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La tecnocracia, en este caso representada por los bancos centrales, sigue implementando la hoja de ruta marcada, subida de tipos de interés oficiales, para doblegar a la inflación. De nada sirve aportar evidencia empírica suficiente contra el núcleo argumental de dicha ruta. Los repuntes de inflación que vivimos en el último año y medio nada tiene que ver un sobrecalentamiento de la economía. La razón de fondo, un fundamentalismo de mercado que se convirtió a mediados de los 90 en la entidad más poderosa de la política democrática occidental. Las exigencias humanas y democráticas solo podían satisfacerse en la medida en que se sometían a las fuerzas inquebrantables del mercado, al que debía darse el máximo margen de acción para coordinar la gran diversidad de decisiones económicas, y controlar con eficacia la oferta y la demanda.
Dicho y hecho. Para loar al dios mercado, se desplegaron toda una serie de ofrendas, a modo de sacrificios. Se promulgaron leyes que desmotaron el estado social y de derecho en el conjunto de países occidentales, que hasta ese momento habían sido ejemplo de cohesión social y desarrollo económico. Eliminaron la separación de banca comercial y banca de inversión; relajaron los criterios geográficos de dónde y cómo podía operar los bancos; desregularon los mercados financieros; “suavizaron” la supervisión bancaria, confiando en absurdos códigos de buenas prácticas; alentaron, desde el estado, la financiarización de la economía y de derechos humanos básicos –agua, alimentos, electricidad, vivienda, pensiones, etc.; reestructuraron, bajo el fundamentalismo del libre mercado, sectores productivos, como el eléctrico. La consecuencia más inquietante, un aumento del poder de mercado de las empresas; y una extracción de rentas en toda regla al 95% de la ciudadanía en favor de unas élites caprichosas e insolidarias.
Pero vayamos a lo nuestro, la subida de tipos de interés oficiales por parte de los bancos centrales para frenar la inflación. Ya hemos escrito hasta la saciedad de lo absurdo de todo ello. Recuerden una máxima, cuando la ineptitud permanece en el tiempo es porque hay ciertos intereses de clase que se están protegiendo. En nuestro primer blog publicado en estas líneas, en ¡septiembre de 2021! detallamos porqué detrás de la descomunal subida del precio de la electricidad se encontraban los repuntes de los precios de determinadas materias primas, especialmente el gas, y, de nuevo, aportamos evidencia académica previa. ¿Hicieron algo las autoridades por entender estas dinámicas y corregirlas? Al margen de la excepción del mercado eléctrico ibérico, muy poco de fondo se ha hecho a nivel global para revertir tanto destrozo. No lo duden ustedes, además de poner en evidencia al rey desnudo, el fundamentalismo de mercado, de nuevo, se protegieron ciertos intereses de clase.
Pero en el momento actual, sin duda el aspecto que más debería preocupar a las autoridades económicas y a reguladores es el enorme poder de mercado de las grandes empresas, cuyos márgenes se han incrementado muy por encima de sus costes marginales. La subida de los tipos de interés está siendo aprovechada por estas grandes empresas para encarecer aún más los precios y, por consiguiente, impulsar todavía más la inflación. Pongamos un ejemplo, el sector bancario.
La política monetaria del BCE alimenta al cartel bancario
En nuestro país, al igual que ha ocurrido en la mayoría de países occidentales, la Gran Recesión produjo una concentración todavía mayor del sistema bancario. Ciertos bancos han alcanzado un tamaño excesivamente grande y constituyen un auténtico riesgo sistémico para nuestra economía y la economía global. Además, aprovechándose del riesgo moral de que son “demasiado grandes para quebrar”, han estado siendo subsidiados por los contribuyentes de las distintas naciones. Pero no contentos con todo ello, el cartel bancario decide aumentar sus márgenes trasladando inmediatamente las subidas de tipos de interés oficiales a los préstamos e hipotecas, pero olvidándose de remunerar a los depósitos de sus clientes. De nuevo una extracción de rentas en toda regla, que acaban en las manos de una gerencia y unos consejos de administración excesivamente bien remunerados, y, fuera de nuestro país, vía un reparto de dividendos descomunal y desproporcionado. ¿Para cuándo una comparecencia ante el congreso de los diputados de los presidentes de los 5 grandes bancos patrios para responder de sus “prácticas y fechorías” como ha sucedido recientemente en Reino Unido?
Todo lo que estamos viviendo y sufriendo desde la Gran Recesión es una distopía sin parangón en nuestra historia reciente, un proceso de feudalización en toda regla, una extracción de rentas en favor una élite mimada, caprichosa, y egoísta, mientras la pobreza se expande como una mancha de aceite, como un tumor maligno. Inevitablemente se ha creado una situación de asignación ineficiente, donde los beneficios puros y el capital imprudente siguen estando subsidiados, a un coste cada vez mayor, por parte del público. Y en el trasfondo, el papel de los Bancos Centrales. La autoridad monetaria se empecinó en subsidiar y proteger a la banca sistémica, cuya excesiva asunción de riesgos y prácticas abusivas causaron la crisis de 2008. Y de ahí no salimos. Mi pregunta, sin malicia, ¿para esto querían algunos la independencia de los Bancos centrales?, ¿para alimentar al cartel bancario?
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Excelente artículo. Las intenciones están muy claras, ahora, ¿vamos a hacer algo para frenarles los pies? Me da mucho miedo contestar a esta pregunta. No es una exageración, si no todo lo contrario, decir que vivimos en un sistema global totalitario neoliberal y ecocida.