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Baleares
Autopista al infierno de la izquierda mallorquina: las promesas incumplidas de la izquierda “ecologista”
En 2015 se da un resultado electoral histórico tanto en el Govern como en el Consell Insular, por el que Més per Mallorca y Podemos gobiernan conjuntamente. Ambos partidos (así como el PSOE) hicieron su campaña electoral posicionándose en contra del proyecto de la autopista Llucmajor-Campos, que supone un grave destrozo ambiental y territorial. Sin embargo, este ha sido aprobado en verano por todos los partidos de las islas y ya han comenzado las obras. La constructora es COPISA, empresa corrupta e implicada en el caso Palau, en el caso 3%, en los papeles de Bárcenas, etc.
El día 7 del séptimo mes de 1977 un grupo de jóvenes cruzó en balsa los casi tres kilómetros que separan la playa de Sant Elm de la isla de Sa Dragonera antes de okuparla —con k de kilo— durante 12 días para evitar que una empresa privada la rellenase —¿acaso estaba vacía?— de complejos urbanísticos. Doce días durmiendo en la playa y burlando el asedio del servicio de Aduanas por mar y aire: pescando en la costa, recibiendo bolsas de chuscos de pan que les tiraban desde avionetas pilotos en prácticas convertidos en activistas y yendo a nado a la costa a recoger provisiones.
Tres meses después, unas 20.000 personas hacían historia en la Plaça d'Espanya de Palma construyendo —bajo la dirección e impulso de la Obra Cultural Balear— la que sería la mayor movilización política hasta la fecha en Mallorca. Los ejes de la protesta eran claros: oficialización del catalán y defensa de un Estatuto de autonomía balear. Así pues, ecologismo e identidad nacional eran los inputs que ataban a miles de mallorquines y mallorquinas al asfalto a finales de los años 70, única trinchera posible del conflicto político.
Ecologismo e identidad nacional eran los inputs que ataban a miles de mallorquines y mallorquinas al asfalto a finales de los 70, única trinchera posible del conflicto políticoCurro Jiménez monopolizaba la cuota de share mientras el agitado contexto —producto de una cruda lucha entre la emancipación y el statu quo— de la llamada Transición española iniciaba un cierre de ciclo que costaría a la sazón más de medio millar de muertos a manos del Estado y grupos paramilitares. Se institucionalizaba la tensión en un verano en que los españoles estaban reaprendiendo a votar, fuerzas institucionales acababan de firmar el Pacto Autonómico que llevaría a un Estatuto propio en las Islas Baleares y cada vez más gente cambiaba las trincheras por horizontes de reforma institucionales.
La emergencia del ecologismo, la identidad nacional y una ruptura con el franquismo en Mallorca permitieron la construcción y consolidación sobre una base popular movilizada del segundo mayor partido político a la izquierda del PSOE de carácter no estatal durante la Transición: el Partit Socialista de Mallorca (PSM). Mientras el Partido Andalucista rondaba el 5% y ni Esquerra Republicana de Catalunya ni las fuerzas soberanistas gallegas llegaban al 10%, solo la Herri Batasuna de Telesforo Monzón con el 16% superaba el apoyo popular recibido por el PSM en las primeras elecciones al Consejo Insular, institución insular propia.
turismo como solución: FRANQUISMO y transición
Sin embargo, la derecha (UCD primero; Alianza Popular- Partido Popular después) siempre ha tenido el mayor apoyo en las elecciones mallorquinas (tanto al Govern como al Consejo Insular, hasta el 2019, cuando arrasó el PSOE) y, en consecuencia, la capacidad-legitimidad que le otorgó el Estado liberal posfranquista para convertir Mallorca en un contenedor de turistas. Conversión planteada por los mismos —antes de quitarse la camisa azul— que, cuando el franquismo repartía cartillas de racionamiento y caminaba sobre el filo de la quiebra, construyeron bajo orden y financiación yankee la primera autopista en Mallorca en el año 1969: Palma-Aeropuerto, y marcaron el camino a seguir: el crecimiento turístico a toda costa y la construcción de vías para su desarrollo.
Se trataba así de rentabilizar la explotación de Mallorca —y por supuesto Ibiza— enmascarada en el “Spain is different” del Ministro de Turismo e Información franquista (a la postre fundador del PP). Para la industria turística no se requiere capital culturalm que atiborra(ba) las cunetas, basta con la explotación del territorio para el enriquecimiento. “Mallorca tiene que ser segunda residencia europea”, afirmaba el señor Cañellas, último presidente pepero electo del gobierno balear en el siglo XX.
La derecha siempre tuvo el mayor apoyo en las elecciones mallorquinas (tanto al Govern como al Consejo Insular) y, en consecuencia, la capacidad-legitimidad que le otorgó el Estado liberal posfranquista para convertir Mallorca en un contenedor de turistasEn la misma línea, aprueba el gobierno del Partido Popular —apoyado por Unió Mallorquina— en 1998, el Plan Director Sectorial de Carreteres (PDSC), proyecto de construcción ilimitada de infraestructuras que proponía convertir Mallorca en un escalextric de autopistas que unieran Palma y los distintos centros turísticos para el uso y disfrute del hombre de piel roja (aka Guiri). Hasta aquí todo ok pensará el lector: fachas haciendo el facha. Pues bien, no fue hasta 1999 que la izquierda institucional pudo llegar al gobierno de las Islas Baleares en detrimento del Partido Popular —hegemónico hasta la fecha— gracias a un amplio pacto de hasta siete fuerzas de izquierda y al apoyo externo de UM (a cambio de presidir y mantener la ejecutiva del Consejo Insular siendo la fuerza minoritaria).
El pacte de progrés Y LAS SUCESIVAS LEGISLATURAS
El acuerdo dirigido por el PSOE, y apoyado sobre todo en el PSM, se bautizó como Pacte de Progrés y gestionó la Tensión interna (entre socios fundadores de la Transición española y algunos militantes rupturistas) imponiendo el principio de realidad aunque limitando las perversiones más sádicas en términos ecológicos de la dupla PP-UM (socios tradicionales): se eliminan autopistas proyectadas en el PDSC, se hace una defensa valiente de la lengua, aprueban en 2002 la primera ecotasa enfrentándose al poderoso Lobby hotelero mallorquín —“Sindicato del crimen”—: los Matute, Escarrer, Fluxà, Barceló etc. Asimismo, en pos de una mayor descentralización se ceden ciertas competencias a los Consejos Insulares como es el caso en 2001 de las competencias en carreteras (hecho determinante para lo que nos concierne).
El Pacté de progrés gestionó la Tensión interna (entre socios fundadores de la Transición española y algunos militantes rupturistas). Se eliminan autopistas proyectadas en el PDSC, se hace una defensa valiente de la lengua y la primera ecotasa enfrentándose al poderoso Lobby hotelero mallorquín: los Matute, Escarrer, Fluxà, Barceló etc.Sin embargo, por defecto o exceso, de progreso o de pacto, el proyecto reformista no vio revalidados sus apoyos y perdió las elecciones en beneficio del PP y una Unió Mallorquina que volvía a abrazar a su aliado “típico” (el que mejor pagaba). Pero es contra el PP desbocado cuando históricamente se han hecho fuertes tanto el PSOE como la izquierda soberanista.
Este fenómeno devolvió el gobierno de las Islas, en 2007, a la izquierda institucional PSOE-BLOC PER MALLORCA (coalición entre PSM y Esquerra Unida-ElsVerds, ERC se sumó más tarde) ejecutando estos una legislatura nefasta, donde no solo no se cuestionaron las lógicas extractivistas centradas en la destrucción de las islas, sino que se justificaron y aplicaron medidas neoliberales desde un gobierno presuntamente ecologista. Barra libre de infraestructuras agresivas con el territorio, casos de corrupción y promesas incumplidas. El final de ese proyecto fue la impotencia e indignación de aquellos que habían ocupado Sa Dragonera y las plazas mallorquinas hacía 30 años y de sus descendientes ideológicos, la cristalización de la decepción fue otra nueva victoria del PP, esta vez por mayoría absoluta.
Fue necesaria una legislatura de mayoría absoluta —tanto en el Consell Insular como en el Parlament— en manos del PP más radicalizado bajo el reinado de Bauzà (hoy reservista del ejército) para volver a organizar la rabia popular. Miles de personas en las calles enfrentaron a un Partido Popular dispuesto a eliminar el catalán de las escuelas y a destrozar el territorio sobreviviente mediante la imposición de infraestructuras inasumibles para la isla: la autopista Llucmajor-Campos era una de ellas y no se pudo ejecutar antes de que terminase la legislatura.
En 2007 vuelve al poder la izquierda institucional PSOE-BLOC PER MALLORCA, ejecutando una legislatura nefasta en la que se aplicaron medidas neoliberales. Barra libre de infraestructuras agresivas con el territorio, casos de corrupción y promesas incumplidas
EL ACTUAL CICLO POLÍTICO
En contra del modelo de destrucción que suponen dichas carreteras, Més per Mallorca, Podemos Illes Balears, y también el PSOE balear se movilizaban constantemente en la oposición. El rechazo a la construcción de la autopista Llucmajor-Campos era inequívoco. Así pues, la díada Lengua-Ecologismo removía al pueblo mallorquín de nuevo y, recuperando la fe en el parlamentarismo, dibujaba el 24 de Mayo de 2015 un resultado histórico tanto en el Govern como en el Consell Insular, donde Més per Mallorca (heredera del PSM) obtenía el 17% de los votos (a menos de un punto del PSOE) y Podemos el 14%. En consecuencia, se formaba el primer gobierno nítidamente de izquierdas en ambas instituciones ya sin el lastre de UM (colapsada por casos de corrupción). Se iniciaba el Pacte de Progrés 2.0. La propia reivindicación del concepto de Progreso (asumiendo por cierta la premisa capitalista de “crecimiento es igual a bienestar”) en una isla colapsada de infraestructuras y turismo no auguraba buenos inicios.
En el acuerdo del Pacto tripartito presentado al público se defendía “revisar el PDSC y elaborar un Plan de Movilidad. Desarrollar esos dos instrumentos (...) para evitar generar más tránsito e impulsar mejor el transporte público interurbano” a la par que se descartaban nuevas macroinfraestructuras y se prometía “redimensionar el proyecto de desdoblamiento de la carretera Campos-Llucmajor, minimizando el impacto y el consumo de territorio”. En campaña, se hablaba de la autopista como una “obra totalmente innecesaria” explicitando que era “claramente una autopista” en contra de las voces que intentando minusvalorar su impacto lo llamaban “desdoblamiento”. Desde manifestaciones, mítines y actos públicos, miembros de Podemos Illes Balears y Més —pero también del PSOE de las islas— criticaban el proyecto expansionista del PP, mientras crecían en intención de voto.
En campaña, se hablaba de la autopista como una “obra totalmente innecesaria”El 6 de julio de 2017, en una comisión donde solo asistieron sustitutos de los vocales, se aprobaba por unanimidad el proyecto de la autopista Llucmajor-Campos promovido por el PP con algunos cambios accesorios. Podemos, Més per Mallorca, PSOE, El Pi y Ciudadanos aprobaron de la mano el mismo proyecto en una operación que recuerda inevitablemente a la Operación Chamartín carmenista (Madrid Nuevo Norte). El PP plantea un proyecto y la izquierda ¿ecologista? —dejamos los calificativos a consideración del lector— lo saca adelante con matices vergonzantes. El mismo se aprobó con nocturnidad y alevosía, negando cualquier posibilidad de debate público y abrazándose a argumentos que se caían por su propio peso. ¿Pero cómo unos partidos que han hecho campaña y llegado al Consell —y al Govern— en contra del proyecto expansionista en general, y la autopista Llucmajor-Campos en particular, iban a justificar este giro de 180 grados? Pues bien, resulta que ya no era una autopista sino un “desdoblamiento” aunque solo redujeran un metro la amplitud de la autopista (de 43m a 42m) del proyecto del PP.
Podemos, Més, PSOE, El Pi, Ciudadanos y PP aprobaron de la mano el mismo proyecto en una operación que recuerda inevitablemente a la Operación Chamartín carmenista. El PP plantea un proyecto y la izquierda ¿ecologista? lo saca adelante con matices vergonzantesEnfrentado a un grupo de manifestantes de la Plataforma Anti-autopistas que le esperaban a las puertas del Consell, el presidente Miquel Ensenyat (Mes Mallorca) dijo que “no quería llevar ningún muerto a sus espaldas”, haciendo referencia así el argumento de la alta siniestralidad que, no obstante, los datos desmienten. Lo cierto es que, en 2015, la Consejera de Territorio e Infraestructuras (PSOE) modificó algunos aspectos de la carretera (como, por ejemplo, disminuir el límite de velocidad) bajando “enormemente” la peligrosidad de la misma con la aprobación de distintas organizaciones ecologistas que lo veían como un primer paso positivo para tumbar el proyecto. Nada más lejos de la realidad, supuso el pistoletazo de salida para la aprobación del mismo.
Consecuencias ecológicas, modelo turistificador y mentiras
El movimiento ecologista se puso entonces enfrente de aquellos líderes aupados por ellos mismos tres años atrás, recrudeciendo el debate y luchando para desenmascarar la imposición del relato hegemónico. Ahora, desde las instituciones se admite que el desdoblamiento aumentará un 10% el tráfico, lo que supone 3.000 vehículos más al día. “Detrás de las autopistas aparecen grandes centros comerciales”, explican los grupos ecologistas. También, con toda probabilidad, conllevará el intento de construcción de nuevas urbanizaciones.
Así pues, Més y Podemos Illes Balears se hicieron mayores de golpe renunciando no solo a sus programas, sino a su razón de ser y a su base social de quien el señor Ensenyat llegó a decir que “(los ecologistas) cuando gobierna el PP están de vacaciones”. Defendieron así, de facto, un modelo turistificador de la isla primando el transporte privado (sobre todo de coches de alquiler) a costa de destruir el territorio. Pusieron una alfombra al turismo en una isla que cada verano rompe récords en Índice de Presión Humana, llegada de cruceros, volumen de aviones y transporte privado etc. Arrasaron 52 hectáreas de entorno natural, se expropiaron 222 fincas, se destruyó patrimonio y 2.000 árboles.
El movimiento ecologista se puso entonces enfrente de aquellos líderes aupados por ellos mismos tres años atrás, recrudeciendo el debate y luchando para desenmascarar la imposición del relato hegemónicoPor si fuera poco, en su construcción se están usando toneladas escorias de material potencialmente tóxicos y contaminantes procedentes de una incineradora, incumpliendo la transparencia exigida en la Ley de Acceso Ambiental balear. El análisis de laboratorio encargado por los siete grupos ecologistas que luchan contra el proyecto de la autopista (Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa [GOB], Autopista Mai, Ecologistes en Acció, Terraferida, Greenpeace, Amics de la Terra y Salvem Portocolom) que se oponen a la autopista lo confirmaba, aunque el Consell lo negó durante meses esgrimiendo otros análisis, los ecologistas explicaron que estos resultados de laboratorio en realidad también confirmaban la toxicidad. Los trabajadores de la obra estuvieron trabajando sin protección ni información sobre la toxicidad del material durante cuatro meses, hasta que fue denunciado.
Por si fuera poco, en la construcción de la autopista se están usando toneladas de escorias potencialmente tóxicas y contaminantes, procedentes de una incineradora. El Govern negó primeramente que dichos materiales fueran nocivosUn informe geológico recuerda que las escorias se depositan sobre una área con elevado riesgo de inundación. El volumen abocado ya llega a las 20.000 toneladas, cuando el Consell anunció que no superaría las 1.400. Hoy los Informes de las instituciones ya confirman la toxicidad de los materiales utilizados, que “no pueden utilizarse en la construcción”, cuando el Consell siempre había asegurado que se estaban utilizando materiales homologados. Los grupos ecologistas lamentan que lo advirtieron reiteradamente y se les ignoró. Ahora piden con urgencia que se pare la obra y exigen retirada inmediata de los residuos vertidos a lo largo de los dos kilómetros del trazado, aunque que las lluvias de septiembre ya dispersaron las sustancias, contaminando la tierra agrícola, el acuífero de Campos, etc.
¿Cuánto costó? A priori, 33 millones de euros. ¿Quién paga? Exclusivamente los mallorquines, con el 0% de participación del Estado (cuando su construcción responde a una lógica extractivista estatal). ¿Quién la construyó? Sorpresa: COPISA, empresa corrupta e implicada en el caso Palau, en el caso 3%, en los papeles de Bárcenas etc. incumpliendo el programa de Més que rezaba “aplicaremos medidas efectivas contra los contratistas que se hayan involucrado en casos de corrupción” y “prohibiremos los contratos con la administración de toda empresa que haya sido vinculada a casos de corrupción según sentencia judicial”.
La autopista cuesta 33 millones de euros, a pagar exclusivamente por los mallorquines, con el 0% de participación del Estado (cuando su construcción responde a una lógica extractivista estatal). La constructora es COPISA, empresa corrupta e implicada en el caso Palau, caso 3%, papeles de Bárcenas, etcEl proceso de turistificación había llegado a un punto en que había que tomar partido y Més per Mallorca y Podemos lo hicieron. Pasaron de encabezar manifestaciones en defensa del territorio contra el proyecto urbanístico del PP de Bauzà a apoyar sin ruborizarse esos mismos proyectos. En la institución autonómica, el vicepresidente del Govern y Consejero de Turismo, Biel Barceló (Més per Mallorca), impulsaba medidas cosméticas contra el turismo como la imposición de una “ecotasa” que el Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa (GOB) definía como “un impuesto con un enfoque mucho menos ecológico que la ecotasa que se aprobó durante el primer Pacte de Progrès con Unió Mallorquina incluida hace 14 años” centrado en “la reinversión dentro del negocio turístico con el objetivo de potenciarlo”.
Al mismo tiempo, Barceló impulsaba una campaña para desestacionalizar el turismo (en plata: que también vengan los guiris en invierno) y acabó dimitiendo cuando se descubrió que había viajado a Punta Cana, todo-incluido, en unas vacaciones pagadas por el grupo turístico Globalia. Hasta la presidenta del PSOE, Francina Armengol, pidió su dimisión.
conclusión
Encontramos así en Mallorca a un Partido Popular que, en la gestión del territorio sí aplica su proyecto ideológico cuando gobierna, y a una izquierda pretendidamente ecologista que consigue llegar al poder canalizando la rabia popular contra modelos depredadores pero que, cuando gobierna, aplica el mismo proyecto con matices y cambiándole el nombre a las cosas.
Cabe preguntarse por qué. ¿Por qué la izquierda no aplica su proyecto? ¿A quién se deben? ¿Tienen miedo? ¿A quién temen? ¿Acaso no es posible junto al PSOE? ¿Se pueden hacer políticas antisistémicas desde las instituciones sin las clases populares ocupando las calles? ¿Se pueden hacer políticas antisistémicas desde las instituciones? Més y Podemos se profesionalizaron en la política a marchas forzadas y hoy defienden su oficio afirmando en esta campaña —para tranquilizar a los poderes fácticos— cosas como que “cuando Podemos gobierna no pasa nada". Podemos y Més se hicieron adultos en media legislatura. Y si no quedan niños, ¿quién va a señalar al rey desnudo? Pues los de siempre, aquellos que ven a los cortesanos de lejos y desde abajo. Aquellos que ocuparon Sa Dragonera y las calles para defender su isla y que lo volverán hacer. El pueblo rebelde de Mallorca.