y del juez Bonadio? Me lo imagino.