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Crisis climática
Árida: crisis climática y desertificación en el sureste ibérico
La desertificación es uno de los principales problemas ambientales a los que se enfrenta la humanidad. Afecta a cerca de un tercio de la superficie terrestre. Las predicciones auguran que, de aquí al año 2050, hasta 143 millones de personas podrían verse forzadas a salir de sus países para huir de la escasez de agua. Entre las causas ambientales de la desertificación se encuentran la sequía, la pobreza de los suelos y el relieve. Sin embargo, son sobre todo las originadas por el ser humano, como los incendios forestales, la explotación de acuíferos, la contaminación química y el crecimiento urbano desordenado, las que están acelerando e intensificando el proceso.
Según datos de la ONU, más del 74% del territorio español está potencialmente afectado por la desertificación, lo que podría ocasionar graves impactos en la economía y en la distribución de la población en el futuro. En el sureste de la Península, más del 50% del territorio de las provincias de Murcia, Almería, Alicante y Albacete es desértico y hasta el 90% está en riesgo de desertificación debido a la crisis climática, la mala gestión de los recursos hídricos y una planificación territorial basada en el desarrollo urbanístico y la agricultura de regadío.
Más del 74% del territorio español está potencialmente afectado por la desertificación, lo que podría ocasionar graves impactos en la economía
Los efectos de la desertificación se pueden apreciar no solo en el aumento de los territorios calificados como desérticos o badlands —malas tierras—, sino en la pérdida de bosques y masas forestales por incendios o muertes por sequía, o en las pérdidas económicas debidas a las últimas danas y procesos de avenidas y lluvias torrenciales.
Badlands es un término para denominar a tierras blandas y arcillosas que forman pronunciados barrancos, desprovistos de vegetación. El nombre de “malas tierras” se debe a su formación principal con yesos, arcillas y demás materiales impermeables, suelos en los que resulta imposible el cultivo y que, a su vez, resultan muy peligrosos tras lluvias copiosas. Las torrenciales lluvias que se producen en estos lugares desérticos van horadando profundamente el terreno, creando el paisaje con sus peculiares formas que es comparado con la superficie lunar.
En la Región de Murcia, el 25% del territorio tiene la clasificación geológica de badlands, cuyo factor más destacable es el alto grado de erosión
Es un tipo de paisaje muy presente en zonas almerienses como Tabernas o la Cuenca de Vera, y en cuencas neógeno cuaternarias de la Región de Murcia, como las de Mula, Abanilla-Fortuna, Cieza, ramblas de Librilla, Algeciras o El Garruchal. En la Región de Murcia, el 25% del territorio tiene la clasificación geológica de badlands, cuyo factor más destacable es el alto grado de erosión, siendo las zonas más productoras de sedimentos en las avenidas y lluvias torrenciales, parte de los cuáles van a parar a los lechos de los ríos y vasos de los embalses, inutilizando la función reguladora de éstos.
La cuenca hidrográfica del Segura es la más regulada de toda la Península Ibérica. El objetivo de la construcción de grandes embalses ha sido “dominar un río con un caudal muy variable, marcado por grandes periodos de estío y grandes avenidas en periodos cortos”, señalan desde la Confederación Hidrográfica del Segura. Algunas de estas grandes infraestructuras ya están obsoletas por el aterramiento de los pantanos por los aportes de sedimentos debido a los procesos erosivos y falta de masas forestales que reduzcan dichos procesos. En los ocho embalses principales de la cuenca, la función reguladora y contenedora de aguas ya es inexistente debido a ese aterramiento de su capacidad embalsadora.
El río Segura es gestionado como un canal hídrico más que como un ente ecológico sujeto a dinámicas biológicas, en las que la vegetación está presente en todos los tramos del río. En el caso del Segura, la mayoría de sus riberas están desprovistas de vegetación, lo cual no puede impedir el arrastre de otros materiales vegetales que se acumulan aguas abajo en elementos de paso como túneles o canales, obstaculizando el paso del agua, lo que origina efecto tampón y produce el desbordamiento de las aguas en la crecida. Además, en muchas de las sierras que conforman el sureste ibérico, como en la de Miravete (Murcia), la aridez del medio y la escasez de suelos impone condiciones muy adversas para el desarrollo de la vegetación natural.
A esta situación se le ha sumado la extracción de minerales a cielo abierto, que produce residuos y materiales estériles que imposibilitan cualquier desarrollo vegetal en sus laderas por su toxicidad. En la Región de Murcia, Almería y Alicante la falta de políticas coherentes sobre los recursos hídricos y la ausencia de una adecuada gestión forestal y silvícola que proteja y cuide los bosques, minimizando la pérdida de suelos, hace especialmente vulnerables a todos sus territorios y habitantes ante períodos de sequía extrema y altas temperaturas como las que están sucediendo en los últimos años.