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Arte
La reivindicación de María Magdalena como acto político, poético y social de la artista Marina Vargas

“Revelaciones es la exposición más importante que he hecho, también por estar en un museo nacional como el Thyssen-Bornemisza”, comenta a El Salto Marina Vargas. La artista granadina está recorriendo estos días la exposición, visitable hasta el 4 de mayo, que se articula en tres ejes: palabra, visión, cuerpo. Es el resultado de una investigación emprendida hace un año con la curadora Semíramis González, responsable de la octava muestra del proyecto Kora. “Ha sido un diálogo entre nosotras, no solo con la colección. Un viaje que hemos hecho cogidas de la mano”, indica la artista. “Había temas que ella —comenta Semíramis González— trabajaba como el silencio del trabajo de las mujeres, una experiencia autobiográfica que siempre me interesa”. Ese silencio del trabajo y del pensamiento de las mujeres está personalizado en una figura: María Magdalena.
“Es una mujer cuyo testamento se descubre en el siglo XIXm aunque es coetáneo a Cristo”, explica González, que recuerda que, gracias a las teólogas feministas, entienden por qué el legado de María Magdalena se considera apócrifo y no canónigo, pese a vivir los hechos de Jesucristo de primera mano. “Hasta 1370 —incide la curadora—, todos los testamentos se consideran válidos, pero a partir de ahí se empieza a hablar de María Magdalena como la pecadora, la arrepentida. Todo el silenciamiento de esa figura es un símbolo de lo que ha pasado con todas las mujeres”.
María Magdalena “son todas las mujeres que han sido silenciadas, no solo desde el arte, sino desde muchos otros planos”, dice la artista Marina Vargas
“Reivindicar la figura de María Magdalena es un acto político, poético y social. El legado de ella fue silenciado y enterrado”, explica Marina Vargas con conciencia de causa, ya que en el proceso de esta exposición se ha sustentado en las nuevas interpretaciones de sus lecturas y de los otros evangelios. “En ningún evangelio se dice que ella fuera prostituta, la nombran como esa otra mujer, nunca con nombre y apellidos”, reclama y considera “curioso” cómo se mantiene a las mujeres también al margen del relato espiritual. Ahí surge, comenta la artista, la idea de que María Magdalena “son todas las mujeres que han sido silenciadas, no solo desde el arte, sino desde muchos otros planos. Todas esas mujeres que querían pintar, escribir o componer tenían que ser monjas, ponerse en el margen de la sociedad para hacerlo. Esto no es una anécdota solo”.
Palabra, visión y cuerpo
Esta investigación, simbolismo y reivindicación se mezclan con una revisión del trabajo de Marina Vargas hasta ahora: “Es una lectura que no se ha hecho hasta ahora de todo mi trabajo. Suelo trabajar por proyecto, soy multidisciplinar y aquí hay hasta obra sonora. Para mí ha sido crear, poner en comunicación con obras del Thyssen, creando un solo cuerpo en el que todo está vinculado. Una especie de constelación, donde no se puede ver solo una estrella”. Este diálogo entre obras icónicas de Vargas, nueva producción y obras del museo estatal se vertebra en tres ejes: palabra, visión y cuerpo.

Destacan, como elementos, las lecturas del tarot que, desde 2016, hace y registra la artista. También el uso de la escultura para manifestar con el lenguaje de signos desde frases de María Magdalena hasta proclamas como “el patriarcado tiene a dios de su parte”. Otra instalación que simula un altar entre lo sagrado, tanto en oriente (horizontal) y occidente (vertical), otra reivindica a la autora del sagrado corazón, Margarita de Alacoque. Otra mujer invisibilizada. Como las mujeres en la medicina y en enfermedades como el cáncer de mama, que representa la propia artista con la mastectomía que sufrió en 2020 —muy reivindicativa con su escultura Intra-Venus— y que hace un vínculo entre su ‘herida’ y las llagas místicas. “Tocar para creer”, explica Vargas.
Un recorrido que, en septiembre, viajará a México no sin antes a adaptarse a las piezas que puedan convivir en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro con las de Vargas. “Estoy doblemente contenta porque itinera a México”, explica la artista, que detalla cómo están trabajando ya en los detalles para adaptar la muestra. No solo por los préstamos de otras obras si no por las características del espacio museístico al estar en un edificio protegido. “Los proyectos que son tan vividos siempre deben transformarse”, confirma.
Artistas y precariedad
Por su parte, Semíramis González destaca que Vargas es “una de las artistas españolas más auténticas” y de las más interesantes, tanto por “su investigación como por su manufactura”. Pero esto no es suficiente muchas veces para mantenerse en el panorama profesional del arte. ”Me preocupa mucho qué aportación hacemos desde la curaduría al arte, a los artistas y a las mujeres artistas en particular, cómo contribuimos a esa legitimidad y ese crecimiento que no es más que poder vivir de tu trabajo”, reivindica la comisaria, también responsable de ciclos como Visión y presencia sobre el feminismo y el decolonialismo en el Thyssen. Exponer en museos estatales con tanta relevancia es un verdadero “espaldarazo” a las mujeres artistas ya sean emergentes o consolidadas como Vargas.
“Lo primero que hago es dar las gracia a las personas que me apoyaron en las curvas y en las rectas de mi carrera”, explica la artista, que sigue: “El mundo del arte es muy complicado, no tiene reglas. Ser mujer dentro del mundo del arte es un doble equilibrio. Por eso, se agradece que las instituciones como estas se legitimen. Estamos en esa lucha y en esa resistencia para lo que venga”. Ella y la comisaria recuerdan que siempre se construye desde el canon y el dogma, que deja a las mujeres y las disidencias en los márgenes. Contra eso, reconstruir y crear nuevos dogmas. “Estos se construyen desde lo más popular hasta lo más poderoso, siguiendo la cadena hasta la invisibilización total”, recuerda Marina Vargas, quien finaliza diciendo que “María Magdalena es cada una de nosotras, que estamos posicionadas y que seguiremos posicionadas venga lo que venga”.